Junto a las ventanas laterales había un hermoso y gran follaje verde, del que no sabía el nombre, ni había visto esta especie en Alpemburgo. Se notaba que era natural, plantado. Junto a la puerta había una moderna mesa de cristal con una cómoda silla y un ordenador portátil. A la derecha había dos puertas en la pared, una de las cuales era sin duda para el aseo y la otra para el vestidor.
Una mullida alfombra blanca cubría parte del suelo, la mitad de la cual estaba debajo de la cama. El suelo era de un material que imitaba la madera noble, de color caramelo.
- La cena se servirá a las diecinueve -dijo Carmela-. - Estaré aquí a esa hora para recoger a Su Alteza. Sus sirvientes pueden quedarse fuera, junto a la puerta. O si lo prefiere, puede cenar con los demás criados a esa hora.
- BIEN...
- Su Alteza, la Reina en persona ha organizado toda su visita esta semana. As&iacut
Entrecerré los ojos y el rey empezó a llamarme la atención. Sinceramente, no entendía la forma tan grosera en la que el hombre me estaba tratando, pero le respondí de forma dócil:- ¡Agua, por favor, Alteza!- También tenemos vinos espumosos de calidad. - Continuó afrentado.- ¡Catriel! - La reina le llamó la atención.- Preferiría que no, Alteza. No quiero arriesgarme a beber hasta perder el sentido y pasear desnuda, ¡mostrando mi trasero a todo el mundo! - Le devolví el favor.- ¡Oh, no! ¿Has visto su trasero? - se lamentó la reina, riendo divertida.Miré en su dirección, sonriendo libertinamente, sin confirmarlo.Catriel no se rió. Se dirigió al hombre que preparaba las bebidas y me trajo el vaso de agua antes de que lo hiciera el camarero. Cuando fui a tomarlo de su mano, nuestros de
- Y tú en la letra "B", de "Borracho".- Catriel, ¿qué carajo te pasa? - Lucca se levantó, acercándose a mí.Estiré el brazo para que Lucca no se acercara más:- No te preocupes, Lucca... No voy a llorar por el "disgusto" de tu hermano. No soy una pobre princesa indefensa, por si piensas eso de mí. He pasado por muchas cosas en mi vida y las he superado. No va a ser un príncipe rencoroso como tú. - Señalé con mi dedo índice en dirección a Catriel. - Quien me rebajará como mujer. Soy plenamente consciente de que no te he hecho nada. Sólo si soñaste conmigo y allí, en tu imaginación sobre mí, le causé a Su Alteza alguna molestia.- Odio a la gente que se bebe su conciencia, causando daño a terceros que no tienen ninguna culpa. - Catriel fue un poco más claro.- No necesito ni quiero di
Lucca permaneció en silencio y caminamos un rato sin decir nada, por el suntuoso sendero, rodeados de espléndidos árboles altos llenos de hojas que se mecían con el viento fresco del mar.- Si te dijera que nunca he bebido, ¿me creerías? - le pregunté, apretándole ligeramente el brazo, aprensiva.- Sí, te creería. Porque sé que la prensa sólo muestra lo que ve y lo que quiere que supongamos que ocurrió.- ¿Has...? ¿Has leído lo que han escrito sobre mí?- Sí.- Y aparentemente tu hermano... Y seguramente de tus padres.- Sí -confirmó de nuevo en un monosílabo-.- ¿Conoces ese momento en el que planeas algo y todo sale mal? Pues... Eso fue lo que pasó aquella noche. Los paparazzi no debían estar allí. No debería haber estado bebiendo en primer lugar y ni si
- ¿Y éste? - pregunté, intentando tocarlo, mientras el animal se apartaba.- Éste... - me corrigió.- Hola, "Mamón" -bromeé, admirando a la yegua-. - Es... preciosa.- Pues mi hermano se ofendería un poco si te oyera llamar Otária a su yegua. - Lucca se mostró irónica.Inmediatamente me alejé del animal, temerosa:- Pensándolo bien, ¡ni siquiera es tan bonita! - Me encogí de hombros.La yegua empezó a relinchar y Lucca se acercó a ella, suavizándola hasta que se calmó.- No pasa nada, Tormenta.- ¿Tormenta?- Sí, esta es nuestra preciosa Tormenta.- No se parece en nada a Sucker... - Arqueé una ceja, analizando al animal perfecto.¿Recuerdas ese sueño del príncipe que llega en un caballo blanco? Pues...- ¿Por qué t
- ¿Max? - Grité. - ¿Qué haces aquí?- ¿Nos... ¿Nos has seguido? - Lucca arrugó el ceño, perplejo.- Alteza, valoro vuestra seguridad. Nunca os dejaría salir sola con el príncipe desconocido.- Él... No es un desconocido -argumenté-.- Lo conocemos desde hace menos de veinticuatro horas -me recordó-.- Es un príncipe. Viene de una familia real, pública... Nunca me haría daño -argumenté-.- Podría matarla y arrojar su cuerpo al mar, Alteza. Nunca la encontraríamos. Y ni siquiera sabríamos a quién culpar.- Aquí hay cámaras en todo tipo de sitios, Max. - La voz de Lucca cambió. - ¿De qué intentas acusarme exactamente?- No os estoy acusando, Alteza. Pero el Rey de Alpemburg me ha pedido que desempeñe mi papel para garantizar la seg
Dejé caer los brazos a lo largo de mi cuerpo con incredulidad, observándole caminar sin mirar atrás. No pude evitar echar un rápido vistazo a sus nalgas redondas y bien protegidas bajo el pantalón negro y sentí un poco de envidia de la americana que rozaba la zona más bonita del cuerpo de Catriel.Me volví hacia Max y suspiré:- ¡Es gay!- Sí, lo es -confirmó.- ¿Te habías sorprendido haciéndolo desde que lo viste? Claro... - Le recordé invitando a Max a ver la seguridad del castillo y me reí, negando con la cabeza. - ¡Creo que le gustas, Max!- No creía que lo estuviera... Pero ahora, viendo el maquillaje de ojos... Y recordando la situación de él corriendo desnudo, acusado de tener una aventura con la duquesa...- Exacto, todo estaba planeado para desviar la atención de su sexualidad y que
Miré a Catriel toda embadurnada de pintura y di un paso atrás, tocando el lienzo, que parpadeó y cayó sobre el segundo, que intentaba sujetar, tirando tres al suelo.Me mordí el labio nerviosamente, mirando en su dirección:- ¡Lo siento!Se acercó al daño que había hecho y me di cuenta de que el zumo que sostenía también había caído sobre su obra.- Lo siento, Alteza. - Me agaché e intenté recogerlo, pero él me detuvo poniendo el pie sobre la tela y ofreciéndome la mano para que me levantara.Acepté su mano, levantándome sin darme cuenta de que el extremo de la bata de seda estaba bajo el pie de Catriel.Ahora sólo llevaba una camisola corta y transparente de encaje, con la bata en el suelo y las manos completamente sucias de la pintura que también estaba en las suyas.Miraba mis dedo
Por supuesto, Catriel confirmaría que estaba teniendo un romance con la duquesa, después de todo, era gay y no tenía el coraje de salir del closet. Así que hizo todo lo posible para demostrar su masculinidad. Esto era típico de los hombres cobardes que no tenían el valor de salir del armario y mostrar al mundo quiénes eran en realidad. El príncipe temía ser juzgado, al fin y al cabo era una persona pública. Aún no sabía prácticamente nada de los Levi Mallet, pero no podía imaginarme al rey Colton o a la reina Nair en contra de la opción sexual de su hijo mayor. Pero podía estar equivocada.Catriel era muy talentoso en sus pinturas. Eso era un hecho y no podía discutirse. ¿Sabía la población del País del Mar que el príncipe heredero era un pintor prometedor? Si las pinturas de las paredes del corredor eran suyas, entonces ese