Luego, la vendedora de tuba Belén, al otro lado de la puerta. Después de arreglarse un poco y de susurrarle algo al oído a Paola, la gerente fue a buscar a esta y a su amiga. Luego saludó a Fabiola con una sonrisa. —¡Señorita Fabiola! No esperaba que viniera tan pronto, nuestra invitada especial también está aquí, ¿por qué no conversa un poco con ella? Paola también la saludó con una sonrisa. — Es un placer conocerte. Me encantan tus diseños, especialmente tu última colección. He venido a comprarlo. Fabiola mantuvo la distancia con ella y respondió con una sonrisa – luego preguntó: —He escuchado un alboroto, ¿qué sucedió? La gerente se asustó. El lema por el que se regía la marca era: “los clientes siempre tienen la razón”. Se suponía que debía ofrecer el mejor servicio a todos sus clientes. — Alguien vino y causó problemas hace un rato, pero conseguimos sacarla de local — explicó tras sonreír con ironía. Fabiola frunció El ceño. —¿Qué quieres decir? ¿No estás conte
—¡No puedo creer que alguien tan insignificante como Belén sea amiga de esta gente! ¡Fabiola debe de haberla confundido con otra señorita, y esta debe haber aprovechado y seguido el juego! —¡Belén Suárez! Paola se acercó a ella y levantó la voz. ¡Ya basta con tu actuación! ¿Acaso no eres del campo? ¿Cómo conociste a una diseñadora de Randy? Cuando ella estaba a punto de defenderse, Fabiola intervino. —¿Así que crees que no sé con quién estoy hablando? ¿Crees que estoy ciega? No recibimos clientes groseros en nuestra tienda. Por favor, váyase. —¿Cómo te atreves? ¿No sabes que puedo destruir fácilmente tu empresa con solo un chasquido de dedo? Fabiola inclinó su mentón. —Pruébame. —¡Tú! — exclamó Paola—. ¡Espero que no te arrepientas de lo que has hecho hoy! Se dio vuelta y se alejó furiosa y frustrada. “¡Le pediré a papá que la saque del distrito imperial!” No, debería hablar con los Anderson, ya que la tienda Randy está en su centro comercial. Como su prometido,
—¿Qué tonterías dices? Belén frunció el ceño con fuerza. Junto a ella, Esteban también le dirigió una mirada penetrante a Paola. —Cuide su lenguaje, señorita. —advirtió. Esteban supuso que Paola se encogería como un roedor asustado y se disculpara con Belén, pero no fue así. — Señor Luna, ¿su jefe sabe de sus andanzas por aquí? —regañó Paola mientras lo miraba con una ceja levantada de forma sugerente—. Le sugiero que tenga cuidado si va a jugar con fuego, porque el señor Peralta no es un hombre indulgente. No tolera un asistente descuidado. Luego tiró de la muñeca de Alma y se marchó sin esperar respuesta de Iván o de Belén. —Paola… ¿Es prudente hablar al Señor Luna de forma tan grosera? —preguntó Alma mientras caminaba con las rodillas temblorosas. —¿Qué importa? – resopló Paola—. Ese asistente patético pronto será relevado de su cargo, y será obligado a ahogar por las calles. Una vez que se vuelva inútil, dudo que Belén se pegue a él como lo hace ahora. — Paola
Al ver al hombre inconsciente, los otros tres se quedaron boquiabiertos. Conocían muy bien la falta de tacto de América. Sabían que nunca pensaba dos veces antes de hacer o decir algo. Sin embargo, no pudieron evitar paralizarse de la sorpresa al ver cómo noqueaba al hombre. Diego fue el primero en salir del asombro. —¡Bueno, esto es espléndido! — exclamó mientras aplaudía con dramatismo—. Pasamos años persiguiendo a este hombre para usarlo como carnada, ¡y tú lo mataste! El rostro de Daniel se ensombreció y frunció el ceño, ante la severidad de las acciones de Amílcar. Necesitaba vivo a este hombre. Atraparlo no era el objetivo principal, porque aún no necesitaban como carnada para atraer al cerebro detrás del intento de asesinato. Daniel se apresuró a acercarse y colocó un dedo debajo de la nariz del hombre. Luego, suspiró aliviado tras percibir la débil respiración del sujeto. —Aún vive. — dijo mientras volteaba e informaba a William—. Llévalo de inmediato al hospital pri
—¿Escuché mal…?—U— usted… ¿Qué acaba de decir? —tartamudeó Paola sin dar crédito a sus oídos.— dije que Belén puede tener todo lo que ella desee. — afirmó Amílcar ciencia mientras metía las manos en los bolsillos—. Nadie puede interponerse en su camino.Ahora, en cuanto a usted…Corríjame si me equivoco, pero. ¿Acaso está hablando mal de ella?A pesar de lo apuesto que era Amílcar, sus rasgos tallados a mano se torcieron en un ceño fruncido, penetrante y despectivo. Una energía peligrosa emanaba de él, como si provocara a Paola por sus quejas imprudentes. Como resultado, la joven se estremeció aún más y entró en pánico.—¿Cómo podría ocurrir eso…?Vine aquí para decirles que Belén me había maltratado. Entonces, ¿por qué Amílcar me mira como si yo fuera el Villano de la historia?Por otro lado, alma seguía de rodilla en el suelo y su rostro había adoptado un blanco fantasmagórico que rebosaba de arrepentimiento.—¿Por qué pensé que seguir a Paola me beneficiaría? ¡Debería haber id
— La señorita Ponce, aquí presente, armó un escándalo en el centro comercial. Como resultado, el personal de la tienda casi hecho a la señorita Suárez. Ah, sí. La señorita Ponce también exigió comprar la camisa que la señorita Suárez estaba a punto de comprar…El despiadado relato de Esteban hizo que Paola se pusiera aún más pálida, como un ladrón con las manos en la masa.—¡Eso no es cierto! — explicó frenéticamente con la mirada afligida mientras apretaba los puños—. ¡Mientes! Intentan inculparme… — Así que intentan culparla, ¿eh? — resopló Diego con frialdad—. ¿Y qué hay del último incidente con el perro? ¿Alguien más la inculpó?Enormes gotas de sudor frío se formaron sobre la frente de Paola.—Yo… —Todo lo que pudo emitir fue un simple sonido agudo.—¡Suficiente! — interrumpió Diego. Sus orejas estaban rojas, ya que ardían de rabia—. Se lo dije una vez, ¡no me tomé por tonto! Pero esta es la segunda vez que me miente. Puesto que se niega o anula nuestro compromiso, ¡hablaré co
Belén estaba aún más confundida. —Tú mismo te equivocaste, ¿por qué tengo que estar ahí para enmendar tu error? Daniel ignoró a Esteban, quien saludaba como un loco afuera, y se alejó a toda velocidad en su auto. Cuando se dirigió al lugar de los hechos, Belén comprendió por fin lo que estaba sucediendo, entonces miró a Daniel y le preguntó: — Así que, ¿ella me ha robado la tarjeta de presentación? Él se sintió abrumado por una mezcla de emociones. Mucha gente moriría por conseguir su tarjeta, mmm, pero la que le dio a Belén la robaron con facilidad. Quiso gritarle, pero no le pareció correcto hacerlo. Al final, él no dijo nada, y el aire en el auto se puso tenso debido a su silencio. —¡No quiero parecer andrajosa! Eso afectará a mi popularidad — declaró, como una diva. Tobía esbozó una sonrisa de disculpa y explicó: —Pero esta es una película de catástrofe, el público se quejará si no te pareces al personaje. ¿Puedes cooperar, por favor? Puedo pedirle a la maquilladora que
La espalda de Ana ya estaba empapada de sudor. —S— señor Peralta… Podía gritarle a Belén con facilidad, pero no se atrevía a gritarle a Daniel, quien retiró el brazo y anunció con frialdad: —¡Sé que mucha gente se muere por conseguir mi tarjeta de presentación! Así que nunca he visto a alguien desecharla como si fuera basura, señorita García, ¿estás tan resentida conmigo? Sus ojos se entrecerraron en un estado de conmoción, tragó saliva apresuradamente y pudo hablar. —N—no, es porque Belén fue escandalosa, no tiene nada que ver con usted. Yo… —¡Recoge esa tarjeta! — interrumpió Daniel con impaciencia. Los puños de Ana se cerraron ante su orden. “¿Acaba de pedirme que la recoja? ¡Esto es tan humillante!” Por desgracia, no tuvo el valor de ir en contra de sus órdenes, Así que con el señor fruncido, volvió a recoger la tarjeta de presentación y se la entregó a Belén de mala gana, mientras la multitud le lanzaba miradas de burla. Ella acababa de estirar a mano para darle la tar