GeorgeNew York–Presbyterian HospitalAbrí los ojos y no estaba Victoria donde la había visto antes de cerrarlos, me removí con cuidado y miré alrededor de la habitación, y para mi sorpresa estaba Marie en el sillón.—Finalmente has despertado, has dormido bastante, ya va a amanecer...—dijo levantándose preocupada de su lugar.— ¿Y Victoria? —pregunté extrañado.—Se ha marchado desde anoche, ha dejado mensaje en tu casa que necesitaba comunicarse y Raphael me ha llamado, le regresé la llamada y me contó que estabas aquí…—se sentó a mi lado y entrecerró sus ojos. — ¿Cuándo vas a entender que no se puede confiar en ninguna persona que ya te traicionó?— ¿Te ha contado Victoria lo que ha sucedido? —susurré.—Me dio un resumen por encima de todo, yo he deducido lo que ha pasado y le dije que no se atreviera a negarlo, ya que yo soy quien estará cuidando de ti. Al parecer no se atrevió a darme más detalle, supongo que quería que tú me lo contaras. Primera, ¿No pudiste simplemente dejarla e
GeorgeDurante el resto de lo que quedó del día, hice arreglos para no presentarme a la empresa como tenía programado durante este mes, mandé un correo informando de mi ausencia de las siguientes semanas, no di mucho detalle pero quien solo sabría de mi viaje a Suecia, sería Marie y mi doctor de confianza, Matthew, quien al principio se negó a que fuese, pero entendió que podía quizás lograr algo ya que tenían mejor tecnología los centros en ese país y había escuchado buenas recomendaciones pero no de alguien que hubiera sanado en mi condición. No me importaba usar mi dinero, lo que quería y deseaba con toda la fuerza de mi corazón, era tener más tiempo para ver crecer a Elizabeth.—Señor Western, tiene visita—arrugué mi ceño, doblé el pantalón que ya tenía en mis manos y lo dejé sobre el resto de la ropa en la maleta.— ¿Quién es? Ya es tarde… —miré el reloj y anunció las diez de la noche, quizás es Marie, pero ella nunca se anuncia ya que es como su casa, entonces descartado que fue
Hilary WesternDiamond Western Group—No debiste de hacerlo de este modo, ¿Es qué has sido tan obvia? George en un chasquido supo que es lo que querías y lo que vendrá. —escupí con ira hacia Johanna, ella se cruzó de brazos y sonrió.— ¿No querías nietos? —su sonrisa se esfumó. —Tendrás nietos gracias a mí.—Pero no de esta forma. ¿Has usado algo para haberlo puesto de esa manera? —quería saber.—Hilary, no debes de criticar mis modos, no importa el procedimiento solo enfócate en que te daré el resultado que has buscado por años... —rodeé mi escritorio y tomé lugar, le hice señas de que se sentara en la silla frente a mí.—No me gustan para nada tus modos, cedí años atrás por qué tenía urgencia de que terminara el matrimonio que había tenido a nuestras espaldas, solo por eso, ¿Sabes que dio al hospital? ¡Pudiste provocarle algo grave a mi hijo! Ultima vez que haces eso en él.—Creo que no es modo de tratarme cuando…—posó su mano en su vientre, algo ridículo de su parte—…puede que pron
Johanna Shaw Caminé de un lado a otro pensando en las palabras de Hilary, tenía que obtener lo que me había ofrecido para poder limpiar el monumental problema de mi padre. —Si sigues así, harás una zanja en la sala. —murmuró mi padre haciendo que me detuviera y le lanzara una mirada de irritación. —Estoy pensando en todo lo que me dijo Hilary, ella es inteligente, padre. —Todos los Western son inteligentes, no por nada tienen todo ese imperio de joyería, son calculadores, y bastante tacaños. Aunque todo el dinero viene de las generaciones del lado de Albert, Hilary ha sido una buena compañera de negocios a su lado. Y ni imaginar George que es el único que diseña podría crearse su propio negocio si se lo propusiera. —hizo una breve pausa, dejó su taza de café en la mesa del centro de la sala y la tableta a un lado. — ¿Crees que no va a cumplir con lo que firmó? —pude notar pánico en su tono de voz. —Tengo el as bajo mi manga, pero aún no puedo usarlo, a menos que el plan A no func
George Mis dedos temblorosos ajustaron delicadamente el cinturón de seguridad del asiento de Elizabeth, había insistido en hacerlo yo mismo, pude ver seriedad en su rostro con esas diminutas pecas en su nariz que se veían adorables pero sus ojos marrones claros estaban apagados y no me había regalado una sonrisa desde que había bajado del auto en la pista.— ¿Estás molesta con algo? Puedes contármelo…—susurré al terminar de ajustar el cordón, ella me miró finalmente después de un silencio.—Extraño a mi papá. —sus palabras me conmovieron, asentí lentamente en señal de que lo entendía.—Imagino que es así, —tomé aire y lo retuve un momento para después de soltarlo discretamente, —Ronald es un buen hombre, claro que debes de extrañarlo, pero lo volverás a ver pronto, solo serán unos días y prometo que lo verás.— ¿Sabes que se fue de la casa? —Alcé mis cejas con sorpresa, —Tomó sus cosas y nos dejó. —su labio inferior tembló.—No, no, no, no las dejó, —ella presionó sus labios para con
RonaldLa casa del lago, a las afueras de la ciudad El vidrió se hizo añicos contra la pared de madera, el líquido se deslizó hasta llegar a la duela, mi respiración era agitada, mi pecho subió y bajó, mi corazón estaba latiendo tan aprisa que me obligué a detenerme, así como a las lágrimas que estaban por caer por mis mejillas.— ¿Ya terminaste? Si no para ir por otra caja más de vasos. —dijo mi hermano, Bill. —Estás ahogándote, Ron. Tienes que gritarlo, hablarlo y así sacarlo de tu sistema.—No sé cómo—me pasé ambas manos por el cabello ya revuelto de tanto pasar la mano por la ansiedad que había crecido en mí interior. Bill se acercó a mí y me entregó otra copa con su mejor whisky, lo acepté y le agradecí después de dar un largo trago hasta terminarlo. —Solo sé qué no podía seguir mintiéndome ni seguir haciendo ilusiones con el día en que ella me viera como…—detuve mis palabras cuando sentí que la ira empezó de nuevo a crecer en mí.— ¿Cómo a George? —su pregunta me provocó un hue
VictoriaEstocolmo, SueciaAcerqué el plato de fruta picada cerca de George, estaba sumido en unos papeles que sostenía en su mano derecha, no se percató de mi movimiento. Tenía la arruga en medio de sus cejas, en señal de estar totalmente centrado.—Dice mamá que es de mala educación leer en la mesa. —suprimí de inmediato la sonrisa al escuchar a Elizabeth frente a mí, quedando a lado de George quien estaba a la cabeza de la mesa. Él levantó la mirada de los documentos y miró a su hija, ella le sostuvo la mirada, y para mi gran sorpresa, él fue el primero en retirarla, dejó a un lado los documentos que fueron de inmediato retirados por uno de los hombres que custodiaban la entrada del gran comedor. George le agradeció con la mirada y luego puso su mirada en el plato de fruta picada a lado de su plato principal.— ¿Así que es de mala educación? —preguntó curioso tomando un poco de fruta y un par de tostadas, le acerqué automáticamente la mermelada y la mantequilla.—Sí. Tienes que con
George Estocolmo, Suecia Mis dedos se agarraron del váter con tanta fuerza, que se tornaron pálidos, mi cuerpo tembló con tan gran magnitud que juré en mi interior que me desmayaría. Era mi primer día y ya tenía los efectos secundarios del tratamiento experimental. El corazón sería lo siguiente que pudiera vomitar por mi boca. — ¿George?—escuché la voz de Victoria, negué pensando que no quería que me viera así, entonces entendí que fue una mala idea el que vinieran conmigo a Estocolmo. — ¿George? —la puerta fue aporreada por una Victoria preocupada. —Abre la puerta, ¿Por qué has puesto el seguro? —Estoy bien, —pero las náuseas volvían. —Mentiroso. Abre. —ordenó, pero ya no tenía fuerza para levantarme de mi lugar. —Vete—repliqué. —No. Estamos en esto contigo, sí o sí. Así que abre, si no pediré que la abra Maikel. —era mi hombre de seguridad. —Ya saldré, espera...—y de nuevo una fuerte arcada me impidió hacerlo, ya no podía sacar nada más, solo era agua amarilla, la puerta se a