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Cuando llegaron al apartamento del castaño, tanto Maggie como el pequeño estaban llenos de expectación, ella había hecho una maleta para ambos y sin pensarlo demasiado se había ido a pasar el resto de la semana con Nathaniel. Porque ¿Para qué negarlo? Quería estar con él, se había vuelto parte de ella y aunque trató de no involucrarse demasiado para protegerse, había sido imposible. Mientras subían en el ascensor, Maggie no sabía qué esperar de la dichosa sorpresa, pues el castaño siempre terminaba dejándola sin palabras y algo le decía que esta vez no iba a ser la excepción. Cuando salieron del ascensor Daniel corrió dentro del apartamento y ella llevó la mirada al apartamento como si esperara encontrar la sorpresa en medio de la sala y por la risa baja que salió de Nathaniel supo que él lo notó. —Nena, estás más ansiosa que el niño y él tiene dos años. —¡No es cierto!— su grito indignado solo consiguió que él soltara una carcajada y que su rostro se pusiera colorado. —Nena, sa
No, no, no… Eso no podía estarle pasando.Nathaniel sentía que iba a vomitar, eso no debía ocurrir, ella no tenía que escucharlo, mucho menos después de todo lo que había pasado en la noche y la madrugada de ese día, cuando se entregaron de la manera en que lo hicieron.Por unos segundos no pudo hacer más nada que ver a la chiquilla caminar a paso apresurado hacía el pasillo de las habitaciones, hasta que sintió que lo empujaron con fuerza del hombro .—¿Qué demonios estás esperando?— le preguntó Mattias visiblemente preocupado—¡Ve a explicarle!Como si saliera de un letargo, corrió directo hacia donde se había ido la chiquilla y cuando llegó a la habitación se quedó de piedra al verla terminando de ponerse una blusa y con el bolso de su ropa ya listo y cerrado.—Nena…—No me llames así—gruñó ella sin siquiera darle una mirada.Nathaniel sentía que la desesperación estaba empezando a apoderarse de él, necesitaba explicarle que las cosas no eran así, él ya no estaba siguiendo ningún pla
Daniel no había dejado de llorar hasta casi una hora después de que llegaron al apartamento y sólo entonces, cuando el sueño le ganó y cayó rendido, fue el turno de ella para hacerlo, lloró por la traición, la mentira y el corazón roto que le habían dejado por primera vez. Pues, aun cuando George la había abandonado, no le había roto el corazón porque ella nunca estuvo enamorada, no realmente,en cambio con Nathaniel cayó como una tonta. Ese fin de semana estuvo en piloto automático, lloró todas las noches y maldijo a toda la estirpe de los Montgomery, o casi toda, sin embargo, cuando el lunes llegó tenía un nuevo pensamiento en mente, ella ya no iba a ser la asistente de nadie, ella iba a tomar el lugar que le dieron y golpearía con la misma intensidad que a ella la habían golpeado.Maggie había pasado gran parte de la semana sumida en una profunda melancolía. Ignoró las incesantes llamadas de Nathaniel y llegó incluso a borrar su nombre de la lista de visitantes permitidos en su
Era un lunes tenso en la empresa, para empezar tenía enfrente a Nathaniel mientras le decía que necesitaba reunir a todos los directivos de la empresa, el castaño la estaba viendo como si se hubiese vuelto loca, pero eso era lo que menos le importaba. —Y ¿Puedo saber al menos, como presidente de la empresa, cuáles son esos puntos que debes tratar? Maggie, aunque no quería adelantarle nada ni mucho menos darle explicaciones a Nathaniel, sabía que él seguía siendo el dueño mayoritario y por jerarquía tenía que hacerlo, sin embargo ella era una mujer con el corazón roto y la dignidad golpeada, y eso ahora mismo era mucho más importante. —Si, claro, son los puntos referentes al estudio de mercado, he identificado las principales razones del descontento.— Le dijo y luego entrelazo las manos delante de ella para disimular el leve temblor que tenía en estas. —Y ¿Cuáles son? —Te los enseñaré en la reunión, así que si te sugiero que te des prisa y la convoques, hay muchas cosas que debes
La junta había terminado y el aire estaba cargado de tensión en la oficina de Nathaniel. Después de la reunión con los directivos, Maggie se encontraba recogiendo sus cosas para dejar todo listo y poder pasarse a su nuevo espacio de trabajo mañana a primera hora, pues sabía que necesitaba poner distancia con urgencia entre ella y el castaño. Lo mismo debía hacerlo con su hijo, aunque era consciente de que eso sería mucho más difícil pues en toda la semana que pasó no hubo un solo día en el que Daniel no preguntara por él y cada vez que le mentía a su pequeño se sentía como la peor de las madres. La chiquilla no le había dado más que una que otra mirada mientras dejaba recogido todo en su escritorio y en lo que restó de día solo le habló para temas únicamente laborales y eso lo tenía al borde de un ataque. El ambiente entre ellos era incómodo y lleno de palabras no dichas. él, sintiendo la necesidad de romper el hielo, se acercó a ella. —Maggie, sobre todo lo que ha pasado... —comen
Dorothea llevaba al menos media hora esperando a que Nathaniel apareciera en la entrada de BioGenTech, pues luego de la visita de su nieta la semana anterior no había quedado tranquila. Ella aunque había ayudado a la chica a empoderarse e iniciar un plan para reclamar su lugar en la empresa, al mismo tiempo estaba moviendo hilos invisibles para hacer que esos dos se arreglaran, pero para ello necesitaba que su nieto de crianza dejara de actuar como un idiota. Observó con ojos perspicaces mientras Nathaniel se acercaba, sorprendido por encontrarla en la recepción de la empresa, esa misma que hace años no visitaba. —Vieja, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Nathaniel, su voz cargada de asombro. La anciana dejó salir un bufido ofendido e hizo el amago de golpearlo, antes de mirarlo directamente, sin rodeos. —Ve a decirle vieja a la bruja de tu abuela— le dijo la mujer, consiguiendo que él asomara una media sonrisa —Bueno, he aprendido a escuchar tus sabias palabras, Dorothea, así
Nathaniel había permanecido en silencio mientras la chiquilla tomaba al niño de sus brazos. Él había tenido que mantener la boca cerrada aún cuando el pequeño lloriqueaba y es que sabía gran parte de la culpa era suya. Durante toda su vida siempre tuvo en mente que sería un hombre de negocios y lo consiguió, Edmund, había puesto en sus manos una empresa quebrada y llena de problemas y la había levantado de las cenizas y desde entonces había sido él quien la liderara. Eran años de su vida, años en lo que que, aunque invirtió en otros negocios y tenía otras empresas, a ninguna le había dedicado tanto tiempo como a esta y era por ello que cuando supo que le habían quitado un porcentaje de lo que tanto le costó construir se cegó. Se dejó llevar por su egoísmo y había cometido una completa estupidez que ahora le estaba costando más de lo que podía imaginar, porque si de algo estaba seguro es que la chiquilla le había ganado en su propio juego, pues el que terminó rendido a sus pies hab
—Muy bien niño, ya tienes la primera parte resuelta— Dorothea, le había hecho una video llamada, él todavía no entendía cómo había conseguido hacerlo—Ahora viene el verdadero reto: demostrarle que no eres un imbécil embaucador. —Joder, vieja, ¡no soy un embaucador! La anciana dejó salir un bufido y lo miró a través de la cámara como si él acabara de decir una completa estupidez, lo que hizo que mirara a la abuela con los ojos entrecerrados. —Eso es justo lo que intentaste hacer con ella, embaucarla, ahora estás sufriendo la consecuencia de tu estupidez. No tenía nada que decir para refutar sus palabras, pues sabía que ella tenía razón, por eso decidió cambiar el tema. —En tu plan maestro ¿Cómo se supone que voy a conseguirlo? —¿No querrás también que te baje los pantalones para que orines?— Dijo con ironía la anciana, antes de agregar—Tú eres el hombre, solo encargate de conquistarla que yo me encargaré de los detalles técnicos para que todo esté de tu lado. Sinceramente a Natha