_¿Estás seguro de a dónde nos estamos dirigiendo?
Su mejor amigo chistó la lengua, mirándolo de mala gana._Te he dicho que me lo dejes a mí. Se perfectamente donde queda este lugar._¿En medio de la nada? Bromeó Thomas mientras miraba hacia la oscuridad total de la carretera solitaria por la cuál se dirigían. Suspiró pesadamente y se guardó cualquier comentario que tenía al respecto. Habían tenido un día largo de trabajo y su mejor amigo le había propuesto ir por unos tragos a un lugar específico, que decía conocer muy bien._Cambia esa cara de aborrecimiento.-Se quejó Milo, su mejor amigo, mientras empujaba a Thomas levemente.-Sólo serán un par de cervezas, como en los viejos tiempos. Sabes que me casaré dentro de poco y luego ya no podremos hacer esto. Thomas sonrió, era cierto. Milo se había comprometido esa misma semana, luciendo su anillo en el dedo corazón de su mano derecha. El pensar en una boda próxima y sin nadie a quien llevar le estresaba un poco internamente. Como si su amigo le hubiese leído la mente, soltó un comentario poco afortunado al respecto:_¿Ya tienes pensado con quien irás a la boda? Thomas rodó sus ojos mientras veía la sonrisa divertida de su colega disfrutar del asunto._No, aún no pienso en nadie._¿Qué hay de Nadia? Se veían bien juntos.El joven arrugó su nariz mientras pensaba en su respuesta._Me ha bloqueado de todas partes luego de...bueno, ya sabes.Su amigo sonrió divertido, asintiendo con su cabeza._Yo también lo haría si me dieras la respuesta que le diste._¿Qué hubieses pretendido que haga? No estaba listo para comprometerme a una relación._¡Era tu secretaria!Thomas soltó un sonoro soplido._Eso no quita la raíz del problema._¿Qué no te sepas tomar un compromiso en serio?Él levantó sus hombros._Ella no ha sabido separar trabajo y vida privada.Su amigo negó con su cabeza, sabiendo bien que no podría ganarle una discusión a su testarudo compadre._Eres alguien realmente fascinante, Cortéz.-Soltó en un tono sarcástico.-¿Cómo va la búsqueda de la nueva secretaria entonces?_Sharon ha escogido a un par de ellas, tengo entrevista el lunes por la mañana._Esperemos que puedas ser un buen jefe con la próxima. Thomas se encontraba lidiando con la búsqueda de una nueva secretaria debido a que Nadia, quien lo era anteriormente, decidió terminar –todo tipo- de relación con él. Y es que Thomas a veces no sabía dividir el balance entre vida y trabajo, llevándose consigo las consecuencias de ello. Por estas razones ninguna mujer había sabido llevarse a su lado y a sus alocados tiempos, ni siquiera su propia secretaria desde hace años. Esto le traía ciertas complicaciones, sobre todo internas, al ser el único que quedaba de sus amigos y cercanos sin comprometerse, o al menos, en una relación. Si bien el mismísimo Thomas no veía esto como un problema, la mayoría de sus allegados sí, creyendo que los excesos de la noche y la soltería lo tenían cautivo de un lugar en el que, alguien como él, debía de salir. Ya casi era la hora del show. Cómo tal, todos corrían de un lado a otro entre los pasillos, los vestuarios y los demás objetos de utilería necesarios para sus números. Alanna se encontraba terminando de maquillarse cuando anunciaron que su número era el siguiente. Ella asintió con una dulce sonrisa, como siempre. Con agilidad se puso sus medias de red y acto seguido sus grandes zapatos altos, que brillaban bajo las luces cálidas del camerín. Mientras ella terminaba de prepararse, Vanessa, su hermana, entró cual estampida hacia dónde se encontraba._¿Estás lista? Sales en cinco._De acuerdo.- Alanna asintió con su cabeza mientras acomodaba su peinado. Su hermana se desplomó en el sillón a su lado mientras se cambiaba los zapatos, soltando un suspiro agotado._Ponte tu mejor maquillaje, esta noche tenemos algunos empresarios invitados. Una maliciosa sonrisa se formó en los labios de la menor._Los haré sentir como en su casa. Su hermana soltó una pequeña risa, negando con su cabeza._Estoy segura de que sí._¿Qué tal ha estado la búsqueda de trabajo?-Preguntó Alanna, en un intento por cambiar el tema. Su hermana mayor soltó un bufido, rodando sus ojos._Hoy he estado todo el día entregando currículums. Hay dos empresas que tienen que responderme pronto. Espero que algo bueno salga de eso._¡Woah! ¿Empresa? ¿Serás la asistente de algún jefe? Su hermana sonrió ante el tono juguetón con el cuál le había preguntado. De forma coqueta levantó su hombro antes de responder._Pues sí, eso es lo que pretendo. Las cosas han estado algo difíciles aquí y si no pagamos las cuentas, Henessy terminará siendo un salón en subasta._Tranquila.-Soltó mientras acariciaba los hombros de su hermana.-Pronto encontraremos la solución. Siempre lo hemos hecho. Esta asintió ante las palabras reconfortantes, aunque no se veía muy convencida por ello._Sí, lo sé. Sólo que en este momento es diferente. Realmente necesito de este trabajo. Alana sabía que lo que su hermana decía era cierto. Henessy, el famoso bar que ambas habían heredado de su abuela, estaba teniendo muy pocos clientes durante la última temporada. Solían ir muchos de los clientes locales frecuentes, pero no eran los suficientes para cubrir los gastos que se necesitaban mantener. Ella se negaba a cerrar el bar en dónde había crecido toda su vida. Henessy era para las hermanas Myles la reliquia familiar mejor reservada. Y luego de la pérdida de su padre, se había convertido en lo único que les quedaba de su familia. Abrazó a su hermana y volvió su atención a prepararse. Le gustaba dar lo mejor en cada show que daba. Ajustó su corset y se aseguró que todas las plumas estuviesen en el lugar correcto. Mientras tanto, podía escuchar su presentación sonando a través de los altoparlantes. La gente comenzaba a aplaudir. Y es que por supuesto, ya la conocían._¿A dónde se supone que me llevas ahora? Preguntó a su socio y mejor amigo, quién le había insistido en una compartida noche de copas luego de que ambos cerraran un importante acuerdo con su empresa. Luego de un viaje por carretera de media hora, ambos estacionaron el coche junto a un pequeño bar rústico, sobre el cual el nombre “Hennessy” brillaba sobre unas imponentes luces de neón.Thomas le dio una mirada de reojo a su amigo._Confía en mí. No digas nada hasta que te encuentres dentro.-Soltó con una sonrisa entusiasta. Ambos hombres caminaron hacia la entrada, desde donde ya se podía escuchar la música sonando bastante fuerte. Una mujer de unos cincuenta años los esperaba en la puerta, mientras terminaba su cigarro._Caballeros.-Saludó de mala gana._Buenas noches.-Se adelantó Milo, asintiendo con su cabeza.-Tenemos reservación. Mesa para dos. Thomas no pudo evitar mirar hacia su amigo. ¿Había oído bien? ¿Ese lugar trabajaba con reservación? Decidió darle una mirada panorámica al lugar, en un intento por justificar el afán de su amigo de reemplazar una cerveza en su penthouse por aquella travesía al particular lugar. Lo cierto es que encontraba al lugar bastante común y corriente, aunque por cordialidad con su mejor amigo decidió quedarse.“A lo mejor venden tragos buenos aquí”-Pensó mientras ambos caminaban a su mesa asignada.Cuando caminó a través del gran salón notó el escenario frente a ellos. Esto despertó curiosidad en él, quien señaló con su cabeza el altar de madera._¿Y eso de ahí?_De ahí proviene el show que estás por apreciar.-Dicho esto, llamó a una de las meseras que caminaba por allí.-Una botella de bourbon, por favor. La joven asintió y ambos tomaron asientos mientras disfrutaban del trago en tanto comenzaba el show. Cada minuto que pasaba, Thomas sentía que seguía sin encontrarle el encanto al lugar al cual su amigo tanto adoraba. Hasta que, repentinamente, las luces de todo el lugar se apagan. Los vitoreos comienzan a sonar cada vez con mayor intensidad en lo que muchos ya se preparan para la siguiente escena. Thomas es testigo de incluso la sonrisa amplia en el rostro de su amigo, sin quitar sus ojos del escenario. Su amigo lo golpeó con el codo sin poder ocultar su emoción._Ahora la conocerás a ella._¿A ella?Sin decir nada más, su amigo señaló el escenario nuevamente. Una luz se hizo presente en el medio, mientras se podía escuchar al presentador a través de los altoparlantes.No era sorpresa esperarse que muchos de los hombres presentes sólo iban a verla a ella. Y como para no, si era la favorita del pequeño palacio, como solían llamarle al bien conocido bar. Sus tacones resonaban en la madera del escenario. Se podía escuchar al presentador recitar su introducción como todas las noches._”Ella es alguien a quien muchos ya conocen...”Podía escucharse como el público vitoreaba animadamente._”...Su rostro joven y su mirada podrían matar a cualquiera que se atreva a acercarse demasiado. ¡Que no te engañe! Es más peligrosa de lo que parece...” La nombrada se preparó al borde del telón mientras esperaba al momento indicado.-”...damas y caballeros...¡Alanna Myles!”La pelinegra caminó hacia el centro del escenario, con una amplia sonrisa sobre sus labios. Lo cierto es que ella adoraba el escenario tanto como el escenario la quería a ella. Le encantaba estar siendo ovacionada. Sutilmente acomodó su máscara, con la cuál siempre salía para evitar
En su camino, se encargó de recoger todos los billetes que le lanzaban. Y no eran pocos; ellos la adoraban. Y ella adoraba la atención casi con la misma intensidad, por lo que con sonrisas agradecidas y algo coquetas, subió nuevamente hacia su lugar para terminar su número. Un sacudón de caderas llenas de brillo y un control admirable de sus zapatos altos. Sentía ya no sólo el calor de los reflectores en su cara, sino también el del público observándola danzar. Nuevamente su mirada se cruzó con la del misterioso donjuan que había decidido visitar el bar. Era la primera vez que le veía, eso era seguro. Mientras seguía su número, se dedicó a mirarle entre paso y paso, observando como él no quitaba su mirada penetrante de ella ni un solo segundo. A la joven Myles nunca le habían interesado realmente los hombres más que por el peso de sus billeteras. Y es que así había sido siempre. “No hay hombre más apuesto que aquél que tiene seis cifras en su cuenta de banco”es lo que s
Alanna se despertó debido al sonido lejano de su celuar sonando. Somnolienta, lo tomó de su mesa de luz y sin abrir aún sus ojos, contestó._¿Hola?Una sonrisa masculina se oyó desde el otro lado de la línea._Qué bueno oírte. Por un momento creí que me habías dado un número equivocado.Aquella voz grave, la supo reconocer al instante. Abrió sus ojos y se sentó sobre su cama, aclarando su garganta._¿Por qué lo haría?-Ahora fue ella quién dejó salir una pequeña risa._Porque me colé en tu camerino como un acosador, quizás.-mencionó él en un dejo sarcástico. Ella se levantó de su cama mientras sostenía el celular en su hombro._Tranquilo, no eres el primer admirador que golpea a mi puerta._Con lo atractiva que eres, dudo serlo. La joven sintió como sus mejillas se acaloraban levemente ante su comentario, mientras respondía con una silenciosa sonrisa para si misma. Si había algo que le gustaba más que bailar en Hennessy, eran los halagos hacia su persona._¿Hoy te encuen
Su alarma sonó estrepitosamente, haciéndola sobresaltar en su cama y darse cuenta de que había dormido con la caja de pizza encima de ella. Algo perdida buscó su teléfono entre los edredones para apagar el incesante sonido que le indicaba que habían dado las seis treinta. Se sentó en el borde de su cama mientras miraba un punto fijo, replanteándose su completa existencia. Definitivamente no se consideraba una persona amante de las mañanas. Sacando fuerzas de donde no tenía se levantó y se dio una ducha, para luego secar y peinar su cabello en una coleta alta y prolija. Ni un cabello podía mostrarse desalineado. Suerte que tenían los fijadores de Hennessy que hacían un buen trabajo con eso. Buscó en el clóset de su hermana algo acorde, encontrando un conjunto color azul marino de falda lápiz y un pequeño saco ajustable a su cintura. Sus medidas eran un poco más voluptuosas que las de Vanessa, haciendo el trabajo aún más tedioso y difícil de lo que ya estaba siendo. Ya
_¿Hola?_¿Vanessa?_Hey, ¿qué tal todo por alla?Alanna se miró la gran mancha en su camisa a través del espejo del ascensor._Oh, de maravillas. ¿Tú que crees?Soltó ella con sarcasmo._¿Lo dices en serio?_¡Claro que no! ¿¡Por qué jamás me dijiste quien seria tu maldito jefe!?Su hermana se quedó unos segundos en silencio, pensativa._¿Quién? ¿El empresario Cortéz?_Es el tipo al que le cancelé la cita ayer en la noche. Sintió como su hermana soltó un jadeo sorprendida._Estás bromeando._Ojalá lo hiciera, maldita sea.-Dijo mientras acomodaba su cabello en el reflejo, sosteniendo su teléfono con el hombro._¿Eso significa que ya te ha visto?_Sí, estamos por ir a desayunar. La joven pensaba obviar toda la parte en la cuál había embarrado toda su mañana laboral de tinta y café._¿Te ha reconocido de alguna manera?_No, no por ahora al menos. _Mantente con el perfil bajo. Lo que menos necesitamos es un empresario adinerado con el corazón roto._Es un patán._¿No habías dicho que f
_¿Todo en orden? Se escuchó su voz ronca preguntar. Ella salió de sus pensamientos levantando su vista para encontrarse con su mirada. _Sí, ¿Por qué? _Te has quedado mirando mi mano en silencio durante un buen par de segundos. Notó él mientras guardaba su chequera en el bolsillo interno de su traje. _Sólo me he sorprendido. _¿Cuál es la causa de tu sorpresa, Vanessa? Aún no acostumbraba el oír el nombre de su hermana dirigido hacia ella. Sus ojos le miraron fijamente, logrando que ella bajara su mirada a la mesa. _El dinero que te ha costado este vestido.-balbuceó con timidez. Él sonrió levemente, observándola con cierta inocencia. _El dinero es lo de menos aquí. Quiero que lo tengas en claro. Si necesitas lo que sea, solo pídelo. El tono demandante con el cuál había dejado en claro sus palabras removieron de la silla a la joven. _¿Lo que sea? Él se encogió de hombros, bebiendo de su taza de café. _Eres mi secretaria a partir de ahora. Si las cosas salen bien entre noso
Se miró al espejo, notando en otra luz el vestido que le habían confeccionado ese mismo día, sobre su cuerpo. No podía evitar sorprenderse no sólo del acabado tan profesional en poco tiempo sino también de cómo el vestido le favorecía cada centímetro de su cuerpo, sosteniendo con firmeza las zonas correctas. Realmente se sentía muy bien en él. Era de esperarse, de todas formas. Había costado casi cinco salarios de Alanna como bailarina en el bar. Tomó su teléfono de su bolso para revisar que tuviese alguna novedad. Se encontró con un mensaje de su hermana mayor que dictaba “¿Cómo va todo?” en la lista de notificaciones. Sin dudarlo dos veces presionó el ícono de su contacto y comenzó con la llamada. Temía que su hermana no le respondiera, más al segundo tono del dial escuchó su voz del otro lado. _¿Hola? _Su familia es una verdadera piara de imbéciles. Fue lo primero que salió de su boca, con frustración. Su hermana no pudo evitar reírse sorprendida desde el otro lado. _¿Ya
Ambos volvieron a la mesa, donde fueron observados inescrupulosamente hasta que se sentaron. Alanna sentía la mirada de la señora perforar su rostro, casi como si estuviese intentando leer sus pensamientos. Detrás de ellos, los meseros comenzaron a llegar con la comida. _¡Justo a tiempo!-Mencionó Nancy, en un intento por aliviar las tensiones. Su turno llegó. El plato de comida se posó frente a ella, quien con horror, levantó la mirada hacia su nuevo jefe. -Oh. Con que esto es ese tal Buoillabaisse. Thomas asintió con emoción, preparando una servilleta alrededor de su cuello para no manchar su costoso atuendo._Así es. Los mejores mariscos de la costa los preparan aquí. Alanna jamás en su corta vida había probado mariscos. De hecho, le horrorizaba un poco la idea de tener que abrirlos y comerlo su interior, sobre todo con la textura tan extraña que traían. No podía evitar sentir un poco de náuseas ante la idea que tenía sobre su plato, y verlo a Thomas a su lado comiendo ferv