Ambos volvieron a la mesa, donde fueron observados inescrupulosamente hasta que se sentaron. Alanna sentía la mirada de la señora perforar su rostro, casi como si estuviese intentando leer sus pensamientos. Detrás de ellos, los meseros comenzaron a llegar con la comida. _¡Justo a tiempo!-Mencionó Nancy, en un intento por aliviar las tensiones. Su turno llegó. El plato de comida se posó frente a ella, quien con horror, levantó la mirada hacia su nuevo jefe. -Oh. Con que esto es ese tal Buoillabaisse. Thomas asintió con emoción, preparando una servilleta alrededor de su cuello para no manchar su costoso atuendo._Así es. Los mejores mariscos de la costa los preparan aquí. Alanna jamás en su corta vida había probado mariscos. De hecho, le horrorizaba un poco la idea de tener que abrirlos y comerlo su interior, sobre todo con la textura tan extraña que traían. No podía evitar sentir un poco de náuseas ante la idea que tenía sobre su plato, y verlo a Thomas a su lado comiendo ferv
_¿Estás seguro de a dónde nos estamos dirigiendo? Su mejor amigo chistó la lengua, mirándolo de mala gana. _Te he dicho que me lo dejes a mí. Se perfectamente donde queda este lugar. _¿En medio de la nada? Bromeó Thomas mientras miraba hacia la oscuridad total de la carretera solitaria por la cuál se dirigían. Suspiró pesadamente y se guardó cualquier comentario que tenía al respecto. Habían tenido un día largo de trabajo y su mejor amigo le había propuesto ir por unos tragos a un lugar específico, que decía conocer muy bien. _Cambia esa cara de aborrecimiento.-Se quejó Milo, su mejor amigo, mientras empujaba a Thomas levemente.-Sólo serán un par de cervezas, como en los viejos tiempos. Sabes que me casaré dentro de poco y luego ya no podremos hacer esto. Thomas sonrió, era cierto. Milo se había comprometido esa misma semana, luciendo su anillo en el dedo corazón de su mano derecha. El pensar en una boda próxima y sin nadie a quien llevar le estresaba un poco internamente. Co
No era sorpresa esperarse que muchos de los hombres presentes sólo iban a verla a ella. Y como para no, si era la favorita del pequeño palacio, como solían llamarle al bien conocido bar. Sus tacones resonaban en la madera del escenario. Se podía escuchar al presentador recitar su introducción como todas las noches._”Ella es alguien a quien muchos ya conocen...”Podía escucharse como el público vitoreaba animadamente._”...Su rostro joven y su mirada podrían matar a cualquiera que se atreva a acercarse demasiado. ¡Que no te engañe! Es más peligrosa de lo que parece...” La nombrada se preparó al borde del telón mientras esperaba al momento indicado.-”...damas y caballeros...¡Alanna Myles!”La pelinegra caminó hacia el centro del escenario, con una amplia sonrisa sobre sus labios. Lo cierto es que ella adoraba el escenario tanto como el escenario la quería a ella. Le encantaba estar siendo ovacionada. Sutilmente acomodó su máscara, con la cuál siempre salía para evitar
En su camino, se encargó de recoger todos los billetes que le lanzaban. Y no eran pocos; ellos la adoraban. Y ella adoraba la atención casi con la misma intensidad, por lo que con sonrisas agradecidas y algo coquetas, subió nuevamente hacia su lugar para terminar su número. Un sacudón de caderas llenas de brillo y un control admirable de sus zapatos altos. Sentía ya no sólo el calor de los reflectores en su cara, sino también el del público observándola danzar. Nuevamente su mirada se cruzó con la del misterioso donjuan que había decidido visitar el bar. Era la primera vez que le veía, eso era seguro. Mientras seguía su número, se dedicó a mirarle entre paso y paso, observando como él no quitaba su mirada penetrante de ella ni un solo segundo. A la joven Myles nunca le habían interesado realmente los hombres más que por el peso de sus billeteras. Y es que así había sido siempre. “No hay hombre más apuesto que aquél que tiene seis cifras en su cuenta de banco”es lo que s
Alanna se despertó debido al sonido lejano de su celuar sonando. Somnolienta, lo tomó de su mesa de luz y sin abrir aún sus ojos, contestó._¿Hola?Una sonrisa masculina se oyó desde el otro lado de la línea._Qué bueno oírte. Por un momento creí que me habías dado un número equivocado.Aquella voz grave, la supo reconocer al instante. Abrió sus ojos y se sentó sobre su cama, aclarando su garganta._¿Por qué lo haría?-Ahora fue ella quién dejó salir una pequeña risa._Porque me colé en tu camerino como un acosador, quizás.-mencionó él en un dejo sarcástico. Ella se levantó de su cama mientras sostenía el celular en su hombro._Tranquilo, no eres el primer admirador que golpea a mi puerta._Con lo atractiva que eres, dudo serlo. La joven sintió como sus mejillas se acaloraban levemente ante su comentario, mientras respondía con una silenciosa sonrisa para si misma. Si había algo que le gustaba más que bailar en Hennessy, eran los halagos hacia su persona._¿Hoy te encuen
Su alarma sonó estrepitosamente, haciéndola sobresaltar en su cama y darse cuenta de que había dormido con la caja de pizza encima de ella. Algo perdida buscó su teléfono entre los edredones para apagar el incesante sonido que le indicaba que habían dado las seis treinta. Se sentó en el borde de su cama mientras miraba un punto fijo, replanteándose su completa existencia. Definitivamente no se consideraba una persona amante de las mañanas. Sacando fuerzas de donde no tenía se levantó y se dio una ducha, para luego secar y peinar su cabello en una coleta alta y prolija. Ni un cabello podía mostrarse desalineado. Suerte que tenían los fijadores de Hennessy que hacían un buen trabajo con eso. Buscó en el clóset de su hermana algo acorde, encontrando un conjunto color azul marino de falda lápiz y un pequeño saco ajustable a su cintura. Sus medidas eran un poco más voluptuosas que las de Vanessa, haciendo el trabajo aún más tedioso y difícil de lo que ya estaba siendo. Ya
_¿Hola?_¿Vanessa?_Hey, ¿qué tal todo por alla?Alanna se miró la gran mancha en su camisa a través del espejo del ascensor._Oh, de maravillas. ¿Tú que crees?Soltó ella con sarcasmo._¿Lo dices en serio?_¡Claro que no! ¿¡Por qué jamás me dijiste quien seria tu maldito jefe!?Su hermana se quedó unos segundos en silencio, pensativa._¿Quién? ¿El empresario Cortéz?_Es el tipo al que le cancelé la cita ayer en la noche. Sintió como su hermana soltó un jadeo sorprendida._Estás bromeando._Ojalá lo hiciera, maldita sea.-Dijo mientras acomodaba su cabello en el reflejo, sosteniendo su teléfono con el hombro._¿Eso significa que ya te ha visto?_Sí, estamos por ir a desayunar. La joven pensaba obviar toda la parte en la cuál había embarrado toda su mañana laboral de tinta y café._¿Te ha reconocido de alguna manera?_No, no por ahora al menos. _Mantente con el perfil bajo. Lo que menos necesitamos es un empresario adinerado con el corazón roto._Es un patán._¿No habías dicho que f
_¿Todo en orden? Se escuchó su voz ronca preguntar. Ella salió de sus pensamientos levantando su vista para encontrarse con su mirada. _Sí, ¿Por qué? _Te has quedado mirando mi mano en silencio durante un buen par de segundos. Notó él mientras guardaba su chequera en el bolsillo interno de su traje. _Sólo me he sorprendido. _¿Cuál es la causa de tu sorpresa, Vanessa? Aún no acostumbraba el oír el nombre de su hermana dirigido hacia ella. Sus ojos le miraron fijamente, logrando que ella bajara su mirada a la mesa. _El dinero que te ha costado este vestido.-balbuceó con timidez. Él sonrió levemente, observándola con cierta inocencia. _El dinero es lo de menos aquí. Quiero que lo tengas en claro. Si necesitas lo que sea, solo pídelo. El tono demandante con el cuál había dejado en claro sus palabras removieron de la silla a la joven. _¿Lo que sea? Él se encogió de hombros, bebiendo de su taza de café. _Eres mi secretaria a partir de ahora. Si las cosas salen bien entre noso