Habían recorrido casi toda la ruta trazada a través de la montaña sin haber visto, oído o sentido algo fuera de lo normal. Los guerreros llegaron a la cima pudiendo observar la magnificencia de un mar interminable por un lado y una cadena de montañas cubiertas de una selva indómita por el otro.—Y ahora, ¿qué hacemos? —quiso saber Javier, respirando con resuello.—¿Este es el final de la ruta? —preguntó Gabriel.—De la que yo tracé, sí —explicó Deibi—. Pablo me recomendó que no fuera tan larga ni complicada, para que pudiera ser utilizada por senderistas novatos y concediera hermosas vistas. Me pareció que hasta este punto se lograban los objetivos.—Pero no hay nada. La teoría de que el espectro los quería conducir a algún sitio estratégico donde hubiera un hecho sobrenatural muere aquí —reflexionó Javier.—No. Este es el final de la ruta trazada por Deibi, no de la ruta del espectro —agregó Jonathan y miró las lejanías. Al pasar las escarpadas montañas se llegaría al otro lado de La
Williams le había asignado una habitación para que Trini pudiera descansar. Aunque la chica se controlaba y aparentaba estar tranquila, en su mirada él pudo captar angustia y ansiedad. Además, así la tendría vigilada. Temía que escapara de casa para hacer alguna otra trastada.En su paseo por los alrededores descubrió los restos del altar incendiado y al ver el truco de magia que la joven había llevado a cabo para encontrar a Gregory, podía suponer que tenía experiencia en hechicería, una práctica que a la sociedad le había traído innumerables problemas en el pasado. Lo mejor era no perderla de vista.Cuando llegaron los guerreros, ella salió de la habitación y bajó las escaleras a las carreras, lanzándose a los brazos de Gregory. A simple vista, él se notaba perfecto, no tenía ni un rasguño, pero su semblante estaba abatido.Al percibir su decaimiento, Williams recomendó a la pareja de jóvenes que subieran a la habitación. El día había sido muy largo y ellos ni siquiera habían podido
A primera hora de la mañana, Trini se sentía adolorida, pero feliz. Lo que había experimentado la noche anterior había sido tan trascendental, que cambió su manera de ver la vida. Ya no se mostraba tímida o escurridiza con el resto de los miembros de la casa de los Aldama, sino que se animaba a sonreír y escuchar con atención las conversaciones de Isabel sobre la universidad y la buena noticia que había recibido al ser aceptado su tema para la tesis final que le permitiría alcanzar el grado de Licenciada en Informática.Ahora tendría que comenzar a trabajar en ello, al igual que Jesenia. Ambos proyectos estarían centrados en La Costa y en la posibilidad de hacer crecer la actividad tecnológica en aquella región golpeada por las circunstancias.A menos, la noticia sirvió para relajar los ánimos de todos durante el desayuno, por los hechos ocurridos el día anterior. Los guerreros acordaron reunirse en la cosecha luego de supervisar las actividades, para hablar sobre el espectro y la rec
Baudilio estuvo muy conversador por todo el camino, interrogando a la chica sobre su familia y su vida en Caracas. Ella le relataba medias verdades, manteniendo ocultas muchas cosas que no deseaba que se conocieran en La Costa. Como la afición de su madre por la hechicería, solo la describía como una bruja novata adicta a las cartas, y mentía sobre su padre asegurando que Rafael Parra, quien en realidad era el padre de su hermano Luis Alberto y no el de ella, era dueño de la flota de autobuses en la que trabajaba y se pasaba semanas haciendo viajes por toda Venezuela viéndolo poco.La chica nunca imaginó que aquel viejo descendiente de indígenas, cojo de una pierna y de aspecto desaliñado, tenía más contactos que el servicio de inteligencia nacional, más aún, en la capital. El hombre guardaba en su privilegiada memoria todos los datos que ella inocentemente le aportaba para luego hacer sus propias averiguaciones, pues se había obsesionado con la joven y deseaba saber su verdadero orig
Al quedar sola en la cocina, se dirigió a la sala para curiosear un poco y conocer a esa pareja de ancianos que tanta bondad le trasmitían. Miró con interés la cantidad de ornamentos que adornaban las paredes y las repisas, las hermosas flores naturales que desprendían olores relajantes y los cuadros con oleos de paisajes playeros.Le llamó la atención una placa redondeada de cobre del tamaño de un plato de postre ubicada en un estante, que poseía tallada la figura de un jaguar. Se sorprendió al reconocer que tenía la misma forma del que su madre le había regalado hacía tiempo y llevaba colgado del cuello: el talismán que protegía a su alma de espíritus malignos.Se aproximó a él y acarició con un dedo su perfil. No podía explicar la casualidad de haber hallado ese objeto en ese lugar. Siguió hurgando en el estante, pero su sangre se congeló al llegar a un grupo de fotografías enmarcadas.Un frío mortal le recorrió el cuerpo, perturbándola. Las dos imágenes que resaltaban en ese grupo
Caminaron por la playa con los pies descalzos y los pantalones arremangados hasta la rodilla. Como nota mental, Trini estableció que para próximas visitas al mar iría vestida de otro color. La ropa negra resultaba incómoda con el ardiente sol.Sin embargo, pudo disfrutar de las hermosas vistas y de la brisa indomable. El suave romper de las olas en aquella arena color crema producía una espuma blanca que le hacía cosquillas en la planta de los pies. Una sensación que le fascinaba.Gregory la llevó hasta un restaurante ubicado junto al muelle, a pocos pasos del agua, sumido entre altas palmeras que los cubría con una reconfortante sombra. Sentados en una especie de picnic sobre la arena comieron el delicioso pescado frito que él le había prometido y degustaron una ensalada de mango, aguacate y rúcula. Como postre, la chica se devoró una exquisita conserva de coco servida en una hoja de naranja, que a su juicio, era más deliciosa y acaramelada que las que elaboraba su madre.Tanto el am
Gregory se aproximó y encerró las manos de la chica entre las suyas, para infundirle calor y calma. Deseaba aplacar sus nervios.—Déjame ayudarte a averiguar el motivo por el que estás relacionada con Miguel Robles. Quizás sea por eso que soñaste con Albert. Ellos eran hermanos.Trini negó con la cabeza.—Es un ángel, él tomaba mi cuerpo…—Los ángeles no participan en posesiones. —Gregory la silencio, enfadado por la terquedad de ella—. Tu madre es experta en estos temas, debió explicártelo.—¡Mi madre me aseguró que él era mi protector! —exclamó apartándose. Gregory apretó el ceño, confundido.—¿Tu madre sabe de esas apariciones?—Sí. Por eso ella me consagró a su cuidado, me entregó la imagen del arcángel para que le sirviera con oraciones y me dio una medalla como protección.Al decir eso último, Trini sacó los collares que tenía colgados del cuello y estaban escondidos bajo su blusa, para enseñarle a Gregory la medalla del arcángel Miguel. El medallón del jaguar también quedó a la
Los guerreros esperaban a Gregory en un claro en medio de la montaña. Se extrañaron al ver que su hermano no aparecía, pero sí el viejo Fiat de Baudilio.El líder llegó a ellos y bajó con una gran sonrisa dibujada en el rostro.—¿Tenemos fiesta?Todos resoplaron menos Deibi, que se carcajeó, divertido.—¿Trajiste ron?—Tengo un poco de aguardiente en el maletero. Si vas por unos cocos, te preparé un licor que te hará tocar las estrellas. Traje las especias indicadas para eso.Deibi aumentó las carcajadas, pero el resto apretó aún más el ceño.—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Gregory? —preguntó Jonathan.—Sé paciente, muchacho —dijo, sentándose con cansancio en una roca junto a Gabriel—. Pronto llegará, sin María Trinidad, pero con noticias.—¿Y eso lo sabes porque lo viste en tus caracoles? —inquirió Javier con ironía.—No. Él me llamó y me lo dijo. —Baudilio y Deibi rieron. El resto negó con la cabeza aunque no pudieron evitar sonreír—. ¿Están aquí para hacer alguna travesura?Los guerr