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Capítulo 2 Reencuentro

Comencé a preparar mi equipaje. Estaba bastante asustada y no lo iba a negar. No estaba preparada para esto, quizá las cosas estarían mejor, no lo sabía.

Después de un rato llegué a la estación de trenes, y con el pulso acelerado tomé valentía y me subí a uno mientras el tren comenzaba su andar.

(...)

Fueron unas largas ocho horas de viaje, llegué al inicio del bosque recién a eso de las once de la noche. Todo tenía un aspecto oscuro y tenebroso, y a simple vista parecía un bosque común y corriente, nadie pensaría en todas las maravillas que esconde en su interior.

Caminé por bastante rato, en instantes miraba la hora en mi reloj, resoplando algo frustrada al no encontrar el lugar, al irme de aquí solo salí corriendo sin mirar atrás, sin siquiera tener idea del camino. Ahora solo seguí mi instinto y logré llegar a una cueva que se me hacía conocida.

Me senté un momento, sacando algunos aperitivos de mi bolso, tenía bastante hambre, mis piernas dolían y ya no daba más del cansancio, y aunque no quería rendirme, mis ojos después de un rato se cerraron dejándome dormida en medio del peligro.

Sentí una presencia intimidante frente a mí y me desperté de inmediato, sobresaltada, un inmenso lobo de color castaño apareció frente a mí y solté un agudo grito, causando que el animal frente a mí pusiera una cara de disgusto.

Retrocedió unos pasos y luego se giro marchándose del lugar dejándome confundida y asustada. Porque si, aun después de vivir tanto tiempo con lobos les tenía miedo.

Guardé mis cosas con prisa y me levanté de sopetón, eché un vistazo a mi alrededor, dispuesta a ubicarme e irme, pero un chico bastante conocido apareció frente a mí.

—Shane— musité a modo de saludo—, me habías asustado—.

—¿Qué haces aquí?— preguntó con un deje de molestia en su mirada—.

—Hay algo sobre lo que vengo a advertirles— suspiré y acomodé el bolso sobre mi espalda— ¿Puedes guiarme?

—No, Amy— musitó con decisión quitándome las esperanzas—. No puedo ayudarte—.

—Vale, Shane, sé que estás molesto por lo que pasó con Blake y por que me fui pero...

—Blake no desea volver a verte— me interrumpe y sus palabras hacen trizas mi corazón—. Es mejor que te vayas.

—A ver, Shane, este asunto debemos resolverlo Blake y yo. Por favor no te enfades conmigo.

—Lo heriste— musitó como si eso lo explicase todo—.

—¿Y crees que él a mí no?— bufé irritada— Por favor, Shane, llévame hasta allá. En verdad es un tema importante.

—Bien, tú tendrás que hacerte cargo de las consecuencias entonces— entonces tomó su teléfono y comenzó a escribir unas cuantas cosas en él—.

Después de un rato un guardia con un elegante traje llegó hasta nosotros con un caballo con cabello sedoso y reluciente.

Shane subió al caballo después de dar las gracias y el guardia se fue, luego me miró con mala cara y me hizo una seña para que subiera. Con dificultad subí. pues la altura del caballo no estaba muy a mi alcance que digamos. Me agarré con fuerza al cuerpo del caballo mientras comenzamos el recorrido durante varios minutos.

Cuando llegamos al destino me bajé con todo el cuerpo tembloroso y cogí mi bolso. Había llegado al lugar que juré nunca volver, y sentía que iba a desmayarme en cualquier momento.

Solté un suspiro cuando miré el gran palacio que se encontraba frente a mis ojos. No quería entrar.

—Entra— musitó Shane, y quizás eso me dio la valentía que necesitaba, porque sin importarme nada, sin pensar en cómo me recibiría, caminé hasta la amplia entrada, y estuve tan dispuesta a entrar que cuando los guardias me detuvieron de golpe me quedé suspendida y los pies enredados, por lo que casi me fui hacia adelante de improvisto.

—Usted no tiene la entrada permitida aquí señorita— me enderecé en mi lugar y miré con mala cara al guardia que me hablaba—. Debe retirarse—.

—No vengo a causar problemas— me removí con fuerza mientras intentaba convencerlos, pero eran más fuertes y no creían en mi palabra—. Al contrario. Vengo a ayudarles—.

—No va a convencerme señorita.

—Suélteme ahora mismo o se arrepentirá.

—No tomaré en cuenta las amenazas de una niñita male...— golpeé su entrepierna con mi rodilla con fuerza y el me soltó de golpe removiéndose como un gusanito—.

Abrí las puertas del palacio de par en par y mi corazón se paralizó cuando lo vi, sentado en su trono con las manos apoyadas a sus costados mirando un pergamino que se encontraba en su regazo.

—No quiero visitas ahora— musitó concentrado en su lectura—, vuelva en otro momento—.

Me quedé en silencio, a mitad del pasillo sin dar ni siquiera un paso. Mi corazón había comenzado a latir de manera irregular y ninguno de mis sentidos reaccionaba.

Y entonces, al no sentir pasos ni voces y elevó su vista, y al verme se levantó de golpe dejando caer el pergamino que yacía sobre sus piernas.

No pude reconocer su expresión. Y no porque no hubiera ni una, al contrario, muchas emociones cruzaron su rostro cuando me vio ahí parada, a escasos metros de él. Su mandíbula se contrajo con fuerza y apretó tanto sus puños que estos se tornaron levemente blancos.

—Vete— murmuró entre dientes, muy bajito. Su respiración se encontraba muy acelerada y de solo verlo mirarme pude identificar cuanto rencor sentía por mí en este momento—.

—Necesito hablar contigo sobre algo importante—comenté intentando que me creyera—, solo dame algunos minutos, por favor—.

Me ignoró y giró su vista hacia la puerta, en busca de los guardias. Con un fuerte grito los llamo y ellos vinieron corriendo hasta aquí. El señor al cual había golpeado seguía medio dolorido, le dedique un gesto de disculpa y el solo se giró nuevamente a mirar a su rey.

—Sáquenla— musitó Blake, con el rostro contraído en rabia y vulnerabilidad—.

—Blake...

—¡Sáquenla!— alzó la voz esta vez y los guardias se acercaron corriendo hasta mí. Entonces mi actitud defensiva contra ellos salió nuevamente—.

—¡Juro que si  me tocan un pelo ahora se irán los dos con un dolor en la entrepierna!

Me ignoraron y siguieron forcejeando conmigo intentando sacarme.

—¡Blake, debes oírme!— nada, no funcionó— ¡Es sobre los cazadores!

Lo intenté nuevamente y esta vez pareció pensarlo, porque elevó su vista de sopetón hacia mí y les hizo una seña a los guardias para que me soltaran.

—Váyanse.

Cuando comenzó a acercarse, me hice pequeñita en mi sitio ante la posible cercanía. Su altura intimidante e imponente me hacían querer salir corriendo, él era la persona más capaz de hacerme daño, la única persona de la cual saldría corriendo.

—Di lo que tienes que decir— aguanté la respiración cuando se detuvo frente a mí y se cruzó de brazos—.

—Yo- yo quería...

—Si para ti un asunto importante es hablar tartamudeando, entonces tenemos conceptos distintos de "importante". Habla ya, Amy— él seguía frente a mí, observándome de esa forma tan intimidante y a la vez penetrante. Mis piernas estaban cerca de parecer gelatina, pues no dejaban de temblar.

Aclaré mi garganta algo avergonzada y bajé la mirada al suelo.

—Es un grupo de cazadores, ellos... ellos quieren acabar con tu manada— hice una pausa y me aclaré la garganta nuevamente, preparándome para lo que tenía que decir—. Blake, yo me uní a ellos para...

—¿Qué?— me interrumpió pareciendo horrorizado, su ceño ser profundizó y sus manos se empuñaron con más fuerza—.

—No vi otra manera de...

—Amy ¿Por que demonios hiciste eso?— se pasó las manos por el rostro pareciendo molesto— Sé que no soy de tu agrado pero llegar al punto de traicionarnos para vengarte de mí— su voz estaba cargada de cólera, me dedicaba una mirada tan oscuro que de inmediato me hizo querer alejarme.

—No es así, mi intención es buena, es por el bien de ustedes— ¿Cómo iba a traicionarlo? No podría hacerle eso jamás—.

— Ahh, te uniste a quienes quieren matarnos por nuestro bien— comentó sarcástico y a la vez enojado—.

—¡Escúchame, Blake! Solo eso estoy pidiéndote— alcé la voz algo irritada— Estoy intentando ayudarte y lo único que haces es ponerme como la mala de la historia—.

— Ahh, cómo si fueras tan buena y la mosquita muerta que nunca hace nada.

¿Por qué me trataba así? Si alguien hizo más daño en esta historia es él.

 Me cansé de su estúpida actitud. No ha cambiado para nada.

—Me voy— musité, rendida. Me giré dispuesta a marcharme y comencé a caminar hasta la puerta principal. Tanto viaje, tanto tiempo perdido, tanto riesgo por él y ni siquiera me da un minuto de atención—.

Justo antes de empujar las puertas, su mano me tomó de la muñeca y me giró hasta él sin medir la fuerza, impacté contra su pecho y su aroma llegó de lleno a mis fosas nasales. Mi corazón saltaba de manera incontrolable cuando por lo inesperado del acto posé las manos en sus hombros y sus manos apretaron mi cintura en un acto reflejo.

Nos quedamos así un momento, mirándonos a los ojos, azul y miel, como si estuviésemos jugando a quien parpadea pierde.

Su rostro pareció molesto luego de unos segundos, y cuando se alejó aun sentía sus palmas calientes sobre mi piel.

—Sigue.

Alcé mi rostro para mirarlo, y durante unos segundos seguimos mirándonos intensamente hasta que desvió la mirada con brusquedad.

— Me uní a ellos con único propósito de sabotear su asqueroso plan, no para dañarlos a ustedes— musité, enfadada—.

—No debiste hacerlo— aseguró, dándome una mirada desacuerdo—.

—Un gracias no estaría nada de mal— comenté sarcásticamente—.

No era momento de bromear, lo sabía, pero no podía evitar hacerlo con él, quería cualquier tipo de interacción, por más estúpido que eso sonase.

—Comencé a trabajar en un bar al irme de aquí— seguí contando y su ceño se profundizó todavía más—, un día de trabajo cualquiera, un hombre llegó de repente, parecía un hombre intimidante. Ese día el me vio y estuvo hablando toda la noche conmigo—.

Le di una mirada para evaluar su expresión, el permanecía con el ceño fruncido, la mandíbula apretada y la mirada hacia cualquier lugar que no fuese yo.

—Me ofreció tragos, me invitó a ir a un hotel con él y yo...

—¿Fuiste?— me preguntó dándome una mirada fría—.

—Si. Lo hice porque anteriormente había visto...

Se pasó las manos por el cabello, y lo apretó con fuerza mientras gruñía, pareciendo desesperado.

Me miró nuevamente con los ojos apagados, luciendo muy molesto, retrocedí un paso y el caminó hasta mí cuando se tranquilizó un poco más.

—Yo...— quise seguir hablando pero me interrumpió cuando tomó mis manos y me acorraló contra la pared de nuestro lado, aun sujetando mis manos, pero ahora por encima de mi cabeza.

—¿Estuviste con ese hijo de p**a, Amy?— apretó su quijada con más fuerza, mientras su calor corporal me atravesaba—.

Estaba dispuesta a negar de inmediato, decirle que por supuesto que no, pero la idea de provocarlo me pareció más interesante.

—¿Y si hubiese sido así qué?— murmuré elevando mi mentón para observarlo—.

—¿Qué?— murmuró entre sorprendido y enojado—.

—¿Qué si hubiese sido así?

—No— me cortó, sospechando que estaba mintiendo— Tú no te acostarías con un desconocido— aseguró, muy seguro de sus palabras mientras entrelazaba sus dedos con los míos—.

Mi pulso se aceleró y sentí que iba a colapsar, su cuerpo tan cerca del mío, sus manos tomando las mías, su respiración acelerada impactando directamente en mi rostro. No podía más.

—Casi me acuesto contigo, ¿acaso no recuerdas?

—Yo no soy un desconocido para ti— musitó, pareciendo herido—.

—Desde que comenzaste a hacerme sentir insegura y humillada eres un desconocido para mí— hablé con dureza— Suéltame—.

—Amy...— habló con suavidad, alargando las palabras— No volvamos al pasado.

—Jamás volveremos a eso, porque no volveré a quedarme cerca de ti. Solo venía a advertirte sobre...

—No. Amy, sabes que no podemos seguir separados y que...

—No— interrumpí yo esta vez— No volveré a quedarme aquí para que te comportes como un imbécil conmigo otra vez. No estoy dispuesta a aceptar eso—.

—No voy a dejar que te vayas.

Ja ¿Quién demonios se creía?

—¿Ah si? ¿Y cómo vas a impedirlo? ¡¿Encerrándome nuevamente en un cuarto oscuro donde no puedo ver a nadie?!

—¡Si es necesario lo haré, no pienso perderte otra vez!

—¡¿Y quién querría quedarse con un desquiciado como tú, Blake?!

—Amy...

—No, Blake. Bien sabes que nunca me aceptaste por lo que era. Ahora no actúes como si nada hubiese pasado.

—Eso fue porque...

—No tiene justificación tratarme como lo hiciste. Ya suéltame.

—Primero dime si te acostaste con ese tipo— ordenó con decisión—.

—No te diré nada, porque no te debo nada.

Sus manos soltaron las mías y pensé que me había liberado, pero ahora se dirigieron a mi cintura, brindándome el calor de sus manos y su cercanía, así no podía modular palabra alguna. Esto no es justo.

—Amy...— susurró saboreando mi nombre, tragué saliva nerviosa mientras mis manos comenzaron a sudar— Sabes perfectamente que tu alma me pertenece.

Lamentablemente lo que decía era cierto. Su alma me pertenecía, así como la mía le pertenecía a él.

Me replanteé un momento lo que me pedía, y aunque estaba enamorada de sus ojos azulados y su cabello negro, decidí negarme. No era sano. Blake no podía seguir haciendo conmigo lo que se le diese la gana.

—Lo hubieses pensado antes de hacerme tanto daño.

—Juro que esta vez será diferente— siguió insistiendo—No te vayas, Amy.

Negué con mi cabeza decidida y quité sus manos de mi cuerpo.

—¿Vas a rechazarme otra vez?

—Tu fuiste quien mostró rechazo desde el primer momento, Blake, y créeme, nada de eso se ha borrado de mi mente.

Bajó las manos a sus costados, derrotado, y entonces su semblante frío y carente de emociones volvió a aparecer.

—Sabes que jamás podrás estar con alguien que no sea yo. No serás feliz sin mí, Amy.

Sonreí escasamente y le di una mirada fugaz, dispuesta a despedirme nuevamente, a alejarme otra vez de su lado.

—Pues entonces tendremos que aceptar el triste destino que la vida nos deparó.

  Después de un rato en silencio su rostro volvió a encontrarse con el mío.

—Vas a irte.

—Lo haré— aseguré—.

—No puedes.

—¿Qué?

—Ya comenzó el toque de queda.

M****a... No. Todo me salía mal.

El mundo estaba conspirando en mi contra, o tal vez, era una prueba que el destino estaba dándonos.

—Bien, iré a dormir donde Camila.

Agradecía completamente que Camila viviera aquí en la manada.

—No está.

No. Puede. Ser.

Eso... ¿quería decir que debía quedarme aquí?

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