Podría fingir toda la felicidad que quisiera, pero una vez la noche caía, cubriendo con su oscuridad todo, incluso sus pensamientos, los recuerdos se volvían sus peores enemigos.
Matthew se encontraba en su habitación, con su mirada fija en la ventana, en el jardín de la casa y un cigarrillo en el dedo, con el cual jugaba como lo haría un niño con su juguete nuevo, cada vez que daba una calada y dejaba escapar el humo, con sus dedos se dedicaba a dibujar figuras en el aire.
No podía negarse que siempre solía pensar en Elaine, la madre de Derek, pero en aquellos días lo había hecho más de lo usual, incluso había soñado con ella, con su rostro perfecto y así, vacío, tan vacío… todo por él… el único culpable había sido y siempre sería él. En ocasiones se preguntaba que hubiese sucedido con la vida de Elaine
Adalia se había echado hacia un lado cuando Ashley había llegado, la mujer solo le dedicó una mirada por el rabillo del ojo, mientras que Adalia la miró sin vergüenza, desde los pies a la cabeza. Jamás había visto tanta perfección acumulada en una sola persona, la delicadeza y la sensualidad que tenía cada uno de sus actos era increíble.Era amiga cercana de Derek, la manera en la que hablaban le hacía deducir eso, o al menos no era una completa extraña, Adalia solo podía pensar en lo preciosa que era, mucho más preciosa que ella, y por la mirada que le dedicaba a Derek, estaba dispuesta a hacer demasiadas cosas con él, por gusto, no por obligación, ¿entonces por qué Derek se había fijado justo en ella? Una simple muchacha, algo introvertida, que no sentía hacia él la mínima atracción, a la que ha tenido que obligar inc
Las palpitaciones de su corazón producían un sonido que podía ser escuchado a kilómetros de distancia, gruesas gotas de sudor se resbalaban desde su frente hasta sus marcadas clavículas, era incapaz de contener el impulso de girar y verificar si alguien la perseguía, lo hacía varias veces en un corto minuto, algo que le decía que debía de correr más rápido, a pesar de que no era perseguida, a pesar de que probablemente Derek todavía fuese ajeno a que ella había escapado, a pesar de todo aquello… una voz en su cabeza solo le indicaba entre gritos que no cesara su maratón, que aunque sintiera el más profundo de los cansancios, que siguiera corriendo.No conocía demasiado bien aquella zona, por lo que —a pesar de que sabía que podía ocurrir algo malo—, decidió introducirse en el bosque de la otra vez, en la que había inten
Azul contra azul, iguales de intensos, así eran las miradas de ambos, de aquel sujeto que la había tomado por sorpresa, y de la preciosa Adalia, que solo cuando vio la mano tendida del hombre fue que logró reaccionar del todo.—¿Necesitas ayuda? —preguntó el sujeto, con la más seductora y malévolas de las sonrisas, Adalia no respondió, por un segundo se quedó perdida en aquella laguna azul que tenía ese sujeto en los ojos, era tal vez el más precioso ser humano que había visto alguna vez en su vida—. ¿Te encuentras bien?—S-sí… y-yo…—Deja te ayudo a salir —se ofreció el sujeto, tendiéndole la mano a la rubia, que luego de mirar aquella larga y gruesa mano, la sujetó, sintiendo como él la sacaba del lago con la más perfecta delicadeza, con el mínimo esfuerzo, como si ella fue
Sabía que él no la estaba persiguiendo, eso lo revelaba el silencio del bosque, el único sonido de sus pasos frágiles, pero aún así, no podía evitar mirar hacia atrás con frecuencia, como si temiera que de la nada, él apareciera de entre unos arbustos y terminara lo que dijo que terminaría.¿Qué diablos había sido aquello? ¿Quién era aquel sujeto que por un segundo la había hipnotizado por su belleza? ¿Quién era aquel sujeto que parecía conocerla más de lo que ella imaginaba? ¿Quién era aquel sujeto que la había besado… que parecía anhelar ese beso desde hace mucho tiempo? ¿Quién era? ¿Y por qué el destino había cruzado sus caminos? ¿Por qué la miraba con tanta intensidad? ¿Por qué la había tratado de aquella manera?Mientras co
Aborrecía el hecho de tener que pedir ayuda para incluso realizar el más mínimo movimiento, lo frustraba, haciéndolo sentir como un completo inútil, no le gustaba que lo ayudasen, lo peor de todo era que el único culpable de toda esa situación había sido él.Él y únicamente él, por ir de más, por siempre querer usar la violencia y erradicar cada error haciendo el uso de esta, pero evidentemente no aceptaría la responsabilidad de sus errores.En su mente tenía la idea de que se había tratado de Adalia la culpable, si tan solo ella no fuese tan preciosa, las miradas de todos los hombres no caerían tanto sobre su cuerpo, no tenía demasiado sentido, de hecho, no tenía sentido en absoluto, pero prefería usar el más estúpido pretexto que aceptar que se había equivocado, que no había tenido ningún sentid
Lucía muy agitada, se veía ruborizada, asustada, perdida, definitivamente no lucía como la muchacha que había dejado en la parte de abajo.—¿Qué diablos te sucedió, Adalia? —fue lo primero que Derek preguntó, intentando sentarse, pero siendo detenido por el dolor.—No te puedes sentar hasta mañana —recordó Ashley, quien tenía bastantes interrogantes dando vueltas en su cabeza.—Ven aquí, Ada. —La rubia así lo hizo, mientras una y otra vez se gritaba estúpida en la cabeza, ¿en verdad había contado con la oportunidad de escapar, pero había elegido volver a donde su violador? Merecía morir, al menos así pensó, ni siquiera supo por qué lo hizo, su cuerpo se meneó solo de vuelta a lo que ya conocía, todavía tenía heridas del castigo al que Derek la habí
Adalia había subido con la tasa entre sus manos, las cuales temblaban, en lo único que podía pensar era en lo mucho que Derek la lastimaría si llegaba a descubrir que ella le ofrecía un té con una especie de somnífero adentro.La muchacha ingresó a la habitación, observando a Derek recostado, se acercó a la cama, le ofreció la tasa al hombre, pero este no estiró su brazo, solo la miró con una sonrisa que la rubia no consiguió descifrar. Ella suspiró para sus adentros, se preguntaba que nueva locura se le había ocurrido a Derek.—Dámelo en la boca —pidió el hombre y ella no ejecutó nada, permaneció unos segundos sin comprender lo que él le pedía—. ¿No me escuchaste? —Si lo había escuchado, solo que no había entendido la razón de aquella petición.—
Ocho días exactos habían transcurrido desde que Derek había recibido la herida de cuchillo, días en los que le había pedido a Adalia que estuviera con él más que nunca, no la podía mantener un segundo lejos de él sin extrañarla, y cuando, en el día siete se había sanado, había tomado el cuerpo de la rubia sin descanso ninguno, ella, por su parte, le había dado el calmante dos veces en una semana, sintiéndose esperanzada por lo efectivo que era, se veía siempre tentada a escapar, pero elegía no hacerlo, el miedo ya se había arraigado demasiado a su corazón como para intentar hacer algo más.Derek la había dejado sola en casa, una vez más, la había dejado desatada, porque, según palabras del mismo “ella se lo había ganado portándose bien”, Adalia sentía un profundo odio a la maner