Estaba en mi habitación, y no me refiero a la habitación de Austin, sino a la de la casa de mi padre. Usaba un vestido color crema, uno que recordaba muy bien.
Tocaron la puerta y no me dieron tiempo a responder, la persona pasó. Cabello rubio ondulado, piel tostada, un ramo de flores blancas en sus manos. Williams. Un Williams más joven y carismático.
―Gracias por aceptar nuestro compromiso ―Sus ojos irradiaban felicidad, amor―. Prometo cuidarte y protegerte, darte tu lugar como mi esposa. Jamás te faltará nada y te lo daré todo. Te prometo que serás feliz.
Me ofreció las flores y yo las tomé.
Todo era tal y como lo recordaba. Pero se sentía tan raro, como si fuera una simulación. Ya que esta fue la única vez que Williams me dedicó esos ojos tan dulces y cálidos. Como si fuese una fantasía.
―Deberíamos faltar. Aún no te has recuperado por completo. Austin ajustó su corbata con rabia. ―Tú y yo teníamos un acuerdo. Estoy bien. ―Hace unas horas tenías fogaje ―Me plantó cara.―Tú lo has dicho: “hace unas horas”. En estos momentos me encuentro en perfecto estado. Él, estaba rabioso por poner mi salud en riesgo; yo, estaba rabiosa porque mi estado de salud se debía a esas dos personas, por lo que me habían hecho en estos últimos años. Todo los dolores que estuve sintiendo en estos cinco años, fueron por la culpa de ellos; incluso la fiebre de hace dos días. Quería venganza. Y que se enteren que me casé con el mismo hombre del que me intentaron separar en el pasado, sería un golpe bajo para ellos.―¡Karina! Estaba verdaderamente molesto, ya que usó mi nombre sin diminutivos. ―¡No, Austin! Tú no eres el único que quiere venganza. Yo también salí afectada por ellos, por su codicia. He estado desde el jueves postrada en la cama por la fiebre, poniendo la vida de nuestr
La fiesta transcurrió con normalidad, Austin me mantuvo alejada de las bebidas alcohólicas. Williams basó su noche mentalmente entre ignorarnos y vigilarnos; cada vez que sus ojos se fijaban en nosotros (cosa que hacía muy seguido), negaba con la cabeza como si se estuviese arrepintiendo de aquella decisión. Pensé que sus miradas iban a estar principalmente dirigidas a mí, pero Austin era su principal objetivo. Me sentía un personaje secundario en la historia de estos dos. ―¿Será que secretamente Williams está enamorado de ti? Por la forma en que te mira, juraría que se casó conmigo no para alejarte de mí, sino para que yo me alejara de ti, porque tenía celos que otra mujer te haya conquistado. Y como sabía que tú eres heterosexual, casarse contigo no era una opción; pero conmigo si. Quería evitar que el hombre que amaba estuviera reservado. ¡Que romántico! Me miraba como si me hubiera crecido un tercer ojo. Estaba estupefacto. No reaccionó como esperaba. Estaba estático, apenas
Corrí detrás de él, uno de sus pasos equivalen a dos de los míos. Un guardia dentro de la casa iba a detenerlo, y Austin chocó contra él a propósito; hombro contra hombro, causando que la propia fuerza de su cuerpo derribara al guardia que cayó de culo. Cerré la puerta detrás de mí cuando me fijé que los guardias que estaban anteriormente peleando con mi esposo nos estaban siguiendo. Trabé las manijas con una vara para leña de la chimenea. Me planté frente al guardia que Austin había derribado, el cual seguía en el suelo; estaba consciente (por los momentos). Con un jarrón metálico en las manos, lo miré a los ojos. ―Lo siento. Cerré los ojos mientras le plantaba el jarrón por la cabeza. Si Austin iba hacer una estupidez y yo no podía detenerlo, ya que esta no era una película y por más que le dijera: “Austin, mírame”, él no me iba a mirar; lo mejor que podía hacer es encubrir a mi esposo mientras hacía sus fechorías. Fui al lado contrario de donde se dirigía mi esposo, tomé
Un mensaje llegó al instante. Me costó leerlo, mi vista estaba nublaba, veía borroso. •Hola, Karina, ¿Cómo va todo? ✓ Su mensaje me desconcertó, esta persona estaba actuando como si le estuviera hablando a un viejo amigo, como si hace un minuto no me hubiera mandado una foto de mi esposo desangrándose. Quise gritar y pedir ayuda, pero el siguiente mensaje me acobardó. •Si le llegas a pedir ayuda a cualquiera dentro de esa casa, lo degollaré y te mandaré el vídeo. Quiero que salgas de la casa en completo silencio y sin que nadie sospeche. Un taxi te va a estar esperando afuera de la propiedad, en la esquina del lado norte. Ven sola. ✓ Mi mente estaba en otra dimensión. No podía procesar lo ocurrido, lo rápido que estaba pasando. Apreté el botón de llamada con los nervios a flote. No repicó ni dos veces cuando me rechazó la llamada. Con los pensamientos de la realidad alterados, me atreví a volver a llamar, pero una vez más, me colgó . •¡Deja de llamar, puta! ✓ Con la rabi
La cabeza me daba vueltas, ese olor dulce y la amargura en mi lengua seguían presente. Sentía el rostro adormecido. Abrí los ojos y la luz me cegó. Pude mover las extremidades, pero me sentía fuera de mí, como si mi alma estuviera residiendo en un cuerpo ajeno. Estaba en el suelo, sucio y polvoriento. Me levanté con dificultad y analicé mis alrededores. Por lo grande que era, parecía un depósito, un almacén. Lo que estaba segura es que llevaba años abandonado. Todo estaba cubierto de mugre y tierra. Miré mi cuerpo, sucio. Mi vestido estaba manchado y mis pies descalzo. Sentía hasta la mas pequeña piedra enterrarse en mi piel. Las ventanas estaban como a cuatro metros de altura y no había ninguna escalera o máquina que me pudiera elevar lo suficientemente. Y tampoco podía ver el exterior porque los vidrios estaban grises. No podía diferenciar si era de día o de noche. Caminé hasta un gran portón metálico. Por más que tiraba y tiraba, el portón no se movía. Entre más me esforzaba
La historia se repetía. La cabeza me daba vueltas y una vez más mi rostro estaba adormecido, mis ojos ardían y mi nariz aún podía olfatear ese olor tan familiar. Nunca me acostumbraría a ese líquido. Mis extremidades fueron despertando y me levanté. Observé el lugar y estaba en el mismo almacén, sola. Williams ya no se encontraba por ningún lado, ni mi prueba de embarazo. Pero había una diferencia significativa, el portón estaba abierto. ―¿Hola? ¿Williams? ―Esta vez sí estaba muy interesada en verlo, él tenía a Austin. No podía dejarlo marcharse. Ignoré el portón abierto y fui por la salida de emergencia, por el mismo lugar por el que había aparecido Williams. Al salir, todo era tierra infértil y abandonada. No se veía nada más que la fábrica por la que había salido. No había casas, negocios, personas; ni siquiera pájaros. Este era el lugar perfecto para cometer un crimen, nadie escucharía las llamadas de auxilio. Había una escalera en el exterior del almacén que llevaba al
Mis muslos lo rodeaban con fuerza y su mano bajaba y subía por mi espalda. Me sacó del lugar. Unas personas se nos acercaron pero yo no estaba viéndolos. Mi cabeza estaba enterrada en su cuello. ―Señor, déjenos revisarla. Necesitamos ver su estado. ¿Paramédicos?―Sí, solo denos un segundo ―Pasos se alejaron y Austin carraspeó. Sentía su pecho subiendo y bajando, el movimiento de su garganta, oía los latidos de su corazón. Era real―. Kari, los paramédicos necesitan ver que estás bien. ―¡Estoy bien!―Tus pies no parecen estarlo. Hace más de una hora que dejaron de doler, ya ni los sentía. Me erguí, desenterrando mi cabeza de su cuello. Lo miré a los ojos. ―¿Cómo escapaste? ―Le pregunté. Aún no podía creer que fuese mentira. La foto era muy real, su voz a través del celular. Me negaba a creer que mi mente me estuviera haciendo esto, no podría vivir así, no podría resistirlo. ¡Esos malditos efectos secundarios! Si son capaces de hacerme alucinar de tal manera, me volvería loca.
Fui dada de alta rápidamente, esa misma tarde estaba en la casa, con ánimos de hacer nada. Por la falta de apoyo de las unidades de justicia ciudadana, Austin movió a su propio equipo, contrató investigadores privados. Estaba tendida en la cama mientras mi esposo estaba caminando en la habitación, en medio de una llamada telefónica. Colgó y se sentó a mi lado.―Ya hay personas rastreando tu celular y otros están esperando que la policía se vaya de la fábrica para hacer sus propios análisis. Con suerte, no se habrán llevado la evidencia ya que no se veían muy partidarios en participar y descubrir lo que pasó. Lo miré con vergüenza. ―¿Y si en realidad me lo imaginé? Ya he tenido recuerdos vividos que he llegado a pensar que estaba pasando en la actualidad. ―¡Ey, ey! Tú misma lo has dicho: “recuerdos”. Esto no fue un recuerdo bloqueado de tu pasado, jamás ocurrió. Mira tus rodillas. ¿En verdad piensas que eso fue un recuerdo? Inconscientemente, llevé mi mano a las vendas que c