– Yo también te amo, mi amor. –Le respondió Egan, inclinándose en su asiento y dejándole un beso en su mejilla.Era la primera vez que Katya lo veía sonreír tanto que dos hoyuelos en sus mejillas se marcaron. Si existiese un nivel más alto que "feliz", Egan lo estaba experimentando en ese preciso momento.Olena sacudió sus manos de la emoción.– Oh, basta de afectos en público –dijo divertida–. ¿Cuándo se casarán?Si supieses madre, pensó Katya.– Diciembre es una fecha linda –dijo Egan, terminándose el último trago de su copa–. Conozco un lugar muy romántico que en diciembre se pone bellísimo.La madre de Katya aplaudió de la emoción. – Solo quedan ocho meses, tenemos que conseguirte un vestido, Katya.Ella negó con su cabeza. Los nervios de una boda real, la cual nunca le propusieron realmente, estaba causándole unas náuseas increíbles. Eso, sumado al dolor de cabeza por la falta de sueño estaba haciendo estragos con su concentración.– Ocho meses, madre –recordó Katya–. Es mucho ti
En lo que la puerta de la casa se cerró, Katya largó un fuerte suspiro. Egan se giró a mirarla a los ojos, pero Katya tenía la mirada perdida, desconectada. Así estaba desde lo ocurrido con Vanessa y ni siquiera la visita de su madre que no veía hace meses logró hacer que ella volviera a ser la risueña, valiente y temeraria Katya a la que él estaba acostumbrado. Egan se dejó caer sobre el sofá, cansado y, por primera vez en su vida, derrotado. Katya estaba allí, justo frente a él pasando por el peor momento de su vida y él no sabía qué hacer para solucionarlo. Katya se sentó un segundo después en el sofá, dejando caer su cabeza sobre el hombro de Egan. Ella tenía una preocupación, un enorme malestar que la carcomía desde hace rato. Y decidió en ese momento soltarlo. La verdad hace libre, ¿no? Quizás si Katya le hubiese contado a su mamá que mató a una persona, sin importar si Olena lo olvidaba un momento después o no, ella se hubiese sentido mejor. – ¿Estás enfadado conmigo? –Pregu
Egan siguió un momento más chupando, mordiendo y lamiendo cada centímetro de piel sobre los pechos de Katya. Él solo deseaba que aquellas marcas que representaban el placer y la pasión entre ambos, le quedaran como recuerdo a Katya para que cada vez en los próximos días que ella se viera en el espejo, recuerde que ella dijo con sus propios labios que era de él y de nadie más.Separándose de su pecho, Egan volvió a subir por su cuerpo con su lengua, llegando de nuevo a su cuello, él le tomó del rostro con una mano para que lo mirara directo a los ojos.– Katya, necesito que me escuches con atención –ella asintió, obedientemente, apenas consciente por el subidón de placer que Egan le estaba proporcionando–. Te vas a parar allí –señaló un lugar en medio de la alfombra frente a ellos–, y te vas a quitar el resto de tu ropa muy lentamente. Te quiero desnuda para mí, pero que tu misma lo hagas. ¿Me entiendes? Quiero volver a verte desnuda y completamente empoderada para mí.Katya sintió los
Él la devoró por completo, no permitiendo que Katya se moviera del lugar con un agarre fuerte.Katya dejó sus manos sobre el cabello de Egan, masajeándolo como él masajeaba su zona sensible con la lengua. Egan comenzó a hacer su ataque más enfurecido, pero Katya necesitaba una liberación urgente, por lo que ella también comenzó a bambolearse como cuando bailaba sobre el rostro de Egan.Ella sentía sus piernas comenzar a perder fuerza, mientras que Egan seguía arrodillado, trabajando en su vagina. Katya solo gemía y jadeaba una y otra vez, hasta que finalmente sintió que explotó en mil pedazos sobre la boca de Egan. Él no se detuvo allí, sino que lamió de punta a punta todo el dulce sabor del orgasmo de Katya. Cuando se detuvo, él la sostuvo con sus manos, mientras ella temblaba y se desequilibraba por las olas de placer que aún la perseguían.– No sabes lo bueno que es tu sabor, Katya –dijo Egan, acariciando con su nariz el monte de venus de Katya. Él se levantó del suelo, tomando a K
Katya se había quedado dormida casi que al instante. Ella estaba agotada, sin mucha resistencia, pero Egan no podía ni siquiera pegar un ojo viéndola dormir. Él la amaba con locura; en apenas unas semanas que llevaban juntos, Egan ya sentía que había encontrado a la mujer que había sido creada con el propósito de estar con él.Él nunca, jamás, en su vida había creído en el mito de las almas gemelas. Pero debía admitir que, existiesen o no, Katya era lo más parecido al amor que nunca había experimentado.Justo cuando ese pensamiento cruzaba su mente, Katya se removió y comenzó a balbucear palabras incoherentes. Egan rio, notando que era costumbre encontrarla hablando dormida a media noche, solo que estas palabras por lo general no tenían sentido.Egan se había quedado despierto, cuidando de Katya para que no tuviese pesadillas por lo ocurrido con Vanessa. Y en caso de que las tuviese, él pudiese despertarla a tiempo. Pero cuando escuchó de los labios de Katya salir las siguientes palab
Cuando Egan y Katya bajaron por las escaleras hacia el segundo piso de la casa, ella estaba tan nerviosa que continuamente acomodaba su vestido.Egan había escogido su clásico esmoquin negro y verde, aunque Katya hubiese deseado que se pusiera su traje rojo, pero al parecer, ella tenía entendido, aquel era el color que distinguía la mafia de los Carusos. Katya, por su lado, se había puesto un vestido verde militar, unos tacones no tan altos y se había hecho un simple moño.Ella jamás había estado en una negociación, mucho menos con unos mafiosos presentes, pero Egan le había dicho que simplemente se quedara en silencio si lo deseaba. Lo importante de aquella oportunidad, le decía Egan, era que aprendiera y observara cómo se movían las cosas por allá en Sicilia.Katya simplemente procuró pensar que aquella sería como una de las entrevistas que tuvo que hacer al inicio en la apertura de la clínica. Egan también la había acompañado cuando ella tuvo complicaciones con el idioma; ella serí
Farhad se sentó en la orilla de su silla mientras que apagaba su tabaco en un cenicero sobre el escritorio. Egan lo siguió con la mirada todo el tiempo. Katya pudo ver como él le dio una mirada a Argus un instante después. Fue instantáneo, tanto que ni Farhad o Kasra lo notaron. Argus le respondió con un asentimiento un momento después, haciéndole indicaciones con sus manos a los demás guardaespaldas dispuestos silenciosamente por toda la habitación.– Tenemos un cargamento importante esperándonos en un muelle de Bari, pero nuestro desembarcadero despareció en circunstancias inusuales –dijo Farhad–. Supongo que lo conocías, tuvo tratos importantes con tu tío: Macallan, lo llamaban también "El Cobarde".A Katya le sonó ese nombre, pero si Egan lo conocía o no, fue imposible detectarlo por su mirada.– Jamás vi a ese hombre en persona –dijo Egan, ni siquiera su lenguaje corporal era capaz de revelar algún sentimiento en él: ni nervios, ni incomodidad, ni tensión. Nada. Este hombre es in
Un hermoso auto negro blindado se estacionó en la entrada de la casa de Egan. Tanto él, como Katya y Argus esperaban de pie en la puerta.Katya se había cambiado la ropa a una un poco más casual y deportiva, mientras que Egan permanecía en su traje. Argus estaba ayudando a Egan a cargar bien su pistola y le dio algunas balas extras.Katya, por su parte, no pudo despegar la vista de aquel brillante artefacto que le había causado tanto malestar los últimos días. La culpabilidad por lo que le sucedió a Vanessa estaba allí, latente, pero ya no le pesaba tanto sobre los hombros como para hacerla hundirse en su propia miseria. Pero sería algo que Katya recordaría hasta el último día de su vida, secreto que Egan ocultaría con ella hasta el último día de sus vidas y ambos cargaban con el peso de eso.Perdida en sus pensamientos, al parecer el único que se dio cuenta hacia donde iban los pensamientos de Katya fue Egan, al verla con su mirada perdida en la pistola.– Hey –le dijo Egan, mientras