Mis dedos penetraron el cuero cabelludo de mi sedoso y castaño cabello mientras aniquilaba con la mirada al estúpido británico delante de mí. ¿De verdad iba a hacer esto ahora? ¿De verdad era tan gilipollas como para intentar atemorizarme delante de mi propio novio? Me alejé bruscamente de su agarre. No estaba dispuesta a seguir soportando más insultos esta noche, así que lo mejor por ahora era ponerle los pies sobre la tierra a este maldito canalla.
—¿Qué crees que haces? —Lo encaré y me coloqué a su par, aunque mi baja estatura de un metro con cincuenta y siete no me permitía verme más ruda de lo que necesitaba—. ¿Irme contigo a dónde? ¡Señor Walker, le recuerdo que el acoso sexual es un delito grave en nuestro país!
—¿De qué hablas? —Elijah miró hacia un costado y sus labios formaron una enorme sonrisa—. ¿Crees que me interesas de esta manera? ¡Buff! ¡Por favor, señorita James! Tengo gustos refinados.
—Señor —Negan usó un tono de voz de advertencia—, es casi la medianoche. ¿Para qué necesita a mi novia a esta hora? —«¡Eso, mi amor, marca tu territorio!»—. ¿Qué cree usted que llegaría a pensar algún reportero que lo vea con Emilia? Para usted será muy fácil desmentir o sencillamente no decir nada, pero para ella… —me escondió detrás de su enorme espalda bien formada gracias al gimnasio— sería difícil defenderse de todas las personas que la juzgarían sin conocerla.
Elijah y Negan se miraron cara a cara. Podía sentir la tensión del momento. Ambos mantenían sus espaldas erguidas, como una lucha de poder para ver quién sería el ganador. Sin embargo, estaba más que segura de que ninguno daría su brazo a torcer.
—La señorita James es mi asistente. Tiene un contrato con mi compañía que estipula que debe cumplir cualquier necesidad que su jefe requiera.
—¿Necesidad? ¿Qué necesidad puede tener a esta hora?
—¿Le preocupa que tenga otras intenciones con su novia? —La enorme risa burlona que se escapaba de los labios del magnate me provocó náuseas—. Puede que para sus gustos exóticos Emilia sea maravillosa ante sus ojos, pero, créame, señor Griffin, no tendría estómago para tocarle así sea un mechón de cabello.
«¡Bastardo!».
Mis fosas nasales se ensancharon por la ira que había acumulado gracias a este pedazo de m****a, y aunque buscaba la manera de golpearlo, mi novio me separó de mi jefe con uno de sus brazos.
—¡No estoy en horario laboral, señor Walker! —Mis pies se colocaron en puntitas. ¡Por Dios!, jamás había notado la diferencia colosal entre él y yo. ¿Cuánto medía? ¿Dos metros? Necesitaba verme intimidante, pero, por obvias razones, no lo lograba para nada.
—Creo que no me has entendido, señorita James. —El empresario se alejó un poco de nosotros—. Tienes que venir a mí cada vez que yo lo pida. Has firmado un contrato de servicio exclusivo para mí. ¿Acaso no leíste la letra pequeña? ¿Así de estúpida y despistada eres? —Tecleó algo en su móvil para luego hacer sonar el mío—. Puede leer detenidamente la copia de lo que firmó hoy si no me cree.
Negan me arrebató el teléfono de la mano para después maldecir.
—Esto es abuso de poder, señor Walker. —Elijah asintió como si todo esto le causara gracia—. Emilia no es un objeto que pueda usar a su antojo. Ella ha hecho un excelente trabajo para su compañía, y si aún no me he involucrado en todo esto, es porque así lo desea mi novia. ¿Piensa que puede humillarla delante de mí solo por tener dinero? ¡Yo también lo tengo, señor! ¡Soy tan poderoso como usted lo es! —Su cuerpo comenzó a temblar.
Estaba enojado.
—¿Ya terminaste de comportarte como un niño? ¿Cuántos años tienes? ¿Veinte?
Corrí como pude para meterme en medio de ambos en el momento en que el pelinegro trataba de encarar al empresario. Elijah sonreía. Entretanto, mis ojos solo observaban a mi novio. Jamás lo había visto de este modo. Negan siempre fue una persona pacífica. A sus treinta y dos años era quien mantenía las cosas calmadas entre nosotros, pero comprendía que lo había llevado hasta su límite.
¿Quién en su sano juicio permitiría que humillaran a su novia delante de él?
—Detente —escupí, y coloqué mis manos sobre los pechos de ambos.
«¡Mierda!».
Mis ojos se dirigieron hacia el magnate. Mis dedos sentían la dureza de su torso bien formado y caliente. Negué, porque no podía hacer esto ahora mismo. Tragué saliva cuando todos mis pensamientos volvieron a mi jefe.
—¿Qué creen que están haciendo ambos?
«¡Ya lo sé!».
Me veía ridícula en medio de los dos. Era demasiado pequeña para tratar de contener a semejantes colosales, pero al menos buscaba la manera de calmar las aguas por aquí.
—¿Puedes tranquilizar a tu chihuahua? —«Sí, señores, me acaba de llamar perro delante de todos». Me quita del medio de un solo tirón—. Vámonos, Emilia —ordenó.
—¡Eres mi jefe, no mi dueño! ¡No pretendo ir a ningún lado! —grité al sentir cómo me arrastraba del brazo. No obstante, mis pies se detuvieron en el momento en que el doctor que tenía como novio me sostuvo del brazo libre.
«¡Me van a partir a la mitad!».
—Ella no va a ningún lado — aniquiló con la mirada al inversionista de su hospital.
—¿Quién lo dice? ¿Tú? —se burló.
—Emilia es mi novia.
El castaño bajó la cabeza.
—Pero yo soy su jefe.
«¡Me van a volver loca!».
—¡Tiempo! ¡Necesito tiempo! —exclamé al ver que ya se iban a dar en la madre—. No iré con ninguno de los dos.
—¿Qué? —entonaron al unísono.
—¿Qué les pasa a los dos? —Casi me ahogué por la falta de oxígeno en mi cuerpo—. ¡Soy una persona! ¡No soy tuya! —señalé al pelinegro —¡Ni tuya! —encaré a mi amado novio—. ¡Soy mía! ¡Siempre seré mía! Señor Walker —dirigí mis palabras hacia el vicepresidente de la compañía para la cual trabajaba—, nos vemos mañana en la empresa.
—¡Me estás desobedeciendo! —musitó alterado.
Conmigo se iba a estrellar contra esa pared.
—¿Te llevo a casa, amor? —Negué ante la pregunta de mi novio—. ¿Por qué?
—¡Aquí todos llevan por igual! Hasta que no se comporten, esto no va a funcionar.
¿Controlarme a mí? ¡Jamás!
¡Jamás debí comportarme como lo hice, y ahora me arrepentía!
Las asistentes de los demás empresarios que formaban la sociedad de Go Space me dejaban un exceso de documentos que ellas debían organizar para la entrega de la nueva campaña publicitaria de nuestra compañía. Sin embargo, a Elijah se le ocurrió la brillante y pésima idea de otorgarme todo ese trabajo a mí sola. Enterré la cabeza en mi escritorio. Mi cabello estaba alborotado por la forma tan salvaje en cómo había destrozado mi precioso peinado esta mañana ante semejante noticia salvaje.
Miré con odio la puerta de cristal que daba hacia la oficina del bastardo de Elijah Walker. Lo comprendía: ¡me estaba declarando la guerra!
El teléfono a mi lado comenzó a sonar sin detenerse, hasta que levanté la bocina de mala gana.
—¿Diga?
—Un café para ahora —dictó el vicepresidente.
—¿Cómo lo…? —Mis palabras fueron cortadas. ¡Me colgó antes de permitirme hablar!
«¡Lo odio! ¡Lo odio con toda mi alma!».
Apreté mi mandíbula con fuerza. Si por mí fuese, desde hacía mucho tiempo le hubiese puesto veneno a su estúpido expreso mañanero.
«¡Eso, Emilia! ¡Envenena a tu jefe y sé por fin libre!».
Negué cuando el sonido de la cafetera me informó que mi pedido estaba listo. A Elijah le encantaba el café un poco dulce, con notas de canela, pero hoy, por su orgullo, no me dijo nada. ¿Qué podía pasarme si le hacía algunas modificaciones? Caminé apresuradamente hacia su oficina. Mis dedos apretaron los bordes de la bandeja de planta en donde llevaba la taza humeante.
Mis piernas se sentían como gelatina.
Tenía que hacerlo.
¡Tenía que vengarme!
Apenas entré mis ojos se fijaron en un británico desliñado. El castaño firmaba una pila grande de papeles que se hallaban regados por todo su escritorio. Su cabello estaba alborotado, quizá por el estrés que él sentía ahora mismo.
«¡No lo hagas!», me gritaba ese lado bueno de mí.
«¡Te llamó chihuahua!», contraatacó mi lado diabólico, que deseaba asesinarlo con sus propias manos.
—Deja el café en esa bandeja —mandó sin levantar la mirada hacia mí—. Emilia —pronunció mi nombre, y dejó a un lado lo que hacía.
—¿Señor?
No me descubrió, ¿verdad?
«¡Mi corazón se va a salir!».
—¿Le enviaste flores a mi prometida?
—Sí, señor, junto a una joya de Tiffany por su aniversario con ella.
«¡Arrogante!».
Ni siquiera era capaz de elegir por él mismo un simple regalo para la mujer que decía amar.
—Bien. Reserva un restaurante lujoso y una habitación de hotel en el lugar de siempre.
¿Lugar de siempre? ¡Maldición! Como estaban las cosas entre nosotros, lo más probable era que me asesinara si trataba de preguntar cuál era el «lugar de siempre».
—¿Algo más, señor?
—Sí. —Dejó caer sus manos sobre el borde de su escritorio—. ¿Podrías pasarme mi medicamento para el golpe en la cabeza que recibí ayer por tu culpa?
«¡Respira! ¡No lo mates, no todavía!».
Caminé pausadamente hacia la maleta que me señaló, metí la mano sin mucho misterio y saqué una pastilla azul dentro de un pequeño frasco.
—Tráeme mi café también.
Sonreí.
«Voy a disfrutar tanto esto».
—Con gusto, señor.
Necesitaba controlarme si no quería que Elijah Walker se diera cuenta de mis planes.
—¡¿Qué m****a, Emilia?! —Tosió con fuerza—. ¿Qué tiene mi café? ¿Le echaste sal a esto?
Mis manos cubrieron mis labios como si todo fuese sorpresivo para mí.
—¿De verdad? Oh, no me di cuenta.
—¡Eres una tonta! —Se levantó de su asiento.
—¡No grites! ¡Si lo haces, la pastilla azul no tendrá efecto!
—¿Azul? ¡La pastilla es blanca!
—No, es de color azul.
Su rostro palideció.
—Sabes que tengo una reunión importante ahora con los filipinos, ¿cierto?
—¿Qué sucede, señor?
—Me acabas de dar viagra.
Capítulo 6La erección del señor Walker«¡Esto no puede ser real!».Intenté con todas mis fuerzas mantenerme firme ante mi posición profesional, pero no podía. Apreté con fuerza mis muslos internos, mientras que, a medida que pasaban los segundos, todas las facciones de mi rostro empezaban a descomponerse. Respiré profundo, cerré los ojos y volví a respirar cuando presentí que había llegado a mi límite.«¡Me voy a reír en su cara!».Mi estomago me dolió al pasar los segundos. Busqué la forma de seguir erguida, pero la palidez de su rostro y la sudoración sobre todo su cuerpo me obligaron a percatarme de algo: ¡sí le había dado viagra al señor Walker!—Lo siento mucho —susurré.En realidad, no lo sentía para nada, al contrario, disfrutaba verlo retorcerse sobre su escritorio delante de mí. La escena era digna de un premio cinematográfico. El presidente de esta compañía, un ser arrogante y déspota, ahora se hallaba envuelto en un problema tan vergonzoso que estaba más que segura de que,
Capítulo 7Virgen hasta el matrimonioQuería que ahora mismo se abriera la tierra y me tragara por completo. Los ojos fulminantes del señor Walker estuvieron sobre mí apenas la puerta de su oficina se abrió, dejándome verlo desencajado. Carlotta asomó la cabeza detrás de él, pero terminó escondiéndose de nuevo al sentir la vergüenza de que todos posaran sus ojos sobre ella. Supuse que esta vez me había pasado, y aunque no lo hice con intención, nadie me iba a creer.Los empleados abrieron un camino que sentí más bien como una tortura. Obligué a mis piernas a moverse para ir en busca de mi final, pero ninguna parte de mi cuerpo quería reaccionar. Lo mejor por ahora sería suplicar por piedad e intentar explicar qué fue lo que sucedió, aunque la puerta siendo azotada detrás de mí me orilló a percatarme de que todo se encontraba perdido para mí.—Señor, déjeme… —Mis palabras murieron en mi fallido intento de redención.Elijah tiró una copa de whisky sobre mis pies. Un centímetro más y me
Capítulo 8No eres tan santa como parecesRealmente pensé que ya me había librado de este hombre. El señor Walker se hallaba de pie a un costado de mi camino, mientras pisaba mi jardín sin importarle nada. Miré por encima de mi hombro, buscando algún rastro de mi novio, pero, para mi mala suerte, ya se había marchado de aquí. Aceleré mi paso y metí la mano en mi bolso con algo de desespero para, de este modo, agarrar mis llaves y entrar a mi casa lo más rápido posible, pero estas habían desaparecido de la nada.—¿No piensas responderme el teléfono? —cuestionó de nuevo, y seguí ignorándolo.Busqué la forma de llamar a un cerrajero, aunque para este punto mi móvil estaba casi sin batería y sería difícil para mí contactar uno por la zona en donde vivía. Lo mejor por ahora era tomar un taxi y quedarme en casa de mis padres al menos por esta noche, mientras solucionaba el problema mañana a primera hora.Saqué algunos billetes de dólar de la americana de mi uniforme y respiré porque al meno
Capítulo 9La cebollaApreté rápidamente mis muslos internos para no reírme antes de tiempo. El señor Walker le echó un par de vistazos al pedazo de cebolla a un costado de mi plato. Entretanto, observé la determinación en sus ojos. Pude notar en su mirada ese fuego cegador que lo haría explotar en cualquier momento.El empresario dirigió su vista hacia mí. Lo sabía, no lo haría, pero al menos fue un buen intento. Sus manos se cruzaron a la altura de sus hombros, detrás de mí. El sonido eufórico de los relámpagos cayendo sobre la tierra nos avisó que pronto iba a comenzar a llover.Odiaba los aguaceros nocturnos, me hacían sentir demasiado ansiosa y asustada.—¿Entonces? —volví a incitarlo.Sin embargo, una sonrisa rapaz me obligó a pasar saliva en seco. Este hombre era más intimidante de lo que pensé, pero no estaba dispuesta a dejarlo ganar esta batalla.—Siempre creí que Antonio Walker era mejor que su hermano mayor.Hasta aquí pude escuchar su pesada respiración. Le había dolido l
Capítulo 10Diarrea y algo másPasé por encima de algunas enfermeras que me reconocieron apenas entré con desespero al PIH Health Good Samaritan Hospital, donde mi amado novio era doctor. Mi cuerpo estaba tan empapado en sudor que mi cabello se humedeció de repente. Respiré una y otra vez, intentando controlar los movimientos de mi cuerpo, ya que un paso en falso podría hacerme padecer una tragedia. Perdí a mi jefe detrás de mí, y aunque nunca había sido una fiel creyente, hoy, como nunca, le recé al Creador para que sintiera piedad de mí y no me dejara morir aquí.Aceleré una vez más mis pasos, buscando el pasillo que daba a los baños más cercanos. Un grupo de personas delante de mí arrugó el entrecejo, quizá por el mal olor que comenzó a desprender de mi cuerpo. Tensé la mandíbula al visualizar a lo lejos un cartel con el símbolo de un baño y sentí un aire fresco cuando por fin abrí la puerta de uno.Como loca, tiré mi bolso al suelo, sin importarme en absoluto si alguien entraba al
Capítulo 11La doctora SantiagoMis piernas dudaron por un momento si debería entrar al hospital o sencillamente dirigirme a otro cercano. Mi estómago comenzó a sonar una vez más, empujándome dentro de este modo. El aire acondicionado rodeó mi cuerpo al instante. Cuando mis pies me llevaron hacia la recepción, algunas enfermeras me reconocieron. Sin embargo, no eran capaces de acercarse a mí para decirme algo.Todo a mi alrededor empezó a darme vueltas. Me sentía ansiosa, ya que había estado de esta manera más días de lo que solía enfermarme. Mis manos viajaron hacia mi frente y estiré un poco mi brazo para alcanzar una botella de agua que acababa de comprar en un dispensador. Tenía fiebre y sabía que algo andaba mal conmigo.De repente, mi vista se oscureció cuando la silueta de alguien cubrió mi campo de visión. Los ojos negros de mi novio me miraron preocupados.—Vamos a mi consultorio. —Agarró mi mano—. ¡Estás hirviendo en fiebre, Emilia! ¿Por qué no me llamaste? —exclamó un poco
Capítulo 12No puedo estar embarazadaHabían pasado algunas semanas desde que perdí el conocimiento en el hospital de la familia Griffin. Por el momento, la compañía Walker decidió darme un respiro hasta que me sintiera completamente bien. Unos días después de aquel extraño suceso, manché mis bragas de un líquido marrón claro, y aunque intenté volver a hablar con la doctora Santiago para pedirle explicación de lo que me hizo, solo recibí como respuesta que la transfirieron de repente a la sucursal de España, dejándome llena de preguntas sin resolver.Me giré sobre mi cama al sentir una vez más aquellos mareos matutinos que me habían estado acompañando en los últimos días. Aún no podía creer que los tacos de birria me hubiesen provocado todo esto, pero debía mantenerme fuerte y sana para volver a mi trabajo y ser la misma de siempre.Apagué la pantalla de mi móvil al ver el nombre de Negan en la próxima llamada entrante. Había intentado evitarlo desde hacía tiempo, aunque mamá decía qu
Capítulo 13Emilia James, estás embarazadaPude sentir cómo un sonido fuerte golpeó el interior de mis oídos apenas escuché a Negan declarar tales palabras. Mis rodillas se doblaron sobre el suelo mientras arrastraba mis manos para agarrar aquel papel que detallaba con claridad lo que me sucedía. Mis ojos recorrieron letra por letra hasta llegar a la palabra «positivo», y fue allí donde todo dentro de mí se derrumbó.¿Cómo ocurrió esto? ¡¿Cómo era posible esto?!Mis dedos tiraron de mi cabello al no aceptar tal respuesta. ¡Esto era una maldita locura! Mi corazón comenzó a bombear con tanta fuerza que era capaz de oír sus latidos. Mis manos se volvieron tan frías que presentía que en cualquier instante me iba a desmayar.¿Por qué yo? ¿Qué hice mal para que aquella mujer me hiciera algo tan vil y sucio? Intenté pararme del suelo, pero mis piernas estaban tan débiles que volví a caer. Para este punto, los ojos de todos estaban sobre mí, y eso incluía también a mi jefe.—¿Cómo fuiste capa