Me obligué a juntar las piernas para reprimir el escozor, pero el deseo ya se había establecido en la parte sur de mi vientre. También había mojado mis bragas. Eso era algo que jamás me había pasado, ni con Barry ni con mis parejas anteriores. Ellos debían trabajar un poco para que entrara en calor, pero Jacob no. Él me hablaba, me miraba o me tocaba de forma sugerente y mi cuerpo se descontrolaba.
Jacob concluyó la oración con un amén que todos, menos yo, repitieron a coro. No podía pronunciar ninguna palabra. Vacilante, abrí los ojos y enfoqué mi vista en el vaso de cristal que tenía delante, me sentía muy avergonzada e incómoda para hacer contacto visual con alguien. Sentía rubor hasta en las orejas, esperaba que nadie lo notara, especialmente, Jacob.
Mi mano derecha quedó libre en los segundos siguientes, pero la izquierda seguí
—Ava, espera —instó Jacob detrás de mí. Lo ignoré y caminé más rápido—. Ava, por favor. No tienes que irte con alguien más, yo puedo llevarte al hospital. —Lo escuché más cerca, estaba pronto a alcanzarme, pero logré subirme al auto antes de que pudiera hacerlo. Pasé el seguro del auto y me abroché el cinturón mientras le pedía a Claire que arrancara.—Ahora —exigí cuando no lo hizo, lo que le dio tiempo a Jacob de tocar la ventanilla y pedirme una vez más que no me fuera.—Voy, voy —dijo Claire llevando la mano a la palanca de cambios—. En serio me tienes que contar todo, Ava. TODO —estableció una vez que se puso en marcha.—Lo sé —susurré con un suspiro.Finalmente, había logrado deshacerme de Jacob Harris, pero lejos de sentirme aliviada
Después de darme una larga ducha con agua tibia, caí rendida en mi cama. El cansancio me venció con facilidad, no podía más con el cansancio físico y emocional. Contaba con dormir hasta las seis, cuando la alarma del reloj sonaría, pero me desperté una hora antes con un fuerte dolor estomacal que me obligó a correr al baño para vomitar. Mi retoño comenzaba a hacer de las suyas. Adiós esperanzas… contaba con ser como esas mujeres a las que el embarazo no les producía síntomas, que pasaba tan desapercibido que ni siquiera lo notaban. En serio existen. Vi varios episodios de No sabía que estaba embarazada y un montón de mujeres ni se enteraban que llevaban un bebé dentro hasta el momento del nacimiento.Terrorífico, ¿verdad?Imaginan algo así, tener a tu hijo en un sanitario o despertar con un dolor insoportable que pi
Leí el mensaje de Jacob tres veces, sintiendo algo parecido a lo que todos llaman mariposas en el estómago. Tonto para alguien de mi edad ¿cierto? No debía estar experimentando emociones que debía vivir en la adolescencia ¿o sí? Porque me estaba pasando ahora, me estaba sucediendo por primera vez a mis treinta y seis años a causa del infame Juez Jacob Harris, el hombre que tenía la misma capacidad de sacarme de mis casillas que de excitarme; un hombre atractivo, poderoso, seguro de sí mismo, romántico y apasionado. Ignoren todo eso ¿pueden? Yo lo intentaba, de verdad, pero había algo más fuerte que mi determinación que me impedía hacerlo, no sabía qué y tenía mucho miedo de averiguarlo. Y ese miedo fue el que me condujo a responderle el email.«Buenas tardes, señor Harris. Antes que nada, permítame recordarle que ese
Claire no volvió a escribirme esa noche. Ojalá no me hubiera dicho nada, Jacob fue una distracción para mí desde entonces. No había podido olvidar sus besos, era difícil borrar un momento tan ardiente. Pero debía concentrarme, estaba en Bloomington por un caso importante. Abrí la caja y comencé a leer el expediente. Steven Marshall, treinta años, CEO de Marshall Enterprise. En su declaración, dijo que la llanta de su vehículo se había averiado. Estaba cambiándola al momento que un Honda gris se detuvo detrás de su vehículo, de donde se bajó un hombre vestido de negro; se acercó a él ofreciéndole ayuda y, de un momento al otro, sacó un arma de debajo de su chaqueta y le disparó a su esposa por encima de su posición, asesinándola. No hubo testigos y, la cámara más cercana, no captó imágenes de la escena del crimen. Marshall tenía rastros de pólvora en las manos y la fiscalía basó su acusación en ello, aunque el arma nunca apareció. La teoría que manej
Estaba en un cubículo, sentada en una camilla. Su rostro tenía varios moratones, su cabello desordenado y su labio inferior roto. —¡Dios mío! ¿Quién te hizo eso? —expresé conmocionada. No esperaba verla así, ella dijo «un poco golpeada», pero eso era más que un poco. —Disculpe, señora, pero estoy tomando su declaración. Debe esperar fuera —indicó la oficial que estaba a su lado. —Ella puede quedarse —murmuró Claire con un quejido. —Bien —aceptó asintiendo—. Me decía que un hombre la atacó en el estacionamiento. ¿Lo conocía? —No. —¿Puede darme su descripción? —No le vi el rostro porque llevaba un pasamontañas, pero era alto, delgado, vestía ropa deportiva y me amenazó con una navaja, dijo que si gritaba, me apuñalaría —relató conteniendo las lágrimas. —¿Le dijo algo más? —Dijo que… —Cerró los ojos y espiró fuerte—. Dijo que me metería la polla en el culo, que me daría placer como ningún hombre lo había hecho jamá
Estuve despierta hasta tarde esa noche, la conversación con Jacob me había dejado pensativa y ansiosa. Me pregunté una y otra vez si estaba o no cometiendo un error al aceptar reunirme con él, pero al final me venció el sueño y me quedé dormida. La alarma del reloj sonó a las seis de la mañana, deseé poder silenciarlo y seguir durmiendo, pero no podía faltar al trabajo, así que me levanté y, somnolienta, me dirigí al baño para tomar una ducha que me terminara de despertar. Quince minutos más tarde, estaba eligiendo un atuendo en mi vestidor. Me decidí por una falda de tubo larga, negra con marrón, una blusa blanca de mangas largas y zapatos negros. Saqué un juego de ropa interior blanca del cajón y desanudé mi toalla tipo albornoz para vestirme, momento en el que escuché el timbre de mi apartamento. Tal vez es Claire. Me anudé de nuevo el albornoz y fui hasta la entrada, abriendo la puerta sin mirar antes si era ella o no. Pero qué iba a pensar que
Jacob me observaba, podía sentirlo, pero me hice la tonta y fingí que no lo había notado. No quería incrementar su inflado ego. Me subí al auto, lo encendí y puse a funcionar el aire acondicionado enseguida. Mi temperatura corporal estaba elevada, el deseo corría por mis venas como lava caliente. Deseaba más besos, más caricias, más de él… Lo anhelaba tanto que me desconocía, no sabía quién era cuando se trataba de Jacob. Se sesgaba la prudencia y la razón, me dominaban las emociones, gobernaban mi mente y mi cuerpo, me exigían que saliera del auto y que fuera por él, que no lo dejara ir. Estaba segura de que lo ha había hecho a propósito, que besarme así y luego irse fue algún tipo de juego de seducción que estaba empleando conmigo, un juego infalible porque no lograba dejar de pensar en él y en ese bendito beso. Lo mantendría en mi mente durante todo el día. Ese era su plan, y tuve que concederle un mérito por su hazaña. ¿Siempre se tomaba tantas molestias para sed
Cuando terminé de hablar con el señor Davis, le informé a Jenny que estaría en la estación de policía atendiendo un caso, que se comunicara conmigo si necesitaba decirme algo importante. Y le dejé las llaves del auto de Claire con la dirección de dónde debían recogerlo y dónde dejarlo, con instrucciones de entregárselo al empleado de la empresa de traslados. El señor Davis se encontraba en la sala de espera cuando llegué a la estación y me puso al tanto de la situación. La policía ingresó en la mañana al dormitorio de Marcus en el campus con una orden de registro, incautaron su teléfono móvil y su laptop y lo trasladaron a la estación para tomar su declaración. Él estaba ahora en la sala de interrogatorios. Me acerqué a un oficial y le dije que representaba a Marcus Davis, solicitando me permitieran hablar en privado con mi cliente. El oficial asintió y me llevó con él, pero ya Marcus había terminado de declarar cuando entré a la sala. Me presenté con él y con