Mi tío Diego

—¿Qué piensan? —pregunté, esperando la opinión de mis amigos.

—Quitando los gemidos, está bien —rió Samuel.

—Es de verdad, ¿creen que podemos hacer algo con esto? Técnicamente es una confesión —comenté, buscando confirmación.

Noté que Gabriel estaba muy enfadado. No había planeado que él escuchara el audio; solo debía oírlo Samuel, pero el chismoso lo enseñó.

—Le consultaré al abogado —dijo Gabriel, con determinación.

—Si no sirve el audio, testificaré yo —afirmó Samuel.

Me acerqué a Gabriel, quien estaba fumando en el jardín.

—¿Qué rico? ¿Cómo consigues las confesiones, Alba? —me dijo con sarcasmo.

—Esto es muy importante, sabes lo que significa para mí poder encarcelar a Alex —respondí, tratando de explicarle.

—Sabes lo que significa para mí que te acuestes con mi tío cada vez que me—.

—Ya me tengo que ir —lo interrumpí, anticipando una discusión.

—Estás muy fogosita —rió, pero su tono denotaba enfado—. Sabes, yo también tengo una...

—No es eso, imbécil —interrumpí, molesta—. Voy a
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo