A mano de una mujer

Mi hombro aún dolía, pero no podía negarme a lo que estaba en frente de mí, me acerqué al rey y tomando la espada en mis manos, me incliné para dedicarle unas últimas palabras a ese hombre.

—Mi padre me decía: «El peor enemigo de una persona es ella misma, porque cuando se embriaga de soberbia y orgullo, hace hasta lo imposible por destruir todo a su alrededor, sin embargo termina destruyéndose, quedando solo y miserable». Es una pena que haya decidido tomar un mal camino, arrastrando consigo la vida de esas dos mujeres y su familia. Ahora, morirá por la mano de una mujer y para mí, es un honor vengar sus muertes, no obstante, no se sienta mal, cuidaré bien de mi esposo y mi hijo— al terminar de hablar elevé la espada y con fuerza la dejé caer.

El pueblo estuvo en silencio por cinco segundos, pero después de eso, gritaron de felicidad, llev&e

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