Su confesión

No tuve opción y me subí al carro de Alex. Gabriel iba adelante en su coche y nosotros lo seguíamos; después de todo, íbamos al mismo lugar.

—¿Cómo está Emma? —le pregunté, intentando mantener la conversación ligera.

—Mucho mejor —respondió, aunque noté que el chofer dobló y estábamos yendo en la dirección opuesta a casa. Mi nerviosismo aumentó; quizás Alex ya sabía quién soy y quería deshacerse de mí.

—El chofer se equivocó —intenté mantener la calma.

—No vamos a casa, amor —respondió Alex, su tono suave pero decidido.

—¿Y entonces? —pregunté, tratando de esconder mi creciente ansiedad.

—Es sorpresa, pequeña —dijo mientras comenzaba a acariciar mi muslo. Le aparté la mano, incómoda con su toque.

Finalmente, llegamos a una zona muy lujosa con muchas mansiones. Bajamos y el chofer regresó a casa después de que Alex le ordenara que volviera a buscarnos mañana.

Al entrar a la casa, quedé impresionada. Era incluso más grande que la mansión Santillán. Alex me hizo un pequeño recorrido, mos
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