Capítulo 91
—¿Papá? —llamó Andrés con incertidumbre.

Sus manos se tensaron sobre sus rodillas y su mirada reveló una clara inquietud. Miguel, de espaldas a él, ocultaba su expresión, pero su cuerpo se tambaleó visiblemente.

Después de un largo silencio, Andrés escuchó su voz envejecida: —Sí.

Ahora entendía por qué lo había llamado tan repentinamente hoy.

Andrés se levantó y, sin dudar, metió el documento en la trituradora. El sonido del papel desgarrándose llenó el despacho mientras observaba los restos. Deseaba poder quemar esos pedazos hasta convertirlos en cenizas, para que algunos secretos nunca salieran a la luz.

Respiró hondo y miró la silueta de Miguel. —Papá, yo nunca estuve en este despacho hoy, ni vi estos documentos. Seguimos siendo familia.

Miguel no respondió, pero su silencio fue una forma de asentimiento.

Andrés salió del despacho sin vacilar. Abajo, María charlaba animadamente con Carmen. Al ver su dulce perfil, Andrés sintió que su corazón se llenaba. Respiró profundamente, aparta
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