Antes de salir para la declaración, que se haría delante del castillo de Alpemburg, ante todos los periodistas y el público en general, vi a mis padres en el salón principal. Satini estaba diseñando un vestido mientras Estevan jugueteaba atentamente con su teléfono móvil.
- ¿Nos vamos? - dije, esperando a que se levantaran y nos acompañaran a Odette y a mí al discurso.
- ¿Adónde? - Mi padre arqueó una ceja, curioso.
- Ahora es mi discurso, papá. - le expliqué.
Él y mi madre se miraron y fue ella quien dijo:
- Miraremos desde aquí.
- ¿Qué quieres decir? Tenéis que venir conmigo.
- No, no hace falta. Yo ya he hecho mi parte: he sacado tus fotos prácticamente desnuda de internet y he convencido a la corte de que madurarás pronto y que en el futuro estarán orgullosos de tenerte co
- Significa que a más de la mitad de la población de Alpemburgo no le interesan los contenidos que compartes. - Estevan me miró fijamente.- Es hora de demostrar a la gente de tu país y a todos nosotros que estás preparada para ser reina, hija mía. - Satini me alisó el rostro- Asume compromisos, conoce tu país más allá de los muros del castillo o de la corte. Haz alianzas políticas con otros países en las que Alpemburgo se beneficie de alguna manera. Ya he empezado a hacer algo por ti. He elegido un diseñador local para hacer tu vestido de coronación.- Pero... El director general de Versace ya se había puesto en contacto conmigo... No sólo con ella, sino también con otras marcas. Incluso estábamos pensando en una asociación... Y yo ya me había decidido por Versace.- Liah Archambault Chalamet es una joven promesa que ha dec
Me desperté a la mañana siguiente sintiendo dolor en la espalda y sentía los ojos como si tuvieran arena, tan molestos estaban por el brillo y el ardor. Miré el reloj y había dormido menos de dos horas. Puse el reloj en hora para despertarme, a diferencia de todos los días, ya que mi padre se había quejado incluso de la hora a la que me despertaba.La ira del pueblo de Alpemburg me había cogido por sorpresa la noche anterior. Retirado apresuradamente del escenario, regresé al castillo y permanecí en mis aposentos durante el resto del día, alegando que me encontraba mal. Me invadió una tristeza inexplicable por la forma en que me habían tratado los periodistas y el pueblo.Mi discurso no tuvo lugar. Mi defensa no se hizo y ninguno de mis planes para redimirme delante de todos funcionó.Maldita sea la hora en que decidí beber esa noche, algo que rara vez hac&ia
Seguí caminando por la hierba verde y bien recortada cuando pasaron a mi lado rápidamente, mi padre llevándola en brazos. Me detuve, observando la escena con asombro. Una vez se hubieron ido, empecé a reír, sacudiendo la cabeza. Aunque mi padre no tuviera corona, siempre sería un príncipe. Y un día quise que alguien me mirara como él miraba a mi madre. Y que la llama del amor y del sexo fuera eterna, como la que aún ardía en ellos.Me senté en un sillón bajo una pérgola del jardín. Cogí el teléfono y vi que Odette venía hacia mí. En cuanto se acercó, me advirtió:- Aimê, si yo fuera tú, no abriría las noticias...Sonreí, tirando de su brazo:- Siéntate aquí, Odette. No quiero oír hablar de Alpemburgo. Quiero conocer a los herederos de País del Mar.-
En cuanto llegué en el coche real a la entrada de la urbanización donde vivía Max, el portero me anunció por el interfono. Escuché como su madre, sorprendida, le pedía que me dejara pasar inmediatamente.El chófer se dirigió a la casa de Max, que ya conocíamos. Cuando llegamos frente a la casa, ya nos estaba abriendo cordialmente la puerta a Odette y a mí.Antes de que pudiéramos llamar, el ama de llaves abrió la puerta y se inclinó hacia mí:- ¡Alteza, bienvenido!- Muchas gracias.Entré en la residencia de Max con Odette. Aunque los tres nos conocíamos desde hacía bastantes años, siempre que iba de visita, su madre me trataba con formalidad.Nos saludamos y ella llamó a su hijo, que no tardó en bajar, no muy sorprendido por mi presencia, que sin duda había sido anunciada de antemano cuando
En la puerta de la habitación de Donatello, pedí a Odette y al guardia de seguridad que me dejaran hablar con él a solas.Llamé a la puerta y me atendió su madre, visiblemente sorprendida por mi presencia:- ¡Alteza! - No... Esperábamos su visita.Como no me invitó a pasar, empujé lentamente la puerta, viendo a Donatello con mucho mejor aspecto, con la pierna dentro de una especie de corsé de aluminio que ocupaba gran parte de la cama.Me acerqué a él, mientras la enfermera se levantaba rápidamente, dejaba el libro que estaba leyendo y se agachaba.Vi la otra pierna escayolada, pero no parecía tan rota como la izquierda.- ¡Alteza! - sonrió, con los labios regordetes ligeramente entreabiertos-.- ¿Podríamos charlar un poco, señor Durand?- Por supuesto, señor Durand. - no se opuso.- A
- "Me halaga la invitación, Alteza", dijo Donatello con sinceridad.Sonreí y le dije- Puedes empezar ahora, trabajando desde dentro de tu habitación del hospital.- ¿Ya? - Sonrió, parecía emocionado.- Quiero que anuncies, de primera mano, que no sólo eres mi nueva contratación, lo que hará creer a la gente que te he "comprado"...- Y seguramente me quitarás parte de mi credibilidad como profesional sólo por eso... - añadió riendo.- En fin, no podemos hacer todo lo que los demás quieren o esperan de nosotros, ¿verdad? Aun así, quiero que le digas a la gente de Alpemburg que, junto con mis padres, visitaré el País del Mar por negocios.- ¿País del Mar? - Donatello se sorprendió.- Sí, País del Mar -confirmé. - Nos ha invitado la reina, Nair Levi Mallet. Ser&aacu
- Alguien digno no tenía que ser necesariamente de la realeza. - Mi padre lo dejó claro.- Y si fuera un indigente, ¿lo aceptarías? ¿Alguien de fuera de la aristocracia o de tu círculo de amigos? - desafié.Estevan se lo pensó un momento antes de responder:- Aunque no fuese lo que esperaba para ti, si te quisiera, aceptaría. Aimê. - Me cogió la mano cariñosamente sobre la mesa. - No tienes ni idea de lo que es estar enamorado de una persona y estar prometido a otra para siempre.- ¿De qué estamos hablando? - Satini arqueó una ceja, confusa.- De que mi padre estaba enamorado de alguien, pero prometido a ti, mamá. - Sonreí libertinamente.- En este caso, la otra persona de la que estaba enamorado era tu madre. - Lo dejó claro, sonriendo en dirección a Satini. - Pero podría no haberlo sido. Sobre todo porq
Hacía ya unos cuantos años que no oía mi antiguo apodo de "monstruito". Y me alegraba el corazón, pues me traía recuerdos de nuestra unida familia, con mis hermanas viviendo en el castillo y mi querido abuelo, que también era un gran consejero y amigo. Por desgracia, se había marchado con Alexia y Andrew. El vínculo que tenían Sean y Ale era inexplicable. Él era su mecánico y había dedicado años a crear un coche especialmente para mi hermana.De los buenos recuerdos que tenía, el mejor era el de mis hermanas y yo saltando en la cama antes de dormir mientras hablábamos de los chicos que les gustaban. Alexia siempre había estado enamorada de Andrew. Pauline... Bueno, hoy pensaba que se había casado con Enrique y se había quedado embarazada de él sólo para escapar del trono y arrojar la corona sobre la cabeza de otro.Alexia siempre f