El señor Clock canta a las 5:00, obligándome a madrugar un domingo como todos los días; sin embargo, esta vez me quedo en la cama hasta que deja de cantar y vuelvo a quedarme dormida. A las 8:00, me levanto, me doy una ducha y me visto con un enterizo color turquesa y unas sandalias color crema. Tengo que ir a comprar víveres, ya que la alacena y la nevera se están quedando vacías. Hubiera querido que Rachel y Christopher me acompañaran, pero ellos necesitan pasar tiempo juntos, así que no pienso interrumpirlos. Camino por el gigantesco supermercado, cargando el carrito de compras hacia el área de los lácteos, cuando de pronto Alexander aparece recorriendo la zona de frutas y verduras y me detengo de golpe; enseguida, él eleva la vista en mi dirección y yo finjo observar el frigorífico. Dejo pasar unos segundos y vuelvo a mirar hacia allá. Parece inmerso en la búsqueda de verduras y yo no puedo dejar de mirarlo hasta que, nuevamente, vuelve a mirar en mi dirección y yo esquivo la mi
Estoy nerviosa porque creo que en cualquier momento se abalanzará sobre mí para besarme, o al menos eso es lo que yo quiero… —¿Qué es lo que no podrás resistir más? —Tu cercanía, siento que así no puedo, eres mi debilidad, Abril. —Bueno, en ese caso creo que estamos a mano. —¿Puedo saber por qué me echaste anoche? —No sé qué me pasó, por un momento creí que estaba mal lo que hacíamos. —Es mi culpa, yo lo empecé todo. —Pero yo accedí. —No volverá a pasar, lo prometo. «¡Carajo no…!, no digas eso.» —Hoy estás cumpliendo años, ¿verdad? —Prefiero cambiar el tema o terminaré rogándole que lo vuelva a hacer… —Sí, ¿quién te lo dijo? —Tu hermana, tengo algo preparado para ti, ¿te gustaría quedarte conmigo toda la tarde? —Me encantaría. —Bueno, que así sea entonces, ¿qué te parece si preparamos la torta juntos? —Sí, suena muy bien, hace mucho tiempo no hago tortas. —Entonces iré a lavar los platos. —Yo te ayudo. — ¡No!, eres el cumpleañero y vas a dejar que te consienta, no tie
Trato de atajar las lágrimas que batallan por salir de mis ojos, mientras acaricio su mejilla.—Alex…—Me rindo, no quiero vivir sin ti.—Los dos estamos ebrios, deberíamos dejar esta conversación para mañana, ¿te parece?—Está bien.Sus brazos fuertes me envuelven y cierra los ojos, ceñido a mí con su cara hundida en mi cuello; me grabo su imagen antes de dejar caer mis párpados y ambos nos quedamos dormidos.(>‿◠)✌Abro los ojos y no lo veo en mi cama… «¡No puede ser!, ¿acaso fue un sueño?»Me levanto de un salto y no hay señal alguna de su presencia, busco algún indicio de que él estuvo aquí por toda la habitación, pero no hallo ninguno; ni su ropa, ni sus zapatos, ni nada… Me quedo estupefacta recordando lo que pasó anoche, tratando de entender si fue o no un simple sueño, y prefiero salir para buscarlo en la sala, hasta que escucho su voz:—¿Se te perdió algo?Está recostado en el marco de la puerta, sin camisa y con los brazos cruzados, al parecer se está divirtiendo con mi reac
AlexanderMi hermano menor está ahí, acostado en esa cama sencilla, apretando un pañuelo en su cara para tratar de controlar la hemorragia y no puedo evitar sentir pena por él, aunque ni siquiera lo conocía, mi corazón se arruga en mi pecho al verlo tan indefenso; es tan solo un adolescente que se encuentra completamente abandonado y desamparado, con una enfermedad que puede ser mortal, durmiendo en un horrible hotel, lleno de telarañas, con apenas una cama que parece ser completamente incómoda y un pequeño cuarto de baño donde ni siquiera hay agua caliente. Todo se ve demasiado sucio y asqueroso, no entiendo por qué no buscó un lugar mejor si se supone que mi padre le está dando el dinero necesario para vivir, aunque pensándolo bien, debió gastar toda la mensualidad en los costos del largo viaje; tuvo que pasar todas estas noches rodeado seguramente de habitantes de calle y bandidos como los que vimos en la esquina con Abril.Mi hermana Hannah mantiene una mirada de abatimiento y en
Alexander Salgo del laboratorio sintiéndome un poco mareado por la extracción de sangre, Abril me recibe con uno de sus maravillosos besos que me derriten el alma y mi hermana Hannah no para de preguntarme como me siento: —¿Quieres algo de comer? —Sí, quiero, pero tal vez deberíamos ir a comer algo los tres, Abril no ha almorzado y supongo que tú tampoco, ya son más de las dos de la tarde. —Bueno, pero, ¿quién se quedará con Choi? —pregunta mi novia. —La doctora dijo que le harán la transfusión y debemos esperar, así que podemos salir. Abandonamos el hospital y entramos a un restaurante para comer algo. —Alex, ¿crees que deberíamos llamar a nuestro padre para avisarle que Choi está en el hospital? —No es necesario, en cuanto comamos yo iré a hablar con él, necesito que Alejandro Miller me explique varios asuntos. Es notoria la rabia que siento hacia él por abandonar a mi hermano, y no pasa desapercibida para mi novia, quien aprieta mi mano con cariño. —Si quieres yo te acompa
Cuando Alex se pierde en lo alto de las escaleras, camino con confianza hasta el centro de la sala y le sonrío al ama de llaves, que está terminando de recoger los vidrios de la copa que rompió la culo de tabla esa, como si no tuviera ninguna importancia… Cuando la mujer mayor termina de limpiar, me regala una sonrisa y se va, así que me siento en uno de los sillones de la sala, sin prestar atención a la asiática que está en la misma esquina, mirando por la ventana, hasta que no soporta mi presencia y se vuelve hacia mí: —Así que eres la nueva novia de Alexander —dice con sus pupilas oscuras atravesándome de pies a cabeza. —Así es —contesto mirándola a la cara, sin ningún tipo de emoción negativa. —Me pregunto qué vio en ti alguien tan fino y apuesto como él. «Esta m*****a no quiere perder la oportunidad de hacerme sentir mal, pero no lo conseguirá» —Pues ya ves, seguramente vio algo que no ha encontrado en nadie más. —Sí, ya veo, él es un hombre muy observador, y como todos se d
El señor Alejandro Miller, empieza a avanzar hacia nosotros con cara de pocos amigos, acompañado por esa flacucha que alberga una mirada orgullosa y se sujeta de su antebrazo. —Buenas tardes —saluda mi suegro lanzándonos una rápida mirada a los tres—. ¿Dónde está Choi? Nos quedamos callados y Alex se aleja por el pasillo hacia el balcón, sin decir nada. —Buenas tardes, director —saludo, luego de reaccionar. —Hola papá, está en esa habitación, de allí —señala Hannah. —Gracias, hija —replica, lanzándome una corta mirada, y camina con la garrapata pegada. De inmediato me apresuro hacia donde se fue Alex y lo encuentro recostado en el barandal, mirando la ciudad. —Hola mi amor. —Lo abrazo por la espalda. —Hola mi pequeña. —Se da la vuelta para envolverme entre sus brazos. —¿Estás bien? —No lo puedo afirmar, pero tampoco puedo negarlo… Haber enfrentado a mi padre, por fin, me hizo sentir bien; sin embargo, también estoy enfadado. —Es normal que te sientas así, pero ya se te pasar
Soy la primera en asomarme fuera del vestidor y luego de comprobar que no hay nadie cerca, salgo fingiendo que contemplo las prendas en uno de los percheros, pero entonces al mirar hacia arriba me percato de que hay una cámara que apunta justo al cambiador donde estábamos Alex y yo encerrados. «¡Maldición!, espero que no se hayan dado cuenta». Dos minutos después, Alex sale del cuartito vistiendo la camisa y el pantalón que traía puestos desde la casa y noto que mis bragas sobresalen de uno de los bolsillos, delanteros… Cubriéndolo de la cámara con mi cuerpo, hundo las bragas en el bolsillo de su pantalón y él me guiña un ojo, perverso. Caminamos hacia la caja cargando los paquetes y Alex saca su billetera para pagar, pero entonces las bragas salen de su bolsillo junto con la billetera y caen al suelo; me apresuro a recogerlas, sintiendo que las mejillas me arden y vuelvo a guardarlas en uno de sus bolsillos traseros. Para fortuna de ambos, creo que nadie se dio cuenta, excepto las c