Hola, hola, cariñitos!! Hoy les dejo temprano el capítulo, si puedo les doy uno más en la noche!! Besoooos y mil gracias por leer
El regreso a Nueva York fue caótico, Nathaniel tenía los nervios de punta mientras pensaba en Dorothea, sola, en un cuarto de hospital. Él sabía que al único familiar que le habrían informado sería a él porque así lo tenía dispuesto la anciana y aunque él solía bromear con ella sobre la muerte, lo cierto era que lo último que quería era que llegara ese día. La mujer había sido más que una figura de abuela, había actuado casi como su madre. Durante todo el vuelo Maggie no se alejó ni un segundo del castaño que parecía que no podía quedarse quieto y aunque ella lo entendía y sabía lo horrible que era sentir que estábamos perdiendo a las personas que amamos, Daniel estaba empezando a ponerse nervioso. Por eso, cuando Nathe intentó ponerse de pie nuevamente, ella le sostuvo la mano, consiguiendo que él posara sus ojos oscuros en los suyos y trató de darle una sonrisa tranquilizadora. —Cariño, ya estamos por aterrizar, no es recomendable que te levantes y además Dan está empezando a po
Los dos días siguientes al infarto de la abuela fueron un completo sube y baja de emociones. Para empezar todos los buitres de la familia aparecieron solo para verificar si la anciana seguía viva o no y esperar su momento de cobrar la parte de la herencia que les tocaba. Lo que hizo que el castaño estuviera de un humor de los mil demonios y ella podía entenderlo, pues en su lugar los hubiera mandando a todos a la m****a. Sin embargo, ella tenía sus propios problemas, como por ejemplo la segunda cita con el juez y el bueno para nada de su ex, dónde se definirá si se irán a juicio público o el juez haría el fallo a favor de alguien. Lo peor de todo era que Nathaniel no iba a poder estar con ella en esta sesión, pues a la abuela le dieron el alta y él estaría llevándola a la casa de reposo y dejando todo listo con las enfermeras y todos los que estarían con ella, ya que la mujer se negó a vivir con el castaño. Mientras se subía al auto, sentía los nervios bullendo a flor de piel por c
Nathaniel había hecho todo lo posible por tratar de llegar a la audiencia de la chiquilla por la custodia del pequeño para poder acompañarla, pero las cosas no se dieron. Para empezar se demoró más de lo previsto instalando a Dorothea, pues la anciana había sido más terca que nunca y se negaba a todos los cuidados que él le asignaba, cuando finalmente había podido salir, manejó lo más rápido que pudo hasta el juzgado, solo para encontrarse con la imagen de Maggie abrazada al abogaducho. Trató, realmente puso todo de él para no estallar en celos, sin embargo, en el momento en que la llamó su voz no fue más que un gruñido urgido que hizo que de inmediato se separaran. —Chiquilla. Los ojos de Maggie fueron de inmediato hacia él y toda la rabia desapareció de su cuerpo en el instante en que ella le sonrió con emoción contenida y corrió directo hacia donde él estaba, lanzándose a sus brazos. —¡Viniste!—En algunas ocasiones, Nathaniel olvidaba que la chiquilla era menos que él por más
Barbara estaba que echaba humo por las orejas de la rabia que sentía. No podía creer que su propio hijo se hubiera atrevido a amenazarla y mucho menos que lo hiciera por defender a la m*****a bastarda. Hace muchos años que había pensado que se había librado de todos estos problemas, pero al parecer debió haber sido mucho más radical cuando esa cualquiera apareció. Estaba dando la tercera vuelta a la sala de estar de la mansión cuando la figura de George apareció enfrente de ella y se veía casi tan molesto como estaba ella. —Barbara, ¿Qué demonios es lo que pasó? Desde hace varias semanas las cosas entre ella y George se habían ido volviendo cada vez más íntimas, hasta el punto que ya se conocían muy a profundidad y es que aunque el tipo no tenía a donde caerse muerto, no podía negar que tenía su encanto. —¡Eso mismo quisiera saber yo! — gritó— Nathaniel acaba de venir a amenazarme con dejarme sin dinero, todo porque no pudiste conseguir que esa bastarda se doblegara. La mueca de
Nathaniel llevaba toda la semana trabajando en la formulación y costos de la nueva línea de productos genéricos, la realidad era que no era para nada sencillo hacer un médicamente de bajo costo y con los estándares de excelencia a los que su empresa estaba acostumbrada, más sin embargo, no era imposible. Además todo el trabajo le ayudaba a tener la mente ocupada y no darle demasiada importancia al hecho de que había tenido la discusión más fuerte de su vida con su madre. Él no sabía como reaccionar al respecto, pues si bien no se arrepentía de nada de lo que había dicho, si se sentía mal al pensar en que las cosas fueran a quedar tan mal entre ellos. Estaba ensayando su discurso para la próxima convención médica a la que fue invitado como ponente, pero su concentración se vio interrumpida cuando la puerta de la oficina fue abierta con un estropicio y la figura de la chiquilla echa una furia apareció en la entrada seguida de Lorena. Eso no podía significar nada bueno. Sus ojos busca
Nathaniel vio a Lorena salir hecha una furia de la oficina y luego puso sus ojos sobre la chiquilla que seguía viendo con desagrado el lugar por donde la rubia acababa de salir. —¿Nena, seguro que estás bien? Sabes que si Lorena te ha dicho algo indebido puedes decirmelo. Lo cierto era que él estaba buscando la excusa perfecta para sacar a Lorena de la empresa, pues no podía simplemente pasar la carta de despido porque para empezar ella era hija de un hombre importante que había sido muy amigo de Edmund y segundo porque a pesar de todo hasta esos momentos fue una buena empleada. —No es nada que no pueda manejar, ella ya no me intimida. —No debió haberlo hecho nunca, chiquilla. —En esos momentos tuvo que morderse la lengua y no pedirle que se regresara a la oficina con él, pues Maggie había sido contundente con el tema cuando le dijo que no. Una de las razones era que cuando estaban juntos las cosas tendían a ponerse bastante acaloradas y la pobre Rebecca siempre tenía que terminar
La mañana siguiente Maggie se despertó sintiendo las manos de Nathaniel aún pegadas a su cintura, pues después de la oficina se había ido con ella y con Dan al apartamento y como había venido haciendo últimamente se quedó a dormir con ellos. De solo recordar todo lo que habían hecho en esa cama hacía solo unas horas el rostro se le ponía colorado y el calor le recorría el cuerpo entero. Nunca antes el sexo había sido tan maravilloso como cuando lo hacía con el castaño. Con mucho cuidado se puso en pie y dándose cuenta que estaba desnuda, se puso rápidamente una muda de ropa interior y luego se amarró un albornoz al cuerpo y salió con pies de pluma de la habitación, directo hacia la cocina. Sin embargo, antes de llegar se asomó para comprobar que Dan siguiera durmiendo y solo entonces siguió su camino. Cuando estuvo en la cocina se encargó de preparar su mejor versión de unas tostadas francesas y tenía toda la intención de llevarlas hasta la habitación para el castaño, cuando el lla
La vida parecía decidida a joderlos cada vez que las cosas comenzaban a marchar bien. La rabia y la preocupación que sentía Nathaniel en esos momentos no tenía limites ni comparación. El silencio en que estaba sumido el auto solo era un pequeño indicio de lo tensos que estaban los dos, la chiquilla no había dejado de apretar y retorcer sus manos en ningún momento y a él estaba empezando a preocuparle que pudiera tener un ataque de pánico en cualquier momento. En especial porque el pequeño iba en la parte trasera del auto. Finalmente se detuvieron enfrente de la comisaría y el hecho de que el detective Michael los estuviera esperando afuera con expresión seria no ayudaba en nada. Tomando a Dan en brazos, pues no creía que Maggie estuviera en condiciones de hacerse cargo, caminaron directo hacia donde el moreno se encontraba. —Maggie, lamento haberte llamado de esta forma, pero estaba preocupado—dice el detective antes de darle un abrazo a la chiquilla y él tuvo que repetirse mentalm