En su camino, se encargó de recoger todos los billetes que le lanzaban. Y no eran pocos; ellos la adoraban. Y ella adoraba la atención casi con la misma intensidad, por lo que con sonrisas agradecidas y algo coquetas, subió nuevamente hacia su lugar para terminar su número.
Un sacudón de caderas llenas de brillo y un control admirable de sus zapatos altos. Sentía ya no sólo el calor de los reflectores en su cara, sino también el del público observándola danzar. Nuevamente su mirada se cruzó con la del misterioso donjuan que había decidido visitar el bar. Era la primera vez que le veía, eso era seguro. Mientras seguía su número, se dedicó a mirarle entre paso y paso, observando como él no quitaba su mirada penetrante de ella ni un solo segundo. A la joven Myles nunca le habían interesado realmente los hombres más que por el peso de sus billeteras. Y es que así había sido siempre. “No hay hombre más apuesto que aquél que tiene seis cifras en su cuenta de banco”es lo que siempre dictaba su hermana mayor, y ella lo había tomado muy en serio. Sin embargo, mentiría si no dijera que aquel varón de traje mirándole lascivamente no despertaba ciertas cosquillas en ella. El show finalmente termina con una gran ovación, y una ola de billetes lanzados al escenario. Alanna desaparece de la vista y las demás chicas ayudan a juntar todo el dinero esparcido por el lugar antes de que comience el siguiente número. La joven entra tras bambalinas, observando el caos detrás: mujeres corriendo de un lado para el otro. Algunas maquillándose, otras peinándose y otras vistiéndose. Asi era su noche a noche. Caminó hasta el final del pasillo esquivando la nube de polvo compacto y fijador de cabello, para poder llegar a su camerín personal. Sin embargo, su hermana la detuvo antes de acercarse al pestillo._Estuviste genial hoy.Alanna sonrió, sorprendida por el cumplido inesperado._Gracias._Ahora quítate esos zapatos, que a Lola se le ha roto uno de los suyos. La joven rodó sus ojos mientras escuchaba las órdenes alteradas de su hermana.Entró a su camerín y sentándose en la silla, se quitó los zapatos para entregárselos a su hermana quien esperaba mirándole impaciente. Esta actitud molestó un tanto a la joven, que necesitaba cinco minutos en paz para seguir el número final. No obstante, tras cinco minutos, tocan a su puerta nuevamente. Había pasado tan poco tiempo que siquiera había tenido el tiempo suficiente de quitarse el antifaz. Abrió la puerta de forma brusca, esperando encontrarse a su hermana mayor como sucedía la mayoría de las veces._Qué es lo que quieres ahor...-bajó el tono de voz poco a poco hasta cortar su oración. Lejos de ser su hermana, frente a ella se encontraba aquel empresario al cuál le había bailado encima hacia unos momentos atrás. Ella sintió el aire entrecortarse en su pecho mientras le miraba atónita. Además, era mucho más alto de lo que le recordaba sentado, por lo que tenía que levantar su cabeza para verle a los ojos._Lo siento, no es mi intención molestarte..._¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha dejado pasar? El empresario miró hacia atrás, volviendo su mirada mientras negaba nervioso con su cabeza._Nadie, de hecho. Me he colado.- Confesó aclarando su garganta con algo de incomodidad. Alanna levantó sus cejas, ante la sorpresiva honestidad de su parte.-Sólo quería saber si me aceptas una cita. La joven sintió el calor subir por sus mejillas mientras aguantaba una sonrisa._¿Hablas de una cita romántica? ¿Nosotros dos?Él asintió reiteradas veces con su cabeza._Sí. Sólo necesito una. Realmente me pareces muy bonita. Te prometo que no te haré perder el tiempo.Alanna dejó salir una media sonrisa mientras pensaba en el doble sentido de aquella última oración._De acuerdo, sólo déjame una tarjeta y te llamaré luego.-Respondió levantando sus hombros._¿Por qué no mejor me anotas tu número? Habiendo dicho esto, Thomas sacó del bolsillo de su saco un bolígrafo y una servilleta de tela, extendiéndoselos a la joven. Alanna no pudo evitar sonreír ante su astucia. Quitándole el bolígrafo de las manos anotó su número, y dejó un beso marcado con labial final de éste. Rodeando uno de sus brazos por su torso, dejó la servilleta en el bolsillo de su pantalón sin perder el contacto visual con él, quien parecía haber entrado en trance en cuanto ella posó una mano sobre su cuerpo. Ella aprovechó la cercanía de ambos para captar cada detalle de él, desde el fuerte aroma de su colonia hasta como sus músculos se tensaban bajo su camisa al sentir el contacto de ella. Esto dejó salir una juguetona sonrisa por parte de la joven. Antes de que ella diera un paso atrás para alejarse del todo, él tomó rápidamente su muñeca recibiendo una mirada confusa de parte de ella._Lo siento de antemano. No puedo irme de aquí sin probar un beso tuyo.Alanna frunció su ceño confundida, antes de sentir como sus labios eran estampados contra los del candente empresario, que con fuerza rodeaba sus brazos para sostenerla inclinada en el aire, cual cliché de película romántica. Al principio ella se encontraba sorprendida por el gesto, aunque su cuerpo pareció poco a poco dejarse ceder ante sus aterciopelados y carnosos labios._¡Hey! ¡Tú! ¡No puedes estar aquí! La voz de su hermana mayor se podía oír sonando a lo lejos, regañando al joven Thomas. En cuánto se separaron Alanna tuvo que aguantar su sonrisa divertida al verle sus labios y parte del rostro manchado con su labial carmesí. Pero él no parecía importarle en absoluto, siendo escoltado por gente de los camerines y la mayor de las Myles, quien miró a su hermana entre una mezcla de diversión y confusión al mismo tiempo. La joven levantó sus hombros, demostrándole que tampoco tenía mucha conciencia de qué había pasado durante esos minutos. El tiempo pasó y fue momento de su último número de baile, junto a otras tres chicas más. Al salir al escenario su mirada fue directamente hacia la mesa de su galán, aunque para su mal sabor de boca, él ya no se encontraba allí. Jamás nadie se había atrevido a buscarle de la manera tan atrevida en la que él lo había hecho, mirándola con unos ojos casi suplicantes de su atención. En cuánto volvía a rememorar aquél momento en su cabeza, sentía la necesidad de morder sus labios casi de forma inconsciente. No supo si fue la manera en la que sus grandes manos la sostuvieron firme o sus ojos de cachorro mirándola de la forma más candente posible lo que la dejó sin aire, provocando que cada vez que pensara en ello sintiera un escalofrío recorrerle la espalda dorsal.Esa noche volvió al departamento más callada de lo usual. Se preguntaba asi misma hacía cuánto tiempo que no tenía una cita. Mucho menos una así de particular.Alanna se despertó debido al sonido lejano de su celuar sonando. Somnolienta, lo tomó de su mesa de luz y sin abrir aún sus ojos, contestó._¿Hola?Una sonrisa masculina se oyó desde el otro lado de la línea._Qué bueno oírte. Por un momento creí que me habías dado un número equivocado.Aquella voz grave, la supo reconocer al instante. Abrió sus ojos y se sentó sobre su cama, aclarando su garganta._¿Por qué lo haría?-Ahora fue ella quién dejó salir una pequeña risa._Porque me colé en tu camerino como un acosador, quizás.-mencionó él en un dejo sarcástico. Ella se levantó de su cama mientras sostenía el celular en su hombro._Tranquilo, no eres el primer admirador que golpea a mi puerta._Con lo atractiva que eres, dudo serlo. La joven sintió como sus mejillas se acaloraban levemente ante su comentario, mientras respondía con una silenciosa sonrisa para si misma. Si había algo que le gustaba más que bailar en Hennessy, eran los halagos hacia su persona._¿Hoy te encuen
Su alarma sonó estrepitosamente, haciéndola sobresaltar en su cama y darse cuenta de que había dormido con la caja de pizza encima de ella. Algo perdida buscó su teléfono entre los edredones para apagar el incesante sonido que le indicaba que habían dado las seis treinta. Se sentó en el borde de su cama mientras miraba un punto fijo, replanteándose su completa existencia. Definitivamente no se consideraba una persona amante de las mañanas. Sacando fuerzas de donde no tenía se levantó y se dio una ducha, para luego secar y peinar su cabello en una coleta alta y prolija. Ni un cabello podía mostrarse desalineado. Suerte que tenían los fijadores de Hennessy que hacían un buen trabajo con eso. Buscó en el clóset de su hermana algo acorde, encontrando un conjunto color azul marino de falda lápiz y un pequeño saco ajustable a su cintura. Sus medidas eran un poco más voluptuosas que las de Vanessa, haciendo el trabajo aún más tedioso y difícil de lo que ya estaba siendo. Ya
_¿Hola?_¿Vanessa?_Hey, ¿qué tal todo por alla?Alanna se miró la gran mancha en su camisa a través del espejo del ascensor._Oh, de maravillas. ¿Tú que crees?Soltó ella con sarcasmo._¿Lo dices en serio?_¡Claro que no! ¿¡Por qué jamás me dijiste quien seria tu maldito jefe!?Su hermana se quedó unos segundos en silencio, pensativa._¿Quién? ¿El empresario Cortéz?_Es el tipo al que le cancelé la cita ayer en la noche. Sintió como su hermana soltó un jadeo sorprendida._Estás bromeando._Ojalá lo hiciera, maldita sea.-Dijo mientras acomodaba su cabello en el reflejo, sosteniendo su teléfono con el hombro._¿Eso significa que ya te ha visto?_Sí, estamos por ir a desayunar. La joven pensaba obviar toda la parte en la cuál había embarrado toda su mañana laboral de tinta y café._¿Te ha reconocido de alguna manera?_No, no por ahora al menos. _Mantente con el perfil bajo. Lo que menos necesitamos es un empresario adinerado con el corazón roto._Es un patán._¿No habías dicho que f
_¿Todo en orden? Se escuchó su voz ronca preguntar. Ella salió de sus pensamientos levantando su vista para encontrarse con su mirada. _Sí, ¿Por qué? _Te has quedado mirando mi mano en silencio durante un buen par de segundos. Notó él mientras guardaba su chequera en el bolsillo interno de su traje. _Sólo me he sorprendido. _¿Cuál es la causa de tu sorpresa, Vanessa? Aún no acostumbraba el oír el nombre de su hermana dirigido hacia ella. Sus ojos le miraron fijamente, logrando que ella bajara su mirada a la mesa. _El dinero que te ha costado este vestido.-balbuceó con timidez. Él sonrió levemente, observándola con cierta inocencia. _El dinero es lo de menos aquí. Quiero que lo tengas en claro. Si necesitas lo que sea, solo pídelo. El tono demandante con el cuál había dejado en claro sus palabras removieron de la silla a la joven. _¿Lo que sea? Él se encogió de hombros, bebiendo de su taza de café. _Eres mi secretaria a partir de ahora. Si las cosas salen bien entre noso
Se miró al espejo, notando en otra luz el vestido que le habían confeccionado ese mismo día, sobre su cuerpo. No podía evitar sorprenderse no sólo del acabado tan profesional en poco tiempo sino también de cómo el vestido le favorecía cada centímetro de su cuerpo, sosteniendo con firmeza las zonas correctas. Realmente se sentía muy bien en él. Era de esperarse, de todas formas. Había costado casi cinco salarios de Alanna como bailarina en el bar. Tomó su teléfono de su bolso para revisar que tuviese alguna novedad. Se encontró con un mensaje de su hermana mayor que dictaba “¿Cómo va todo?” en la lista de notificaciones. Sin dudarlo dos veces presionó el ícono de su contacto y comenzó con la llamada. Temía que su hermana no le respondiera, más al segundo tono del dial escuchó su voz del otro lado. _¿Hola? _Su familia es una verdadera piara de imbéciles. Fue lo primero que salió de su boca, con frustración. Su hermana no pudo evitar reírse sorprendida desde el otro lado. _¿Ya
Ambos volvieron a la mesa, donde fueron observados inescrupulosamente hasta que se sentaron. Alanna sentía la mirada de la señora perforar su rostro, casi como si estuviese intentando leer sus pensamientos. Detrás de ellos, los meseros comenzaron a llegar con la comida. _¡Justo a tiempo!-Mencionó Nancy, en un intento por aliviar las tensiones. Su turno llegó. El plato de comida se posó frente a ella, quien con horror, levantó la mirada hacia su nuevo jefe. -Oh. Con que esto es ese tal Buoillabaisse. Thomas asintió con emoción, preparando una servilleta alrededor de su cuello para no manchar su costoso atuendo._Así es. Los mejores mariscos de la costa los preparan aquí. Alanna jamás en su corta vida había probado mariscos. De hecho, le horrorizaba un poco la idea de tener que abrirlos y comerlo su interior, sobre todo con la textura tan extraña que traían. No podía evitar sentir un poco de náuseas ante la idea que tenía sobre su plato, y verlo a Thomas a su lado comiendo ferv
_¿Estás seguro de a dónde nos estamos dirigiendo? Su mejor amigo chistó la lengua, mirándolo de mala gana. _Te he dicho que me lo dejes a mí. Se perfectamente donde queda este lugar. _¿En medio de la nada? Bromeó Thomas mientras miraba hacia la oscuridad total de la carretera solitaria por la cuál se dirigían. Suspiró pesadamente y se guardó cualquier comentario que tenía al respecto. Habían tenido un día largo de trabajo y su mejor amigo le había propuesto ir por unos tragos a un lugar específico, que decía conocer muy bien. _Cambia esa cara de aborrecimiento.-Se quejó Milo, su mejor amigo, mientras empujaba a Thomas levemente.-Sólo serán un par de cervezas, como en los viejos tiempos. Sabes que me casaré dentro de poco y luego ya no podremos hacer esto. Thomas sonrió, era cierto. Milo se había comprometido esa misma semana, luciendo su anillo en el dedo corazón de su mano derecha. El pensar en una boda próxima y sin nadie a quien llevar le estresaba un poco internamente. Co
No era sorpresa esperarse que muchos de los hombres presentes sólo iban a verla a ella. Y como para no, si era la favorita del pequeño palacio, como solían llamarle al bien conocido bar. Sus tacones resonaban en la madera del escenario. Se podía escuchar al presentador recitar su introducción como todas las noches._”Ella es alguien a quien muchos ya conocen...”Podía escucharse como el público vitoreaba animadamente._”...Su rostro joven y su mirada podrían matar a cualquiera que se atreva a acercarse demasiado. ¡Que no te engañe! Es más peligrosa de lo que parece...” La nombrada se preparó al borde del telón mientras esperaba al momento indicado.-”...damas y caballeros...¡Alanna Myles!”La pelinegra caminó hacia el centro del escenario, con una amplia sonrisa sobre sus labios. Lo cierto es que ella adoraba el escenario tanto como el escenario la quería a ella. Le encantaba estar siendo ovacionada. Sutilmente acomodó su máscara, con la cuál siempre salía para evitar