Una de las principales razones por la que la madre de Evie, Olga, separó a su hija de Adam Sanders fueron por los rumores de que el magnate en su adolescencia participó de una masacre, la cual su familia, al ser sumamente poderosa ocultó por muchos años, librando a su hijo de compadecer ante la justicia. Claramente, al enterarse la señora de esto, generó un gran odio hacia el hombre. Si antes tenía razones para oponerse a la relación, ahora no quería que Evie se acercara a nadie relacionado con dicha familia.
Pero ¿cómo el mayor secreto de Adam Sanders salió a la luz pública? Todo comenzó por la filtración de un fragmento del documental “La masacre de Leanor Doop” donde uno de los detectives que llevó el caso había otorgado una entrevista exclusiva y relacionaba a Adam Sanders directamente como uno de los principales sospechosos de haber cr
La mañana en la que se filtró el fragmento de la entrevista hecha al detective que llevó el caso de Leanor Doop, Evie estaba durmiendo en el apartamento de Adam. La noche anterior estuvieron en la celebración de la boda de Natalie y Marco, el cual fue algo improvisado, pues no quisieron gastar mucho dinero, para así poder ahorrar para la mudanza.Evie se despertó porque el celular de Adam no dejaba de sonar y él parecía estar tan profundamente dormido que no lo escuchaba.Bajó hasta la sala de estar donde se encontraba el celular y contestó la llamada.—¿Diga?—Buenos días, ¿este es el número de Adam Sanders? —preguntó un hombre.—Así es, ¿con quién hablo? —Evie hablaba con la voz ronca, aún somnolienta.—Habla con el periodista Camilo Torres del periódico El Espectado
Adam acababa de ver el fragmento de la entrevista, apagó el celular para que las incesables entrevistas no lo aturdieran, así como también desconectaron el teléfono porque llamaban incansablemente al penthouse.Evie estaba hablando por llamada con Marco, el cual ya había visto el fragmento y quería saber si era cierto, pues la señora Olga también se enteró de todo y ya sabía que Adam pertenecía a la familia Sanders y estaba encolerizada, exigiendo que Evie se fuera enseguida para el apartamento.Se encontraban en el ojo del huracán.—Pero ¿a mamá qué le sucede? Si ella ya sabía quién era Adam y estaba de acuerdo con nuestra relación —soltó la joven sumamente confundida y preocupada.Adam era espectador del gran caos que se creaba a su alrededor. Una vez más, el fantasma de Leanor aparecía e
Adam, dieciséis años de edad: Esa tarde el grupo se reunió como nunca para quejarse de Leanor, hablaron muy mal de ella. Aunque Adam no lo hizo, estuvo atento de las críticas que todos lanzaban.—Los profesores dejan que ella haga lo que quiera, no es justo —se quejó un estudiante—. Yo quiero graduarme con honores y por eso estoy estudiando mucho, pero el sólo verla a ella tan fresca hace que me hierva la sangre, siempre ha sido así.—¿En serio han dejado que todos estos años Leanor los trate como brutos? —preguntó Loisa.—Es que los profesores siempre ponen la excusa de que ella es más inteligente que nosotros —explicó Diana.—¿Y eso qué tiene? No deben dejar que ella los trate así, nada más miren como nos habló —insistió Loisa, encendiendo más e
Adam, dieciséis años: Adam cerró el libro cuando Fernanda llegó hasta la mesa.—¿Cómo te sientes, hijo? —preguntó.—Bien —respondió el joven.La señora dejó sus ojos en el libro que sostenía su hijo, comenzando a preocuparse.—¿Te lo dio esa mujer? —inquirió con tono seco.—No… Es un libro que me prestó un amigo —mintió el muchacho.—Bueno, voy a traerte algo de comer —dijo la señora sin creerle mucho al jovencito y se adentró a la casa.Adam dejó salir un suspiro y abrió el libro para seguir leyendo.Leanor:Todos los estudiantes aplaudieron sonrientes ante lo que acababa de decir el profesor, no tuve otra opción más que marcharme del salón. Cerré la puer
Leanor:Caminé hasta el salón de clases, por mi mente pasaban los tipos de situaciones que encontraría, abrí la puerta del salón, el profesor de matemáticas estaba allí, todos hicieron completo silencio al verme.—¿Por qué llegas a esta hora? —preguntó el profesor.—Estaba hablando con la directora —respondí.—¿Crees que esta es tu casa para que llegues a la hora que se te pegue la gana? —inquirió el profesor, dejó el marcador encima del escritorio.—Lo siento mucho —me disculpé, mis manos se entrelazaron.El hombre dejó salir un resoplido y negó dos veces con su cabeza.—Pasa, pero para la próxima vez quedarás afuera —dijo. Yo empecé a caminar hasta mi puesto—. Pero… Ya tienes la falla de hoy. —Volte&e
Evie empacaba su ropa en un bolso grande, en silencio. Adam, quien aún procesaba la magnitud de los problemas en los que estaba sumergido, se encontraba sentado en el bordillo de la cama, del lado de la piecera.La joven entraba y salía del vestidor, con ropa en mano; se acercaba a la cama, donde seguía reposando el bolso oscuro que poco a poco se iba llenando de ropa.Evie se detuvo un momento para acomodar la ropa dentro del bolso. Su mirada se encontró con aquellos ojos azules intensos. Rebosaba de amargura, Adam no le decía palabra alguna y entre más tiempo transcurría, iba entendiendo que Adam sí era responsable del atentado.Al estar a punto de marcharse, se detuvo un instante, inspiró hondo y observó fijamente a su novio.—Adam, yo confié en ti, en tus palabras —comenzó a decir—. Creo que merezco una explicación.Esperó p
Actualidad: Era la primera vez que Evie visitaba a los padres de Adam, a lo largo de todo el embarazo era la primera vez que lo hacía.La casa era grande, con una hermosa vista al mar desde lo alto de una colina, según le contaban, se mudaron allí desde la jubilación del señor Marco y nada más venían por temporadas, pues les gustaba viajar alrededor del mundo, era prácticamente una luna de miel permanente. Evie debía aceptar que le encantaba la casa, sobre todo el gran balcón que tenían hacia la privilegiada vista al mar, con ese cielo azul inmenso, el horizonte que se perdía en el infinito y la suave brisa veraniega que golpeaba suavemente su rostro.Se imaginaba teniendo una casa propia con vista al mar, para bajar a leer por las tardes a la playa y su hijo pudiera jugar en la arena.Evie tomaba el té verde ofrecido por Fernanda, pa
Una semana antes de Evie tener el accidente, Adam volvió al país. Kevin llegó temprano a su casa, pues estaban arreglando la habitación del bebé. Ella se encontraba pintando una pared, era terca, le había dicho la doctora que no podía hacer tanto esfuerzo físico, pero se sentía tan animada que no le importaron los consejos, deseaba arreglar todo para la llegada de su primer hijo. Kevin entró a la habitación, encontrando a la joven vestida con un overol gris y sosteniendo un rodillo lleno de pintura blanca que salpicaba en los periódicos esparcidos por el piso. Él apretó los labios por unos segundos y después, con algo de incomodidad, le dio la noticia: —Adam volvió a la ciudad, llegó a las cinco y media. La noticia golpeó con fuerza el pecho de Evie, bajando toda su oleada de emociones positivas, dándole paso al miedo y a la nostalgia como sus nuevas compañeras. —Oh… —soltó. Tragó saliva y después volvió a pintar. —¿Y cómo está? —preguntó, intentando mostrarse neutral. —Está bi