Capítulo 26: Solo míos

Ella abrió los ojos con sorpresa, sin poder creer lo que él acababa de decirle. No pensaba que algo así pudiera suceder, ya que se suponía que él había estado tomando precauciones para evitarlo.

—Pero… tú… ¿cómo? —balbuceó mientras ladeaba el rostro. Dantes pasó una mano por su cabello, visiblemente frustrado.

—Fue mi culpa, entre el accidente y el regreso aquí, lo olvidé por completo —murmuró, sintiéndose apenado por primera vez en mucho tiempo. La expresión de la loba fue todo un poema al ver el rubor apenas perceptible en las mejillas de Dantes Marchetti—. Lo siento, nena. —Eso la sacó de su ensoñación, y el pensamiento de lo lindo que se veía su alfa en esa faceta desconocida de él la hizo sonreír.

Lirio salió desnuda de la cama, deslumbrándolo con su belleza cuando su melena castaña cayó sobre su espalda, cubriendo sus pechos. Ante sus ojos, ella era una ninfa, y él nunca se cansaría de pensar en ello. Lirio alzó los brazos para abrazarlo, y Dantes, con ambas manos en su cintura,
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