Espero les esté gustando la novela. Actualizo todos los días. No olviden seguirme y dejar un comentario.
—¿Es verdad lo que dijiste? —le pregunté a Brad cuando estuvimos a solas, mi voz apenas un susurro cargado de incredulidad y miedo.—Yo nunca miento, Alba —me respondió con firmeza, abrazándome y comenzando a frotar mi espalda en un intento de consolarme.—No puedo creer que Alex lastimó a su hermano —dije, sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas—. No puedo creer que él sea un monstruo. Él no pudo ser capaz.—Ya, hermosa —dijo Brad, deteniendo mis lágrimas con sus manos en mis mejillas, su mirada llena de compasión.—Amo a un asesino. ¿Qué clase de persona soy yo? —pregunté, mi voz quebrada por la desesperación.—Alba, él te manipula a su antojo, hermosa —respondió, su voz suave pero llena de convicción.—Me dejas sola —le pedí, sintiendo que necesitaba un momento para procesar todo.—Me quedaré en el cuarto de al lado. Ve a dormir, hermosa —dijo, depositando un beso en mi frente antes de permitirme dirigirme hacia mi habitación.[...]Nos reunimos en casa de Brad, Samuel, Es
No tuve opción y me subí al carro de Alex. Gabriel iba adelante en su coche y nosotros lo seguíamos; después de todo, íbamos al mismo lugar.—¿Cómo está Emma? —le pregunté, intentando mantener la conversación ligera.—Mucho mejor —respondió, aunque noté que el chofer dobló y estábamos yendo en la dirección opuesta a casa. Mi nerviosismo aumentó; quizás Alex ya sabía quién soy y quería deshacerse de mí.—El chofer se equivocó —intenté mantener la calma.—No vamos a casa, amor —respondió Alex, su tono suave pero decidido.—¿Y entonces? —pregunté, tratando de esconder mi creciente ansiedad.—Es sorpresa, pequeña —dijo mientras comenzaba a acariciar mi muslo. Le aparté la mano, incómoda con su toque.Finalmente, llegamos a una zona muy lujosa con muchas mansiones. Bajamos y el chofer regresó a casa después de que Alex le ordenara que volviera a buscarnos mañana.Al entrar a la casa, quedé impresionada. Era incluso más grande que la mansión Santillán. Alex me hizo un pequeño recorrido, mos
—¿Qué piensan? —pregunté, esperando la opinión de mis amigos.—Quitando los gemidos, está bien —rió Samuel.—Es de verdad, ¿creen que podemos hacer algo con esto? Técnicamente es una confesión —comenté, buscando confirmación.Noté que Gabriel estaba muy enfadado. No había planeado que él escuchara el audio; solo debía oírlo Samuel, pero el chismoso lo enseñó.—Le consultaré al abogado —dijo Gabriel, con determinación.—Si no sirve el audio, testificaré yo —afirmó Samuel.Me acerqué a Gabriel, quien estaba fumando en el jardín.—¿Qué rico? ¿Cómo consigues las confesiones, Alba? —me dijo con sarcasmo.—Esto es muy importante, sabes lo que significa para mí poder encarcelar a Alex —respondí, tratando de explicarle.—Sabes lo que significa para mí que te acuestes con mi tío cada vez que me—.—Ya me tengo que ir —lo interrumpí, anticipando una discusión.—Estás muy fogosita —rió, pero su tono denotaba enfado—. Sabes, yo también tengo una...—No es eso, imbécil —interrumpí, molesta—. Voy a
Las últimas semanas han sido un torbellino de emociones, una montaña rusa que parece no tener fin. Mi tío ha estado meticulosamente armando el caso en contra de Alex, mientras yo me he mantenido al margen de todo, distanciándome de su vida poco a poco, enterándome de los acontecimientos a través de Gabriel.Hoy es el día en que van a arrestar a Alex. He sido parte de este proceso desde el principio, y ahora, con la asesoría de mi tío, he interpuesto la denuncia que marca oficialmente mi regreso como Alba Miller Smith, dejando atrás la identidad de Rubí Sánchez que tanto me costó construir.Hicimos una prueba de ADN hace algunas semanas para confirmar mi identidad, y los resultados fueron contundentes. También se reabrió el caso del padre de Gabriel, una búsqueda de justicia que ha estado latente durante tanto tiempo. Las cámaras de seguridad revelaron la verdad sobre la muerte de Ivana, un doloroso descubrimiento que solo profundizó la herida que ya existía en el corazón de Gabriel.L
Me desperté en medio de la madrugada, ahogada en lágrimas como ha sido habitual en el último mes. Gabriel, mi fiel apoyo, rodeó mi cintura con sus brazos y comenzó a frotar mi espalda, intentando calmar mis sollozos. —¡Ya pasó, Alba! —susurró, con voz suave y reconfortante. —No entiendo, ¿por qué no puedo recordar? —murmuré entre sollozos. —Ya lo harás —me aseguró, depositando un beso en mi mejilla. —Perdón por despertarte —me disculpé, sintiendo un nudo en la garganta. Él respondió con un bostezo. —¿Qué dices, acosadora? Yo estaba despierto. —Ajá, Gabriel —musité, con una sonrisa leve. —Vuelve a dormir, mañana hay que levantarnos temprano —me recordó, acariciando mi cabello con ternura. —Lo sé —bostecé, sintiendo el cansancio pesar sobre mis párpados. —¿O tienes ganas? —me preguntó con una pizca de diversión. —Claro que no, solo tengo ganas de dormir —respondí, con un suspiro cansado. En el último tiempo, Gabriel ha sido mi roca, al igual que mis amigos y famili
No logré controlarme. La necesidad me abrumaba, así que me encerré en el baño para tocarme a gusto, sin hacer ruidos. Con manos temblorosas, procedí a bajar mis bragas, dejando al descubierto mi piel. Primero, masajeé mi clítoris suavemente, sintiendo cómo el placer crecía con cada movimiento circular de mis dedos. Mis pensamientos se llenaban de Alex, su rostro, su tacto, su voz. La intensidad de mis sensaciones aumentaba, y comencé a buscar mi entrada con uno de mis dedos, explorando lentamente. No lograba quitar la imagen de Alex de mi cabeza. Los recuerdos se agolpaban en mi mente, tanto de la última vez que estuvimos juntos como de la primera. Los gemidos amenazaban con escapar, y debí llevar mi mano libre a mis labios para sofocarlos, evitando alarmar a alguien.Cuando finalmente terminé, sentí una mezcla de alivio y culpa. Me duché, dejando que el agua caliente relajara mi cuerpo y aliviara el calor que aún sentía en mi piel. Después de secarme, me cambié de ropa, eligiendo alg
Las semanas transcurrieron rápidamente, y me acerqué mucho a Emma. Es increíble cómo los papeles se invierten con las niñas ahora que soy yo quien asume el rol de cuidar y proteger. Estamos planeando su cumpleaños número quince, que será en un par de días. La emoción es palpable en la casa. Hemos escogido el vestido, las decoraciones, los centros de mesa, las rosas y todo lo necesario para la fiesta. Al menos, esto la mantiene entretenida y feliz.Una tarde, mientras repasábamos los últimos detalles, Elisa me hizo una pregunta que sabía tendría repercusiones.—¿Alba, invitarás a los Santillán? —me preguntó con su usual franqueza.Suspiré—. Aunque no quiera, Emma se crió con ellos. No puedo negarle su presencia en un día tan importante.Elisa asintió, entendiendo—. Sentirá mucho la ausencia de Alex. Es muy importante para una niña contar con su padre, sobre todo en un día como este.—No me lo tienes que recordar —dije, sintiendo una punzada de culpa.—Sabes que soy muy directa y no te d
Alexis Frank ríe a carcajadas—Eres tan infantil, Alexis Santillán. ¿Cuándo dejarás de jugar al Romeo y harás tu aparición?—pregunta con seriedad. Sé que es muy anticuado enviarle cartas a mi pequeña, pero me encanta hacerlo. Sinceramente, creo que es una excelente forma de recordarle que, haga lo que haga, nunca podrá olvidarse de mí y que yo soy y siempre seré su dueño absoluto. —Pronto, Alba necesita tiempo—respondo con calma. En realidad, hace una semana salí de prisión por falta de pruebas. Tengo una excelente abogada y se comprobó que a Ivana la asesinó una mujer. En cuanto al caso de los Miller, no hay ninguna prueba en mi contra. ¿Por qué Alba no lo sabe? Simplemente porque no quiero que lo sepa. Es muy fácil mantener las cosas ocultas cuando tienes poder. De todas formas, hablé con Diego y él accedió a no decirle nada para no preocuparla. Siento en mi corazón que él sabe que no soy un asesino; simplemente, se dejó llevar por la emoción de la aparición de Alba y quiso ayu