Como pudo me acostó en la cama y ella también lo hizo, Abrí los ojos unas horas después, quería seguir con la broma.
—Emma…— la mecí suavemente —Emma… es importante —ella despertó.
—¿Qué sucede?— preguntó algo adormilada, se había girado a mi dirección, quedamos cara a cara.
—Me siento mal— susurré y ella abrió rápidamente sus ojos —no entiendo… ¿Cómo pudiste estar tan cerca de Abundio y ser tan linda con él, pero…? ¿Por qué eres tan distante con tu esposo? ¿Lo quieres menos que a ese mal hombre? Te acercaste mucho a él, sin embargo, a mí me alejas… ¿Por qué no te acercas a mí?— la mirada confundida de Emma estaba sobre mí.
—Esteban, deberías dormir, estás
—¿Quién vino por él? Yo no envié a nadie— pregunté con mi corazón encogido.—Eran unos eunucos del palacio, pensé que ustedes los habían enviado, ¿Por qué querrían a Maximiliano?— expresó mi padre bastante preocupado.—Esos hombres están muertos— sentencié apretando mi puño mientras me dirigía a la salida.—Emma, iré contigo— formuló Esteban acercándose a mí.—No, ve tú por el rey y algunos soldados, los seguiré— ordené tomando una soga que se encontraba en el lugar.Salí sin esperar respuesta por parte de Esteban, necesitaba encontrar a Maxi, ¡Debía hacerlo! Por suerte sabía que estaban saliendo de la ciudad ¿Qué querían hacer con Maxi? ¿Para qué hacían esto? Ten
Llegamos a una especie de claro en medio del lugar, había un árbol notablemente más ancho que los otros, un par de piecitos pequeños se asomaban, al acercarme más vi los pies de Emma, estaban inmóviles. Mi corazón se paralizó por un momento, sin embargo, me acerqué para observarlos mejor, ellos estaban… ¿Dormidos? Una sonrisita se escapó de mi rostro al igual que el de todos los presentes, Emma estaba recostada en el árbol y tenía entre sus brazos a Max, se podían apreciar tan bien juntos, esos aires maternos de Emma me atraían cada vez más, me incliné y la desperté.—Oh… ya llegaron— dijo meciendo con cuidado a Max.—¿Dónde están los eunucos Emma?— preguntó mi padre observando en todas las direcciones.Emma sonrió y señaló hacia arriba, automáti
—Así que ¿prefieres morir antes que yo?— negué con la cabeza —¿Entonces? Si no quieres morir viuda.—Podemos morir juntos— solté de una sola —de este modo ninguno sufrirá sin el otro.Sonreí de lado y acercándome a él, lo besé.—¡No es justo! Yo quería besarte pri…— se detuvo al sentir mis labios junto a los suyos.—Gané— susurré mientras me alejaba.Él me tomó del brazo haciendo que nuestros cuerpos quedaran cerca, una sonrisa se formó en sus labios y se acercó a mi rostro.—¡Mamá! ¡Ya llegué!— dijo Maxi muy animado mientras entraba junto al rey.Esteban y yo nos alejamos rápidamente, me acerqué a Maxi mientras lo abrazaba, era la primera vez que me llamaba así y de una manera extremadam
—Mi registro de matrimonio, su majestad, me muestra como Emma Edevane— sonreí y añadí —¿Alguna otra cosa?—¡Ese es tu nombre de casada! Queremos el de soltera— exclamó Esteban.—El rey no lo especificó… pero, mi nombre es Emmalirosa— expliqué y me acerqué a la puerta conteniendo la risa.—Eso no es cierto— expresó Emmanuel riendo.—¡Emma! Todos queremos saber— se acercó Esteban.—Les confesaré cómo me llamo— su rostro se iluminó —si me vences en un duelo— sonreí de lado.—Eso es una trampa… ya he caído con eso— susurró Emmanuel.—Sí… algo me dice que ella tiene un as bajo la manga— añadió el general.—esto se puso más entretenido&mdas
—¡Max! ¿Hay algo que quieras?— preguntó Esteban con una leve sonrisa.Vaya, está tan desesperado que busca sobornar a un niño de nueve años, eso no es algo que debería esperarse de un futuro rey.—No, estoy muy feliz con lo que tengo ahora y lo que deseo no es algo que usted pueda conceder— sonrió de manera melancólica.Esa respuesta hace que me sienta cada vez más impotente ¿Qué sería algo que él puede desear que no haya posibilidad de que el hijo del rey lo conceda, sino traer a su mamá de vuelta?—¡Emma! ¿Estás bien?— Preguntó Esteban corriendo a mi dirección.Asentí en silencio, en ese momento me di cuenta de que estaba llorando, no importa cuanto me esfuerce, es imposible que yo pueda reemplazar a una madre, eso es más que cierto, pero, ¿No puedo hacer
—Además de leer los ojos, es un poco convencido, su majestad— sonreí de lado.—Señora Emma, los ojos no mienten ¿Recuerda que prometimos decir la verdad y nada más que la verdad?— arqueó su ceja.—Efectivamente… en ese caso tendré que darle una respuesta afirmativa, tiene toda la razón— me giré dando unos pasos a su lado y un suave golpe en su hombro.Esteban con una pequeña sonrisa en el rostro, tomándome del brazo hizo que me estrellara con su pecho.Levantó con una de sus manos mi rostro su mirada estaba puesta de manera fija sobre mí. Su lenta aproximación hacía que mi corazón se acelerara y mis ojos se cerraran instintivamente hasta que pude sentir sus labios sobre los míos, al alejarnos escondió detrás de mi oreja un mechón rebelde y me acunó entre sus brazos.
Él asintió repetidas veces, había tragado muy grueso.—Lo siento— rio por lo bajo, aunque también estaba temblando.Gracias a Esteban, pude hablar un poco más acerca de las cosas que me preocupaban, daré todo de mí para garantizar el bienestar de nuestro hijo.—¿Crees que es hora de volver a casa?— pregunté regresando a mi posición original.—No, aún hay algo que quiero hacer contigo— respondió Esteban mientras se colocaba de pie y extendía su mano.Volvimos al caballo, después de un momento llegamos a un lugar que no había llegado a ver, bueno, ya son dos.—Emma, cierra los ojos— susurró.Asentí e hice como me pidió, él me guio con cuidado por un tiempo, no sé realmente cuánto fue, porque me pareció un siglo.—&iques
—Creo que ese es un plan muy arriesgado, recién tengo nueva consejera y ella ya quiere correr a la muerte— comentó el rey.—Pero si no hacemos nada, ni el rey, ni su hijo, nuera y reino existirá más, es un sacrificio que es necesario hacer, además no puedo quedarme cruzada de brazos mientras mi hermano está en una mazmorra— argumenté.—Emma… ¿Estás segura de esto?— preguntó Esteban tomando mi mano.—Sí, estoy más que segura que es la elección correcta para el reino. Sugiero que el rey se quede y vayan Esteban y los generales del ejército a la guerra, claro está que debemos exceptuar al que comandará al que quedará aquí en este lugar.—Eres muy testaruda, así que mejor te hacemos caso, no se me ocurre nada más— dijo el General.—¿Có