País Del MarTan pronto como hubo llegado, el príncipe dejó que su cuerpo descansara sobre el de su esposa, que seguía temblando.- ¡Eres perfecta, Catriel! - exclamó la Duquesa, con voz débil y cansada.Antes de que pudiera decir nada, la puerta se abrió. Ante el semblante preocupado de la Duquesa, el Príncipe giró su rostro preocupado para encontrarse con los ojos del Duque.Catriel se retiró de la Duquesa, levantándose de la cama con los brazos abiertos, tratando de mostrar paz y dejando en claro su "no intención" de pelear. Sintió como el preservativo caía al suelo, completamente lleno de esperma, intentando no mirar en la misma dirección que los ojos del Duque, que la observaban con total incredulidad.- Duque Cappel, puedo explicarlo... - intentó.- Alteza... ¿Se está... follándote a mi mujer? - vociferó el duque, con el rostro enrojecido por la ira. - No... - intentó en vano defenderse.- Amor... No es lo que piensas... - La duquesa Cappel trató de engañar a su marido, subesti
- "No puedes usar esto para justificar tus problemas por el resto de tu vida", advirtió su padre.La reina Nair mencionó levantarse y el rey le ordenó que lo hiciera:- ¡Quédate! ¡No volverás a poner una mano sobre su cabeza!El príncipe Lucca intentó coger la mano de su madre, que estaba sobre la mesa, pero ella la apartó de inmediato, impidiendo que su hijo menor la tocara.- ¿Qué se dice hoy de mi hijo, Ricardo? - preguntó el rey a su consejero.- El pueblo del País del Mar alega inmadurez por parte del futuro rey, Majestad, así como incapacidad y descuido para asumir el trono. - ¿Qué sugieres, Ricardo? - ¿A mí, Majestad? - A Ricardo le sorprendió la pregunta del rey.- Sí, tú, Ricardo. Hagamos de cuenta que no conoces a Catriel y que vives fuera del castillo. Todo lo que sabes es que ese irresponsable es tu futuro gobernante. ¿Qué te haría volver a confiar en él?- ¡Seguridad, señor!- ¿Y cómo sería eso, Ricardo?- Una boda e hijos -dijo la reina, suspirando-.- No voy a casarme
AlpemburgMientras Odette y Max discutían fervientemente, intercambiando acusaciones, cerré los ojos y me permití sentir todo el dolor que sabía de antemano que causaría mi hazaña. Intenté prestar atención a lo que decían, pero en lo único que mi mente podía pensar era en el momento en que vi a Donatello tendido en el suelo, con la sangre chorreándole por la cara y las piernas con un aspecto aterrador, como si no le pertenecieran, como si estuvieran hechas de elástico, perdiendo por completo la rigidez que las hacía estar rectas.Sacudí la cabeza, intentando quitármelo de la cabeza, pero no pude. El coche se alejaba a toda velocidad y los dos seguían discutiendo. - Por el momento no hay nada en internet. - Odette se volvió hacia mí, advirtiéndome.Me tumbé en el asiento trasero, acurrucada como un bebé, las lágrimas seguían apoderándose de mí, como si nunca fuera a poder parar.- Han pasado diez minutos - gritó Max - ¿Querías que saliera en todos los medios? ¿Has olvidado que ella ma
En cuanto me hubo envuelto el pelo húmedo con la toalla, cogí otra y me sequé el cuerpo, luego me puse la bata suave y cómoda que me habían dado y, por último, las bragas. Me di cuenta de que, aunque acababa de salir del baño, seguía llorando sin darme cuenta. Llegué al dormitorio y había una taza humeante de café puro junto a la cama. - Bébetelo todo. No lleva azúcar, pero es a propósito. Te pondrá sobrio. No discutí. Me senté en la cama y me bebí el café cargado, haciendo una mueca. La miré:- I... Me doy cuenta de lo que he hecho... - admití.Odette cogió su móvil y deslizó los dedos por él, luego me miró:- De momento no hay nada en los medios. Será mejor que descanses, Aimê. Mañana te espera un largo día.- I... No fue mi intención. ¿Y por qué mierda estaba Donatello en el parque, observándome, sacando fotos sin permiso?- Nunca te culparán y lo sabes. Tienes que pensar en una defensa. ¿Llamamos ya a un abogado? - ¡No! Primero tengo que hablar con mis padres... - He mirado e
- ¿Cómo? - pregunté incrédulo - Sólo han pasado unas horas...- "La cámara de Donatello debió de ser sustraída durante el rescate", dijo Satini.- Cómo... ¿Está ahí? - pregunté, asustada por la respuesta que me daría.- Está en el mejor hospital del país, bajo la protección de la guardia real. En otras palabras, las imágenes se han filtrado, pero nadie sabe realmente lo que ha pasado. - Estevan intentó calmarme.- ¿Hospitalizado? Entonces... ¿No ha muerto?- No -confirmó mi madre, sentándose en una silla y tirando de mí para que hiciera lo mismo.Me senté, dejando por fin que mi cuerpo se relajara, sintiéndome un poco más tranquila. Donatello no había muerto.- I... Vi sus piernas... - Recordé, aturdida.- Se había roto el fémur... Y ambas piernas. Tenía un traumatismo craneal leve... Y cuando salimos del hospital, le estaban operando de urgencia.Me levanté, sintiendo que mi cuerpo temblaba:- Dios mío... ¿Qué coño he hecho? - Me llevé las manos a la cabeza.- El médico me aseguró qu
- Sabes que estamos en el siglo XXI, ¿verdad?- Todavía te sorprendería una princesa a la que le gusta preparar tés, zumos desintoxicantes y bebidas naturales.- ¿Te sientes mejor?- Saber que está vivo me ha cambiado, ¡créeme! Ahora sólo tengo que disculparme, recuperar mi popularidad y...- Cálmate, Aimê. Vamos a calmarnos. Lo primero que hay que hacer ahora es disculparse por haberlo atropellado.- No fue tu intención...- Igual lo atropellaste.- Mi mayor error fue no ir en su ayuda.- ¡Lo atropellaste, Aimê! - Repitió, lentamente.- En teoría, fue sin querer.Odette se detuvo y me sujetó por los hombros, mirándome a los ojos:- ¡Por favor, no me digas que no te arrepientes de lo que hiciste!Bajé la cabeza, incapaz de mirarla a la cara. ¿A quién intentaba mentir? Mi amiga podía leer hasta mis ojos.- I... Lo he sentido desde el momento en que bebí... Y dije todo lo que le dije a Max. - Lo admití.- Así que sé tú misma. Y admíteselo a Donatello: no lo decías en serio, no lo decías
- Hola, Donatello -le estreché la mano-, ¿sientes algún dolor?- Un ligero mareo... - se llevó la mano a la cabeza, arrugando la frente.- Es normal después de una anestesia general. - Le explicó la enfermera.- ¿Qué... ¿Hace usted aquí? - Su mirada era interrogante.- Creo que... Imagina lo que estoy haciendo aquí... Recordando lo que pasó anoche. - Estaba avergonzada.- Recuerdo... Todo. - Lo confirmó.Miré a la enfermera y a Odette y pregunté:- ¿Podrían salir un momento? Me gustaría hablar a solas con Donatello.- "Puedo ausentarme un máximo de cinco minutos, Alteza", explicó la enfermera, "el equipo médico me ha pedido que acompañe al señor Durand a tiempo completo.- Cinco minutos son suficientes para mí. - No me opuse.Odette salió con
- Tu estúpido trabajo de acosarme es aburrido y desagradable.- Alteza, sólo quiero mi lugar bajo el sol.Miré mi reloj y luego a Donatello, respirando hondo:- He venido a disculparme por lo ocurrido. Y ya lo he hecho. Le deseo lo mejor, señor Durand -fui lo más formal posible- La familia real seguirá pagando su tratamiento. Y espero una completa recuperación de sus piernas.- El hecho de que diga lo que pienso de Su Alteza no le exonera de culpa.- El hecho de que le atropellara accidentalmente no le da derecho a ofenderme de la forma en que lo hizo, Sr. Durand.- Alteza, quiero hacer mi final de carrera sobre la princesa Aimê D'Auvergne Bretonne, la hija menor del rey Estevan D'Auvergne Bretonne, un monarca justo que se preocupaba por su pueblo, y hermana de Alexia D'Auvergne Bretonne, la reina que cambió la vida de tantas mujeres en Alpemburgo con su lucha por la justicia y la