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#1 Di que sí
Los minutos no parecían pasar lo suficientemente rápido mientras aguardaba ansiosa por los resultados que podían cambiar mi vida para siempre. Me había levantado a primera hora de la mañana y, tras leer las instrucciones, me hice cinco pruebas caseras de embarazo. Alineé cada una en el suelo y esperé sentada sobre la tapa del sanitario, mordiéndome nerviosamente la uña del dedo pulgar, un mal hábito que jamás pude superar a pesar de haber intentado todo para hacerlo.Tras los cinco minutos más largos de mi vida, cerré los ojos y suspiré antes de atreverme a mirar los test en el suelo, a mis pies. ¡Había llegado el momento de la verdad!—¡Oh, Dios mío! —pronuncié cubriéndome la boca con una mano cuando descubrí que cada prueba había arrojado el mismo resultado: positivo. ¡Estaba embarazada! L&aa
—Señor Juez —saludé con un asentimiento y me puse en pie, dejando mi bolso sobre el asiento. Su metro noventa y tanto de altura me hacía sentir diminuta, aunque de pie aún me sobrepasaba por más de veinte centímetros. No voy a negar que, cuando lo vi en persona por primera vez, me pareció un hombre muy atractivo, y seguía pensando igual. Era guapísimo, con unos ojos preciosos y una mirada profunda y misteriosa.—Un placer verte de nuevo, Ava. —Se acercó un poco más, inclinándose hacia mí para darme un beso rápido en la mejilla, como si fuéramos íntimos. ¿A qué ha venido eso? Me ha dejado boquiabierta –no literalmente, era demasiado orgullosa para dejarlo saber que me había afectado, pero no me lo esperaba–. El hombre es un descarado, pero olía divino, a aire fresco, masculinidad y seducci&oacut
¿Su hijo? ¿Eso quiere decir que…? ¡Dios mío! ¡Jacob Harris es el cliente que mencionó el abogado! ¡Usaron su semen en mí y yo… yo espero un hijo suyo! —Esto no… Él no va a… —balbuceé sin poder completar la frase. Me sentí mareada, todo daba vueltas a mi alrededor y mi respiración comenzó a verse comprometida, apenas podía respirar, estaba teniendo un ataque de pánico, no me había sucedido en años. Mi cuerpo sucumbió a temblores involuntarios, menoscabando mi fuerza, e Intenté llegar hasta la mesa, pero solo logré tambalearme de un lado al otro.—Te tengo —susurró Jacob, sujetándome de la cintura.—Suélteme —impuse altanera, empleando la poca reserva de energía que me restaba. No quería que me socorriera de ninguna manera
—Dios, mujer, eres terca como el infierno —gritó, caminando de regreso a mi puerta, e intentó abrirla, pero la bloqueé en cuanto me subí—. ¿Estás enojada conmigo? Bien, lo entiendo, pero no seas insensata. Va a anochecer en cualquier momento y no veré una mierda. —Se pasó una mano por el pelo y suspiró exasperado—. Abre el jodido capó y déjame ver qué está mal con el auto —demandó obstinado, pero no iba a ceder, no quería. Aunque me hacía falta salir a tomar aire fresco, estaba sudando y empezaba a sentirme un poco claustrofóbica.Quería gritarle que se fuera a la mierda, pero en ese momento contestó el operador de ayuda vial y elegí hablar con él, no pensaba perder la llama de nuevo. Le expliqué mi situación, respondí las preguntas que me hizo y murmuré un sí c
—Nos vamos —dijo Jacob, cubriéndome la espalda con un abrigo grueso, mi abrigo.—¿¡Qué!? ¿Por qué?—Deben llevar el auto al taller, Louis pidió una grúa y tú te vienes conmigo —impuso como si tuviera potestad sobre mí.—¿En serio? —Liberé una carcajada burlona y caminé hacia Louis, quien estaba guardando su caja de herramientas en el cajón de la camioneta—. ¿Con qué te amenazó el “honorable juez” para que enviaras mi auto al taller? —pregunté desdeñosa.El mecánico se volteó hacia mí, pero antes que pudiera decir algo, Jacob llegó a escena. Siempre tan oportuno…—Deja a Louis fuera de esto, él solo está haciendo su trabajo —increpó, su voz trasmitía enojo.—No estoy t
Mientras Jacob conducía hacía un destino que no reveló, por más que insistí en saber, me quité la blusa y me peiné el cabello con los dedos, deseando tener acceso a mi bolso para maquillarme también. Me miré en la cámara frontal de mi móvil y chasqueé los dientes cuando vi mi aspecto desaliñado, nunca me dejaba ver sin maquillaje.—Necesito mi bolso urgente. Y no, no es un intento desesperado por deshacerme de usted. ¡Me veo horrorosa y necesito mi maquillaje! —No me bajaría del auto a menos que estuviera medianamente presentable.—Pero si te ves preciosa. —Aduló, mirándome por el espejo retrovisor, y se me subieron los colores al rostro. No recordaba quién fue el último hombre que me llamó preciosa, aunque, con toda certeza, no fue mi ex. Barry no me hacía esos tipos de halagos, su forma de romanticis
—Estoy tan sorprendida como tú. Jacob no me puso al tanto de que estaba viniendo contigo. —Lo miró con los ojos entornados.—No quiero estar aquí, no voy a hacer esto. —Di media vuelta, dispuesta a marcharme, pero Jacob me mostró una mirada entristecida y me pidió con un ruego que, por favor, me quedara por su madre, que se le rompería el corazón si me marchaba.—No debió hablarle de mí en primer lugar —protesté chasqueando la lengua—. Debería sentir vergüenza, utilizar a su madre enferma para manipularme…—¡Ella tiene razón, Jacob! ¿En qué estabas pensando? —Le reprochó su hermana, no supe si por simpatía o porque en verdad estaba molesta.—Fue imprudente, sí, pero ya está hecho y no puedo cambiarlo —admitió con un resoplido—. ¿
No había dejado de plantearme un montón de preguntas desde que la señora Harris mencionó a la tal Leah. ¿Qué tan seria fue su relación con Jacob?, ¿cómo era? ¿por qué se separaron?, ¿existía alguna probabilidad de que regresaran? Esa última interrogante me generó una angustia que no fui capaz de explicar, si ellos regresaban, a mí no me debía importar. ¡Pero sí me importaba! Y me molestaba que fuera así, me enojaba estar celosa de alguien que jamás había visto, por alguien que apenas conocía. ¡No tenía sentido!—Mi Jacob me dijo que eres abogada de una firma muy reconocida —comentó la señora Harris, logrando que centrara mi atención en ella, algo que me vino de maravilla, necesitaba despejar mi mente de los pensamientos que comenzaban a ponerme histérica.