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—¡Debemos irnos! —exclamó JoaquínJoaquín tomó la mano de Diana, ella parecìa ir a regañadientes.Margot estaba en el jardín, se sentía triste, pensó que Rodolfo la había dejado plantada.Estaba al borde del llanto, cuando escuchó una voz.—Hola, linda.Margot se giró a mirarlo, sus ojos se iluminaron, sonriò.Él la abrazó.—¡Creí que no vendrías! —exclamó—Imposible, solo estoy aquí por ti.—Te presentaré a mi hermano.Margot tomó su mano.Caminó a su lado y pronto se encontraron con Joaquín, quien llevaba de la mano a Diana, caminaban rápido, pero Margot cerró su camino.—Hermano…—¡¿Qué haces tú aquí?! —exclamó Joaquín mirando a Rodolfo con enojo.—¿Se conocen? —preguntó Margot.Joaquín vio que sus manos estaban unidas, estaba tan confuso.—¡Claro que lo conozco! ¿Y tú? ¿De dónde conoces a este hombre? ¡Suelta a mi hermana, Rodolfo Larson!—¡Él es mi novio! ¿Larson? —exclamó Margot soltando al hombre, le miró sorprendida—. ¿Tú…? ¿Eres un Larson?Rodolfo la mirò aturdido.—Sí, Diana
Joaquín llegó hasta la bóveda, encontró a una ambulancia recuperando cuerpos heridos de muchos guardias, notó que se habían llevado casi toda la nueva colección, maldijo entre dientes.La policía ya estaba ahí, le hizo muchas preguntas.—No parecen haber forzado nada, señor Andrade, ellos tenían una contraseña, y las cámaras lo mostraron, aunque los ladrones no dieron su cara, pues llevaban pasamontañas, ¿sabe quién pudo saber su contraseña, además de usted?Joaquín se quedó pensativo, mirò al hombre que le había dicho la clave, estaba en una camilla, y dijeron que estaba muerto, cubrieron su cadáver.Él tragó saliva, sintió una rabia infinita, ese hombre trabajo con èl muchos años, no era un traidor, entonces, ¿Quién estaba detrás de eso? ¿Quién era su verdadero enemigo? Joaquín negó.—No lo sé, pero algo debe saber, lo averiguaré, cuando lo sepa, esa persona pagará muy caro lo que ha hecho, y la justicia no será necesaria para mi propia mano.Joaquín se fue de ahí, estaba angustiado,
Joaquín corrió hasta el salón principal, pronto encontró ahí a ese hombre, abrazaba a su esposa, mientras Diana tenìa ojos asustados y sorprendidos.—¡Quita tus manos de mi mujer! —exclamó Joaquín.Esto hizo que Ronald retrocediera, pero le lanzara una mirada llena de odio.—¡¿Por qué no me dijiste que Diana había vuelto?! La dimos por muerta, ¿Por qué no dijiste que ella no murió?Joaquín le miraba con rabia.—¿Quién eres tú para darme explicaciones? ¡No eres nadie en nuestras vidas! Vete.—¡No me iré! —exclamó, luego tomó la mano de Diana—. Diana, ven conmigo, te aceptaré con tus hijos, este hombre no es de fiar.La mirada de Diana se volvió sorprendida.—¡Basta! Detente, Ronald —gritó Diana al ver su violencia.Joaquín lo apartó de ella y lo empujó, esto asustó a la mujer.—¡Joaquín!Ronald se levantó del suelo y le miró con odio.Joaquín miró a Diana.—¡Por favor, Diana! ¡Déjanos a solas!—¿Para qué se maten?—Diana, por favor, querida, obedece —suplicó JoaquínDiana los miró con
Margot caminaba de un lado a otro, estaba desesperada, llamó por teléfono a Rodolfo, èl no respondió.Sin embargo, en unos minutos, Rodolfo le devolvió la llamada.—Rodolfo —dijo ella con una voz triste—. ¿Puedo verte? ¡Necesito verte!—Claro, ¿Qué pasa, cariño? ¿Estás llorando?Ella no pudo evitar sollozar.—Por favor, ¡solo necesito verte! —exclamó—Bien, ¿Dónde estás?Ella le indicó donde estaba.—¡Escapé de casa!Margot no pudo ver la sonrisa que tenía Rodolfo.—Espérame donde estás, Margot, iré por ti ahora mismo.Colgaron la llamada, Margot esperó ahí, tan asustada, pensando si debía volver a casa, o arriesgar todo por lo que sentía.***Joaquín estaba enfurecido.—¡Esto es obra de tu maldito hermano! —exclamóDiana le miró con rabia.—¡No te atrevas a dañar a mi hermano!Joaquín estaba furioso, salió dando un golpe en la puerta, y salió muy rápido de ahí.Diana lo miró desde su ventana, Joaquín subió a su auto y se fue.Ella llamó a Rodolfo, pero èl no le respondió, se quedó ang
Rodolfo detuvo el beso. Humedeció sus labios, estaban tan cerca, sintió su cálido aliento, besó sus labios de nuevo, había un calor extraño entre sus cuerpos, no pudo resistir más, era un beso dulce, que apremió, la cargó a horcajadas, la llevó a la cama, ninguno dijo nada, eran dominados por dulces caricias, tan calientes que combinaban con el ambiente.Las manos de Rodolfo comenzaron a desnudar su cuerpo.Sus lenguas danzaron en ardientes caricias, besó su cuello, su cuerpo estaba ante él, aunque estaban casi en penumbras, pudo distinguir su esbelta figura, no estaba nada mal.Sintió esas manos temblorosas, Margot estaba demasiado tentada para parar y fue despojándolo de su camisa, su mano descendió desde su perfecto abdomen hasta su cinturón, quitándoselo.Él sonrió con un aire de lujuria.La puso en la cama, terminó de desnudarse frente a ella, se puso encima, su lengua acarició sus pechos, ella gemía, jadeaba, estaba tan excitada, sostenida de las sábanas, al sentir como la mano d
Joaquín buscaba a su hermana, cuando recibió esa llamada.—¿Qué pasa? —exclamó molesto—¡Señor! Su esposa… ¡Ella ha escapado! —dijo el guardia con mucho temor.Esas palabras fueron como dos cuchillos sobre el pecho de ese hombre.Quien detuvo a su chofer.—¡Vuelve a casa!***Joaquín estaba desesperado, una ligera lluvia caía en la ciudad.La idea de no volver a ver a Diana lo enloquecía, lo mataba.Condujo su propio auto por varias calles, hasta que, de pronto, divisó una figura menuda en medio de la carretera.Bajó de inmediato cuando la reconoció.Corrió hacia ella.—¡Diana!Diana se detuvo, Joaquín fue a su lado, su mirada era severa, la tomó de los brazos y la acercò a su cuerpo con fuerza.—¡¿Dónde demonios estabas?!—¡Estaba con mi exnovio! Estaba con Ronald.Los ojos de Joaquín se abrieron sorprendidos, jamás pensó escuchar esas palabras.—¡¿Qué?!—¿Por qué no quería que lo viera, Joaquín? ¿Qué ocultas?Joaquín la soltó, sintió miedo.—No es claro, es tu exnovio, no quiero que
Diana logró empujar al hombre y romper el beso, un destello de dolor estaba en los ojos de Joaquín.—¡Diana… por favor!—¿Por favor? Hablas de amor, pero nunca te acercaste a mí por amor, no mientas más, Joaquín, si fueras alguien bueno, solo me dejarías ir.—¡¿Por qué siempre quieres escapar de mí?! ¿No piensas en nuestros hijos?—Por ellos es que lo hago, no merecen vivir en este matrimonio roto, ¡como si no estuvieras esperando a un hijo con otra! ¡Como si no me hubieras mentido por cada día que te ame!El hombre bajó la mirada.De pronto, Joaquín la cargó en sus brazos.—¡¿Qué haces?!—Llevarte a donde perteneces, ese lugar es nuestro hogar.Ella no pudo decir nada, la subió al asiento de copiloto y condujo rumbo a la casa.***Al llegar, Joaquín se enteró de que su hermana aún no había vuelto, maldijo entre dientes, tenìa miedo por Margot y ordenó que siguieran buscándola.Diana intentó ir a su habitación, pero el hombre le retuvo.—No irás a ninguna parte.—¿Qué quieres de mí, Jo
—¿Qué haces? —preguntó casi asustada cuando esas manos hicieron que su vestido cayera al suelo, exponiendo su cuerpo delante de él.—¿Qué hago? Pues, quiero hacer el amor con mi esposa, ¿Así es como debo decirlo? —dijo Joaquín con tono de suficiencia que ella odió.Ella lo miró sorpresiva, un mohín de burla se formaba en el rostro de Joaquín al sentir el estupor de la mujer, pero también pudo sentir su piel erizada por su toque.—¡Claro que no! Mejor vete, Joaquín.—No lo haré, eres mi esposa, tienes una obligación que cumplir.—Yo… —ella titubeó tratando de encontrar una buena razón para alejarlo—. No quiero, punto. Así funciona esto, si la esposa no quiere, el esposo debe soportar.Joaquín comenzó a reír a carcajadas.—¡Por favor! Eres muy graciosa, Me encantan tus chistes, por cierto —ella puso los ojos en blanco de fastidio, estaba comenzando a abrumarla—. Hay un problema, Diana, y es que, en realidad, tú quieres esto, es màs, te estás muriendo de ganas porque te haga mía —dijo con