Aquí les dejo el primero de varios capítulos que estaré publicando hoy. Saludos.
Me zafo de su agarre de manera brusca. ―¡No me toques con tus manos asquerosas! Su contacto solo me produce rabia y repulsión. Elliot ya no es el chico que conocí años atrás, ese que encantaba con su sonrisa falsa y ensayada. Ahora que lo conozco, sé cuan peligroso pueden ser los hombres de su tipo. Pobre niña tonta e inocente aquella que fui en el pasado y que cayó enamorada de un hombre sin alma, escrúpulos ni sentimientos. Uno que demostró, apenas tuvo la oportunidad, hasta dónde era capaz de llevar sus maquinaciones para abrirse una oportunidad en la vida. No sé por qué razón me eligió como su víctima en aquel entonces, pero estoy segura de que algún provecho sacó de todo aquello. Gira su cara y mira con preocupación hacia el corredor por el que acaban de desaparecer Samuel y nuestra hija. ―¿Crees que vas a dejarme por fuera de este negocio? Arrugo mi entrecejo y lo miro confusa. ¿A qué negocio se está refiriendo? ―No sé de lo que estás hablando y tampoco me importa, imbécil
No me gusta dejar a Abigaíl sola con Elliot, pero tampoco quiero que la niña sea testigo de la gran discusión que ese maldito idiota y yo, vamos a tener. Lo miro de manera amenazante antes de darme la vuelta y dirigirme hacia el corredor que me lleva al área de huéspedes. Cada músculo de mi cuerpo se encuentra en tensión. La relación entre mi medio hermano y yo, nunca ha sido buena. Por más que intenté llevármela bien con él, no hubo manera de que las cosas mejoraran entre nosotros. Fue un maldito buscapleitos, un vicioso sin reparos, un sinvergüenza, un malviviente y, para colmo, un estafador empedernido. Hace seis años me vi forzado a amenazarlo y a obligarlo a elegir entre irse a otro país o vivir el resto de su vida tras las rejas. Le di muchas oportunidades para que recapacitara, pero insistió en transitar por el camino torcido. La gota que rebasó el vaso de mi paciencia, llegó un par de días después de la fiesta aniversario de la empresa. Recibí una llamada en la que me notific
Los gritos de Samuel me obligan a salir con desesperación de la habitación. Sabía que la presencia de Elliot causaría problemas desde el mismo instante que lo vimos aparecer. Al llegar a la sala me tapo la boca con las manos para aguantar el jadeo que suelto debido a la sorpresa que me llevo al ver a Samuel sacando a su hermano a rastras de la casa. ¿Qué es lo que está pasando? Hay luces de patrullas en el exterior y gritos de amenazas por parte de Elliot, contra el padre de mi hija. Mis pies se quedan clavados en el piso, estoy tan nerviosa por todo lo que está sucediendo que mis piernas ni siquiera pueden moverse por sí mismas. Cornelio se mantiene inmutable en una de las esquinas de la casa sin intervenir, hasta que Samuel se dirige hacia la entrada. ―Señor, puedo encargarme. Le dice al alcanzarlo. ―No te preocupes, Cornelio, soy capaz de deshacerme de la basura por mis propios medios. Esto es más serio de lo que pensaba. Espero a que Samuel regrese para averiguar qué es lo qu
Toda la rabia y el estrés que me causó la aparición de Elliot en esta casa, desaparecen como por arte de magia al tener a Abigaíl entre mis brazos. No sé cómo explicar la extraña, pero estimulante y plácida sensación que me embarga, cada vez que ella se encuentra cerca. ―Tú también me gustas mucho, cariño ―le digo sin apartar mis labios de su exquisita piel―. Mucho más de lo que, incluso, imaginé que lo harías. Arrastro mi boca ansiosa y desesperada por su piel de melocotón y me detengo en la cima de sus pechos llenos y tersos. Suspiro sin aliento y les doy un vistazo antes de deshacerme de todo aquello que ese interpone entre mi boca y ellos. ―Samuel… Aquel tono de voz hace que las palpitaciones de mi corazón se desaten desbocadas y erráticas. Delineo las curvas redondas con las yemas de mis dedos y escucho con emoción cada uno de los gemidos que escapan de su provocativa y exquisita boca. Describir este instante en el que estoy a punto de poseerla, marcar sus entrañas y dañarla p
Esto era lo que me faltaba. ―Buenos días, Samuel, soy Emilio Santiesteban, imagino que debes suponer la razón de mi llamada. ¿Complacer los caprichitos de su hija malcriada? ―Lo tengo muy claro, Emilio, así que, para que dar tantas vueltas con este asunto, ¿dime qué es lo que quieres? No estoy dispuesto a perder segundos valiosos de mi tiempo en conversaciones sin importancia. Me dirijo al vestier y espero paciente a que me lo diga. Saco uno de mis trajes y lo pongo en la cama. Me mantengo silente hasta que decida abrir su maltit@ boca. ―Mi hija me comentó que no fuiste muy amable a su regreso de París ―ruedo los ojos con fastidio, ya me temía que su princesita le fuera pronto con su berrinche―. Se bajó del avión y corrió directo a buscarte ―nunca le pedí que viniera, es más, si por mí fuera, habría preferido que nunca apareciera―. ¿Eres consciente que Lorena es mi única hija y estoy dispuesto a hacer todo por ella para hacerla feliz? Puedo apostarlo. Ambos son de la misma calaña
Sirvo un plato para cada uno con el desayuno que entre los dos preparamos. Mis piernas se sienten temblorosas después de tanto sexo. Casi al mismo instante en que lo pienso, nuestras miradas cómplices se encuentran. Él sonríe con picardía. Sabe, que estoy pensando en nosotros y en cada uno de los encuentros apasionados que hemos tenido. Mis mejillas se calientan, así que me veo obligada a desviar la mirada, porque no puedo ocultar que, a pesar de la extenuante tanda sexual que tuvimos, sigo deseándolo con locura. ―Papi, ¿cuándo volverá abuelito? Samuel aparta la mirada de mí y la dirige hacia nuestra hija con interés. ―Esta tarde estará de regreso ―sonríe animado mientras corta el tocino con sus cubiertos―. ¿Las parece si las paso buscando antes para que me acompañen a la clínica? Los ojitos de Camila brillan con emoción. Gira su carita y me mira de manera suplicante. ―¿Podemos ir, mami, por favor? Asiento en respuesta. ―Por supuesto, cariño. Le doy un beso en la frente y ocup
Mi cuerpo se tensa con la reciente información. ¿Quién es ese hombre que les ha intentado hacer daño y qué tiene que ver papá con todo esto? Desconozco mucho de la de la vida de Abigaíl y creo que ya es hora que me cuente parte de ella. Por supuesto, hasta donde esté preparada para hacerlo. ―Si te parece bien, empezaré por la parte más fácil ―menciona nerviosa―, te hablaré de mi padre, el hombre que quiso lastimarnos. Me preparo para lo que viene, pero mucho me temo que, por más que lo adorne, no habrá manera que esta historia me siente bien. Me tocará hacer un esfuerzo sobrehumano para no descontrolarme. ―Eres libre de hacerlo como mejor te parezca, cariño, incluso, reservarte aquellas partes que no quieras contarme, pero necesito que entiendas que, si no me pones al tanto de toda la historia, no habrá manera en que pueda protegerlas de la manera en que quiero hacerlo ―me levanto de la mesa, le tiendo la mano para que la tome y me acompañe. Esta es una conversación que debe llevars
Estoy agotada, mis ojos se cierran solos. Respiro agitadamente después del intenso orgasmo que acaba de robarse todas las energías de mi cuerpo. Ni siquiera puedo sostenerme en pie. Dormimos poco en toda la noche, porque estando cerca el uno del otro, es imposible que podamos hacerlo. No conseguimos dejar de tocarnos y, mucho menos, amarnos hasta que nuestros cuerpos terminan agotados. Inhalo una profunda bocanada de aire y abro los ojos al sentir que acaricia la mejilla con el dorso de sus dedos y me da un beso suave en los labios. ―¿Se fueron los nervios? Me fascina su interés en mi bienestar. Hace mucho que nadie mostraba tanta preocupación por mí. Sonrío agradecida. ―Sí, hiciste que el temor desapareciera. Siento un vacío casi al mismo instante en que abandona mi interior. Cierra la cremallera de su pantalón, acomoda mi vestido y ni siquiera me da tiempo a recuperarme cuando ya me lleva cargada entre sus brazos. Apoyo la palma de mi mano izquierda y mi mejilla sobre su torso