Deibi comenzó a impacientarse al ver la pila de papeles que estaba ubicada frente a él.—Es mucho, no podré leer todo esto en un par de horas.—Esperan una respuesta —aportó Javier, haciendo que su hermano bufara con extenuación.—No estoy hecho para estas cosas.Javier se irguió en la silla donde se hallaba sentado, frente a Deibi, y miró a este con reproche.—Para invertir en un proyecto debemos conocemos cada aspecto de él. Nuestro dinero tiene valor.—Lo sé, pero no soy hombre de leer, sino de escuchar. Prefiero que tú leas todo y me cuentes de qué va la cosa.Javier resopló y negó con la cabeza mientras evaluaba el informe que tenía entre las manos, aunque dio una ojeada hacia su amigo viéndolo derrumbado con teatralidad sobre los documentos, como si se hubiera desmayado.—Las empresas constructoras Innovar y Proyecta se unieron a «La ruta del chocolate» propuesta por los líderes, para reactivar el turismo. Participarán reconstruyendo varios hoteles y posadas en La Costa. Eso atr
Ella se ocultó tras un árbol para tener una mejor visión. Él salía de la oficina de Control de Estudios, aún gestionaba su inscripción en la universidad. Se notaba inseguro e insatisfecho, daba miradas al campus como si estuviera poco convencido de querer estudiar allí.Trini sentía una fuerte curiosidad por lo que él estaría pensando. Detalló su rostro, tenso por las inconformidades, pero con un brillo melancólico en las pupilas, como si buscara en cada rincón algo que le faltaba.Se escondió tras el tronco y encerró en un puño el collar de calaveras que llevaba colgado en el cuello, la única protección que había podido tomar esa mañana de la habitación de su madre sin que esta se enterara. Su ángel la había agobiado toda la noche con la imagen del joven De Sousa, empujándola a acercarse a él, pero ella tenía miedo, necesitaba resguardar su alma. El aura que rodeaba a aquel sujeto le anunciaba un peligro apremiante.Volvió a asomarse viendo como él caminaba por los jardines con su at
Había hecho una lista de las personas en las que les podía confiar sus problemas y la observó con suma atención sentado en el borde de su cama.«Javier». Él ahora tenía su cabeza completamente hundida en sus nuevos proyectos turísticos y, cuando no pensaba en eso, dedicaba toda su atención a Isabel. No tenía descanso nunca.«Gabriel». Él menos que nadie tenía cabeza para escucharlo. Rebeca y Max, más el duro trabajo que tenían en la cosecha haciendo crecer los cultivos que habían sido dañados en el pasado, lo acapararon por completo.«Jonathan». Su hermano siempre encontraba un tiempo para atenderlo, pero en ocasiones, le daba respuestas muy prácticas que le permitieran desocuparse rápido de esa obligación pudiendo seguir trabajando con los extensos libros de contabilidad de la cosecha, que se habían convertido en su obsesión, o haciéndole frente a las constantes exigencias de Jesenia, que para él resultaban placenteras. Jonathan no sería ideal para ayudarlo, necesitaba de alguien que
Trini se había ocultado en un rincón oscuro de su habitación para tratar de controlar los temblores de su cuerpo y la impresión que le dejó lo ocurrido en la universidad. Estaba sentada en el suelo, abrazada a sus rodillas y con su mirada asustada y copada de lágrimas fija en la nada.De todo lo ocurrido, lo que más la perturbó fue la imagen que apreció en el aura que cubría al joven De Sousa. A los diez años inició su capacidad para ver el aura, pero no lograba apreciarla en todos, sino en algunas personas. Normalmente lo hacía en las que tenían muy malas intenciones, o algún espíritu maligno invadiendo su corazón. A las consultas de santería de su madre era habitual que llegaran clientes con esas características, pero no eran tan oscuras como la del chico de La Costa. La de él parecía una bruma sucia, que se hacía más grande cuando estaba enfadado. Tal cosa era nueva y desconocida para ella, por eso le temía.Pero en la universidad se presentó otro cambio que le resultó terrorífico.
Al día siguiente, Trini había asistido al gimnasio. Estaba algo nerviosa, pero se sentía más segura. La noche anterior su madre le había enseñado una decena de embrujos que podrían ayudarla a controlar espíritus infernales, o al menos, lograr protegerse de ellos.Subió con rapidez las escaleras que la llevaban a la planta donde se hallaban las máquinas de ejercicios e intentó ocultarse tras un Multigym que nadie estaba utilizando. Miraba con interés cómo el joven De Sousa se ejercitaba en el área de boxeo, aunque no evaluaba sus técnicas para golpear la pesada bolsa de arena, sino su cuerpo cincelado.Cada vez que él daba un golpe, los músculos de los brazos y la espalda se le tensaban, quedando más definidos. El sudor le hacía brillar la piel morena, resultando apetecible. Parecía acaramelada, un bocado caliente que sería fascinante para el tacto y para el gusto. Trini se hallaba tan extasiada observando su anatomía perfecta, que no pudo darse cuenta de que en esa ocasión él no poseí
Mary había reunido a un grupo de unos seis miembros para recorrer una de las rutas de senderismo que brindaría a los turistas a través de las montañas. Deibi la había ayudado a delimitarla en un mapa de la región, pero no podía acompañarla a evaluarla por culpa de la gran cantidad de trabajo que tenían en la cosecha. Pronto llegaría la fecha de la recolección del fruto y era necesario revisar los sembradíos.La chica ya conocía algunos caminos porque los había andado con su banda meses atrás, cuando quiso molestar a los guerreros. Un joven pescador, amigo de la sociedad, se había ofrecido a conducirlos hacia unos lugares paradisíacos que solía visitar de niño y podían ser atractivos para los turistas.El grupo se reunió en la plaza del pueblo, luego se encaminó al río por la tupida vegetación. El buen ánimo y la curiosidad por la aventura los dominaba, aunque Mary no podía dejar sentirse recelosa.Al hallarse al abrigo de la selva, recordó los momentos en que tuvo que ocultarse en ell
Gregory caminaba por las calles de aquel barrio sintiéndose un poco inquieto. Algo tenía atorado en el pecho, una sensación que no sabía identificar, pero que lo volvía irritable.Procuraba serenar sus emociones mientras andaba por los alrededores de una plazoleta poblada de vendedores ambulantes. Agudizaba la mirada para intentar ubicar en ella a la hija de Malena Hinojosa.Pasó casi una hora fastidiando a su tío para que le diera información sobre la chica. Paolo se negaba a darle lo que quería, porque conocía lo conflictivos que podían ser los Hinojosa y si su sobrino se involucraba con ellos, tendría problemas que él luego debía resolver. No deseaba meterse con esa familia, cuyos miembros tenían prontuarios delictivos.Gregory no solo se enteró del pasado criminal y violento del fallecido tío de la joven, sino de las malas andanzas de su hermano y de las terribles mañas de su padrastro, a quien señalaban como un adicto a las apuestas y un estafador. Su madre, aunque no poseía repu
Las piernas largas de Gregory lo ayudaban a ser más rápido cuando quería escapar. Trini tuvo que correr a través de una ancha avenida para alcanzarlo, pendiente de que ningún auto la atropellara.—¡Espera! ¡Espera, maldición! —exigía, respirando con resuello.Se apresuró por atravesarse en su camino para obligarlo a detenerse. Él la miró desde su altura, muy serio, con una mezcla de enfado y pena reflejada en el rostro.—Eres muy susceptible —se quejó ella, recibiendo un resoplido como respuesta—. No tenías que meterte en ese asunto.—¿Te gusta que te humillen? —quiso saber, molesto. Trini apretó la mandíbula.—Es mi trabajo. Sé manejarlo.—No tienes que hacer eso para ganarte la vida.La chica lo observó con los ojos muy abiertos.—¿Qué no tengo que hacerlo? No soy rica, no provengo de una familia millonaria como tú.—Yo no provengo de ninguna familia millonaria.—En La Costa tienes propiedades.Él sonrió con poca gracia y se cruzó de brazos observándola con agudeza.—¿Propiedades? ¿