—Tú… Belén estaba furiosa. Sin embargo, sabía que tenía que cumplir con su promesa. Sin más remedio, se bajó del auto bajo la mirada atenta de Daniel. Después, caminó desanimada y lo siguió hasta la mansión. A pesar de lo extravagante que parecía por fuera, Belén se sorprendió al ver que por dentro era sencilla. Las habitaciones estaban pintadas en su mayor parte de color negro. Incluso las paredes tenían azulejos de color oscuro. Una cosa era que los muebles fueran negros y otra que lo sea la tapicería. La sala de estar no tenía nada más que unos pocos muebles. De hecho, el sofá era de un solo cuerpo, lo que hacía que la mansión pareciera extrañamente vacía por dentro. —¿Alguien vive aquí? — Belén no pudo resistirse a preguntar. — Suelo estar aquí cuando no estoy en la residencia de mi madre. — Daniel rezongó antes de responder. «¿Cómo podría ser tan austero con alguien viviendo acá?» Belén se sorprendió. — No me gusta que nadie me moleste. Además, el tener pocos muebles ha
Ana había dicho que los que se alojaban en la mansión «El tesoro dorado» eran adinerados, y que sería su sueño vivir aquí algún día. En poco tiempo, llegaron a la residencia García. Para entonces, Belén estaba casi dormida cuando vio a Daniel concentrado haciendo algo en su tableta. Lo miró y vio que estaba respondiendo un correo electrónico. Por un momento, tuvo sentimientos encontrados. «No sabía, que Daniel solía estar tan ocupado. Aun así, me llevó a la reunión de las élites y a la fiesta de cumpleaños de Paola. Pero, ¿por qué? ¿Qué se le cruzó por la cabeza? ¿Será porque le salvó la vida?». Daniel, quien estaba concentrado en su tableta, de repente levantó la cabeza y entonces cruzaron miradas. A Belén, la agarró desprevenida y sus mejillas se sonrojaron como si hubiera hecho algo malo. —¿Me veo bien? — preguntó bromeando mientras sonreía. El corazón de Belén palpitaba, mientras tosía para romper el hielo. —¡Qué egocéntrico eres! — respondió con desprecio. Al ver su mirada
—Padre, Ana, ambos están equivocados. Lo llamé no porque quisiera evitar la visita del médico, sino por el accidente con el vestido negro. Sospecho que Antonio está metido en esto— exclamó Belén y encogió su hombro mostrando inocencia; en su rostro no había emoción alguna. Luego de escuchar esas palabras, Ana estaba avergonzada. «¡Maldición, Belén se salió con la suya otra vez!». — No deberías dudar tan rápido, Belén— respondió Santiago, luego de atenuar la expresión en su rostro. Al escuchar esas palabras, giró su mirada amenazante a Antonio—. ¿Es verdad lo que dice? —No… No sé nada, señor García— expresó rápido Antonio luego de sentir un escalofrío en su espalda. Para ser honesta, padre, Antonio, fue quien me compró el vestido, y como el talle era muy grande para mí, se lo di Ana, ya que iba a ir a la fiesta de cumpleaños de Paola. Además, al ser del campo, ¿cómo iba a saber que el negro era un color tabú para el señor Ponce? También es comprensible para Ana, quien acababa de
Por reflejos, Santiago miró a Belén, ya que con esta frase, había estado muy cerca de delatarse. Para su alivio, la joven no mostró ninguna reacción en su rostro. «Como en ese momento Belén es mi fuente de ingreso, que sepa que Ana es mi hija biológica, no traería nada bueno para mí». Mientras tanto. Ana no podía creer que hubiera recibido el rechazo de Santiago por acusar a Belén. — Estoy diciendo la verdad, padre... — pronunció atónita mientras abría los ojos con incredulidad. —¡Dilo una vez más si tienes agallas! — después de retarla, Santiago abofeteó a Ana en el rostro. Como resultado, el golpe dejó una marca visible en el rostro de la joven, quien cubrió sus mejillas mientras lágrimas brotaban de sus ojos. —¿P—padre? ¿Por qué...? «¿Por qué papá elige creer en una campesina como Belén el lugar de la hija que crio? ¿Ambas somos sus hijas biológicas?». —¡No me llames padre! ¡No tengo una hija tan sinvergüenza como tú! — reprendió Santiago. Sin embargo, se sentía a
Desconsolado al ver el cadáver de Ana, lágrimas resbalaban por el rostro de Santiago sin control. Al ver al hombre afligido por su hija, los espectadores no pudieron evitar sentirse angustiados. Era casi como si en verdad fuera un padre que lloraba por la muerte de su pequeña. Los empleados se apiñaron alrededor de Santiago y ofrecieron sus condolencias, pero solo Belén comprendió lo que él sentía en realidad. Había gastado un inmenso esfuerzo y dinero para criar a Ana, y era bastante bonita cuando se vestía de manera adecuada. Con su atractivo, sin duda, podía casarse y formar parte de alguna familia rica del distrito imperial. Su muerte repentina era solo un golpe para su plan maestro. Por lo tanto, no estaba afligido por la pérdida de una hija, sino por la de un peón útil. Belén no pensó más en los sentimientos de Santiago, y se limitó a mirar con intensidad la daga en la mano de Ana. De repente, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Con sigilo, sacó su teléfono y tomó alg
Un nuevo mensaje apareció en la pantalla. «Parece que no le gustó mi regalo. ¡Qué extraño, pensé que odiaba a Ana!». —¿Quién eres? — respondió Belén con los puños apretados—, ¿qué intentas hacer? Poco después, otro mensaje apareció: «Creo que me ha malinterpretado, señorita Suárez. Solo intentaba ayudarla, pero parece que le he causado algunos problemas. Lo siento mucho». Sin esperar una respuesta de Belén, una nueva frase apareció en la pantalla. «Señorita Suárez, ¿por qué no considera unirse a nuestro equipo? Admiro sus habilidades para hackear». En cuanto Belén leyó la palabra «Hackear», solo pudo pensar en la reciente explosión del edificio. — Tú eres quien intenta matar a Daniel — respondió en con los ojos entrecerrados. Una nueva línea de texto apareció: «¿No es usted inteligente, señorita Suárez? ¿Qué le parece si se une a nosotros? Estoy seguro de que se convertirá en uno de los mejores hackers del mundo en poco tiempo, en especial si está bajo mi liderazgo. Sin embargo
Inesperadamente, el enfado que Belén tuvo durante toda la mañana se alivió con un solo comentario de Daniel. «Era de esperar, no debo darle explicación a alguien que me entiende». Lo miró con atención, reprimió los extraños sentimientos dentro de ella, respondió asintiendo: — Yo no maté a Ana, fue el hombre que hackeó mi portátil. Dijo que quería ayudarme, aunque creo que en realidad es una advertencia. Investigó todo lo que sucedió mientras yo estaba en Distrito imperial, así que sin duda sabe que Alicia me culparía si algo le sucede a Ana. Belén miró a lo lejos, afuera de la ventana, y había comenzado a lloviznar sin darse cuenta. Luego, entrecerró los ojos y continuó: — A estas alturas, es probable que ya hayan enviado un auto para recoger a Alicia. «Y, sin duda, armar a un escándalo de dimensiones épicas cuando regrese. Me imaginé miles de razones que podrían traerla de vuelta, pero esta jamás se me cruzó por la mente. Por otro lado, quizás ni ella misma imaginaba que regre
Al escucharlo, Belén de pronto sintió que Daniel parecía haber planeado el casamiento durante mucho tiempo. «Pero... No tiene sentimientos amorosos hacia mí, así que no tiene motivos para hacerlo, ¿no? Debo estar pensando muchos las cosas». — En cambio, a ti te faltan los documentos necesarios. Iré a tu casa contigo para que busques tu libreta de familia. No creo que tu padre se oponga— continuó Daniel. Belén se rio por lo bajo con amargura y se burló. —¿Cómo podría oponerse si fue tan lejos como para entregarme a ti en bandeja de plata? — Entonces, vamos— dijo mientras se dirigía hacia la salida. Daba grandes pasos como si no pudiera esperar para llegar al ayuntamiento. Al verlo, Belén dejó los cubierta a toda prisa y lo siguió. «Bueno, de hecho, este es el mejor momento para ir al ayuntamiento. Cuando Alicia regrese, seguro estará muy enojada». A Belén la invadió la ansiedad al visualizar la posible expresión de Alicia. Mientras regresaba a la residencia García para recupera