Capítulo 4

Alanna se despertó debido al sonido lejano de su celuar sonando. Somnolienta, lo tomó de su mesa de luz y sin abrir aún sus ojos, contestó.

_¿Hola?

Una sonrisa masculina se oyó desde el otro lado de la línea.

_Qué bueno oírte. Por un momento creí que me habías dado un número equivocado.

Aquella voz grave, la supo reconocer al instante. Abrió sus ojos y se sentó sobre su cama, aclarando su garganta.

_¿Por qué lo haría?-Ahora fue ella quién dejó salir una pequeña risa.

_Porque me colé en tu camerino como un acosador, quizás.-mencionó él en un dejo sarcástico.

Ella se levantó de su cama mientras sostenía el celular en su hombro.

_Tranquilo, no eres el primer admirador que golpea a mi puerta.

_Con lo atractiva que eres, dudo serlo.

La joven sintió como sus mejillas se acaloraban levemente ante su comentario, mientras respondía con una silenciosa sonrisa para si misma. Si había algo que le gustaba más que bailar en Hennessy, eran los halagos hacia su persona.

_¿Hoy te encuentras de nuevo en el bar?- Preguntó él nuevamente.

_No, hoy es mi día libre.-Respondió ella mientras abría las ventanas de su habitación dejando entrar el sol de la mañana.-¿Por qué? ¿Querías verme de nuevo?

_Bueno, la última vez sentí que no hubo oportunidad de que nos conozcamos bien.

_¿Entonces lo que quieres es conocerme?

Preguntó de forma juguetona y repetitiva. Alanna tenía una personalidad muy perspicaz, pero amaba los jugueteos y los comentarios con dobles intenciones.

_Me gustaría saber cuál es el rostro que se oculta detrás de aquella máscara tuya. ¿Eso es posible?

Antes de que ella le diera respuesta alguna, su hermana Vanessa entró en la habitación de forma brusca. Por las expresiones de su rostro parecía encontrarse emocionada al respecto. Aunque también levantó sus cejas sorprendida no sólo al encontrar a su hermana despierta a esa hora sino que hablando por teléfono.

Alanna hizo un ademán con su mano, indicándole que en cuánto terminara la llamada la pondría al tanto.

_¿Qué tienes en mente?

_Me gustaría invitarte a cenar.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de la joven, que jugueteaba con las puntas de su cabello enredándolo entre sus dedos.

_De acuerdo, viernes en la noche puedo.

_Perfecto. Luego necesito tu dirección.

_¿Mi dirección?-Preguntó ella confundida.

_Sí, ¿A dónde mandaré a mi chofer a recogerte si no?

Alanna cayó en cuenta por un momento de cuánto dinero debía de manejar aquél hombre. Sonriendo de forma sonrojada, asintió con su cabeza ante la mirada atenta y curiosa de su hermana.

_De acuerdo. Te enviaré un mensaje con la dirección.

_Nos vemos hasta entonces, Alanna.

_Lo mismo digo, Thomas.

Al mencionar su nombre, su hermana abrió su boca de gran manera sorprendida. Al colgar, no tardó en atosigar a su hermana menor con preguntas de todo tipo.

_¿Es el tipo de ayer?

Alanna movió su cabeza en un asentimiento mientras mordía su labio inferior con emoción. Su hermana dio un pequeño salto mientras tapaba su boca con sus manos en sorpresa.

_No puede ser, ¿Tendrán una cita?

_Así es. Vendrá a buscarme un coche con chofer.-Respondió la joven levantando un hombro de manera coqueta.-¿A qué viene tu visita tan temprano?

_Vengo de hacer una entrevista en una de las empresas que te había mencionado.-Comentó Vanessa con una sonrisa de oreja a oreja. Alanna detuvo todo lo que estaba haciendo para sentarse sobre la cama para escuchar lo que diría su hermana.

_¿Y? ¿Qué tal te ha ido?

Un silencio se hizo entre ambas, hasta que su hermana no pudo contener más su emoción.

_¡Quedé en el puesto!

Ambas lanzaron un agudo grito al unísono mientras se abrazaban emocionadas una a la otra.

_¡No puedo creerlo! ¡Felicitaciones!

Exclamó Alanna mientras sostenía los brazos de su hermana quien la miraba con la misma emoción.

_Gracias. Con este trabajo en pie al fin podremos cargar con todas las deudas que conlleva el bar. Sería mi peor pesadilla poder perder lo único que nos queda de nuestra familia.

Para ambas hermanas el bar Hennessy era todo lo que les quedaba de su legado. Al morir su padre, el antiguo jefe del conocido bar, no tenían más que aquél lugar para generar ingresos y sobrevivir a la dura vida del día a día. Gracias al giro burlesque que le habían sabido dar al lugar, pudieron mantener no sólo su popularidad sino también aumentarla, provocando que gente que jamás había pisado aquél lugar se animara a conocer la magia de las bailarinas más candentes de la ciudad.

Para muchos eran sólo unas cuántas prostitutas, pero ellas sabían que eran más que eso. Eras astutas y cuidadosas, dejando que el deseo del hombre liberara sus billeteras a su disposición. Jugaban con la lujuria de los ojos ajenos y la utilizaban a su favor.

El día de la cena había llegado. El chofer pasaría a recogerla en cuarenta minutos, y mientras esperaba su llegada la joven se encontraba arreglando su cabello con ayuda de fijador y muchos rizadores. Entre una acción y otra tarareaba una canción de las que solía hacer en sus números.

Se había puesto su mejor vestido. Uno sin escote, pero con el suficiente ajuste en sus curvas para no pasar desapercibida. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro al verse. Ella sabía que era bonita, y sabía que eso mismo podía traerle todo lo que quisiera en la vida.

Cuando se encontraba a mitad de finalizar su ritual de belleza, nota como su teléfono comienza a vibrar incesantemente, anunciando una llamada.

Sin darle mucha más atención contestó, recibiendo una respuesta inmediata.

_¿Alanna?

Frunció su ceño en confusión reconociendo rápidamente la voz de su hermana.

_¿Qué sucede?

_Necesito que me hagas el favor más grande que he tenido que pedirte.

Alanna se sentó en el borde de su cama con el teléfono aún sobre su oreja, algo preocupada ante sus palabras.

_¿Estás bien? ¿Ha ocurrido algo que deba preocuparme?

Vanessa pareció esperar unos segundos para dar su respuesta, como si no supiese por donde comenzar.

_Necesito que me cubras mañana en el trabajo.

_¿¡Qué!?

Preguntó la joven, ahora más confundida aún.

_Mañana vendrán unos agentes del gobierno a controlar que tengamos todo en orden en el bar. Están buscando cualquier excusa para quitarlo de nuestras manos y no lo puedo permitir.

_¿Y-y no puedo ir yo al bar?

_¡Claro que no! Eres muy joven para ser la jefa a cargo. Lo notarán enseguida

Alanna mordió su labio, confundida. Se miró al espejo, notando su arreglado aspecto debido a su cita.

Luego de unos segundos de silencio, soltó un soplido.

_¿A qué hora tienes que estar allí?

_ Siete treinta tienes que estar en el vestíbulo del edificio. Allí te indicarán que hacer. Solo mantente tranquila, me han dicho sus propias recepcionistas que casi nunca se encuentra presente. Si pasas ese día posiblemente siquiera lo tengas que cruzar.

_¿Tienes en cuenta que tendré que cancelar mi cita por hacerte este favor, no?

_Creéme que lo sé, y tanto yo como el bar te lo agradeceremos eternamente.

_De acuerdo.-Soltó finalmente.

Su hermana le agradeció de mil formas y luego colgó, dejándola pensativa frente a su espejo. Al mismo tiempo, escuchó como un coche aparcaba frente a su casa. En cuánto asomó su vista al cristal, notó que una gran limusina de vidrios tintados le aguardaba.

La joven no pudo ocultar su sorpresa, tapando su boca con una de sus manos mientras observaba el coche de lujo aparcar. Mientras caminaba hacia la puerta, sintió su celular vibrar.

“¿Ha llegado el chofer a recogerte?”

Mordió su labio inferior mientras cerraba sus ojos con fuerza. ¿Ahora cómo haría para cancelarle a alguien que había pagado una limusina sólo para ella?

Avergonzada, bajó las escaleras hasta su puerta, en donde le aguardaba pacientemente el hombre que la llevaría a su cita. Al verla, se inclinó en una reverencia para luego otorgarle una cordial sonrisa.

_Señorita Myles, ¿Está usted lista para partir?

_Hola...-respondió ella, con sus mejillas completamente enrojecidas.-Sí, sobre eso...creo que tendrá que decirle a su jefe que no podré ir.

El hombre mayor levantó sus cejas con consternación.

_¿Hay algún problema con el que pueda ayudarla?

_Sólo...dígale que me ha sobrevenido un problema...un problema de estómago.-Soltó con una forzada sonrisa, intentando que sonara lo más genuino posible.

El chofer de la limusina decidió no indagar más en el asunto, asintiendo respetuosamente ante la respuesta de la joven.

_De acuerdo señorita. Que se mejore pronto.

Alanna le acompaño hasta el coche y le saludó luego con su mano hasta que partió fuera de su calle. Soltó un suspiro pesado, y cerró la puerta detrás de ella para luego recostarse agotada en ella.

Pasó por la cocina y tomó una caja de pizza que había quedado del día anterior. Camino a su habitación comenzó a quitarse los zapatos y el collar, mientras encendía la televisión. No le agradaba verdaderamente aquel cambio en sus planes pero era consciente de que su hermana la necesitaba más que nunca en ese momento.

Tenía que descansar bien esa noche si quería fingir ser su hermana mayor.

Ambas eran parecidas en muchas cosas, pero Vanessa era mucho más reservada de lo que Alanna solía ser. La más joven de las hermanas tenía un carácter irrefrenable y muchas veces, insolente.

Se recostó en su cama, sosteniendo la caja de pizza entre sus piernas. Subiendo el volumen de su programa favorito, le dio un gran mordisco a su comida, siendo interrumpida por su celular anunciando una llamada entrante.

Era el número de Thomas.

Decidió ignorar su llamada. En la mañana pensaría qué excusa debía darle.

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