Egan siguió un momento más chupando, mordiendo y lamiendo cada centímetro de piel sobre los pechos de Katya. Él solo deseaba que aquellas marcas que representaban el placer y la pasión entre ambos, le quedaran como recuerdo a Katya para que cada vez en los próximos días que ella se viera en el espejo, recuerde que ella dijo con sus propios labios que era de él y de nadie más.Separándose de su pecho, Egan volvió a subir por su cuerpo con su lengua, llegando de nuevo a su cuello, él le tomó del rostro con una mano para que lo mirara directo a los ojos.– Katya, necesito que me escuches con atención –ella asintió, obedientemente, apenas consciente por el subidón de placer que Egan le estaba proporcionando–. Te vas a parar allí –señaló un lugar en medio de la alfombra frente a ellos–, y te vas a quitar el resto de tu ropa muy lentamente. Te quiero desnuda para mí, pero que tu misma lo hagas. ¿Me entiendes? Quiero volver a verte desnuda y completamente empoderada para mí.Katya sintió los
Él la devoró por completo, no permitiendo que Katya se moviera del lugar con un agarre fuerte.Katya dejó sus manos sobre el cabello de Egan, masajeándolo como él masajeaba su zona sensible con la lengua. Egan comenzó a hacer su ataque más enfurecido, pero Katya necesitaba una liberación urgente, por lo que ella también comenzó a bambolearse como cuando bailaba sobre el rostro de Egan.Ella sentía sus piernas comenzar a perder fuerza, mientras que Egan seguía arrodillado, trabajando en su vagina. Katya solo gemía y jadeaba una y otra vez, hasta que finalmente sintió que explotó en mil pedazos sobre la boca de Egan. Él no se detuvo allí, sino que lamió de punta a punta todo el dulce sabor del orgasmo de Katya. Cuando se detuvo, él la sostuvo con sus manos, mientras ella temblaba y se desequilibraba por las olas de placer que aún la perseguían.– No sabes lo bueno que es tu sabor, Katya –dijo Egan, acariciando con su nariz el monte de venus de Katya. Él se levantó del suelo, tomando a K
Katya se había quedado dormida casi que al instante. Ella estaba agotada, sin mucha resistencia, pero Egan no podía ni siquiera pegar un ojo viéndola dormir. Él la amaba con locura; en apenas unas semanas que llevaban juntos, Egan ya sentía que había encontrado a la mujer que había sido creada con el propósito de estar con él.Él nunca, jamás, en su vida había creído en el mito de las almas gemelas. Pero debía admitir que, existiesen o no, Katya era lo más parecido al amor que nunca había experimentado.Justo cuando ese pensamiento cruzaba su mente, Katya se removió y comenzó a balbucear palabras incoherentes. Egan rio, notando que era costumbre encontrarla hablando dormida a media noche, solo que estas palabras por lo general no tenían sentido.Egan se había quedado despierto, cuidando de Katya para que no tuviese pesadillas por lo ocurrido con Vanessa. Y en caso de que las tuviese, él pudiese despertarla a tiempo. Pero cuando escuchó de los labios de Katya salir las siguientes palab
Cuando Egan y Katya bajaron por las escaleras hacia el segundo piso de la casa, ella estaba tan nerviosa que continuamente acomodaba su vestido.Egan había escogido su clásico esmoquin negro y verde, aunque Katya hubiese deseado que se pusiera su traje rojo, pero al parecer, ella tenía entendido, aquel era el color que distinguía la mafia de los Carusos. Katya, por su lado, se había puesto un vestido verde militar, unos tacones no tan altos y se había hecho un simple moño.Ella jamás había estado en una negociación, mucho menos con unos mafiosos presentes, pero Egan le había dicho que simplemente se quedara en silencio si lo deseaba. Lo importante de aquella oportunidad, le decía Egan, era que aprendiera y observara cómo se movían las cosas por allá en Sicilia.Katya simplemente procuró pensar que aquella sería como una de las entrevistas que tuvo que hacer al inicio en la apertura de la clínica. Egan también la había acompañado cuando ella tuvo complicaciones con el idioma; ella serí
Farhad se sentó en la orilla de su silla mientras que apagaba su tabaco en un cenicero sobre el escritorio. Egan lo siguió con la mirada todo el tiempo. Katya pudo ver como él le dio una mirada a Argus un instante después. Fue instantáneo, tanto que ni Farhad o Kasra lo notaron. Argus le respondió con un asentimiento un momento después, haciéndole indicaciones con sus manos a los demás guardaespaldas dispuestos silenciosamente por toda la habitación.– Tenemos un cargamento importante esperándonos en un muelle de Bari, pero nuestro desembarcadero despareció en circunstancias inusuales –dijo Farhad–. Supongo que lo conocías, tuvo tratos importantes con tu tío: Macallan, lo llamaban también "El Cobarde".A Katya le sonó ese nombre, pero si Egan lo conocía o no, fue imposible detectarlo por su mirada.– Jamás vi a ese hombre en persona –dijo Egan, ni siquiera su lenguaje corporal era capaz de revelar algún sentimiento en él: ni nervios, ni incomodidad, ni tensión. Nada. Este hombre es in
Un hermoso auto negro blindado se estacionó en la entrada de la casa de Egan. Tanto él, como Katya y Argus esperaban de pie en la puerta.Katya se había cambiado la ropa a una un poco más casual y deportiva, mientras que Egan permanecía en su traje. Argus estaba ayudando a Egan a cargar bien su pistola y le dio algunas balas extras.Katya, por su parte, no pudo despegar la vista de aquel brillante artefacto que le había causado tanto malestar los últimos días. La culpabilidad por lo que le sucedió a Vanessa estaba allí, latente, pero ya no le pesaba tanto sobre los hombros como para hacerla hundirse en su propia miseria. Pero sería algo que Katya recordaría hasta el último día de su vida, secreto que Egan ocultaría con ella hasta el último día de sus vidas y ambos cargaban con el peso de eso.Perdida en sus pensamientos, al parecer el único que se dio cuenta hacia donde iban los pensamientos de Katya fue Egan, al verla con su mirada perdida en la pistola.– Hey –le dijo Egan, mientras
Y tras eso, Egan no respondió nada más sino que tomó camino hacia donde estaba su auto estacionado. Katya lo siguió de cerca, sintiendo dos personas más que lo seguían. Argus y Sylvana, quienes muy evidentemente apartaban sus miradas unos del otro.Katya sonrió sin poderlo evitar. Hacían una pareja muy adorable: ella, delgada y muy alegre, mientras que él era corpulento y reservado. Eran polos opuestos y aún así se sentía la tensión entre ellos.Al llegar al auto, Egan detuvo la puerta para que Katya entrara en el asiento trasero junto a él. Argus tomó el piloto, pero cuando Sylvana se subió al copiloto Argus pareció ofendido personalmente.– ¿Por qué ella vendrá? –Exclamó Argus.Egan frunció su ceño, confundido. Él se hacía el desconocido, pero Katy sabía que Egan conocía sobre lo ocurrido entre Argus y Sylvana.– La verdadera pregunta sería: ¿por qué no? –Egan se encogió de hombros, para mortificación de Argus–. Ella es fuerte y sabe usar una escopeta; es más un apoyo que un peso mu
Ahora fue Sylvana quien dio un paso adelante, con su escopeta en la mano. – ¿Qué estás diciendo de mi padre, pedazo de mierda?Kasra iba a abrir la boca nuevamente, cuando unos neumáticos chirriando en el asfalto lo interrumpieron. Todos giraron al mismo tiempo para ver un auto que iba a toda velocidad hacia ellos, sin control ni freno.Egan ni siquiera se molestó en dar alguna orden o señal a algunos de sus guardias, sino que se tiró hacia donde estaba Katya y la atrapó entre sus brazos. El auto se volcó y comenzó a dar vueltas de campanas en el suelo, arrasando con todo y todos los que conseguía. Algunos autos de los guardias de Egan se los llevó y los aplastó, llevándose con ellos un par de sus guardias también. Sylvana fue apartada del camino por Argus, quien también buscó seguir a Egan.Katya sintió el peso de Egan lanzarse sobre ella y después ambos chocaron contra el suelo al mismo tiempo que el auto pasó literalmente por encima de ambos. El cuerpo de Egan se habría llevado lo