Capítulo 4. Disipando mi malestar
Ivanna Linares Flores
León, Guanajuato, México
–Licenciada, digo Ivanna, yo lo siento mucho – Se disculpó – Se me volteó la taza.
Pues ya me había dado cuenta y creo que esto me había despertado más rápido que si me la hubiera tomado, esperaba que no me hubiera quemado demasiado, estaba siendo en verdad muy torpe por lo nervioso que yo lo ponía sin siquiera proponérmelo.
–Después te disculpas, ve por algo para que yo pueda secarme y limpiar este desorden – Le pedí – Apúrate por favor.
Él no sabía ni que hacer, se había quedado petrificado viendo cómo el líquido se iba esparciendo todo, esto era un desastre, necesitaba limpiarme cuanto antes, por eso lo mandé a buscar algo con qué secarme con tanta rapidez.
–Sí, licenciada.
Cristóbal fue por algo para que yo me limpiara y así lo hice y después, él mismo se encargó de limpiar mi escritorio y de hacerlo de tal manera, que solo verlo hacer algo como eso, estaba encendiendo algo en mí. Este chico era muy torpe y se ponía demasiado nervioso cuando tenemos interacción y eso no puede estar ocurriendo, ya que tendremos que interactuar, casi todo el tiempo.
–Cristóbal, trae mi agenda. Por favor – Le pedí – Y prepárate, porque saldremos en diez minutos. Pero antes, trae uno de mis trajes del closet de la oficina, no me puedo presentar así con el cliente.
Todo estaba manchado por el café, estaba también toda olorosa a ese líquido y me tenía que cambiar de ropa, afortunadamente siempre tenía ropa con la que me pudiera cambiar para cualquier situación, siendo esta una de ellas. Qué bueno que contaba con estos cambios en la oficina, no sé qué hubiera sido de mi cita con ese cliente.
–Enseguida, licenciada.
Él hizo lo que le pedí, me cambié y salimos a una cita con un cliente al que vimos en su casa, era una casa hermosa y elegante y él nos ofreció unas bebidas de tomar, algo que mi pasante no quiso aceptar y yo suponía el motivo, por lo que había pasado con el café hace un rato en mi oficina.
Afortunadamente, eso no impidió que él me asistiera muy bien en la reunión con el cliente y todo nos salió de maravilla. Se veía que estaba muy bien preparado, tomando apuntes y estando atento a todo lo que se decía.
–Muchas gracias, por venir a atenderme a mi casa, licenciada Linares – Dijo el cliente – Espero que me llame para darme buenas noticias.
Por supuesto nuestro trabajo era hacer las diligencias lo más pronto posible para que los clientes estuvieran contentos con lo que hacíamos, estaría llamándolo yo o en su defecto Cristóbal, pero la información se la teníamos que dar a la brevedad.
–Por nada, ya sabe que cuenta siempre con mi profesionalismo para llevar sus asuntos, señor Mendiola – Respondí – Lo llamaré a la brevedad y en caso de no hacerlo yo, lo llamará mi asistente aquí presente, el licenciado Mendoza.
Desde ya lo tenía que incluir en cualquiera de las citas a las que asistiéramos, pues él se iba a encargar de muchas cosas en la firma, para eso se estaba formando, a pesar de que todavía no se ha recibido de licenciado, así se le tenía que llamar.
–Aún no soy abogado, pero gracias – Repuso Cristóbal – Estoy a sus órdenes, señor, buenas tardes.
Tenía que aprender a sentirse ya un licenciado, estaba aprendiendo desde que empezó a estudiar, pero ya en la pasantía estaba haciendo trabajo práctico y se iba a encontrar con muchas personas que lo llamarán licenciado sin aún serlo.
–Que les vaya bien, buenas tardes y muchas gracias.
Cristóbal y yo, salimos de la casa del cliente y nos subimos en el ascensor para bajar al estacionamiento, ahora estaba vació dejándonos ahí solos a nosotros dos. Sentía cómo el espacio se hacía más chico y yo, comencé a sentir que me asfixiaba ahí dentro y él lo notó y comenzó a hacerme aire con la carpeta que llevaba en la mano, lo que me pareció un gesto muy tierno.
–No se preocupe, licenciada – El insistía con lo de licenciada – Sé por qué se pone así. Mi madre padece el mismo mal, le da nervios estar en lugares cerrados.
Tenía claustrofobia, pero trataba de controlarla, pero ahora no sé a qué se debía que me sentí desprotegida, este lugar se empezó a poner más pequeño cada vez más y ya no soportaba. Cerré los ojos esperando a que me pasara el malestar.
–Sí, tengo claustrofobia – Admití apenada – Y quedamos que licenciada no.
Tenía que desviar la conversación hacia un tema que no me hiciera sentir este bajón por estar en este bendito ascensor. Algo que siempre traté de controlar y muchas veces me ganaba.
–Lo siento, Ivanna. Piénsalo así, ya casi bajaremos del ascensor, mejor piensa en algo bonito.
Si supiera en qué es lo que estado pensando todo este tiempo, mejor dicho desde ayer que lo conocí, no he dejado de pensar en que es un chico muy bonito y que me atrae a más no poder.
–Como tú – Mi subconsciente habló – Anoche, no pude dejar de pensar en tus labios.
–Ni yo tampoco en los tuyos, pero eso fue arriesgado y no debió pasar y …
No lo dejé hablar más y me fui encima de él y lo besé apasionadamente, empujándolo a una de las paredes del ascensor. Cristóbal me recibió muy nervioso y a la vez anhelante y yo, no podía, ni quería que ese momento terminara, nos perdimos en el beso y mientras nuestras lenguas se encontraban, se devoraban y bailaban, yo de prisa, comencé a aflojarle la corbata y le coloqué a él su mano en mi trasero, algo que hizo con miedo y después, él solo me acariciaba.
Algo decía que no me debía de comportar así, pero no podía hacer nada por detenerme, no lo podía evitar y pulsé el botón que detenía el movimiento del ascensor. En ese momento no me importaba otra cosa que no fuera cerrar el ascensor, necesitaba que no dejara de tocarme, era como lava ardiente sobre mi piel.
Quería que me siguiera besando, que no se detuviera por nada del mundo. Estuvimos así lo suficiente para acabar, sudados, desfajados, despeinados y descompuestos. Una de mis manos acarició su torso desnudo y muy bien trabajado, volviendo a ese chico una tentación para mí y un peligro también.
No soy de la idea de andar con otro compañero del trabajo, y mucho menor de andar con alguien menos que yo, pero este chico desde ayer había llamado mi atención desde que lo vi, me ha hecho sentir como si yo fuera una adolescente en su primera cita, acelerada y enamorada.
Me volvía loca estando cerca de él. Salimos como pudimos del ascensor y cuando llegamos a la oficina, solo podía pensar en que quería que eso que pasó, avanzara más, yo quería mucho más y sabía que él también lo estaba deseando.
Capítulo 5. Puras habladuríasCristóbal Mendoza RamírezLeón, Guanajuato, MéxicoDespués de lo ocurrido en el ascensor, en la oficina, yo me concentré en actuar de lo más normal posible. Tenía que estar tranquilo y relajado, no quería volver a cometer ningún error con la licenciada, con Ivanna. Estuve acomodando unos expedientes que ella me dio y llevándolos al área de archivo y ahí me encontré con un compañero de la firma.–Eh Cris, se nota que le gustas – Me abordó él – A ya sabes, a la licenciada. Qué suerte tienes, todos los que trabajamos aquí, ya quisiéramos eso que le gustáramos a esa bella mujer.Yo no iba a estar hablando de si Ivanna me gustaba o no, no me iba a prestar a habladurías, siempre en las oficinas había ese ambiente de chismes y habladurías, quería dejar en claro mi punto de vista, nadie tenía derecho a estar hablando de mí y de Ivanna en esos términos.–No, para nada – Desmentí eso – No seas intenso Leandro. Para la licenciada, yo solo soy un pasante y un emplead
Capítulo 6. Sorpresiva invitaciónCristóbal Mendoza RamírezLeón, Guanajuato, México–Liliana, ¿Qué onda, de qué? – Pregunté haciéndome el loco – Mañana no creo poder ir a Yuriria, tengo capacitación del trabajo nuevo en el que estoy.Me inventaría lo que fuera, con tal de quedarme este fin de semana aquí, yo ya no quería ir allá, aunque sé que me tocará ir a arreglar este asunto con ella, lo nuestro ya no iba a seguir, necesitaba terminarla, pero sé que ella se va a poner mal, pero yo ya no quiero estar con ella.–No me puedes hacer esto, amor – Chilló enfadada – Necesito verte y es cumpleaños de mi hermana, habíamos quedado en salir y en hacer algo.No se me había olvidado, que quedamos en algo, pero no se me va a hacer posible, la pasantía era cosa de seriedad, estaba demasiado cansado como para ir a celebrar el cumpleaños de su hermana. Yo ya no voy a tener tiempo de estar yendo y viniendo, ni tiempo iba a tener para mí.–Lo siento mucho, yo no sabía que esto de la pasantía iba a
Capítulo 7. Cita en el cine, parte 1Ivanna Linares FloresLeón, Guanajuato, MéxicoTenía mucho tiempo sin ir al cine y ahora no sé por qué me atreví no solo a venir, también a invitar a Cristóbal a venir conmigo. Me preocupaba demasiado todo lo que estaba haciendo con él y ya no estaba yo en edad, de andar haciendo estas cosas. Una mujer de 35 casi 36 años, haciendo cosas de adolescente y saliendo con un chico de 25 años, que además es mi pasante. Esto está fuera de toda lógica.–Ivanna, ¿Quieres algo para comer? – Me preguntó muy educado – No pensé en comprar nada a la entrada.Me sacó de mis pensamientos, ahora eso no tenía ninguna relevancia, él podía comprar lo que le diera la gana, lo básico que se venía a comer al cine, unas palomitas y un refresco, no estaba pensando racionalmente, me tenía embobada, era un hombre muy guapo.–Claro, unas palomitas y un refresco.Tenía tantas ganas de que se me olvidaran tantos prejuicios y llevármelo a una habitación de algún hotel, y arrancar
Capítulo 8. Cita en el cine, parte 2Ivanna Linares FloresLeón, Guanajuato, MéxicoSe me había olvidado por completo donde estamos, debíamos desalojar la sala, pues los chicos tenían que hacer el aseo para la siguiente función, pero nada que no se pudiera solucionar, saldríamos de la sala y ya. Aquí no ha pasado nada, no nos habían encontrado en una situación indecente.–Buenas noches, no se preocupe – Respondí despreocupada – Nosotros, ya nos vamos.Me levanté de la silla y Cristóbal hizo lo mismo, le agradecía a la chica que nos vino a interrumpir, pero aquí estaba segura de que no hubiera pasado nada, estaba muy emocionada con lo de Cris, pero por el momento las cosas estaban muy bien pensadas, era demasiado pronto como para que hiciéramos algo más que no fueran unos apasionados besos.–Sí, ya nos íbamos – Cris me secundó – Buenas noches.Salimos del cine caminando de lo más normal y en el pasillo de salida, Cris me sorprendió pegándome a la pared y robándome otro apasionado beso
Capítulo 9. Mi jefa es mi noviaCristóbal Mendoza RamírezLeón, Guanajuato, MéxicoMe había arriesgado con todo y le había pedido a mi hermosa jefa que fuera mi novia, sentía que flotaba entre nubes de la felicidad que estaba sintiendo. Nunca en mi vida había estado con una mujer tan bella como mi novia y ahora que soy el hombre más afortunado del mundo, porque ella me ha dicho que sí, me quedé pensando que tengo encima un grandísimo problema. Tengo que terminar con Liliana a como dé lugar y tengo que hacerlo pronto, antes que esto se me salga de las manos.–Cris, te estaba diciendo que esta noche nos han invitado a cenar – Me dijo Ivanna – Mi mejor amigo Axel y su novia, a su departamento y les dije que sí. Ellos tienen muchas ganas de conocerte.Ivanna me podía invitar a donde ella quisiera, me iba a encantar conocer a sus amigos, yo de esta hermosa mujer lo quería saber todo, estaba bien ir a conocer a su mejor amigo, y a la novia de este, yo estaba a su disposición. Sé que ella po
Capítulo 10. La pregunta inevitableCristóbal Mendoza RamírezLeón, Guanajuato, MéxicoTan transparente era que la amiga de Ivanna se había dado cuenta de que algo me traía, pues en verdad estaba angustiado por mi dilema que me esperaba en Yuriria. Pero yo no le podía contar nada, ella era muy amiga de Ivanna, no le diría que tengo a una novia esperándome.–Amaia, yo no tengo nada. En serio – Le dije muy tranquilo – No tienes nada de qué preocuparte. Esperaba que fueras una mujer mayor, como ya sabes Ivanna y Axel.Me había imaginado que la novia del amigo de Ivanna iba a ser de la misma edad de ellos, pero me había encontrado que incluso se ve mucho menor que yo, y creo que lo es, pero eso tampoco tiene importancia, el amor no tiene edad como se dice y yo lo estoy comprobando.–Bueno, ya has visto que no lo soy y que quiero ser tu amiga – Ella insistía – Se te ve muy tenso, preocupado, como si algo estuviera atormentándote y yo podría ayudarte y si no es así, al menos puedo escuchart
Capítulo 11. La habitación 44, parte 1Ivanna Linares FloresLeón, Guanajuato, MéxicoCris se había llevado de maravilla con Axel, pero también lo había hecho con Amaia, eso me había gustado que ellos lo recibieran bien y que todos vamos a poder vernos con frecuencia y convivir también. Lo único que pensé en toda esa noche, antes de dormir, era en los besos de Cris y en lo mucho que yo hubiera deseado que pasara la noche a mi lado, pero por algo él se había detenido y al día siguiente, al verlo en la firma, lo noté demasiado nervioso.–Buenos días – Saludé a todos en la firma – Cristóbal, por favor, a mi despacho y trae mi agenda, por favor.Debía saludarlo como es debido, necesitaba mi dosis de los besos de Cris y nadie podía decir nada por qué lo estaba llamando a mi oficina por cuestiones de trabajo. Lo que pasara dentro de la oficina ya era asunto nuestro, no de ellos.–Buenos días, por supuesto, licenciada.Cris entró a mi despacho con una cara de nervios y no entendía por qué mo
Capítulo 12. La habitación 44, parte 2Ivanna Linares FloresLeón, Guanajuato, MéxicoYo le desabroché el cinturón de seguridad a Cris y lo besé intensamente para que todos sus nervios se evaporaran en esos momentos, él tenía que relajarse porque hoy era una noche especial, demasiado especial para los dos.–Cris, tranquilo mi amor – Le susurré al oído – Vamos a bajar para que conozcas el lugar.Estaba demasiado emocionada porque sé que esta noche va a ser una de las mejores noches que vayamos a tener, porque va a ser la primera de muchas y Cris tenía que dejar el nerviosismo, no es como si esto no lo hubiera hecho antes, de seguro ha tenido muchas mujeres detrás de él y con las cuales tal vez haya venido a algún lugar como este.–Claro, amor y estoy tranquilo, yo no sé por qué piensas lo contrario.Bajamos del auto con todo y nuestras pertenencias y subimos las escaleras que nos separaban de la habitación del motel. Al entrar ahí, Cris se quedó estudiándolo todo y sonreía como un adol