- E? - Odette levantó las palmas de las manos en señal de duda. - ¿Cuál es el problema? A tus padres nunca les importaría. Y el pueblo te quiere igual.
- Seré reina de Alpemburgo.- Y él puede ser tu marido.- Odette, he esperado toda mi vida para subir al trono. Siempre he soñado con el momento de la coronación. Amo mi vida y sé que soy privilegiada después de todo lo que pasé de niña. Siempre tuve en la cabeza que me casaría con un príncipe, alguien de la realeza. - ¿Andrew Chevalier? - Se ríe.- Andrew ya tiene a su princesa. Y además, no tiene corona ni título.- ¿Así que rechazarías a Andrew Chevalier?- Por mucho que lo haya amado toda mi vida... - Exageré. - Diría que no porque no tiene corona. - ¿Significa eso que estarás a la caza de un futuro rey o miembro de la realeza para casarte?- No estoy obligada a casarme. No dice en ninguna parte que para subir al trono tenga que llevar un anillo de casado en el dedo derecho. - De acuerdo, en ese punto estoy de acuerdo contigo.- Pero sí, si algún día decido casarme, será con alguien que tenga al menos un título, pero la preferencia es un hombre con corona. - Eso escasea mucho en el "mercado matrimonial". - Se ríe.- ¿Príncipes azules?- Exacto. Es más fácil encontrar ranas.- Sabes que las ranas pueden convertirse en príncipes después de un buen beso con lengua, ¿verdad?- ¡Que me jodan, Aimê!- Max es un príncipe tan hermoso. Pero no tiene corona. Ni siquiera un título. - Pero es rico.- Un hombre rico sin título.- Estás siendo cruel.- Estoy siendo realista. Toda mi vida he idealizado casarme con un príncipe. Hoy he evolucionado un poco... Podría ser un rey viudo. O incluso divorciado.- ¿Hay reyes divorciados en el mundo?Me encogí de hombros pensativa:- No... Todavía no. Pero hay monarquías en muchos países pequeños de todo el mundo. - ¿Vas a buscar de país en país?- Podría hacer un baile... De los de antes, todos vestidos de gala... - Me brillaban los ojos. - E invitar a todos los reyes y reinas del mundo, con sus hijos.- ¿Y que cada uno traiga un regalo para la princesa? - Sacudió la cabeza, riendo. - ¿O tal vez conquistarla con una canción?- O un plato típico... ¡Tal vez un zumo! - La palabra zumo salió casi en un grito, estaba tan emocionada.Odette se levantó:- ¿Debería decirle a Donatello Durand que podría cubrir el futuro baile que Su Alteza dará para la realeza mundial? ¿Sería una exclusiva?Suspiré:- No... El baile no va a suceder. Tampoco Donatello como reportero. Son sólo las divagaciones de una princesa aburrida encerrada en la torre mientras lee la historia de la política de Alpemburgo - divagué.- Sufres del síndrome de la princesa de cuento de hadas.- ¡No, no lo sufres! ¿Y sabes por qué?- Tengo curiosidad.- Porque se casan con vírgenes.- ¿Y tú ya no lo eres? - Los ojos de Odette se abrieron de par en par.- No por mucho tiempo. Hoy voy a perder mi virginidad.Odette volvió a sentarse y su cuerpo prácticamente cayó sobre el colchón:- ¿Llegará hoy el príncipe en su caballo blanco?- No. Pero hace tiempo que decidí que no quiero ser tan tradicional en todo. Basta con que mi futuro marido sea el heredero de una corona. - Así que... ¿De la nada, decidiste darle tu virginidad a Max?Asentí, sonriendo.Odette se levantó, furiosa:- Max no es un objeto, Aimê.- En este caso, yo sería su objeto. - Arrugué el ceño. - ¿Quién no desea el placer de desflorar a una inocente?- ¿Tú, una inocente? - Se rió irónicamente.- Como ya he confesado, me "gusta". Y sé lo bueno que es. Estoy segura de que sería amable y me haría disfrutar de verdad de la experiencia. Y entonces mi futuro marido no pensaría que soy una tonta, una idiota. Y tendría más experiencia en lo que a sexo se refiere.- ¡Pagar a alguien, joder!- ¿Para que todo el mundo sepa que "se lo regalé" a un hombre que tuvo que pagar por ello, con el bombón de Max a su disposición? ¿Crees que estoy loca? Además, es mi virginidad. No puedo dársela a cualquiera.- Max es un buen hombre.- Los hombres buenos no tienen lugar en mi vida.- ¡Entonces no te acuestes con él! Sin mencionar el hecho de que Andrew Chevalier es un buen hombre. En otras palabras, no le gustan los chicos malos, Su Alteza. - Se inclinó.- ¡Haré que te corten la cabeza! - Me eché a reír.- Sólo tengo una petición.- ¿Cuál?- No juegues con Max. Él es importante... - ¿Te... ¿Te gusta Max? - pregunté, dudando.- ¿A mí? Claro que no.- Prepárate para esta noche. Mamá y papá tienen una cena importante y Max, tú y yo iremos al parque del lago.- ¿A qué? ¿Al parque del lago por la noche? ¿Has bebido?- No. Pero lo haré. Quiero que organices todo: buenas bebidas, vasos, agua, consíguenos algo de comer también. Y hazle saber a Max que él conducirá. - ¿Nos acompañará otro coche?- Sí, está bien. - Me encogí de hombros.Sabía lo importante que era la seguridad entre la realeza y, por supuesto, no renunciaría a ella en ningún momento.Pero realmente quería disfrutar de la velada. Y no me había decidido de un momento a otro. Quería salir un rato y divertirme con mis únicos amigos: Max y Odette.Antes de ducharme, cogí un libro romántico que había leído al menos veinte veces. Se llamaba "Pareja perfecta" y estaba en mi lista de favoritos por una escena picante en particular, que estaba marcada con una pequeña nota adhesiva de color amarillo neón para poder encontrarla fácilmente siempre que quisiera.Me dirigí a la ducha con el libro en la mano y lo puse sobre la encimera mientras me quitaba la ropa sin prisas. Miré mi cuerpo desnudo en el espejo del suelo al techo. ¿Debería recortarme el vello púbico? ¿O sería mejor afeitármelo por completo? Si Max decidiera practicarme sexo oral, ¿cómo lo preferiría? ¿O eso no influiría en nada? Si realmente me gustaba, ¿debería preguntarle si la próxima vez lo quería con vello o sin él?Respiré hondo, segura de que me gustaría que aquella noche fuera la de la pérdida de mi virginidad. Ya había cumplido dieciocho años y era hora de empezar mi vida sexual. Aunque quería casarme con un príncipe, un rey divorciado o viudo (que ni siquiera sabí
En cuanto salí de la habitación, oí que llamaban a la puerta y Odette entró. Ya estaba lista, llevaba un mono amarillo que hacía juego con su piel oscura y su pelo largo y liso, tan negro que brillaba bajo la luz artificial de mi dormitorio. - ¿Vas a publicar que hoy es el día en que perdiste la virginidad? - preguntó riendo.- ¿Crees que debería poner #perdí-la-virginidad o #descubrí-lo-que-es-un-orgasmo?- ¿De verdad crees que tendrás un orgasmo la primera vez?- ¿Por qué no? Yo creo que sí.- Prácticamente imposible. Arrugué el ceño, aprensiva. ¿A qué te refieres?Mi madre estaba en la puerta, vestida magníficamente para una cena que tenía con mi padre y unos políticos de un país vecino que habían venido a ver Alpemburgo.- ¿Vas a salir? - Me miró.- Sí. Odette y yo vamos a dar un paseo.- ¿Adónde?- A un lugar seguro. Miró a Odette:- Confío en ti.- Por supuesto, Majestad. - Odette sonrió torpemente.- ¿Y yo? - pregunté inmediatamente.- Yo también confío en usted. - Hizo una
- Si quiero tocarte, ¿volverás a huir?- No -dije con firmeza.Max vino instintivamente hacia mí, me tumbó y se puso entre mis piernas, con los ojos fijos en los míos.- "Eres preciosa, Aimê... - Su voz salió débil y llena de deseo.- Bésame, Max... - le pedí.Max inclinó la cabeza y me besó cariñosamente, su lengua se enroscó en la mía mientras una de sus manos tocaba sin prisa el costado de mi cuerpo por encima del vestido de fina tela. El beso fue largo y ardiente. Mis bragas se mojaron, lo cual no era nada nuevo, ya que yo misma era capaz de provocarlo. Cuando Max se apartó un poco, me miró:- Me gustas desde hace mucho tiempo, Aimê.- I... Tú también me gustas -admití-.- Intento decir que... estoy enamorado.- ¿Enamorado? - Casi me ahogo.Enamorada era una palabra muy fuerte, no sólo para aquel momento, sino para cualquier otro.- Si sientes lo mismo que yo, ¿qué nos impide estar juntos? Levanté mi cuerpo, empujándolo suavemente, preocupada, y me senté sobre la tela gruesa y b
Se lo devolví, prácticamente vacío:- No tienes derecho a quitármelo. Beberé todo lo que quiera.Max cogió el vaso:- Estás borracho.- No estoy borracho. ¿Crees que porque alguien sea sincero y diga la verdad no puede estar en sus cabales?Max me quitó el vaso de la mano y lo tiró. Oímos cómo caía al agua. Me levanté, atónita, y cogí la botella de vino espumoso, bebiéndome el resto por el cuello. Cuando terminé, lancé la botella en la misma dirección en la que él había tirado el vaso, señalándole con el dedo:- ¡Has perdido tu oportunidad, "Max"!Max se levantó, atónito:- ¿Por qué no me dijiste antes que no me considerabas adecuada para ti?Me eché a reír:- ¿Creías que lo era? Dentro de unos meses seré una reina, Max.Max negó con la cabeza y se dio la vuelta:- Sólo te preocupas de ti misma. No ves más allá de tu pequeño mundo dorado.- Me importa la gente de Alpemburg más que cualquier otra cosa. Haría cualquier cosa por este país. Max se giró en mi dirección:- No, nunca te ha
País Del MarTan pronto como hubo llegado, el príncipe dejó que su cuerpo descansara sobre el de su esposa, que seguía temblando.- ¡Eres perfecta, Catriel! - exclamó la Duquesa, con voz débil y cansada.Antes de que pudiera decir nada, la puerta se abrió. Ante el semblante preocupado de la Duquesa, el Príncipe giró su rostro preocupado para encontrarse con los ojos del Duque.Catriel se retiró de la Duquesa, levantándose de la cama con los brazos abiertos, tratando de mostrar paz y dejando en claro su "no intención" de pelear. Sintió como el preservativo caía al suelo, completamente lleno de esperma, intentando no mirar en la misma dirección que los ojos del Duque, que la observaban con total incredulidad.- Duque Cappel, puedo explicarlo... - intentó.- Alteza... ¿Se está... follándote a mi mujer? - vociferó el duque, con el rostro enrojecido por la ira. - No... - intentó en vano defenderse.- Amor... No es lo que piensas... - La duquesa Cappel trató de engañar a su marido, subesti
- "No puedes usar esto para justificar tus problemas por el resto de tu vida", advirtió su padre.La reina Nair mencionó levantarse y el rey le ordenó que lo hiciera:- ¡Quédate! ¡No volverás a poner una mano sobre su cabeza!El príncipe Lucca intentó coger la mano de su madre, que estaba sobre la mesa, pero ella la apartó de inmediato, impidiendo que su hijo menor la tocara.- ¿Qué se dice hoy de mi hijo, Ricardo? - preguntó el rey a su consejero.- El pueblo del País del Mar alega inmadurez por parte del futuro rey, Majestad, así como incapacidad y descuido para asumir el trono. - ¿Qué sugieres, Ricardo? - ¿A mí, Majestad? - A Ricardo le sorprendió la pregunta del rey.- Sí, tú, Ricardo. Hagamos de cuenta que no conoces a Catriel y que vives fuera del castillo. Todo lo que sabes es que ese irresponsable es tu futuro gobernante. ¿Qué te haría volver a confiar en él?- ¡Seguridad, señor!- ¿Y cómo sería eso, Ricardo?- Una boda e hijos -dijo la reina, suspirando-.- No voy a casarme
AlpemburgMientras Odette y Max discutían fervientemente, intercambiando acusaciones, cerré los ojos y me permití sentir todo el dolor que sabía de antemano que causaría mi hazaña. Intenté prestar atención a lo que decían, pero en lo único que mi mente podía pensar era en el momento en que vi a Donatello tendido en el suelo, con la sangre chorreándole por la cara y las piernas con un aspecto aterrador, como si no le pertenecieran, como si estuvieran hechas de elástico, perdiendo por completo la rigidez que las hacía estar rectas.Sacudí la cabeza, intentando quitármelo de la cabeza, pero no pude. El coche se alejaba a toda velocidad y los dos seguían discutiendo. - Por el momento no hay nada en internet. - Odette se volvió hacia mí, advirtiéndome.Me tumbé en el asiento trasero, acurrucada como un bebé, las lágrimas seguían apoderándose de mí, como si nunca fuera a poder parar.- Han pasado diez minutos - gritó Max - ¿Querías que saliera en todos los medios? ¿Has olvidado que ella ma
En cuanto me hubo envuelto el pelo húmedo con la toalla, cogí otra y me sequé el cuerpo, luego me puse la bata suave y cómoda que me habían dado y, por último, las bragas. Me di cuenta de que, aunque acababa de salir del baño, seguía llorando sin darme cuenta. Llegué al dormitorio y había una taza humeante de café puro junto a la cama. - Bébetelo todo. No lleva azúcar, pero es a propósito. Te pondrá sobrio. No discutí. Me senté en la cama y me bebí el café cargado, haciendo una mueca. La miré:- I... Me doy cuenta de lo que he hecho... - admití.Odette cogió su móvil y deslizó los dedos por él, luego me miró:- De momento no hay nada en los medios. Será mejor que descanses, Aimê. Mañana te espera un largo día.- I... No fue mi intención. ¿Y por qué mierda estaba Donatello en el parque, observándome, sacando fotos sin permiso?- Nunca te culparán y lo sabes. Tienes que pensar en una defensa. ¿Llamamos ya a un abogado? - ¡No! Primero tengo que hablar con mis padres... - He mirado e