—Bueno, de todas formas estás aquí conmigo y luego… es mejor que yo… y tú si sientes ganas, pues… nos ayudemos con eso —Katrina asiente vehementemente a pesar de lo poco congruente de lo dicho por Ragnar. Ni él mismo sabe qué exactamente quería decir. Él le ofrece su mano y Katrina acepta para ir hasta sus piernas. Es ella quien lo besa ahora apasionadamente. Ninguno está seguro de que sea lo correcto volver a hacerlo después de lo de anoche, y en la mansión, a la vista de todos, pero lo que Ragnar no sabe es que esta vez, Katrina tiene otra idea en mente. Ragnar no deja de jadear cuando ella desabrocha su pantalón y libera su pene. Con sus manos empieza a sobar suavemente hasta que lo siente duro como una roca. Esta no es la misma Katrina cohibida de ayer, es como si una diosa de la lujuria se hubiese metido dentro de ella. —¿Estás segura de que quieres hacerlo? —pregunta Ragnar con la vista fija en esa parte de su cuerpo que la rubia desea acaparar vanamente con ambas manos—
Ragnar despierta en la mañana primero que Katrina, igual que ayer. Tal como hace siempre, la observa mientras duerme por unos minutos, con la diferencia que ahora ella ya se encuentra abrazada a su cintura con su cabeza encima de su estómago, con ese color en sus mejillas que la hacen ver adorable. Ragnar gira la cabeza sólo un poco a su costado y puede ver que ya pronto será hora de ir a la oficina, no puede dejar de asistir a una reunión que tiene prevista para el día de hoy, ya que ayer había decidido cancelarla. Poco tiempo después, y sin que pueda hacer nada para evitarlo, la alarma de su celular suena de manera estrepitosa y Katrina despierta aturdida, ínterin en el cual golpea la nariz de Ragnar con su brazo. Ella se levanta bruscamente de la cama mientras se frota los ojos. Ragnar la observa entre divertido y un poco adolorido por su golpe. —¿Te lastimé? Lo siento, yo no quise… —No es nada, Katrina. Debemos prepararnos ahora, o será tarde para ir a la oficina —dice Ragna
Ragnar y Katrina entran al ascensor y ella no puede evitar ponerse nerviosa. Todas aquellas personas la miraban como si fuera un bicho raro cuando entraron, mientras que a Ragnar lo saludaban con mucho respeto. Por suerte, para ella, la caja metálica llega rápido y bajan a un piso igualmente impresionante como todo el edificio. —Buenos días, alfa Ragnar —Octavio se levanta de su silla para recibirlo, apenas la puerta del ascensor se abre. A Katrina le parece gracioso la forma tan recta que él se para en presencia de Ragnar y que no sea capaz de mirarlo a los ojos mientras le habla. —Buenos días, Octavio. Ella es Katrina, va a trabajar con nosotros a partir de hoy. Utilizará el escritorio que te pedí que coloques en mi oficina. Te enviaré un correo especificando cuáles serán sus funciones principales dentro de la empresa. Te pido que la ayudes con aquello que pueda necesitar en estos días hasta que se acostumbre al flujo de trabajo. —Bienvenida, señora Katrina. Estoy a sus órdenes.
Esa mañana Ragnar, pasa de reunión en reunión acompañado de Katrina, por supuesto, incluso en la junta principal de directivos. Todos quieren saber quién es esa misteriosa mujer que lo sigue en todas partes y a quien el alfa parece tener mucho afecto y confianza.Katrina se encarga hasta del más mínimo detalle que Ragnar le pide mientras él mismo le va explicando muchas cosas. Con los estudios de administración que tiene ella, todo le resulta más fácil y Ragnar se da cuenta de que no es una alumna deficiente, por el contrario, aprende muy rápido y resuelve problemas de manera adecuada.A todos los empleados la presenta como Katrina solamente, pero nadie sabe exactamente quién es ella, de él y para qué viene en la empresa.Entre los dos hay mucha tensión sexual que aún sigue muy vigente desde la mañana en la ducha y en más de una ocasión se quedan solamente a un par de centímetros el uno del otro con muchas ganas de besarse.Ya de regreso a la mansión, ambos se bañan juntos, igual que
Ragnar se levanta bien temprano a la madrugada para hacer sus ejercicios matutinos. Katrina despierta algo aturdida, tiempo después, mira a su lado y ya no encuentra a Ragnar. Le cuesta creer que tenga fuerzas para ejercitarse luego de cómo se veía anoche. Ese hombre es totalmente impredecible para ella.Bufando va hasta el sanitario, se lava la cara y luego camina hasta el gimnasio. Ella niega al verlo hacer esas poses de yoga que a ella le parecen simplemente imposibles de hacer. Un hombre tan grande con esa elasticidad y resistencia no se ven todos los días.—Buenos días, preciosa —La saluda él sin voltear a verla—. ¿Quieres acompañarme? Te hará bien estirarte un poco. —Otro tipo de estiramiento me vendría mejor —responde ella mientras ojea un poco por el sitio. Es grande, bien iluminado y con todos los aparatos necesarios para poder ejercitarse de manera correcta. Ragnar sonríe al escucharla. La verdad es que ya está creyendo que una diosa de la lujuria se apoderó del cuerpo in
—¡Sea bienvenida, señora Katrina! Buenos días —Octavio toma las cosas de manos del portero y la sigue hasta la oficina—. Le mandé traer su té de naranja con miel, tal como le gusta. —Gracias, Octavio. ¡Qué rápido me conoces!—El alfa Ragnar me avisó que hoy no vendrá y que revise los pendientes con usted. Tengo las carpetas ya en el escritorio por orden de urgencia. —No tengo idea de qué debemos hacer, Octavio. Es mi segundo día.—Son algunos problemas que necesitan solución al día, señora Katrina. Algunos pagos a proveedores y otros documentos importantes que necesitan la firma del alfa Ragnar.—Bueno, los pagos podemos revisarlos, pero los documentos que necesitan la firma de Ragnar, los dejaremos para cuando él venga —Katrina se quita la chaqueta antes de sentarse y empezar a hojear la primera carpeta—. No me dijo a qué hora vendría. ¿A ti te dijo dónde se fue?—El alfa no me dijo su ubicación, señora, pero me dijo que usted podría firmar los documentos para poder validarlos —La
Katrina toma el ascensor que se abre justo en ese instante. Ni siquiera es capaz de explicar lo que siente en estos momentos. Algo en su pecho le duele y mucho, como si su corazón se estuviera partiendo en mil pedazos. Nunca antes había sentido algo como esto, ni siquiera cuando encontró a Jarl con Lizzie o cuando él verbalizó el rechazo. Es demasiado doloroso. ¿Acaso está enamorada de Ragnar? Llega hasta la planta baja y sale a pasos presurosos del edificio, toma el primer taxi que pasa en frente, sin mirar atrás. Oye su celular sonar dentro de la cartera una y mil veces, pero prefiere ignorarlo. No puede evitar llorar. El chofer del taxi la mira desde el espejo retrovisor con tristeza. —¿Desea que la lleve a algún sitio en específico, señora? —¿Puede solo dar vueltas por el momento? Por favor.El chofer del taxi asiente y hace lo que le pide. Ragnar baja por las escaleras desde el último piso a toda prisa, pero ya no la encuentra por ningún lado. Pregunta al portero y él le info
En la mansión, sentada en el balcón, Katrina mantiene la vista fija en la entrada principal. Tanto Rubí como Paula han llamado a Ragnar cientos de veces, pero su celular está completamente apagado. Incluso mandaron a Julián al edificio a buscarlo y no lo encontró, pero el portero le dijo que él salió con Mary más temprano y que no ha vuelto desde entonces. —Me iré a dormir —dice Katrina con la voz ronca, levantándose del sillón donde lleva horas sentada—. Creo que él ya no va a venir. —Esto tiene una explicación, Katrina —dice Rubí—. Conozco a mi hermano, sé que él no tiene ninguna relación con esa mujer.—Eso ya no importa, Rubí —Katrina cierra sus ventanas y acomoda su cortina antes de irse a la cama—. Tu mamá tiene razón, es mejor no afligirse por algo que no puedo cambiar.Katrina se acuesta, pero no puede dormir, le es imposible hacerlo. Por más que intenta no pensar en lo que pasó, no puede evitarlo y el llanto vuelve nuevamente. (...)Dentro de la clínica, ya casi al amanece