Francia 1945
Scarlett
Había conocido a Lesly Craig hace dos años atrás, habíamos cruzado miradas y unas que otras palabras, fuera de eso, no existia relación alguna. No fue hasta que ingrese a la improvisada base médico militar como enfermera que unimos lazos. Lesly estaba a cargo de un reducido grupo del cual formaba parte, ella se encargó de enseñarme todo lo que se sobre sanación y curación de heridas, desde entonces hemos estado juntas.
Ahora mismo, su sonrisa espléndida era bastante contagiosa. Sus ojos chisporroteaban de felicidad al ver los incontables tipos de telas finas sobre la mesilla, podría jurar que se veía igual a una niña en una dulcería.
— Esta seda es tan fina— comentó embelesada— un corset con ella se te vería exquisito ¿Que opina señora MacKenzie?— inquirio dirigiéndose a la mujer que alguna vez, hacía años había sido mi nana.
— Opino totalmente igual que usted joven Lesly— respondió observandome— Aun no puedo creer que la pequeña revoltosa que solía cuidar, va a casarse con un joven tan encantador
Un pequeño sollozo brotó de sus labios seguido de sus palabras, Lesly a mi lado continuaba rebuscando entre telas sin darnos demasiada atención.
— Siempre estare para darte para darte un buen lío, nana
— ¡Oh, pequeña mocosa!— respondió felizmente haciendo un ademán
Lesly volvió a preguntarle otra cosa mientras elevaba con sus manos dos tipos de telas, fundiéndose en una grata conservación a la cual no prestaba caso alguno.
Observe el jardín delantero desde el ventanal, dos jardineros especiales trabajaban cortando los grandes y esbeltos rosales de mi madre, esta les había indicado que todo debía estar en orden, ni una sola hoja fuera de lugar para mi boda.
Mi mente traicionera como de costumbre me rememoro sus ojos grises, hacía dos meses ya que Nathan y mi padre junto a todo el ejército había partido, había voces que aseguraban que el final de la guerra estaba próximo, sin embargo seguíamos sin noticias oficiales de ninguno de los frentes. Luchaba por ser optimista, sabía que ambos darían lo mejor, pero no lograba quitar ese incómodo sentimiento de angustia de mi interior.
— ¿Scarlett?
Allí, al lado del rosal blanco, Nathan me había pedido ser su esposa. Me había cargado en brazos y besado a hurtadillas de mi padre.
— ¡Scarlett!
Aturdida observe a Lesly. Tanto ella como nana MacKenzie me observaban expectantes.
—Oh, lo siento Lesly, ¿qué decías?
— Volverán pronto, querida— aseguro tomando una de mis manos—. Nathan te lo prometió ¿recuerdas?— Su sonrisa era tranquilizadora, sus dedos formaban pequeños círculos en mi mano, de una manera reconfortante.
— Lo recuerdo— admití
Llevó la taza de té a sus labios con una sonrisa.
— ¿Has hablado con Madame Marle?
Las palabras de nana MacKenzie tensaron el ambiente. Lesly alejó bruscamente la taza de su boca y me observo expectante.
— Y-yo no he hablado con ella aún, Nana
— ¿Tienes pensado invitarla a la boda? Sabes que tu familia no le dará el buen visto
Nuevamente guarde silencio. Madame Marle era nada más ni nada menos que la madre de Nathan, pero también era una traidora y una enemiga personal del ejército y de mi familia desde hace años.
— Como he dicho, aún no he hablado con ella— aclaré— No es cierto que vaya a invitarla a la boda
— No deberías hacerlo, Scarlett— reprobó Lesly— Recuerda lo que ocurrió por su culpa
— No lo he olvidado, Lesly— respondí— Te repito que aún no he hablado con ella, ni es seguro que lo haga
— ¿Y cómo te ha ido con el doctor Dickson?— interrogó nana MacKenzie cambiando radicalmente de tema
— ¿El doctor Dickson? ¿Que quería contigo?— cuestionó Lesly
— Un escuadrón llegó al cuartel esta mañana— explique— me ha pedido que fuese a darle ayuda
— ¿Por que no ha ido a por mi? Como jefa de enfermeras es mi trabajo asistir a escuadrones
Recordé las palabras de Dickson— Estaban demasiado apurados, mi casa quedaba de camino
Lesly torció el gesto— ¿Y qué fue lo que pasó?
— Una trampa, los arrinconaron cerca de explosivos— No podía relatar aquello sin estremecerme ante los recuerdos— Estaban demasiado malheridos
— ¿Qué has tenido que hacer?
— Amputarle la pierna a un niño
Luego de mis palabras la sala permaneció en un silencio incómodo. Sabía que Lesly trataba de buscar una salida a la conversación o alguna palabra de aliento, pero supe que se había rendido en cuanto corrió su rostro a un lado.
— Tenía catorce cuando se fue de su hogar hace seis meses— Sus ojos brillaron en mi mente— cumplió quince en el campo de batalla. Tuve que verlo a los ojos y decirle que la guerra le había arrebatado a su familia, sus amigos y también su pierna.
—Oh, Scarlett— murmuró nana— Se que hiciste lo posible para ayudarlo, esto no ha sido tu cul…
— ¡Es culpa de esta maldita guerra!— interrumpí sin poder evitarlo— ¿Cuál es el sentido? A está altura ya han olvidado porque desplegaron sus armas desde un principio
— ¡Eso es blasfemia!— gritó horrorizada— Scarlett están peleando por nuestro país
— Están muriendo por nuestro país. Envían a los jóvenes a morir en una guerra sin sentido, ¿acaso crees que será la última guerra que verá el mundo, Lesly? ¡Quizá nuestros hijos deban luchar en la siguiente, y tú la defiendes!
— Todo soldado que va a la guerra lo hace con honor, odiaría ver partir a mi hijo hacia un frente, pero estaría orgullosa de él
— ¡¿Cómo puedes saberlo?!
— ¡Señorita Lefebvre, es suficiente!
— ¿Por qué no vas tú misma a la base y le preguntas a ese niño si sintió honor al tener un arma entre sus manos?
Para ese punto, mis puños se encontraban cerrados con fuerza, mi pecho subía y bajaba agitado. Estaba de pie, a un lado de Lesly, gritándole como si fuéramos dos extrañas. Su rostro estaba desencajado por la sorpresa, pequeños sollozos brotaban de sus labios mientras retorcía su pañuelo de seda y encaje entre sus dedos. Nana MacKenzie me observaba reprobatoriamente, como si aún fuera una chiquilla.
Nathan tenía razón, el mundo era un lugar demasiado egoísta para ponerse en el lugar de aquel que veía a sus seres queridos en un frente de muerte.
Su sola imagen me regreso a la realidad. Suspire
— Si me disculpan, necesito aire fresco
— Scarlett…— Nana MacKenzie habló
— Lamento mis palabras, Lesly— confesé— Estoy algo nerviosa por la boda, no es tu culpa
No estoy muy segura si respondió a mis disculpas o tan sólo sonrió, porque luego de mis palabras huí hacia el balcón trasero.
Justo a un lado de las vigas de cemento se encontraba una pequeña tumbona, recogí con cuidado mi vestido dejándome caer sobre ella. Los grandes pinos se elevaban verdes y majestuosos por toda la propiedad seguidos de un inmenso camino de flores bien cuidadas por mi madre. Realmente no mentía al ofrecerle disculpas a Lesly, la boda estaba poniéndome muy nerviosa, todo era tan alegre, pero no podía disfrutarlo sabiendo que mi prometido aún estaba en esa maldita guerra.
Tome con cuidado la carta que portaba en el bolsillo de mi vestido, desdoble con cuidado cada pliegue, era un papel sucio, manchado de tierra y escrito con prisa, pero era una carta suya y eso era lo único que importaba. Pase mis dedos sobre cada línea, sería la duodécima vez que la leyera.
‟ Querida Scarlett:
Desde el día que partí no he podido dejar de pensar en ti, te veo en mis sueños tan lúcida como si estuvieras a mi lado, he de confesar que ello me mantiene en pie.
Las cosas aquí son más difíciles que en la frontera, a esta altura he visto morir a varios de mis compañeros, pero tranquila cariño, estoy cumpliendo mi promesa y tu padre está a salvo… Es un gran estratega, ha planeado cada ataque y movimiento exitoso que hemos hecho, me ha confesado que está feliz de tenerme en su familia ¿Lo puedes creer?
No puedo hacer esto tan largo como quisiera, tengo prisa… Peleo cada día con esfuerzo para regresar contigo y cumplir mi promesa, pronto la guerra terminará, puedo sentirlo, todos aquí lo hacemos. Cuando eso pase nos casaremos, no puedo esperar para decirle a todo el mundo que eres mi esposa, mi adorada mujer… Mientras tanto, ten contigo el collar que te he dado, siempre que lo lleves contigo no estarás sola.
Te amo pequeña Scarlett, pronto volveré y seremos felices.
Siempre tuyo, Nathan”
Deje la carta sobre mi falda mientras cerraba los ojos por unos segundos. Quizá leerla en cada momento que me sintiera perdida no era la mejor solución, pero a sabiendas de la distancia nos alejaba, aquellas letras escritas por sus propias manos era lo único que me hacía sentir viva.
— Querida, mía ¡Traigo espléndidas noticias del pueblo!
Abrí los ojos y observé con cuidado a mi madre. Estaba parada frente a mí con un notable rubor en sus mejillas, lo que indicaba que había vuelto a casa con prisa.
— Buenas tardes, madre— Sonreí mientras doblaba la carta— ¿Qué es lo que la tiene tan feliz?
— El padre Becker ha estado encantado en celebrar vuestra boda ¿no es esta, una grata noticia, querida?
— ¡Claro que sí, madre! Aún recuerdo sus sermones, eran de mis favoritos cuando niña
— Oh sí, está encantado de tenerte de nuevo como miembro de la congregación, se ha comprometido a darle la noticia a todo el mundo ¡Iré a servir el té!
Y con una gran sonrisa triunfal se esfumó de mi vista camino a la sala. Dejé escapar todo el aire de mis pulmones, madre estaba tan emocionada con organizar mi boda a la perfección que ya ni siquiera optaba por preguntarme sobre algún detalle.
Decidí bajar antes que volviera por mí, tampoco quería seguir siendo descortés con mi vieja amiga.
Mi madre se había incorporado a la pequeña reunión en la sala, hablaba animadamente con Nana MacKenzie, mientras la señorita Thompson servía té. Lesly al verme de pie sonrió y se apresuró a hablar.
— ¡Qué envidia, Scarlett! El padre Becker tiene los mejores sermones, será una boda gloriosa
— Oh, veo que ya te lo han contado— murmuré observando discretamente a mi madre
— Ay querida, es una gran noticia para mantenerla en secreto— Refuto con gracia— Es una pena que haya estado fuera para tu boda, querida— comentó dirigiéndose a la castaña
Lesly sonrió— El padre Becker me conoce desde niña, pero hubiese sido demasiado para una boda tan pequeña, Scarlett es la única amiga que poseo, y vosotros sois lo más cercano a una família que tengo— admitió— Como habéis visto, el resto de los invitados eran ex compañeros y amigos de Daniel, la ceremonia en manos del padre Duras ha sido perfecta para la ocasión
— Hablando del padre Duras, lo he visto de camino, se le veía muy cansado. Iba acompañado de otro padre y un soldado
Mi mente se puso alerta, el padre Duras trabajaba con el ejército, era el encargado de llevar noticias sobre los soldados a cada familia. Y en casos de defunción….
— Imagino que volvía de mi casa— respondió mi amiga canturreando— Le he pedido que hablara con Daniel, por las noches tiene muchas pesadillas con la guerra y sus compañeros caídos
Sus palabras me tomaron por sorpresa pero lograron tranquilizarme. Había estado pensando en ello los últimos días, luego de la boda viviría junto a Nathan, y aunque sabía que era bastante fuerte nunca lo había escuchado mencionar pesadillas o algo similar.
— La guerra daña la mente— afirmó mi madre— Howard ha vivido con ellas desde que nos conocimos, en combate pierdes amigos, muchas veces frente a tus ojos, es algo inevitable que quede en tu mente.
— Estas últimas semanas he intentado muchas cosas antes de dormir para que ya no las tuvieran, pero ninguna ha tenido efecto ¿Qué puedo hacer señora Lefebvre?
— Oh querida, lamento decirte que nada puedes hacer para evitarlo… sólo resta despertar en las madrugadas y abrazar a tu esposo para calmar su angustia
— Siempre ayuda un buen desayuno— respondió Nana MacKenzie— Y tener la casa ordenada, ¿no habéis pensado en un niño? Eso mantendría su mente ocupada ¿no lo crees Rosmarie?— inquirió hacia mi madre
— ¡Oh, por supuesto! Un pequeño retoño en el hogar alegra a cualquiera, claro que es tu deber cuidarlo y educarlos en principio y valores, querida
— ¿No es muy pronto para un niño?— cuestione confusa
— ¡Para nada! Un hijo es la mayor bendición
—¡Aún más si le das un primogénito que siga sus pasos!
— Exactamente, un niño fuerte y valiente— Mi madre se oía embelesada con todo el asunto— y luego una pequeña para ayude en los quehaceres del hogar a su madre
Lesly sonreía a cada palabra, su mayor sueño era tener hijos algún día con el amor de su vida.
— Estoy ansiosa porque suceda— exclamó— Siempre he deseado dar vida
— Pronto, querida, pronto
— ¿Os imagináis que quedarías embarazadas al mismo tiempo?—La sonrisa de Nana era enorme
Abrí la boca asombrada— ¿Q-qué?
— Sí, cariño—respondió mi madre— cuando te cases, Nathan y tú tendrán preciosos bebés
— Oh, hem… nosotros no hemos hablado de eso— explique incomoda— preferimos unos años para nosotros
— ¡Mi niña! Claro que el joven Nathan no lo mencionaria, eso es algo de lo que debemos ocuparnos nosotras— Sonrió coqueta
— ¿Ocuparnos nosotras? pero si necesitamos de un hombre para eso— acotó la castaña confundida
— Se refieren a que es nuestra obligación dar a luz bebés— respondí molesta
— Cariño, no debes ponerte de mal humor, un hijo es una bendición divina… ilumina el lugar
— Madre, un niño es una vida— señale— no es una simple decoración, no todo el mundo está preparado para tenerlos, tampoco debería ser una obligación para las mujeres
Mi madre frunció el ceño— Naturalmente pasará si debe pasar— concluyó
Decidi callar, conocía a mi madre y sabía de su gran carácter en cuanto a sus pensamientos se relacionara.
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Continuamos hablando de temas tribales. Mi amiga se notaba entusiasmada con la idea de un largo velo que arrastrara por toda la iglesia, decía que eso me haría ver más sofisticada.
— Quizá le pida al sastre un lindo vestido con esta tela— comentó alzando una de color rosada
La respuesta por mi parte se vio interrumpida cuando el timbre resonó por toda la residencia. Vi pasar a la señorita Thompson con prisa hacia la puerta y luego de unos minutos volvió acompañada del padre Duras, un soldado de la comanda y otro padre con una gran túnica.
— ¡Padre, Duras!— chilló mi madre contenta— Pase, pase
— Señorita Thompson, prepare más te— Le ordenó Nana
— Buenas tardes, padre Duras y compañía— Sonreí amable
— Buenas tardes damas— respondió educadamente— Déjenme presentarles al soldado Hope y al padre Wemyss
Los hombres recientemente mencionados sonrieron educadamente y tomaron asiento en los sillones laterales.
La señorita Thompson regresó casi de inmediato, mientras servía el té podía sentir sentir la penetrante y poco disimulada mirada del soldado presente. Busqué sus ojos y los encontré fijos en el collar que aún se encontraba sobre mi vestido.
— He oído sobre su compromiso, señorita Lesly- Habló al padre del ejército— enhorabuena
La castaña sonrió— Gracias padre Wemyss, pero mi boda se consumió hace ya unas semanas— informó—. Todo lo que ve aquí, es para la futura boda de Scar
Wemyss borró con disimulo su sonrisa, pero yo lo había notado.
— Oh sí, he oído también sobre su… compromiso
Su tono de voz fue bajando a medida que balbuceaba aquella palabra, como si fuera una que le costara decir. Sin poder evitarlo note la mirada que Lesly me había dado, imaginaba que todos los presentes habían notado lo que yo y una pregunta se formaba en mi mente.
¿Por qué no me había dado la enhorabuena por mi compromiso?
— Padre Wemblyss— musite— ¿Ocurre algo?
El hombre de cabello canoso elevó al fin su mirada, conectándola con la mía. Entonces no hubo necesidad de palabras, podía verlo en sus ojos, había dolor y tristeza.Todo tomó sentido entonces para mí, el porqué su forma de hablar, la actitud del soldado al verme con las placas de... Él.
— Señorita Lefebvre, no se como decirlo— Hope me miró con culpa en sus retinas— El sargento Marchant, ha muerto en combate
Jadeé.
De repente el cuello de mi vestido parecía ceñirse con fuerza en mi cuello, necesita respirar.
Negué reiteradas veces, quería borrarlo, no quería oírlo.
— No, él está bien
Desabotoné con prisa los primeros botones de mi vestido— Debieron haber cometido un error
Un gran error...
Hope suspiró cabizbajo— Su cuerpo llegará esta tarde a la base médica, como enfermera usted… usted puede ver por sí misma su cuerpo
Su cuerpo…
— ¡No tengo nada que ver! Él está vivo ¿me oye? ¡Vivo!
— Lo siento en verdad, señorita Lefebvre… era el mejor sargento de su escuadrón
Cerré los ojos sintiendo las lágrimas corre por mis mejillas ¿por qué lloraba? Aquello era un error, él no podía estar muerto, lo juro… juro que regresaría y seríamos felices.
El sonar del campanario de la iglesia central resonó con fuerza en mi cabeza.
La señorita Thompson ingresó a la sala agitada y lagrimosa— ¡La guerra acabó! ¡Hemos ganado, todos volverán a casa!— Celebró entusiasta
Busqué la mirada del soldado, suplicándole que parará con la agonía interna que comenzaba a darse paso en mi interior.
— Esto es gracias a él— murmuró
Abrió su morral y sacó un par de arrugadas prendas.
Entonces mi mundo terminó por derrumbarse, el caos explotó llenando de amargura y veneno mi ser, desgarrando cada entraña, estrujando hasta sangrar mi corazón.
Hope colocó su familiar uniforme sobre la mesilla de cristal y lo arrastró unos centímetros hasta mí.
Me abalancé hacia su informe cayendo de rodillas en la sala, Lesly se apresuró a colocarse a mi lado y abrazarme mientras apretaba entre mis manos aquella tela verdosa cargada de insignias.
Él había prometido regresar… Había jugado que nada ni nadie lo detendría de volver a mí.
Nathan había mentido.
Y yo no había sido capaz de gritarle cuanto lo amaba, no había sido tan osada para confesar el inmenso y profundo amor que albergaba hacía años por él… y ahora, él ya no estaba.
—Es un héroe de guerra, Scar— susurró Lesly en mi oído— debes estar orgullosa del gran hombre que te amó
Sollocé dejando escapar mi lamento. El metal en mi cuello tintineo torturando más mi dañado ser. Cogí entre mis manos sus placas, su nombre estaba tallado en ellas.
Nathan Marchat.
Entonces un recuerdo brotó en mí...
— Sus hijos llevarán algún día mi apellido, Mon chéri…
— Es un joven con mucha fé, soldado
— No es fe, es una promesa
Esa era su promesa, su promesa de tener una vida plena juntos… Una vida que me había sido injustamente arrebatada.
Aleje los brazos de Lesly como si quemaran mi piel y me coloqué de pie sintiendo mis piernas flaquear y eché a correr.
Corrí lejos de la propiedad, dejando atrás los rosales bien cuidados y el humo de los caños de escape.
Corrí adentrándome en el bosque, entre arbustos, árboles y lodo.
Corrí sintiendo al aire azotando mi rostro empapado. Sintiendo mi alma derrumbarse en pequeños fragmentos, corrí deseando morir, porque no había lugar en este mundo si él no estaba conmigo.
Corrí hasta que mis piernas no lograron soportar mi peso y dando un traspié en un charco de lodo… caí.
Entonces caí de rodillas.
Y grité.
Grité por sus palabras.
Grité por nuestra promesa.
Grité por las miradas de pena.
Grité por mi dolor.
Grité por él.
Y grité por mí… Porque acababa de perder al amor de mi vida.
Estampe ambos puños contra el suelo haciendo salpicar el lodo verdoso, una y otra vez.
Sentía mi alma desgarrarse con cada golpe ¿pero qué importaba ya? Sólo era un cuerpo ansiando estar vivo pero muerto por dentro.
Su carta se deslizó por el movimiento mojándose con el lodo fresco. La tomé entre mis manos con dedos temblorosos, ya no quedaba casi rastro de lo que alguna vez estuvo allí escrito. La tinta se había vuelto tan borrosa e ilegible que nadie sabría jamás lo que alguna vez estuvo expuesto, pero yo si… no necesitaba leerla, la había memorizado en cada parte de mi mente ansiosa.
La acurruque entre mis brazos como si pudiera abrazarlo a él. El cielo entonces comenzó a llover, en este viejo pueblo se decía que el cielo le lloraba a aquellos que habían perdido sus vidas sin ser aún su tiempo, que por ello, él cielo guardaba luto junto a los seres queridos.
—Nathan… regresa por favor
El recuerdo de su rostro invadió mi adolorida mente. Sus ojos verdes destellaron en mi retinas. Había estado tan orgullosa cuando le habían nombrado sargento. El estaba tan feliz y orgulloso de servir a su país, y yo no podía dejar de observarlo con esa gran sonrisa radiante que siempre portaba.
¿Y ahora? me lo habían arrebatado todo entre los dedos...
Las gotas frías como lágrimas comenzaron a azotar mi cuerpo despiadadamente.
El papel se deshizo entre mis dedos, dejando solo el recuerdo de una promesa rota.
¿Por qué no había sido capaz de decirle cuánto le amaba? ¿Por qué le había dejado marcharse?
Volví a ponerme de pie y corrí sin importar la lluvia, el lodo o mi corazón desbocado. Era como si una fuerza magnética tirara de mí, no podía detener mis propios pasos, mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de mi propia mente.
Entonces mis pasos cesaron, estaba de pie sobre el abundante lodo. Todo mi alrededor eran arboledas secas, una espesa niebla tajaba el aire por la mitad, era un lugar escalofriante. Inclusive el aullar del viento movía cada fibra de mi cuerpo, entonces lo oí…
— Scarlett…
Un susurro en mi cabeza, uno que pedía a gritos ser escuchado, que rogaba que lo siguiese. Solo entonces fui consciente de la vieja carpa negra que se hallaba de pie frente a mi, toda la niebla desbocaba de aquel oscuro lugar invitándome a entrar.
El recuerdo asustado de mi madre brotó en mi inconsciente.
— Dicen que tiene su hogar en medio del bosque, se esconde bajo la niebla mientras busca las almas que desea corromper… Scarlett, nunca entres en ese bosque, una vez dentro, nunca podrás salir siendo tu misma
— Oigo tu dolor, puedo ayudarte.... — De nuevo ese susurro
Lo amaba, lo amaba demasiado… tanto que importaba, daría mi alma por él. Por volver a tenerlo.
Camine hasta estar frente a la carpa, tome con cuidado la lona desgastada y la abrí. Una mujer vestida completamente de negro sonrio bajo su velo.
— Scarlett Lefebvre, he estado esperando por ti— Un humo negro se balanceo entre sus dedos—. Sabia que oirias mi llamar
— Quiero tu ayuda— musite al fin
Francia 1940Scarlett— Scarlett Lefebvre, he estado esperando por ti— Un humo negro se balanceo entre sus dedos—, sabia que oirías mi llamar— Quiero tu ayuda— musite al finUna sonrisa torcida tiró de sus labios al oírme. Elevo una de sus manos dando un pequeño ademán en el aire, di un respingo asustada cuando la entrada a mi espalda se cerró con brusquedad, voltee a tiempo de ver como la desgastada lona era sellada por el mismo humo negro que destellaba de sus manos.— Ya es demasiado tarde para arrepentirse, Scarlett— siseó jocosaVoltee a verla de nuevo, estaba asustada, pero no retrocedería.— Quiero tu ayuda— reitere firme— Lo que voy a pedirle quizá sea una locura, pero...— ¡Oh, querida!— interrumpió riendo entre dientes— No eres la primera, ni serás la última a quien la guerra le ha arrebatado un ser amado... Mientras ex
Francia 1940El corazón le latía desbocado con cada paso que daba. Obligó a sus piernas a continuar corriendo aunque estas quisieran sucumbir al cansancio, dio una sonora inhalación y siguió aventurandose entre la multitud de personas.En las calles todo era un festejo, familias enteras reencontrándose luego de la guerra, cánticos en alto y el orgullo palpable al ejército francés y a cada valiente soldado. Luego de los días grisáceos que habían azotado al mundo, Francia volvía a recuperar su alegría y color.Dio un traspié cuando su tobillo se dobló cansado del esfuerzo cayendo al suelo de rodillas, gimió cuando su piel comenzó a escocer maldiciendo por lo bajo.— Mademoiselle— Una anciana se acercó a ella preocupada— il va bien ? (¿se encuentra bien?)Scarlett se puso de pie con prisa y echó a correr de nuevo— Oui!— gritó en respuesta m
NissaAbrí los ojos con lentitud sintiendo como se hirritaban cada vez más. Podía apreciar mi reflejos en el agua cristalina como si se tratara de un espejo.Las hebras rubias del cabello flotaban hacia arriba junto al collar con la piedra brillante. Mi cuerpo se hundía más y más en las profundidades oscuras del inmenso océano.La marca del cuello ardía pero era soportable, podía ver su brillo enceguezedor por el rabillo del ojo. Tenía los labios ligeramente entreabiertos dejando escapar el oxígeno restante... de todos modos no podía ahogarme, ella nunca lo permitiría.En la lejanía entre las sombras pude ver una figura manifestándose delante de mí. Podía apreciar una larga cabellera castaña cayendo en cascada por su espalda. Algo en aquella extraña figura me hacia palpitar el ya dormido corazón, sentía una extraña familiaridad, un deseo por juntar nuestras manos.Cuando la figura comenzó a voltear la sensación de calidad desapar
Scarlett povExisten tres sentimientos que nunca olvidas en tu vida.Uno de ellos es cuando encuentras al amor de tu vida...El día que conocí a Nathan tenía tan sólo dieciséis años, estaba pintando en el jardín cuando lo encontré de pie frente a los rosales blancos de mi madre, algo en su mirada despertó una sensación, hasta ese momento, extraña en mi pecho. Sus ojos estaban vacíos y llenos de lágrimas al mismo tiempo, en ese momento no supe distinguir que era ese deseo creciendo en mi interior, las incontrolables ganas de saber que acongojaba su alma para buscar la forma de darle de nuevo la paz.Quizá cuando mis pies se movieron por propia voluntad mi cuerpo me estaba diciendo que incluso él había entendido ese remolino de emociones antes que mi propia mente.Los días siguientes a ese, Nathan me había vuelto a mirar muchísimas veces, sin embargo la mirada de aquel día… el día que nuestros destinos se chocaron, esa jamás podría
La primera vez que ocurrió, creyó estar soñando...Abrió los ojos con un repentino abrupto irguiéndose sobre el mullido colchón que se balanceo bajo su peso. Su respiración desbocada le provocaba un inmenso dolor en su pecho, con las manos temblorosas apretó sus huesos en un intento desesperado de que el dolor desapareciera. Poco a poco su respiración fue tomando un ritmo lento como una entonada balada.La luz dorada del sol en el horizonte iluminó su rostro a través del empañado ventanal lateral, el cabello rojizo le cayó sobre el rostro brillando bajo los rayos solares.Las ramas del membrillo golpearon con fuerza los vidrios empujados por la ráfaga de viento, haciéndola sobresaltar. Observó espantada la ventana entreabierta por donde se colaba la gran ventisca del exterior. Con curiosidad bajó de la cama caminando perezosamente, el suelo de madera rechinaba con cada paso que la muchacha daba. Cuando llegó al ventanal observó como un manto bl
"- ¿Cuánto seguirás resistiendo, Scarlett? Tu voluntad es fuerte, pero dime ¿es inquebrantable?"Apreté los puños sobre mis labios evitando hacer audibles los sollozos. Las lágrimas mojaban mis mejillas dejando un rastro caliente tras ellas, simplemente estaba agotada, quería que todo acabara, pero bien sabía yo que era imposible.Propiné una patada a la cómoda, ésta se tambaleó un par de segundos y luego volvió a detenerse inmóvil sin dejar caer nada. Desearía que mi vida fuera así de estable.Observé tras el vidrio empañado, como las nubes grisáceas se reagrupaban en el cielo anunciando la posible llegada de otra tormenta, supongo que para nadie era sorpresa alguna. Después de todo es lo que ganas por vivir en la ciudad de la lluvia constante, Inglaterra.- ¡Nissa, baja ahora mismo!- gritó la señora LancasterPensé miles de excusas viables en una variante de segundos, sin embargo, sabía bien que aquella mujer era de carácter fuerte.
«El día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente; sino mimando cada situación, escuchando a cada cmpañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro; y examinándote de la asignatura fundamental: el amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida». El club de los poetas muertos. A mis padres, que inspiraron esta historia. A ella, que aún acompaña mis días.&nbs
Francia 1940Era una Francia desolada, abatida por la guerra. Cubierta de un manto carente de alegrías, en la que abundaba el desespero, la tristeza y el miedo.Aproximadamente unas semanas después de que Hitler desatara lo que se conocería como la Segunda Guerra Mundial, miles de jóvenes a lo largo del mundo, abandonarían sus hogares, a sus familias y amigos para combatir en el frente.El ambiente en su totalidad era desesperanzador y grisáceo, el sonido de la muerte podía oírse incluso desde el hogar más alejado. Aunque ciertamente no sería la mejor época para la historia de la humanidad, aun entre el caos, los sentimientos de dos jóvenes florecían con la fuerza suficiente para luchar contra toda guerra y todo perjuicio.Una bocanada d