En la cara de Rachel se puede leer la palabra “pánico”, y; sin embargo, asiente dispuesta a apoyarme.—¿Estás segura de que podemos hacer esto? —pregunta.—No, pero no tenemos otra opción; si no la ayudamos ya, puede morir y la veterinaria más cercana está a veinte minutos en carro, quién sabe si resista y no me quiero arriesgar —argumento y ella asiente—. ¿Puedes ir por un par de guantes, por favor?—Está bien.Rachel se va corriendo y me acurruco para mirar de cerca a la madre perruna; efectivamente, está teniendo un cachorro, pero al parecer le cuesta mucho.Los minutos pasan y la ansiedad de verla ahí suplicando con sus ojitos rojos, crece; sin embargo, justo cuando me pregunto si el par de guantes son realmente necesarios en un momento de urgencia como este, Rachel aparece con el encargo y me pongo manos a la obra.Con los guantes puestos y el cabello recogido, intento varias veces sujetar al cachorrito, pero se me resbala de las manos y resulta ser más difícil de lo que pensaba.
Me bajo del auto para subirme al asiento del copiloto y Alexander esboza una sonrisa de satisfacción cuando empiezo a ajustarme el cinturón de seguridad.Le devuelvo la sonrisa y nos miramos por unos segundos hasta que desvío la mirada al panel de instrumentos del coche…—¡Demonios!El reloj marca las 17:55.—¿Qué sucede? —pregunta Alexander.—Voy tarde para el trabajo —respondo mientras la ansiedad empieza a consumirme.—Estamos cerca, yo te llevo.—Está bien, gracias.Arranca el auto enseguida, y a las seis en punto ya estamos frente al pub.—¿Quieres que te acompañe adentro? —me pregunta mientras me desabrocho el cinturón.—No hace falta, ya hiciste mucho por mí hoy —sonrío—. Deberías irte a descansar.—Aquí estaré a las once para llevarte a tu casa —asegura.—No es necesario de ver…—Sí, es necesario —me interrumpe—. Es peligroso que una chica ande en la calle sola a esa hora. Vendré por ti y no se discute.Suelto un suspiro y abro la puerta del carro.—Está bien, adiós.En la pue
El interior de la casa se impregna de su aroma en cuanto cruzamos la puerta, mezclándose con la fragancia del aromatizante de maracuyá que me gusta usar.—Siéntate, traeré el café —sonrío apresurándome a huir de su presencia para tratar de calmar mis nervios un instante.La adrenalina corre por mis venas y mi corazón está acelerado, pero feliz. Sea lo que sea que esté ocurriendo, solo sé que quiero vivirlo…Sirvo las dos tazas de café y las llevo a la sala de estar. Alexander está sentado con las manos sobre los muslos; parece tenso, pero se relaja en cuanto le entrego su taza y me siento en diagonal a él.—Huele a ti —afirma inhalando el aroma del café mientras me mira y luego le da un sorbo—, pero tú sigues siendo más dulce.Lo miro a los ojos mientras mis mejillas se van poniendo calientes.—¿Quieres que le ponga más azúcar?—No, así está perfecto —afirma llevándose la taza a los labios nuevamente—. El café es mejor amargo.—Tienes razón —sonrío y le doy el primer sorbo al mío.—¿S
El señor Clock canta a las 5:00, obligándome a madrugar un domingo como todos los días; sin embargo, esta vez me quedo en la cama hasta que deja de cantar y vuelvo a quedarme dormida. A las 8:00, me levanto, me doy una ducha y me visto con un enterizo color turquesa y unas sandalias color crema. Tengo que ir a comprar víveres, ya que la alacena y la nevera se están quedando vacías. Hubiera querido que Rachel y Christopher me acompañaran, pero ellos necesitan pasar tiempo juntos, así que no pienso interrumpirlos. Camino por el gigantesco supermercado, cargando el carrito de compras hacia el área de los lácteos, cuando de pronto Alexander aparece recorriendo la zona de frutas y verduras y me detengo de golpe; enseguida, él eleva la vista en mi dirección y yo finjo observar el frigorífico. Dejo pasar unos segundos y vuelvo a mirar hacia allá. Parece inmerso en la búsqueda de verduras y yo no puedo dejar de mirarlo hasta que, nuevamente, vuelve a mirar en mi dirección y yo esquivo la mi
Estoy nerviosa porque creo que en cualquier momento se abalanzará sobre mí para besarme, o al menos eso es lo que yo quiero… —¿Qué es lo que no podrás resistir más? —Tu cercanía, siento que así no puedo, eres mi debilidad, Abril. —Bueno, en ese caso creo que estamos a mano. —¿Puedo saber por qué me echaste anoche? —No sé qué me pasó, por un momento creí que estaba mal lo que hacíamos. —Es mi culpa, yo lo empecé todo. —Pero yo accedí. —No volverá a pasar, lo prometo. «¡Carajo no…!, no digas eso.» —Hoy estás cumpliendo años, ¿verdad? —Prefiero cambiar el tema o terminaré rogándole que lo vuelva a hacer… —Sí, ¿quién te lo dijo? —Tu hermana, tengo algo preparado para ti, ¿te gustaría quedarte conmigo toda la tarde? —Me encantaría. —Bueno, que así sea entonces, ¿qué te parece si preparamos la torta juntos? —Sí, suena muy bien, hace mucho tiempo no hago tortas. —Entonces iré a lavar los platos. —Yo te ayudo. — ¡No!, eres el cumpleañero y vas a dejar que te consienta, no tie
Trato de atajar las lágrimas que batallan por salir de mis ojos, mientras acaricio su mejilla.—Alex…—Me rindo, no quiero vivir sin ti.—Los dos estamos ebrios, deberíamos dejar esta conversación para mañana, ¿te parece?—Está bien.Sus brazos fuertes me envuelven y cierra los ojos, ceñido a mí con su cara hundida en mi cuello; me grabo su imagen antes de dejar caer mis párpados y ambos nos quedamos dormidos.(>‿◠)✌Abro los ojos y no lo veo en mi cama… «¡No puede ser!, ¿acaso fue un sueño?»Me levanto de un salto y no hay señal alguna de su presencia, busco algún indicio de que él estuvo aquí por toda la habitación, pero no hallo ninguno; ni su ropa, ni sus zapatos, ni nada… Me quedo estupefacta recordando lo que pasó anoche, tratando de entender si fue o no un simple sueño, y prefiero salir para buscarlo en la sala, hasta que escucho su voz:—¿Se te perdió algo?Está recostado en el marco de la puerta, sin camisa y con los brazos cruzados, al parecer se está divirtiendo con mi reac
AlexanderMi hermano menor está ahí, acostado en esa cama sencilla, apretando un pañuelo en su cara para tratar de controlar la hemorragia y no puedo evitar sentir pena por él, aunque ni siquiera lo conocía, mi corazón se arruga en mi pecho al verlo tan indefenso; es tan solo un adolescente que se encuentra completamente abandonado y desamparado, con una enfermedad que puede ser mortal, durmiendo en un horrible hotel, lleno de telarañas, con apenas una cama que parece ser completamente incómoda y un pequeño cuarto de baño donde ni siquiera hay agua caliente. Todo se ve demasiado sucio y asqueroso, no entiendo por qué no buscó un lugar mejor si se supone que mi padre le está dando el dinero necesario para vivir, aunque pensándolo bien, debió gastar toda la mensualidad en los costos del largo viaje; tuvo que pasar todas estas noches rodeado seguramente de habitantes de calle y bandidos como los que vimos en la esquina con Abril.Mi hermana Hannah mantiene una mirada de abatimiento y en
Alexander Salgo del laboratorio sintiéndome un poco mareado por la extracción de sangre, Abril me recibe con uno de sus maravillosos besos que me derriten el alma y mi hermana Hannah no para de preguntarme como me siento: —¿Quieres algo de comer? —Sí, quiero, pero tal vez deberíamos ir a comer algo los tres, Abril no ha almorzado y supongo que tú tampoco, ya son más de las dos de la tarde. —Bueno, pero, ¿quién se quedará con Choi? —pregunta mi novia. —La doctora dijo que le harán la transfusión y debemos esperar, así que podemos salir. Abandonamos el hospital y entramos a un restaurante para comer algo. —Alex, ¿crees que deberíamos llamar a nuestro padre para avisarle que Choi está en el hospital? —No es necesario, en cuanto comamos yo iré a hablar con él, necesito que Alejandro Miller me explique varios asuntos. Es notoria la rabia que siento hacia él por abandonar a mi hermano, y no pasa desapercibida para mi novia, quien aprieta mi mano con cariño. —Si quieres yo te acompa