Cinco días habían pasado desde el anuncio oficial del proyecto, y tanto Santacruz Tech como Innova Corp trabajaban sin descanso para desarrollar la mejor propuesta tecnológica. El ambiente en ambas empresas era de tensión y expectativa, pero también de un fervor creativo que impulsaba a todos a dar lo mejor de sí mismos. Cada minuto contaba, y cada decisión podía marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.En Santacruz Tech, José Manuel mantenía reuniones constantes con su equipo de ingenieros y programadores. Su enfoque estaba en desarrollar un sistema basado en inteligencia artificial y automatización capaz de optimizar procesos industriales en tiempo real. Querían lograr un software adaptable a cualquier tipo de industria, reduciendo costos y maximizando la eficiencia. Sin embargo, no se trataba solo de un desafío técnico; era una carrera contra el tiempo y contra la competencia.—Necesitamos un algoritmo que no solo analice datos, sino que también aprenda y se anticipe a fal
El fin de semana llegó, y con él, la invitación de Samantha para José Manuel. Después de una semana agotadora de trabajo, en la que José Manuel había estado completamente inmerso en el desarrollo del proyecto, Samantha vio la oportunidad perfecta para reconectar con él. Sabía que su pareja estaba bajo mucha presión, y aunque entendía la importancia del proyecto, también anhelaba un momento de tranquilidad y complicidad entre los dos.—Cariño, pensé que podríamos pasar el día juntos. ¿Qué te parece si vamos a pescar? Hay un lago hermoso no muy lejos de aquí —propuso ella con una sonrisa dulce, acariciándole el brazo mientras lo miraba con ojos llenos de esperanza.José Manuel, sentado en el sofá con su laptop aún abierta sobre sus piernas, levantó la vista y la miró. Estaba agotado, tanto física como mentalmente, pero al ver la ilusión en el rostro de Samantha, sintió que no podía negarse. Llevaba muchos días siendo indiferente con ella. Además, sabía que llevaba días descuidando su vi
La noche había caído sobre la casa de los Santacruz, y con ella llegó un silencio denso que envolvía cada rincón. Samuel, el pequeño de la familia, estaba acostado en su cama, arropado hasta el cuello con su manta favorita, aquella que tenía estampados de superhéroes. Aunque el día había transcurrido con normalidad, algo en el ambiente le hacía sentirse inquieto. No podía explicarlo, pero desde que Samantha había llegado a su vida, las cosas no eran iguales. Ella siempre sonreía, siempre parecía amable, pero había algo en su mirada que lo hacía sentir incómodo. Algo que no podía entender, pero que lo perturbaba.Samuel cerró los ojos con fuerza, intentando dormir. Sin embargo, el sueño no llegaba. En su mente, imágenes confusas comenzaron a mezclarse: Samantha aparecía en sus pesadillas, con una sonrisa fría y ojos que brillaban en la oscuridad. En el sueño, ella lo perseguía por un pasillo interminable, y por más que corría, no podía escapar. Sus pasos resonaban detrás de él, cada ve
Eliana pasó el resto de la mañana en una tensión constante. Cada alerta de seguridad que llegaba a su bandeja de entrada era como un recordatorio de que alguien estaba ahí fuera, acechando en las sombras, intentando arrebatarle lo que más le importaba. A pesar de las medidas de seguridad reforzadas, no podía evitar sentir que el enemigo estaba más cerca de lo que quería admitir. Y entonces, como un relámpago en una noche oscura, un nombre cruzó su mente: **José Manuel**. José Manuel. No solo su antiguo colega, no solo su rival, sino también su **antiguo novio**. El hombre que, años atrás, había sido su confidente, su apoyo, su pareja. El mismo que, en la universidad, le había robado su proyecto final, presentándolo como propio y dejándola en la ruina académica y emocional. Recordar ese momento todavía le provocaba un nudo en el estómago. Había confiado en él, había compartido con él sus ideas, sus sueños, y él había usado todo eso en su contra. Su traición había sido tan profunda que,
José Manuel estaba en su oficina en Santacruz Tech, revisando los avances de su equipo en el desarrollo del proyecto, cuando una alerta roja apareció en la pantalla de su computadora. “Intento de acceso no autorizado detectado” Frunció el ceño y se inclinó hacia la pantalla. No era común que alguien intentara entrar en su sistema, mucho menos en los servidores donde se almacenaban los archivos confidenciales de la empresa. —¡Laura! —llamó con voz firme. Su asistente entró rápidamente, notando su expresión tensa. —¿Qué ocurre? —Alguien está intentando hackear nuestros archivos del proyecto —dijo, girando la pantalla para mostrarle los intentos fallidos de acceso. Laura se acercó con el ceño fruncido. —¿Tenemos identificado el origen? —Todavía no, pero esto no es un ataque cualquiera —respondió José Manuel, pasando las manos por su rostro. No podía ignorar que este tipo de movimientos eran demasiado calculados. Tomó el teléfono y marcó a seguridad informática. —Nece
En una bodega abandonada a las afueras de la ciudad, el sonido de los ventiladores industriales resonaba entre las paredes de metal corroído. La única fuente de luz provenía de varias pantallas que parpadeaban, mostrando líneas de código en constante movimiento. Una figura encapuchada estaba sentada frente a una serie de monitores, sus dedos tecleaban con precisión, como si cada comando estuviera perfectamente calculado. En una de las pantallas, aparecían los sistemas de seguridad de Santacruz Tech y Innova Corp, con múltiples intentos de acceso no autorizado. —Vamos… muéstrame lo que escondes —susurró la persona con voz grave. Un error en el código hizo que la pantalla se congelara por un segundo. El hacker maldijo en voz baja y reajustó la secuencia. La información era valiosa, pero no podía permitirse ser detectado. En otro monitor, aparecían correos electrónicos interceptados. La figura sonrió con malicia al leer algunos mensajes entre José Manuel y su equipo de seguridad.
Eliana miraba la pantalla de su computadora con el ceño fruncido. Los intentos de hackeo continuaban sin tregua. Su equipo de ciberseguridad estaba haciendo lo posible por contener el ataque, pero cada vez era más evidente: la prioridad del hacker era Innova Corp.¿Por qué?Tomó su teléfono y, sin pensarlo dos veces, llamó a José Manuel.—No te molestes en fingir, Santacruz. Sé que eres tú.La voz de José Manuel sonó irritada al otro lado de la línea.—¿De qué demonios hablas, Eliana?—Estás intentando hackearme. Y para que no sospeche de ti, te estás atacando a ti mismo.José Manuel se quedó en silencio unos segundos.—¿Te estás escuchando? ¿Crees que me arriesgaría a comprometer mi propia seguridad solo para despistarte?—No sería la primera vez que haces algo sucio para ganar.José Manuel apretó la mandíbula.—Si me crees capaz de algo así, ¿por qué no llamas a las otras empresas para ver si también están bajo ataque?—Buena idea —replicó Eliana con frialdad—. Vamos a ver qué tan l
Minutos después, llegó a Santacruz Tech. No le importó que la recepcionista intentara detenerla, caminó con seguridad hacia la oficina de José Manuel y abrió la puerta de golpe.Él levantó la mirada, sorprendido por su repentina aparición.—Eliana…—Deja de hacerte el sorprendido —espetó ella, cerrando la puerta tras de sí—. Sé perfectamente lo que estás haciendo.José Manuel frunció el ceño, recostándose en su silla.—No sé de qué hablas.—No te hagas el inocente. —Eliana cruzó los brazos—. Eres tú quien está hackeando mi empresa.José Manuel soltó una carcajada sarcástica.—¿Yo? ¿Hackear tu empresa? No seas ridícula.—Usaste un código que solo tú y yo conocemos —dijo ella con furia—. Samuel me dijo que pasas todo el día encerrado en tu oficina, hablando de contraseñas y códigos. ¿Todavía te atreves a negarlo?José Manuel apretó los labios, su expresión se endureció.—Samuel es un niño. No sabe lo que dice.—No, pero yo sí. Y sé que tú no soportas la idea de que yo pueda ganarte.Los