¿Quieren nadar?

Llegamos a una especie de claro en medio del lugar, había un árbol notablemente más ancho que los otros, un par de piecitos pequeños se asomaban, al acercarme más vi los pies de Emma, estaban inmóviles. Mi corazón se paralizó por un momento, sin embargo, me acerqué para observarlos mejor, ellos estaban… ¿Dormidos? Una sonrisita se escapó de mi rostro al igual que el de todos los presentes, Emma estaba recostada en el árbol y tenía entre sus brazos a Max, se podían apreciar tan bien juntos, esos aires maternos de Emma me atraían cada vez más, me incliné y la desperté.

—Oh… ya llegaron— dijo meciendo con cuidado a Max.

—¿Dónde están los eunucos Emma?— preguntó mi padre observando en todas las direcciones.

Emma sonrió y señaló hacia arriba, automáti

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