Mientras Jacob conducía hacía un destino que no reveló, por más que insistí en saber, me quité la blusa y me peiné el cabello con los dedos, deseando tener acceso a mi bolso para maquillarme también. Me miré en la cámara frontal de mi móvil y chasqueé los dientes cuando vi mi aspecto desaliñado, nunca me dejaba ver sin maquillaje.
—Necesito mi bolso urgente. Y no, no es un intento desesperado por deshacerme de usted. ¡Me veo horrorosa y necesito mi maquillaje! —No me bajaría del auto a menos que estuviera medianamente presentable.
—Pero si te ves preciosa. —Aduló, mirándome por el espejo retrovisor, y se me subieron los colores al rostro. No recordaba quién fue el último hombre que me llamó preciosa, aunque, con toda certeza, no fue mi ex. Barry no me hacía esos tipos de halagos, su forma de romanticis
—Estoy tan sorprendida como tú. Jacob no me puso al tanto de que estaba viniendo contigo. —Lo miró con los ojos entornados.—No quiero estar aquí, no voy a hacer esto. —Di media vuelta, dispuesta a marcharme, pero Jacob me mostró una mirada entristecida y me pidió con un ruego que, por favor, me quedara por su madre, que se le rompería el corazón si me marchaba.—No debió hablarle de mí en primer lugar —protesté chasqueando la lengua—. Debería sentir vergüenza, utilizar a su madre enferma para manipularme…—¡Ella tiene razón, Jacob! ¿En qué estabas pensando? —Le reprochó su hermana, no supe si por simpatía o porque en verdad estaba molesta.—Fue imprudente, sí, pero ya está hecho y no puedo cambiarlo —admitió con un resoplido—. ¿
No había dejado de plantearme un montón de preguntas desde que la señora Harris mencionó a la tal Leah. ¿Qué tan seria fue su relación con Jacob?, ¿cómo era? ¿por qué se separaron?, ¿existía alguna probabilidad de que regresaran? Esa última interrogante me generó una angustia que no fui capaz de explicar, si ellos regresaban, a mí no me debía importar. ¡Pero sí me importaba! Y me molestaba que fuera así, me enojaba estar celosa de alguien que jamás había visto, por alguien que apenas conocía. ¡No tenía sentido!—Mi Jacob me dijo que eres abogada de una firma muy reconocida —comentó la señora Harris, logrando que centrara mi atención en ella, algo que me vino de maravilla, necesitaba despejar mi mente de los pensamientos que comenzaban a ponerme histérica.
Me obligué a juntar las piernas para reprimir el escozor, pero el deseo ya se había establecido en la parte sur de mi vientre. También había mojado mis bragas. Eso era algo que jamás me había pasado, ni con Barry ni con mis parejas anteriores. Ellos debían trabajar un poco para que entrara en calor, pero Jacob no. Él me hablaba, me miraba o me tocaba de forma sugerente y mi cuerpo se descontrolaba.Jacob concluyó la oración con un amén que todos, menos yo, repitieron a coro. No podía pronunciar ninguna palabra. Vacilante, abrí los ojos y enfoqué mi vista en el vaso de cristal que tenía delante, me sentía muy avergonzada e incómoda para hacer contacto visual con alguien. Sentía rubor hasta en las orejas, esperaba que nadie lo notara, especialmente, Jacob.Mi mano derecha quedó libre en los segundos siguientes, pero la izquierda seguí
—Ava, espera —instó Jacob detrás de mí. Lo ignoré y caminé más rápido—. Ava, por favor. No tienes que irte con alguien más, yo puedo llevarte al hospital. —Lo escuché más cerca, estaba pronto a alcanzarme, pero logré subirme al auto antes de que pudiera hacerlo. Pasé el seguro del auto y me abroché el cinturón mientras le pedía a Claire que arrancara.—Ahora —exigí cuando no lo hizo, lo que le dio tiempo a Jacob de tocar la ventanilla y pedirme una vez más que no me fuera.—Voy, voy —dijo Claire llevando la mano a la palanca de cambios—. En serio me tienes que contar todo, Ava. TODO —estableció una vez que se puso en marcha.—Lo sé —susurré con un suspiro.Finalmente, había logrado deshacerme de Jacob Harris, pero lejos de sentirme aliviada
Después de darme una larga ducha con agua tibia, caí rendida en mi cama. El cansancio me venció con facilidad, no podía más con el cansancio físico y emocional. Contaba con dormir hasta las seis, cuando la alarma del reloj sonaría, pero me desperté una hora antes con un fuerte dolor estomacal que me obligó a correr al baño para vomitar. Mi retoño comenzaba a hacer de las suyas. Adiós esperanzas… contaba con ser como esas mujeres a las que el embarazo no les producía síntomas, que pasaba tan desapercibido que ni siquiera lo notaban. En serio existen. Vi varios episodios de No sabía que estaba embarazada y un montón de mujeres ni se enteraban que llevaban un bebé dentro hasta el momento del nacimiento.Terrorífico, ¿verdad?Imaginan algo así, tener a tu hijo en un sanitario o despertar con un dolor insoportable que pi
Leí el mensaje de Jacob tres veces, sintiendo algo parecido a lo que todos llaman mariposas en el estómago. Tonto para alguien de mi edad ¿cierto? No debía estar experimentando emociones que debía vivir en la adolescencia ¿o sí? Porque me estaba pasando ahora, me estaba sucediendo por primera vez a mis treinta y seis años a causa del infame Juez Jacob Harris, el hombre que tenía la misma capacidad de sacarme de mis casillas que de excitarme; un hombre atractivo, poderoso, seguro de sí mismo, romántico y apasionado. Ignoren todo eso ¿pueden? Yo lo intentaba, de verdad, pero había algo más fuerte que mi determinación que me impedía hacerlo, no sabía qué y tenía mucho miedo de averiguarlo. Y ese miedo fue el que me condujo a responderle el email.«Buenas tardes, señor Harris. Antes que nada, permítame recordarle que ese
Claire no volvió a escribirme esa noche. Ojalá no me hubiera dicho nada, Jacob fue una distracción para mí desde entonces. No había podido olvidar sus besos, era difícil borrar un momento tan ardiente. Pero debía concentrarme, estaba en Bloomington por un caso importante. Abrí la caja y comencé a leer el expediente. Steven Marshall, treinta años, CEO de Marshall Enterprise. En su declaración, dijo que la llanta de su vehículo se había averiado. Estaba cambiándola al momento que un Honda gris se detuvo detrás de su vehículo, de donde se bajó un hombre vestido de negro; se acercó a él ofreciéndole ayuda y, de un momento al otro, sacó un arma de debajo de su chaqueta y le disparó a su esposa por encima de su posición, asesinándola. No hubo testigos y, la cámara más cercana, no captó imágenes de la escena del crimen. Marshall tenía rastros de pólvora en las manos y la fiscalía basó su acusación en ello, aunque el arma nunca apareció. La teoría que manej
Estaba en un cubículo, sentada en una camilla. Su rostro tenía varios moratones, su cabello desordenado y su labio inferior roto. —¡Dios mío! ¿Quién te hizo eso? —expresé conmocionada. No esperaba verla así, ella dijo «un poco golpeada», pero eso era más que un poco. —Disculpe, señora, pero estoy tomando su declaración. Debe esperar fuera —indicó la oficial que estaba a su lado. —Ella puede quedarse —murmuró Claire con un quejido. —Bien —aceptó asintiendo—. Me decía que un hombre la atacó en el estacionamiento. ¿Lo conocía? —No. —¿Puede darme su descripción? —No le vi el rostro porque llevaba un pasamontañas, pero era alto, delgado, vestía ropa deportiva y me amenazó con una navaja, dijo que si gritaba, me apuñalaría —relató conteniendo las lágrimas. —¿Le dijo algo más? —Dijo que… —Cerró los ojos y espiró fuerte—. Dijo que me metería la polla en el culo, que me daría placer como ningún hombre lo había hecho jamá