Mientras tanto, en la fiesta de cumpleaños, Horacio jamás se había sentido tan avergonzado en su vida. «¿Quiénes son estas personas desvergonzadas? ¿Cómo se atreven a hacer algo así en mi casa? Me humillan por completo». Se apresuró a ordenarle a su ama de llave que apague el proyector. No obstante, justo cuando estaban a punto de apagarlo, alguien gritó: —¡Miren, es Paola! Al escuchar eso, el ama de llaves se quedó estupefacta, mientras miraba a la pantalla con incredulidad. Las personas en el video se encontraban frente a la cámara de seguridad y ambos rostros se podían ver con claridad. «¡Paola! ¡La mujer en realidad es Paola! Mi querida hija». El rostro de Horacio empalideció de inmediato, se sentía furioso y avergonzado al mismo tiempo. La rabia ardía dentro de él y se veía como si fuera a explotar de la ira. Si Belén no lo hubiera curado de su enfermedad cardiovascular, ya se habría desmayado de la ira. A pesar de eso, lo único que quería hacer en ese momento er
Una vez que todo terminó, miró a su padre a los ojos y le preguntó cuál algo de impotencia. — Padre… ¿Por qué entraste aquí? Horacio ardía de ira y su rostro estaba enrojecido. Si no estuviera curado, sin duda habría tenido un ataque cardíaco en ese instante. —¿Por qué entré? ¿Te atreves a preguntarme cuando hiciste algo tan desvergonzado? ¿No te da vergüenza? ¿No tienes ningún maldito sentido de la vergüenza en lo absoluto? — rugió. El que jamás había insultado antes, no pudo mantener la Calma. Paola no entendía por qué estaba tan furiosa. «¿Acaso mi padre no desea que me casé con Diego? Solo hice esto porque Diego me agrada. Además, con esto, nuestra familia podría fortalecerse y convertirse en el segundo grupo Peralta» — Sé que no es correcto hacer algo así antes del matrimonio, pero ¿tienes que enfadarte tanto? Nos vamos a casar de todos modos — dijo descontenta. —¿Qué dijiste? — exclamó Horacio mientras ampliaba la mirada. Estaba tan enfadado que su pecho come
«¡El difusor de aromas!». Paola estaba segura de que el problema era el difusor de aroma. De lo contrario, ellas nomás habrían confundido a Hugo con Diego. «¿Álvaro no dijo que el efecto solo duraría quince minutos? ¿Cómo es posible que me haya afectado? A menos que… ¿Belén tiene algo que ver con esto?» Después de pensarlo por un buen tiempo, Paola terminó por desechar la idea. Álvaro fue quien consiguió la droga en el extranjero, Y aunque Belén tuviera conocimiento en medicina, no habría podido prolongar los efectos. «Álvaro debió ser descuidado y el efecto permaneció más tiempo en el aire. ¡Por eso me afectó!». Por un momento, Paola permaneció sin palabras, abrumada por la desesperación. Su intención había sido tenderle una trampa a Belén, pero el plan se había vuelto contra ella. Lo que empeoraba las cosas, era que no podía contarle la verdad a nadie, sin exponer su intención maliciosas hacia Belén. «¿Cómo se supone que siga con mi vida, después de lo que ocurrió? ¡Sin duda,
Varios de los invitados mayores, asintieron ante las palabras de Horacio. — Es cierto, es muy comprensible. En cambio, los invitados más jóvenes dudaban de la situación. —¿Cómo es que no sabíamos nada sobre la boda de la señorita Ponce? —Señor Ponce, ¿esto es solo una excusa para tapar el escándalo? —¡Es cierto! ¡También escuché que Paola y Hugo son primos! — Somos parientes lejanos de los Suárez — explicó Horacio mientras reía—. Paola solo lo llama primo por afecto. Como padre, ¿creen que los dejarían estar juntos si fueran parientes cercanos? La multitud pareció creer la explicación de Horacio e incluso los que aún sospechaban decidieron guardar silencio. Al fin y al cabo, se trataba de un asunto familiar de los Ponce y lo más prudente era que los ajenos se mantuvieran al margen. Complacido de ver cómo todos habían aceptado su explicación, Horacio se acercó a Hugo. — A partir de mañana, Hugo se convertirá en mi yerno de manera oficial. Como tal, me gustaría pedir
Por fortuna, Belén intervino para salvarlo. —Señor, lo hemos convocado hoy para descubrir la verdad. Mientras sea honesto, nadie lo enviará a prisión. Belén, con sus ojos gentiles y hermosos, contrastaba con Hugo. El vendedor se tranquilizó de inmediato y asintió con la cabeza a modo de agradecimiento. —¿Recuerda a la señorita Ponce? ¿Compró un vestido negro en su tienda? — preguntó Belén. —Sí. La señorita Ponce es cliente habitual de nuestra tienda y también vip. Hace dos días compré un vestido negro. Lo recuerdo bien porque era una talla menos que la suya acostumbrada. Me dijo que era para una amiga y me pidió que lo enviara directo a la dirección que me entregó. Hice lo que me dijo y no tengo idea de lo que ocurrió después. — Mientras miraba a Hugo, el vendedor agregó—: todo lo que he dicho es la verdad, puede hacerme responsable de eso. —¿Qué tienes para decir ahora, Hugo? — preguntó Belén con las cejas levantadas. Hugo se tomó un momento para ordenar sus pensamie
Paola no se imaginó la bofetada hasta que la sintió sobre su rostro. Una vez más, se encontró tendida en el suelo, viendo estrellas por la fuerza del bofetón. Tan pronto como se recuperó, se dio cuenta de que había sangre goteando de su boca, y para su horror, además de su dolor en su rostro, sintió cómo se le aflojaba un diente. Paola hizo una mueca de dolor mientras se agarraba la cara, mientras miraba con total incredulidad a la persona que acababa de abofetearla. —¿Padre? «¿Estoy viendo cosas?» Mi padre es quien más me quiere, ¿por qué sería tan duro conmigo?». Por desgracia, no se podía negar que Horacio había abofeteado a su hija. Hugo se dirigió rápido hacia Paola y trató de ayudarla a levantarse. Sin embargo, antes de que pudiera extenderle su mano, Paola lo alejó de manera brusca con una patada. —¡Aléjate! ¡No me toques! En la mirada de Paola había tanto desprecio que parecía como si no pudiera esperar para deshacerse de él. Ni siquiera con sus enemigos se había senti
—Tú… Belén estaba furiosa. Sin embargo, sabía que tenía que cumplir con su promesa. Sin más remedio, se bajó del auto bajo la mirada atenta de Daniel. Después, caminó desanimada y lo siguió hasta la mansión. A pesar de lo extravagante que parecía por fuera, Belén se sorprendió al ver que por dentro era sencilla. Las habitaciones estaban pintadas en su mayor parte de color negro. Incluso las paredes tenían azulejos de color oscuro. Una cosa era que los muebles fueran negros y otra que lo sea la tapicería. La sala de estar no tenía nada más que unos pocos muebles. De hecho, el sofá era de un solo cuerpo, lo que hacía que la mansión pareciera extrañamente vacía por dentro. —¿Alguien vive aquí? — Belén no pudo resistirse a preguntar. — Suelo estar aquí cuando no estoy en la residencia de mi madre. — Daniel rezongó antes de responder. «¿Cómo podría ser tan austero con alguien viviendo acá?» Belén se sorprendió. — No me gusta que nadie me moleste. Además, el tener pocos muebles ha
Ana había dicho que los que se alojaban en la mansión «El tesoro dorado» eran adinerados, y que sería su sueño vivir aquí algún día. En poco tiempo, llegaron a la residencia García. Para entonces, Belén estaba casi dormida cuando vio a Daniel concentrado haciendo algo en su tableta. Lo miró y vio que estaba respondiendo un correo electrónico. Por un momento, tuvo sentimientos encontrados. «No sabía, que Daniel solía estar tan ocupado. Aun así, me llevó a la reunión de las élites y a la fiesta de cumpleaños de Paola. Pero, ¿por qué? ¿Qué se le cruzó por la cabeza? ¿Será porque le salvó la vida?». Daniel, quien estaba concentrado en su tableta, de repente levantó la cabeza y entonces cruzaron miradas. A Belén, la agarró desprevenida y sus mejillas se sonrojaron como si hubiera hecho algo malo. —¿Me veo bien? — preguntó bromeando mientras sonreía. El corazón de Belén palpitaba, mientras tosía para romper el hielo. —¡Qué egocéntrico eres! — respondió con desprecio. Al ver su mirada