Hacía ya unos cuantos años que no oía mi antiguo apodo de "monstruito". Y me alegraba el corazón, pues me traía recuerdos de nuestra unida familia, con mis hermanas viviendo en el castillo y mi querido abuelo, que también era un gran consejero y amigo. Por desgracia, se había marchado con Alexia y Andrew. El vínculo que tenían Sean y Ale era inexplicable. Él era su mecánico y había dedicado años a crear un coche especialmente para mi hermana.
De los buenos recuerdos que tenía, el mejor era el de mis hermanas y yo saltando en la cama antes de dormir mientras hablábamos de los chicos que les gustaban. Alexia siempre había estado enamorada de Andrew. Pauline... Bueno, hoy pensaba que se había casado con Enrique y se había quedado embarazada de él sólo para escapar del trono y arrojar la corona sobre la cabeza de otro.
Alexia siempre f
- Vaya, ¡qué magnífico! -- Me dejé llevar.El helicóptero está al otro lado. - Me ofreció su brazo, que acepté, enganchando el mío sin pestañear. - Podemos ir andando, si no te importa. Su asesor y el guardia de seguridad pueden subir a la limusina y el conductor los llevará al barco que espera en el muelle. Desde allí los llevarán al castillo.- No hay problema -respondí, dándome la vuelta para emprender el viaje.- No -oí la voz de Max y me detuve, mirando hacia atrás-. - Acompañaré a Su Alteza en el mismo transporte que ella utiliza.Miré a Max, que seguía severo. ¿Podría tratarse de una escena de celos?- ¿No? - Lucca miró a Max y luego a mí. - Él... ¿Dijo "no" a una orden de Su Alteza?- Su Alteza no me dio una orden, sólo estuvo de
Aterrizamos en el helipuerto cercano al castillo y un coche nos estaba esperando. Max se sentó junto al conductor y yo me senté con Odette y Lucca en el asiento trasero. Quería decir mil cosas, pero el paisaje era demasiado magnífico para expresarme oralmente.Lo miraba todo como si fuera un niño que ve un caramelo por primera vez.La carretera era exactamente del tamaño del coche y en pocos minutos estábamos frente a la entrada del castillo, con su enorme puerta de cristal, de un estilo moderno que contrastaba con el edificio antiguo. De hecho, parecía más un edificio de época que uno antiguo. O todo el edificio estaba muy bien cuidado.- Mis padres te darán la bienvenida con una pequeña cena, Aimê -Lucca pronunció mi nombre sin titubear, quitándose de encima a su Alteza y transformando nuestra conversación en algo menos formal, lo cual me gustó
Junto a las ventanas laterales había un hermoso y gran follaje verde, del que no sabía el nombre, ni había visto esta especie en Alpemburgo. Se notaba que era natural, plantado. Junto a la puerta había una moderna mesa de cristal con una cómoda silla y un ordenador portátil. A la derecha había dos puertas en la pared, una de las cuales era sin duda para el aseo y la otra para el vestidor.Una mullida alfombra blanca cubría parte del suelo, la mitad de la cual estaba debajo de la cama. El suelo era de un material que imitaba la madera noble, de color caramelo.- La cena se servirá a las diecinueve -dijo Carmela-. - Estaré aquí a esa hora para recoger a Su Alteza. Sus sirvientes pueden quedarse fuera, junto a la puerta. O si lo prefiere, puede cenar con los demás criados a esa hora.- BIEN...- Su Alteza, la Reina en persona ha organizado toda su visita esta semana. As&iacut
Entrecerré los ojos y el rey empezó a llamarme la atención. Sinceramente, no entendía la forma tan grosera en la que el hombre me estaba tratando, pero le respondí de forma dócil:- ¡Agua, por favor, Alteza!- También tenemos vinos espumosos de calidad. - Continuó afrentado.- ¡Catriel! - La reina le llamó la atención.- Preferiría que no, Alteza. No quiero arriesgarme a beber hasta perder el sentido y pasear desnuda, ¡mostrando mi trasero a todo el mundo! - Le devolví el favor.- ¡Oh, no! ¿Has visto su trasero? - se lamentó la reina, riendo divertida.Miré en su dirección, sonriendo libertinamente, sin confirmarlo.Catriel no se rió. Se dirigió al hombre que preparaba las bebidas y me trajo el vaso de agua antes de que lo hiciera el camarero. Cuando fui a tomarlo de su mano, nuestros de
- Y tú en la letra "B", de "Borracho".- Catriel, ¿qué carajo te pasa? - Lucca se levantó, acercándose a mí.Estiré el brazo para que Lucca no se acercara más:- No te preocupes, Lucca... No voy a llorar por el "disgusto" de tu hermano. No soy una pobre princesa indefensa, por si piensas eso de mí. He pasado por muchas cosas en mi vida y las he superado. No va a ser un príncipe rencoroso como tú. - Señalé con mi dedo índice en dirección a Catriel. - Quien me rebajará como mujer. Soy plenamente consciente de que no te he hecho nada. Sólo si soñaste conmigo y allí, en tu imaginación sobre mí, le causé a Su Alteza alguna molestia.- Odio a la gente que se bebe su conciencia, causando daño a terceros que no tienen ninguna culpa. - Catriel fue un poco más claro.- No necesito ni quiero di
Lucca permaneció en silencio y caminamos un rato sin decir nada, por el suntuoso sendero, rodeados de espléndidos árboles altos llenos de hojas que se mecían con el viento fresco del mar.- Si te dijera que nunca he bebido, ¿me creerías? - le pregunté, apretándole ligeramente el brazo, aprensiva.- Sí, te creería. Porque sé que la prensa sólo muestra lo que ve y lo que quiere que supongamos que ocurrió.- ¿Has...? ¿Has leído lo que han escrito sobre mí?- Sí.- Y aparentemente tu hermano... Y seguramente de tus padres.- Sí -confirmó de nuevo en un monosílabo-.- ¿Conoces ese momento en el que planeas algo y todo sale mal? Pues... Eso fue lo que pasó aquella noche. Los paparazzi no debían estar allí. No debería haber estado bebiendo en primer lugar y ni si
- ¿Y éste? - pregunté, intentando tocarlo, mientras el animal se apartaba.- Éste... - me corrigió.- Hola, "Mamón" -bromeé, admirando a la yegua-. - Es... preciosa.- Pues mi hermano se ofendería un poco si te oyera llamar Otária a su yegua. - Lucca se mostró irónica.Inmediatamente me alejé del animal, temerosa:- Pensándolo bien, ¡ni siquiera es tan bonita! - Me encogí de hombros.La yegua empezó a relinchar y Lucca se acercó a ella, suavizándola hasta que se calmó.- No pasa nada, Tormenta.- ¿Tormenta?- Sí, esta es nuestra preciosa Tormenta.- No se parece en nada a Sucker... - Arqueé una ceja, analizando al animal perfecto.¿Recuerdas ese sueño del príncipe que llega en un caballo blanco? Pues...- ¿Por qué t
- ¿Max? - Grité. - ¿Qué haces aquí?- ¿Nos... ¿Nos has seguido? - Lucca arrugó el ceño, perplejo.- Alteza, valoro vuestra seguridad. Nunca os dejaría salir sola con el príncipe desconocido.- Él... No es un desconocido -argumenté-.- Lo conocemos desde hace menos de veinticuatro horas -me recordó-.- Es un príncipe. Viene de una familia real, pública... Nunca me haría daño -argumenté-.- Podría matarla y arrojar su cuerpo al mar, Alteza. Nunca la encontraríamos. Y ni siquiera sabríamos a quién culpar.- Aquí hay cámaras en todo tipo de sitios, Max. - La voz de Lucca cambió. - ¿De qué intentas acusarme exactamente?- No os estoy acusando, Alteza. Pero el Rey de Alpemburg me ha pedido que desempeñe mi papel para garantizar la seg