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Diana despertó por la madrugada, estaba en esa cama, abrazada por sus hijos, y Joaquín, a su lado, por un instante, se sintió extraña.Miró a ese hombre, sus ojos se llenaron de lágrimas.«Me salvaste, Joaquín, incluso sobre tu propia madre, ¿Quién eres? ¿Eres este hombre que dice que me ama màs que a su propia vida? ¿O eres el monstruo que acabó con la vida de seres inocentes? Ya no sé en qué creer, ya no sé qué hacer, solo quiero alejarme de ti, y llevarme a mis hijos para siempre. No debo flaquear ahora», pensó.Al día siguiente.Cuando Joaquín abrió los ojos, los niños aún dormían con él, pero Diana no estaba ahí, sentir su ausencia alteró al hombre.—¡Diana!Diana salió del cuarto de baño, estaba bien vestida, con una sonrisa en los labios.—Tu baño está listo, llevaré a los niños a arreglarse.Diana despertó a sus pequeños, los llevó de la mano a su alcoba.Joaquín sonrió, sintiendo como si todo estuviera mejor.Más tarde, Diana, con los niños y Margot, se sentaron a la mesa pa
Joaquín buscó a Diana, la encontró en el despacho.—¿Diana?Ella tenìa la mirada severa, supo que estaba furiosa.—Escúchame, por favor… —Suplicó al verla así—Quiero el divorcio, Joaquín, quiero estar lejos de ti —dijo con la mirada baja, sin siquiera mirarlo.Sus palabras dolieron demasiado.Joaquín sintió rabia, porque eso jamás sucedería.—Nunca, ya te lo dije, no voy a divorciarme.—¡Tendrás un hijo con otra mujer! ¿Por qué me quieres aquí? Déjame ir, yo no te amo.Los ojos de Joaquín se abrieron enormes, de todo lo que esperaba que dijera, eso era algo que dolía demasiado.Se acercó a ella, desesperado, la tomó de los brazos, casi hizo que Diana sintiera màs miedo, pero se acercò a ella.—¿De verdad no me amas? Hace siete años morías por mí, tal vez ahora sea confuso, pero, si me das una oportunidad, lo recordarás todo.Ella quería escapar, pero estaba acorralada por su rostro, él se acercó a sus labios, tan peligroso, por un instante, Diana sintió como su corazón latió tan fuer
Margot sonrió al escuchar a Rodolfo, era más agradable y diferente a la plática con él.—Entonces, dime, Margot, ¿Te decepcioné?—No, quiero decir, no de verdad, me agradas —dijo nerviosa.Él sonrió.—Bueno, tú también, màs que agradarme, me encantas.Ella estaba tan sonrojada, que èl pudo notar que no le era indiferente.«Jamás me fijaría en una chica como ella, no es mi tipo, no es hermosa o sensual, además, es la hermana del hombre que más odio en la vida», pensó.—¿Nos seguiremos viendo? —preguntó él.Ella sonrió, asintió.—Yo sí lo quiero, claro, si tú lo quieres.Rodolfo sonriò.—Es lo que màs anhelo, porque ahora que te conocí, Margot, no quiero dejar de verte jamás.Ella estaba sonriente, su corazón latía tan rápido que no podía más.—Te daré mi nuevo número, perdí mi anterior teléfono, por favor, bloquea el otro número, podría ser un ladrón.Ella asintió con rapidez, y anotó el nuevo número.***Diana y Joaquín salieron del despacho, cuando Opal corrió con ellos, parecìa asus
—No debiste casarte con él, debiste ser mi esposa; ¡Ese hombre no te ama, Diana! ¡Nunca te amó!Diana Larson esperaba en el jardín, y sintió las manos fuertes de su exnovio Ronald, que la llevaron a un lado y la apartaron del salón donde estaban todos celebrando que se había casado.—¡Ya basta! Ronald, hoy es el día de mi boda y no quiero que digas nada malo de mi esposo.Estaba a punto de marcharse cuando el hombre tiró de su brazo con fuerza.—¡Espera! Hay algo que debes saber sobre ese hombre; ¡Escúchame, Diana!, todo fue un plan de venganza contra tu padre porque èl dejó en la ruina a su familia, ¡Joaquín Andrade no te ama, solo quiere vengarse de ti!Diana estaba perpleja, de todas las cosas que Ron hizo para separarla de su prometido, esta era la peor de todas.Ella abofeteó su rostro, el hombre le miró incrédulo.—¡Mientes!Ron tomó su móvil y le mostró una grabación.«Ahí podía ver con claridad a Joaquín Andrade frente al padre de Diana Larson, discutiendo.—¡Arruinaste a mi
Cuando Diana abrió los ojos, observó el lugar donde estaba. Por un instante no recordó nada, pero luego, los recuerdos vinieron de golpe.Enderezó su postura, miró a todos lados.—¡¿Dónde estoy?! — Recordó la explosión, las lágrimas corrieron por su rostro como una cascada. Pensó en sus padres, quería negar que su muerte era verdad.Alzó la vista y vio a ese hombre de pie frente a ella. La mirada de Joaquín era devastadora, había compasión y dolor en ella.—¡Dime que no es cierto! —exclamó—. Dime que mis padres no murieron, ¡todo es una pesadilla! ¿Verdad que sí?Joaquín hundió la mirada, sintió mucha tristeza, negó.Tragó saliva.—Lo siento mucho, mi amor, no sé cómo ocurrió, hubo una explosión, no pudimos salvar a nadie… Lo siento tanto…—¡No! —exclamó—. ¡No! —gritó hundiendo su rostro entre sus manos.Joaquín intentó acercarse, de pronto, Diana lo empujó, se levantó de la cama, lo apuntó con el dedo.—¡Fuiste tú! ¡Tú los mataste! Eres un ¡Asesino! —gritó con rabia.Joaquín estaba p
Joaquín lo empujó atrás, el hombre se levantó, y de nuevo lo empujó hasta hacerle perder el control.—¡Lárgate de mi propiedad! Vete de mi casa ahora mismo.Los ojos de Ronald le miraban con gran rabia.—¿Dónde está Diana? ¡Diana!Joaquín hizo que sus guardias le apuntaran.—¡O te vas por las buenas, o lo harás con los pies por delante!Joaquín le miró con odio.—No has ganado, Joaquín, mataste a todos los Larson, pero yo sigo vivo, yo voy a proteger a Diana de tu maldad.—¡Yo no he matado a nadie! ¿Tienes una prueba de que lo hice? —exclamó con un gesto severo, casi retador—. Si tienes las pruebas, ¿por qué los periódicos dicen que Los Larson fueron asesinados por sus nexos a la mafia contrabandista de diamantes? Diana y yo estamos salvados por un milagro, todos saben que Los Larson hacían malos negocios, tú lo sabes bien, no intentes manchar mi nombre, no intentes poner a mi esposa en mi contra.Ronald sintió rabia.—¡Sé que los mataste! Diana lo sabe bien, Diana nunca volverá a cre
Diana estaba asombrada, en otras circunstancias esa suerte sería felicidad, pero ahora, su madre, su padre, su hermana, todos sus tíos, su abuela, las personas que ella amaba y eran su familia, habían muerto.Sintió la mano de Joaquín.—¡Felicidades! —dijo la doctora.Diana soltó la mano de Joaquín con rencor, incluso la doctora pudo verlo, ella se alejó de forma incómoda.Diana se arregló la ropa, bajó de la camilla sin apoyarse de Joaquín, aunque intentó ayudarla.Luego, volvieron a estar frente al consultorio de la doctora.—Debe cuidarse mucho, señora Andrade, un embarazo múltiple puede ser complicado.La doctora le entregó las vitaminas que debía tomar, y el ácido fólico.Ella los tomó y guardó en su bolso, antes de que Joaquín los tomara.El hombre procedió a despedirse, Diana intentó irse rápido, pero apenas abrió la puerta, su esposo la tomó del brazo.—¿A dónde vas?Ella se sintió temblorosa. Negó.—Quiero ir al baño.—La doctora tiene un baño, le diré que te lo preste.—No,
Diana luchaba contra ese hombre, lanzando gritos desesperados, miraba a la gente, pero nadie le ayudaba, pues muchos veían a los guardias, asustados.Hasta que un auto de policías parqueó a su lado, los policías bajaron.—¿Señora, está bien?—¡No! Este hombre me tiene secuestrada —exclamó con el rostro cubierto de lágrimas, y una gran seguridad.Joaquina aún tomaba su mano, la mirò con ojos severos, oscuros. No podía creer lo que Diana decía, estaba enfurecido, casi bufando de rabia, como una fiera herida a punto de atacar.—Señor, acompáñenos.Los guardias se acercaron, poniendo a los policías nerviosos.—¡Ni siquiera me toquen! ¿Acaso no sabes quién soy? —bramó, sosteniendo a la mujer con màs fuerza.Ella quería alejarse, pero no podía, cada intento era repelido por su fuerza.Le mirò con ojos casi llorosos.Joaquín chasqueó los dedos y uno de los guardias hizo una llamada, cinco minutos después los oficiales recibieron una llamada.Era el jefe de ellos, diciendo que dejaran al señ