Buenooo cariñitos!! qué opinan de Maggie empoderada??? Gracias por leer!! PDTA: No he dado los bonos
La junta había terminado y el aire estaba cargado de tensión en la oficina de Nathaniel. Después de la reunión con los directivos, Maggie se encontraba recogiendo sus cosas para dejar todo listo y poder pasarse a su nuevo espacio de trabajo mañana a primera hora, pues sabía que necesitaba poner distancia con urgencia entre ella y el castaño. Lo mismo debía hacerlo con su hijo, aunque era consciente de que eso sería mucho más difícil pues en toda la semana que pasó no hubo un solo día en el que Daniel no preguntara por él y cada vez que le mentía a su pequeño se sentía como la peor de las madres. La chiquilla no le había dado más que una que otra mirada mientras dejaba recogido todo en su escritorio y en lo que restó de día solo le habló para temas únicamente laborales y eso lo tenía al borde de un ataque. El ambiente entre ellos era incómodo y lleno de palabras no dichas. él, sintiendo la necesidad de romper el hielo, se acercó a ella. —Maggie, sobre todo lo que ha pasado... —comen
Dorothea llevaba al menos media hora esperando a que Nathaniel apareciera en la entrada de BioGenTech, pues luego de la visita de su nieta la semana anterior no había quedado tranquila. Ella aunque había ayudado a la chica a empoderarse e iniciar un plan para reclamar su lugar en la empresa, al mismo tiempo estaba moviendo hilos invisibles para hacer que esos dos se arreglaran, pero para ello necesitaba que su nieto de crianza dejara de actuar como un idiota. Observó con ojos perspicaces mientras Nathaniel se acercaba, sorprendido por encontrarla en la recepción de la empresa, esa misma que hace años no visitaba. —Vieja, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Nathaniel, su voz cargada de asombro. La anciana dejó salir un bufido ofendido e hizo el amago de golpearlo, antes de mirarlo directamente, sin rodeos. —Ve a decirle vieja a la bruja de tu abuela— le dijo la mujer, consiguiendo que él asomara una media sonrisa —Bueno, he aprendido a escuchar tus sabias palabras, Dorothea, así
Nathaniel había permanecido en silencio mientras la chiquilla tomaba al niño de sus brazos. Él había tenido que mantener la boca cerrada aún cuando el pequeño lloriqueaba y es que sabía gran parte de la culpa era suya. Durante toda su vida siempre tuvo en mente que sería un hombre de negocios y lo consiguió, Edmund, había puesto en sus manos una empresa quebrada y llena de problemas y la había levantado de las cenizas y desde entonces había sido él quien la liderara. Eran años de su vida, años en lo que que, aunque invirtió en otros negocios y tenía otras empresas, a ninguna le había dedicado tanto tiempo como a esta y era por ello que cuando supo que le habían quitado un porcentaje de lo que tanto le costó construir se cegó. Se dejó llevar por su egoísmo y había cometido una completa estupidez que ahora le estaba costando más de lo que podía imaginar, porque si de algo estaba seguro es que la chiquilla le había ganado en su propio juego, pues el que terminó rendido a sus pies hab
—Muy bien niño, ya tienes la primera parte resuelta— Dorothea, le había hecho una video llamada, él todavía no entendía cómo había conseguido hacerlo—Ahora viene el verdadero reto: demostrarle que no eres un imbécil embaucador. —Joder, vieja, ¡no soy un embaucador! La anciana dejó salir un bufido y lo miró a través de la cámara como si él acabara de decir una completa estupidez, lo que hizo que mirara a la abuela con los ojos entrecerrados. —Eso es justo lo que intentaste hacer con ella, embaucarla, ahora estás sufriendo la consecuencia de tu estupidez. No tenía nada que decir para refutar sus palabras, pues sabía que ella tenía razón, por eso decidió cambiar el tema. —En tu plan maestro ¿Cómo se supone que voy a conseguirlo? —¿No querrás también que te baje los pantalones para que orines?— Dijo con ironía la anciana, antes de agregar—Tú eres el hombre, solo encargate de conquistarla que yo me encargaré de los detalles técnicos para que todo esté de tu lado. Sinceramente a Natha
El día del viaje había llegado y Maggie estaba sumamente nerviosa, no sabía qué esperar de Nathaniel y muy a su pesar también estaba algo inquieta por las palabras de Lorena el día anterior, temía meter la pata delante de personas importantes, pues aunque ella tenía muchos conocimientos, la verdad era que no había terminado sus estudios. Eso era algo que iba a resolver apenas regresaron a Nueva York, pues averiguar si podía culminar la carrera de manera virtual. —¿Nani, ya?—Dan no había dejado de preguntar cada dos segundos si ya era hora de partir. Ella entendía que la emoción del niño radicaba más en el hecho de ver a Nathaniel que de subirse a un avión y bajar, pues él nunca antes lo había hecho, por lo que no tenía ni idea de lo que le esperaba. —Tenemos que esperar que Nathe llegué, bebé. Dan arrugó el ceño y haciendo un puchero con sus labios le dijo en tono serio. —No ushta. No quelo. —Bueno bebé, no tiene que gustarte, pero debes esperar. El pequeño prácticamente le hab
El beso, ese maldito beso estaba haciendo papilla su mente, su cuerpo y su corazón, pues aunque intentó resistirse no pudo hacerlo, pero es que ¿Cómo iba a hacerlo? Cuando llevaba dos semanas extrañando la cercanía del castaño y ahora, ahí, mientras sus labios cubrían los suyos sentía que todo volvía a estar en su lugar. Podía sentir como sus labios se movían con ansía y anhelo sobre su boca, tomando todo de ella, al tiempo que sus manos curiosas recorrían su torso firme y seguían su curso hasta llegar a su cuello, todo su cuerpo estaba vibrando y podía sentir como su corazón latía acelerado dentro del pecho. Estaba perdida en el momento, desesperada por tenerlo más cerca, temblando bajo el toque de sus manos que delineaban cada curva de su cuerpo, sin embargo, en el momento en que los labios de Nathe se separaron de los suyos para comenzar un camino de besos hacia su cuello, algo hizo clic en su mente y la realidad la golpeó como un rayo. Aún con el corazón acelerado y la respirac
Maggie tenía los nervios de punta mientras subían en el ascensor, la sola idea de volver a compartir cama con Nathaniel la tenía en un estado de ansiedad completa, sin embargo aún tenía todo el día por delante para pensar en cómo lo solucionaría. Cuando llegaron a la suite, el botones les abrió la puerta y cuando entraron ella tuvo que retener la respiración al ver la belleza del lugar, parecía una suite matrimonial y lo más sorprendente de todo vino cuando avanzó y se dio cuenta que había un espacio semi privado que servía de habitación infantil. Una cama sencilla y muchos juguetes llenaba el lugar y nada más pasaron segundos para que Dan dejara salir un grito emocionado y corriera directo a la enorme pila de legos, carros y muñecos que estaban ubicados al lado de la cama. —¡Nani, milaaaa! ¡juguetes, nani, juguetes! —Si bebé, son juguetes, pero antes de ponerte a jugar vamos a darte un baño y luego iremos a almorzar. Antes de avanzar hacia el pequeño, escuchó como el castaño ca
Nathaniel sabía que algo había pasado. No solo por el hecho de que la chiquilla se haya acercado a él voluntariamente, sino porque estaba mucho más silenciosa que de costumbre, aunque al mismo tiempo se veía menos tensa. Todo eso después de que la viera hablar con Hanna, ya él le preguntaría a la rubia que le había dicho a su mujer. Porque independientemente de lo que haya pasado y de los problemas que estaban enfrentando , para él la chiquilla siempre sería su mujer. Sus amigos ya se habían ido, pero él viendo la emoción de Dan al recorrer la ciudad le había propuesto a la chiquilla que se quedaran un poco más. Para su sorprenda ella no se había negado. —¿Estás bien? — la voz suave y dudosa de Maggie lo hizo llevar sus ojos a donde ella se encontraba a su lado viéndolo con curiosidad —Te has quedado callado de repente. —Lo siento nena, estaba pensando. La curiosidad en su rostro fue entonces aún mayor, mientras veía de él hacia el pequeño, que jugaba con las palomas de la plaza.