Cuando Egan y Katya bajaron por las escaleras hacia el segundo piso de la casa, ella estaba tan nerviosa que continuamente acomodaba su vestido.Egan había escogido su clásico esmoquin negro y verde, aunque Katya hubiese deseado que se pusiera su traje rojo, pero al parecer, ella tenía entendido, aquel era el color que distinguía la mafia de los Carusos. Katya, por su lado, se había puesto un vestido verde militar, unos tacones no tan altos y se había hecho un simple moño.Ella jamás había estado en una negociación, mucho menos con unos mafiosos presentes, pero Egan le había dicho que simplemente se quedara en silencio si lo deseaba. Lo importante de aquella oportunidad, le decía Egan, era que aprendiera y observara cómo se movían las cosas por allá en Sicilia.Katya simplemente procuró pensar que aquella sería como una de las entrevistas que tuvo que hacer al inicio en la apertura de la clínica. Egan también la había acompañado cuando ella tuvo complicaciones con el idioma; ella serí
Farhad se sentó en la orilla de su silla mientras que apagaba su tabaco en un cenicero sobre el escritorio. Egan lo siguió con la mirada todo el tiempo. Katya pudo ver como él le dio una mirada a Argus un instante después. Fue instantáneo, tanto que ni Farhad o Kasra lo notaron. Argus le respondió con un asentimiento un momento después, haciéndole indicaciones con sus manos a los demás guardaespaldas dispuestos silenciosamente por toda la habitación.– Tenemos un cargamento importante esperándonos en un muelle de Bari, pero nuestro desembarcadero despareció en circunstancias inusuales –dijo Farhad–. Supongo que lo conocías, tuvo tratos importantes con tu tío: Macallan, lo llamaban también "El Cobarde".A Katya le sonó ese nombre, pero si Egan lo conocía o no, fue imposible detectarlo por su mirada.– Jamás vi a ese hombre en persona –dijo Egan, ni siquiera su lenguaje corporal era capaz de revelar algún sentimiento en él: ni nervios, ni incomodidad, ni tensión. Nada. Este hombre es in
Un hermoso auto negro blindado se estacionó en la entrada de la casa de Egan. Tanto él, como Katya y Argus esperaban de pie en la puerta.Katya se había cambiado la ropa a una un poco más casual y deportiva, mientras que Egan permanecía en su traje. Argus estaba ayudando a Egan a cargar bien su pistola y le dio algunas balas extras.Katya, por su parte, no pudo despegar la vista de aquel brillante artefacto que le había causado tanto malestar los últimos días. La culpabilidad por lo que le sucedió a Vanessa estaba allí, latente, pero ya no le pesaba tanto sobre los hombros como para hacerla hundirse en su propia miseria. Pero sería algo que Katya recordaría hasta el último día de su vida, secreto que Egan ocultaría con ella hasta el último día de sus vidas y ambos cargaban con el peso de eso.Perdida en sus pensamientos, al parecer el único que se dio cuenta hacia donde iban los pensamientos de Katya fue Egan, al verla con su mirada perdida en la pistola.– Hey –le dijo Egan, mientras
Y tras eso, Egan no respondió nada más sino que tomó camino hacia donde estaba su auto estacionado. Katya lo siguió de cerca, sintiendo dos personas más que lo seguían. Argus y Sylvana, quienes muy evidentemente apartaban sus miradas unos del otro.Katya sonrió sin poderlo evitar. Hacían una pareja muy adorable: ella, delgada y muy alegre, mientras que él era corpulento y reservado. Eran polos opuestos y aún así se sentía la tensión entre ellos.Al llegar al auto, Egan detuvo la puerta para que Katya entrara en el asiento trasero junto a él. Argus tomó el piloto, pero cuando Sylvana se subió al copiloto Argus pareció ofendido personalmente.– ¿Por qué ella vendrá? –Exclamó Argus.Egan frunció su ceño, confundido. Él se hacía el desconocido, pero Katy sabía que Egan conocía sobre lo ocurrido entre Argus y Sylvana.– La verdadera pregunta sería: ¿por qué no? –Egan se encogió de hombros, para mortificación de Argus–. Ella es fuerte y sabe usar una escopeta; es más un apoyo que un peso mu
Ahora fue Sylvana quien dio un paso adelante, con su escopeta en la mano. – ¿Qué estás diciendo de mi padre, pedazo de mierda?Kasra iba a abrir la boca nuevamente, cuando unos neumáticos chirriando en el asfalto lo interrumpieron. Todos giraron al mismo tiempo para ver un auto que iba a toda velocidad hacia ellos, sin control ni freno.Egan ni siquiera se molestó en dar alguna orden o señal a algunos de sus guardias, sino que se tiró hacia donde estaba Katya y la atrapó entre sus brazos. El auto se volcó y comenzó a dar vueltas de campanas en el suelo, arrasando con todo y todos los que conseguía. Algunos autos de los guardias de Egan se los llevó y los aplastó, llevándose con ellos un par de sus guardias también. Sylvana fue apartada del camino por Argus, quien también buscó seguir a Egan.Katya sintió el peso de Egan lanzarse sobre ella y después ambos chocaron contra el suelo al mismo tiempo que el auto pasó literalmente por encima de ambos. El cuerpo de Egan se habría llevado lo
Sylvana y Katya estuvieron un rato largo dentro del auto mientras intentaban localizar a Argus. Egan no había estado seriamente herido cuando él se lo llevó, pero era difícil saber a ciencia cierta dónde se lo llevaría para protegerlo y esconderlo de cualquier otro ataque.Sylvana se había estacionado en las afueras de una gasolinera, donde había comprado un café para ella y había alquilado un teléfono para Katya. Ella intentaba llamar a Argus, pero el teléfono no respondía. La llamada solo repicaba y repicaba, pero posteriormente caía la contestadora y Katya solo se preocupaba un poco más.– ¿Sigue sin responder? –Preguntó Sylvana dándole un trago largo a su café.– Sí. –Respondió Katya, soltando con más fuerza de la que necesitaba el teléfono público.Ella seguía enojada, la adrenalina aún corría por sus venas, su mente estaba entumecida. No podía hacer mucho para tranquilizarse, pero el sol ya había salido por el horizonte y ella no veía a Egan desde la noche anterior.– Oye, Kat,
Argus atrapó a Sylvana entre sus brazos y la levantó tan fácil como una hoja de papel. La estrechó fuertemente contra él y en el rostro de Argus se plasmó el alivio absoluto. Sylvana, mientras tanto lucía aturdida, sus mejillas sonrojándose en extremo mientras que con sus enormes ojos verdes miraba alrededor como si aquello no fuese real, sino solo un sueño.Katya miró la escena con sorpresa y cariño. Quizás ambos no eran capaces de decirse que aún se amaban, pero era lindo ver como Argus, tan serio y estoico en su posición, lograba ablandarlo una chica que medía al menos veinte centímetros menos que él y que era una niña en comparación con él.Argus carraspeó, dejando casi de golpe a Sylvana en el suelo. Evitó por completo su mirada, mientras Argus se giraba y buscaba alguna otra cosa en la que concentrarse. Cuando vio a Katya sonriéndole, él se tensó aún más.– ¡Katya! –Carraspeó otra vez–. Señora Caruso, qué bueno que esté bien. Egan estaba preguntando por usted, tuvieron que sedar
Ivan asintió, mientras hacía una mueca. – Esto te dolerá, los de tus hombros se ven un poco peor.Ivan continuó con su trabajo de desinfectarle sus heridas por un par de minutos tan solo. Cuando terminó, procedió a poner algunas vendas para evitar que las heridas se infectaran. Katya se preguntó en su interior cuando dejaría de usar vendas. Tenía que usarlas aún por sus puntos de la apuñalada y ahora por estos raspones.Y Egan, él también las había usado por la herida de bala que se llevó cuando se conocieron y ahora por este accidente. Él seguía dormido aún, pero Katya sabía que él ya estaba consciente pues Ivan había cortado el suministro de analgésicos para él.– Egan estará bien, ¿vale? Deja de preocuparte demás –le reprendió Ivan mientras aseguraba la última venda de Katya. Él no la miraba a los ojos, pues estaba concentrado en lo que hacía–. Solo fueron unos raspones y unos hematomas, no hubo lesiones ni huesos rotos.– Gracias a Dios –dijo Katya en un suspiro. Cuando Ivan se re