—¿Estás bien? —una mano apretó su muslo y ella llevó la mirada hacia el toque de Andrew, para luego desviarla a sus ojos evidentemente preocupados.
—Quiero ir… un momento al baño…
—Claro —él se levantó ofreciéndole la mano—. Te acompañaré.
Natali se levantó con delicadeza viendo como todos en la mesa la observaban en silencio.
—Quiero ir sola… —Los ojos de Andrew se tornaron oscuros mirándola intensamente por largos segundos, hasta que asintió.
—De acuerdo…
Este era el momento, ella pensó. No le daría una excusa, se iría de este lugar en cuando saliera del baño, y escaparía de él para siempre.
Pero justo cuando pasó por su lado Andrew, él le atajó el brazo y luego le susurró en el o&iacu
—¡Ana!, tu teléfono está muerto, perdóname por molestar a tu pareja, pero mi hermano ha tenido un accidente, mis padres están destrozados, ¡creo que Andrew no podrá volver a caminar!, ayúdanos, por favor, ¡Ayúdanos!Las lágrimas bajaron por el rostro de Andrea mientras se sentaba en un banco del hospital muy lejos de la gente que esperaba por más noticias de su hermano.Ella sabía que nadie aprobaría esta llamada, incluso su padre la mataría si se llegara a enterar de que estaba pidiéndole a Ana que viniera. Pero saber que el médico informó a su familia que Andrew no quería hablar con nadie, ni siquiera con ella misma, hizo que su corazón se deshiciera ante su sufrimiento.Su hermano debía estar devastado, y no había otra persona en el mundo que escucharía en este momento sino a Ana. Así que lo
Justo cuando faltaba un poco para las seis de la mañana, ella decidió levantarse y zarandear a Peter que dormía en una silla dando cabezadas a cada rato.—Peter… —su amigo dio un salto algo asustado tomando su muñeca—. Es mejor que vayas a cambiarte, debes estar aquí antes de la siete.El chico asintió, se restregó los ojos y se levantó de la silla.—¿Qué vas a hacer tú? —ella negó.—Hay unas duchas, y en el cuarto de vestier hay ropa mía del trabajo…—¿Quieres que te traiga algo?—No… trataré de salir unos minutos antes para ir a buscar mi otra ropa de trabajo donde Lana, realmente no necesito alguna cosa —su sonrisa se ensanchó dándole confianza a Peter, haciendo que él asintiera y se despidiera de ella.En cuanto el pasillo estuvo sol
—Andrew… ¿Cómo te sientes? —él levantó la mirada para ver al traumatólogo del hospital, y también su compañero, el doctor Albert Archer, quien fue el que operó su pierna.Asintiendo y tratando de acomodarse le miró.—Bien…—Envié a colocar algunos analgésicos para el dolor… ya llevas varias horas de la operación y debe estar despertándote el cuerpo. Todo salió muy bien, pero quiero darte algunas recomendaciones…Justo cuando el hombre iba a comenzar, Henry entró a la habitación enviándole una sonrisa a ambos.—Eres un suertudo… ni siquiera quiero imaginar el por qué ibas a esa velocidad, Andrew…—¿Cuáles son tus recomendaciones? —él se giró haciendo caso omiso a su compañero, mientras Albert asinti&oa
—Yo… ni siquiera puedo creer lo que me cuentas… ¿Jarol se volvió loco acaso?Andrew negó hacia Ana mientras le apretó la mano e intentó acomodarse nuevamente, ya que el pecho le había comenzado a doler.—Lo había estado haciendo antes, pero… con otro tipo de mujeres, supongo…—Pero… ¿Esta chica no es la misma de la que me hablaste hace unos meses? Yo pensé… ¿Estás enamorado de ella?La pregunta lo tomó por sorpresa, y aunque quería girar mil veces no, y aunque la rabia lo consumía por dentro, estaría mintiendo al negar que no lo hacía.A pesar de su rabia, decepción y dolor. A pesar de que no volvería a dirigirle la mirada, y muy a pesar de querer matarla y enterrarla al mismo tiempo.—Ok, no necesitas responder a lo evidente… y en verdad lo sien
Ana salió de la habitación sintiendo la mirada aniquiladora de casi todos los presentes.Ahora lo entendía mucho mejor, pero lo único que estaba congestionando su vida entera en este momento, eran esos ojos que casi le traspasaban el alma.Había llegado la hora, y su mirada le indicó a Xavier que era el momento de retirarse para hablar.—¿Nos vamos? —los brazos de su hombre envolvieron su cintura mientras ella asintió.Caminó lento por el pasillo, había prometido a Andrew entrar nuevamente, pero por el tipo de noticia que le daría a Xavier iba a ser necesario que estuvieran solos, cómodos, y algo relajados para el momento.—¿Qué te parece si vamos a un hotel, pedimos comida y, descansamos…? Mañana quiero venir a despedirme de Andrew, sé que tenemos trabajo en L.A. que no puede esperar…Xavie
Era un estúpido anillo que brillaba más que su sonrisa. Uno que odió a lo largo de su vida y que carecía de importancia tanto para él como para ella.Ese del que juró no volver a colocarse y del que olvidó y borró de su memoria.Pero ahora, todo era diferente.—Es… es un estúpido anillo —Ana dijo como si le hubiese leído la mente mientras él ensanchó la sonrisa, y otra lágrima corrió por su mejilla.Cuanto odiaba llorar.—Xavier… no, ni siquiera puedo creer que sueltes una sola lágrima.Él negó alzando la palma.—Si le dices esto a alguien… te juro…Ana tapó su boca riendo como una desquiciada. La verdad es que ahora su cuerpo temblaba de puro nerviosismo, emoción y algo que nunca había sentido jamás.—Yo…
—No te preocupes, seré rápida, mi… —Ana se giró hacia su espalda para ver que Xavier seguía hablando por teléfono, y luego volvió su mirada hacia Nat—. Él no tardará en colgar, y ya debemos irnos.Natali parpadeó carias veces llevando sus ojos hacia el hombre que las miró un momento, y luego salió del pasillo para seguir hablando por teléfono.—Está bien… podemos ir a la cafetería del hospital.Ana asintió caminando, y amabas se fueron al instante para llegar al salón de la cafetería que estaba poco concurrido. Ellas tomaron asiento en una de las mesas y en cuanto Ana puso las manos encima de la superficie, Nat no pudo evitar observar su anillo reluciente en el dedo anular.—Natali… creo imaginar que además de mi nombre, sabes que conozco a Andrew desde hace mucho.Nat asint
Dos meses después…—Señor Garesche… —el tutor se giró cuando Natali lo llamó en el pasillo de la universidad, pero sin hacerle mucho caso, siguió caminando.Entonces ella tuvo que correr para alcanzarlo.—¡Señor Garesche…!—Ya la estoy escuchando… todo el pasillo puede oírla —Nat sonrió intentando llevar su pasó mientras cargaba algunos libros en sus brazos.—Bien… ¿Qué han dicho de mi traslado? ¿Cree que me cambien esta semana?De un momento a otro su tutor se detuvo de golpe y se acomodó los lentes mirándole fijamente.—Solo alguien tonto puede pedir el traslado de sus pasantías del hospital Mercy… ¿No cree que debería pensarlo un poco?Nat negó. Ya había pas