Y la más hermosa muchacha que sus ojos alguna vez habían contemplado, se hallaba a escasos metros de él. Su preciosura era tanta que parecía dejar un rastro de luminiscencia cada vez que se movía. Su cabello parecía ser luz, podía sobresalir entre la multitud, única entre todas, podían ponerse mil hombres delante de ella y él seguiría distinguiéndola. No estaba preparado para verla, aunque lo deseo por largos años, no estaba preparado, por un momento, se sintió a sí mismo como un niño inmaduro, aquella emoción ansiosa en su interior con el acarreo de cada segundo solo conseguía dilatarse, no lo asimilaba, no lograba hacerlo, sus cejas se hallaban elevadas, sus ojos aún dilatados, no daba crédito a lo que veía, aun así, podrían pasar cincuenta años y él se aseguraba a si mismo que lograría reconocer su pequeño rostro desde la distancia que fuese, era ella, no había espacio para la duda en su interior. No recordaba la última vez que hubiese sentido unos nervios tan violentos atravesar
El pelo rubio de ella fulguraba de entre la negrura que ahogaba a aquella ciudad, la luz de la luna la adornaba, impactaba contra sus mechones y les daba una apariencia de oro. La chica estaba de espaldas, sentada en el jardín sin cuidado alguno de manchar su vestido, pues ya este lo estaba. Sus piernas estaban flexionadas cerca de sus pechos, ni siquiera tenía deseos de estar ahí, en aquella fiesta llena de personas que parecían marionetas, ni siquiera sabía porque había aceptado ir a aquel país, dejarse llevar por las emociones la mayoría de las veces solo tiene un nombre: fallar. Ella extrañaba a Chad. Lo extrañaba con todas sus fuerzas y quisiera poder verlo de nuevo, ya no le guardaba rencor por dejarla, solo lo extrañaba. —Adalia. —La gruesa voz de Derek causó en Adalia un sobresalto, giró sobre su eje con rapidez y alzó su cuello observando al castaño—. Perdón, no quería asustarte —se disculpó, tomando asiento también en el césped al lado de ella y observándola por unos largos
Llenaba sus pulmones de aire, luego lo dejaba salir, pero aquello no tenía resultado alguno, se sentía inquieto de la furia, sus manos temblaban a causa de un asfixiante cólera. Sentía como la furia le estaba quemando el pecho, le tomaba todo su esfuerzo no destruir todo lo que le rodeaba, le estaba tomando mucho esfuerzo no golpear a su padre, que no terminaba de entender sus palabras. —¡Tan solo eso te pido! —exclamó Derek por cuarta vez, con voz insistente. Daba vueltas por toda la sala de estar y comprimía sus puños con fuerza. No había método de relajación que pudiese dominar a sus nervios hambrientos—. ¡Jamás te pido nada! —Mi respuesta sigue siendo no. —El hombre le ofreció una mirada de reproche, acarició la parte media de sus ojos, ni siquiera sabía para que se molestaba en decir no, era claro que Derek buscaría la manera de lograr su cometido—. Te estás excediendo, Derek. —¡Sé que ella me mintió! ¡Me dejó plantado, solo en aquel estúpido restaurante, sentí vergüenza de mí
Adalia escuchó como el timbre de su casa era tocado por alguien. Su ceño se frunció en algo de sorpresa, no esperaba a nadie, y su padre no estaba en casa. ¿Quién sería? Se preguntaba dejando a un lado el tazón con bollería que estaba comiendo y poniéndose de pie algo vacilante. Eran más de las nueve de la noche, tenía miedo de que de fuese algún ladrón. Aunque siendo algo sensata un ladrón no tocaría su puerta si quisiera robarle.La chica se aproximaba a la puerta recelosa, de repente todo era silencio y solo se escuchaba el iterativo y fastidioso cantar de los grillos, los pitidos atiborraban la atmosfera y tal vez buscaban advertir a la presa acerca del monstruo que estaba de caza; un timbrazo más hizo que la fémina se sobresaltara. Soltó una exhalación estremecida y tomó lo primero que vio y su mente relacionó con un arma, un duro jarrón de arcilla.—¿Qu-ien es? —la pregunta salió discontinua de sus labios palpitantes.La chica
Derek subió las escaleras con la exasperada fémina sostenida entre sus hombros como si estas fuese una muñequilla, el arma descansando en el bolsillo trasero de su pantalón sobresalía a la vista de Adalia que trataba inútilmente de alcanzarla y una cuerda permanecía aferrada en su mano izquierda de él; con sus ojos salpicados en entusiasmo buscó la habitación de Adalia que venturosamente era la principal del pasillo, eso lo supo al ver una A enorme bosquejada en dicha puerta; el castaño dio una enérgica patada y esta se abrió originando un atronador eco que escucharían los vecinos, si hubieran.Una vez ambos estaban en la habitación, Derek colocó el seguro a la puerta.—Linda habitación—habló él con impudor colocando a Adalia en el suelo, de rodillas, la fémina quiso ponerse de pie, pero de inmediato Derek le apuntó con su arma—. Linda igual que su dueña, aunque nada se coteja co
4 días después.Adalia estaba en la empresa sentada en la mesa de cristal, llevaba un vestido que cubría su cuello y brazos; nuevamente en otra junta a la que había estado obligada a ir, no por su padre.Si no por Derek.Los recuerdos de aquella violación no le habían permitido conciliar el sueño, unas enormes ojeras sobresalían debajo de sus ojos que se apreciaban menos esplendentes. Aquella noche él no se había conformado con haberla violado tan solo una vez, lo había hecho casi hasta el amanecer, ultrajando horrendamente su cuerpo de todas formas en las que su mente ingeniaba, y luego tan solo se había colocado de pie, había depositado un descarado beso en su mejilla y se había ido como si lo que acababa de hacer no hubiese sido despojar de manera desfachatada la virginidad de una pobre ch
Sarah que iba pasando por aquella planta con algunos papeles entre sus manos se quedó observando como Derek salía de aquellos baños femeninos, no le quiso proporcionar mucho cuidado ya que Derek en esos días se había olvidado de ella, ni siquiera la miraba y por tal razón ella no quería atraer nuevamente la atención del monstruo, pero no pudo evitar girar su cuello con una expresión sumamente expectante al observar cómo detrás de Derek salía la linda chica rubia que ella hace días había visto, la chica tenía una mueca de sufrimiento bosquejada en su rostro y sus ojos estaban encarnados, aun desde la distancia se distinguía; Derek le tendía la mano constantemente, pero ella se negaba y solo permanecía caminando estremecida de tanto dolor.Una mueca de intranquilidad franque&oa
—No puedo creer que el gigantón de tu hermano tenga novia...—ella soltó una débil sonrisa, casi ni se percibió—. Me es imposible verle con novia A Jimmie, jamás...—¡Lo mismo digo! Jamás lo visualicé asó —Chad soltó una carcajada y analizó a la rubia con la mirada—Oye, ¿Qué pasó con tu cabello? Está hecho un estropajo —Adalia tragó saliva ligeramente nerviosa recordando como Derek la había agredido hace ni una hora, había quedado tan enajenada en sus propias cavilaciones que ni siquiera había tomado el tiempo de arreglarse—Anda, te peinaré.Chad se ubicó de pie y una sonrisa se propagó por el rostro de la rubia, una pequeña sonrisa. Él lograba hacer que aquellos recuerdos se dilapidaran con solo hablar.—¿Cómo hacías cuando éramos niños? —un baúl de recuerdos empezó a correr por su mente.—Justamente así —afirmó Chad rebuscando un cepillo entre los cajones de Adal