Anabel es prometida de un alfa y Rowena tendrá la misión de saber la verdad de todo.
Anabel llamó a la mansión para que la auxiliaran y contestó Rowena.—Rowena, por Dios necesito ayuda…—¿Qué sucede?—Hombres de Gamalel persiguen a mi novio para matarlo.Eso no era nada bueno, y la joven añadió.—Dile a Boris que me ayude, por favor.Colgó y Rowena fue al estudio en donde Boris leía unos documentos y le dijo.—Anabel está en problemas, persiguen hombres de Gamalel al joven humano con el que ella sale.Boris no tenía intención de salvar al sujeto; es más, lo mejor que podía pasarle era que muriera.—Ella necesita de tu ayuda.—No se la daré, lo mejor que puede pasarle es que él muera.—Boris…—Es la ley del más fuerte, si él no lo es, qué pena.Rowena no pensaba así, entonces tomó sus cosas y su libro y fue a ayudar a la joven en su problema.**Jordano era perseguido por la carretera por esos dos intensos, aunque iba en moto y era un gran corredor, no se los sacaba de encima.—Mierda —giró en una de las vueltas—. Tiene que dejarme en paz.Anabel lo seguía en su conver
—Tenías que darme la espalda justo ahora —le recriminaba Anabel a su hermano.—Él es un humano.—Y está siendo cazado como un animal.—No es problema de la manada, solo me importas tú.Anabel entró molesta y Rowena le dijo a Boris.—Hiciste mal en darle la espalda a Anabel, lo que conseguirás es que ella se vuelva rebelde.—Y tú la apoyaste en su locura —dijo molesto.—Estaba desesperada, ese joven está en peligro.Entró molesto y Rowena fue detrás de él y le dijo.—Sé que es un humano, pero entonces yo también.—Tú eres diferente, eres mi luna.Rowena le dijo con tono de preocupación.—¿Y si ese joven es el destino de tu hermana?—No…—¿Por qué no?—Eso sería una ironía, una burla de la diosa.—Boris, ahora ya es tarde, Gamalel está tomando derechos sobre tu hermana y eso puede ser peligroso.Era cierto, su hermana no podía desafiar la autoridad de Gamalel; sería desastroso.**Enrietta revisaba su plan para la boda de Anabel cuando la joven entró molesta.—¡Abuela, detente!—Anabel…
Rowena sentía el viento frío y miró el libro que estaba en el piso, se acercó a recogerlo y de uno de los libros salió una carta amarillenta que le llamó la atención.Miró al libro y leyó el título: “El Tesoro de disponer de un buen banquete”, supuso que nadie leería algo tan aburrido, y desdobló el papel y leyó.“Querida Enri”Espero que estés guardando el reposo necesario que un embarazo exige. Estaré llegando para el gran momento en que nuestro hijo de su primer llanto en el mundo, espero que todo salga bien y que Bruno nunca sepa que su madre se embarazó después de irse de casa, no te juzgo querida cometimos excesos, pero el solo hecho de tener un hijo contigo me hace sentir dichoso.Te amo, Gilberto.”Rowena estaba sorprendida con lo leído, se sentó en el suelo y releyó la carta una y otra vez, no podía dar crédito, allí decía que Enrietta tuvo otro hijo y ese hijo era Bertino, ¿cómo no lo vio antes? Guardó la carta en su pecho, salió después muy nerviosa y fue a su habitación en
Decidió hablar con su nieto sobre el tema y lo llamó al estudio.—Boris.—Abuela, tenemos que hablar.—Claro que lo haremos —sonrió—. Voy a despedir a Rowena.—¿Cómo dices?—Esa joven te está inquietando, anoche los vi y no lo permitiré.—Abuela… Ella es mi luna.Enrietta rio con sus palabras y comentó.—¿Crees que la diosa cambió de parecer?—No lo sé, pero… Ella es mi luna, pude sentirlo desde mucho antes, sé que es ella.—Boris… Hace muchos años que lo de la luna y el alfa acabó, no hay destinados para amor eterno ni nada.—¿Por qué dices eso?—Porque lo sé, lo viví y por años, muchos, por cierto, han sido de esa forma y hay que adaptarse a lo que viene.—¿Adaptarse?—Eres joven, eres listo y fuerte, quiero que te cases con alguien que te convenga, una loba fuerte que te dé cachorros.—Rowena es el amor de mi vida.—Basta de eso, lo que conseguirás es que la odié.Se levantó molesta y fue hacia la ventana en donde Dash era ejercitado por Lester.—Rowena no es para ti, en cambio, Nor
El cabello de fuego de Rowena lo atraía poderosamente y le dijo a la joven.—Me quemas, Rowena —la besaba con fuerza y pasión y al soltarla le dijo—. Pronto podremos estar juntos para siempre. Quiero salir contigo de nuevo.—No, será mejor evitarlo hasta que se calmen las cosas.—Nunca se calmarán hasta que estemos juntos para siempre.—Eres un joven impetuoso y necio —miró hacia la entrada y le dijo—. Alguien puede vernos.—Sí, es verdad —la soltó y le dijo—. Lamento no aceptar su invitación de quedarme, pero mañana tengo que levantarme temprano.—¿Invitación?—Sé que hiciste esto para llamar mi atención —buscó su boca y le dijo—. Sin embargo, no es necesario, hubiera venido corriendo a tu lado sin necesidad de travesuras.La vio enrojecerse de la rabia y le dijo.—Buenas noches, querida…Rowena, sentía su corazón alterado por ese acercamiento y al reponerse puso orden a sus pensamientos. No podía olvidar al sujeto que vio en sus visiones y supo que algo tenía que ver en todo lo pasad
—Sí, ella es tu madre.Al escuchar esas palabras, lo dejaron perplejo.—En los años dorados de mi juventud, era un chico de clase media cuyo padre era el médico de las grandes familias de lobos.Los Vanoni tenían tres hijas, Marlene, Enrietta y Ana Julia, todas lobas dispuestas a seguir con el legado de la familia.Marlene era la hija fuera del matrimonio Vanoni, lo que solemos decir la bastarda de la familia, pero tenía cierta clase y humanidad que la hacían una señorita agradable. Enrietta, en cambio, era fuego y pasión, digna para ser una alfa. Enrietta era una flor exótica esperando un jardinero. Su padre creyó encontrarlo en el alfa Keller, pero ella estaba enamorada de otro hombre, un abogado llamado Raymundo Solero.Las tragedias envolvieron a los Vanoni, primero fue la madre, luego el padre y luego al alfa Keller.Enrietta estaba muy sola. Devastada es la palabra correcta, dolida por tanta amargura y ella era tan ardiente, fuimos amantes.Bruno, sería el sucesor de la manada, p
Anabel fue a la fábrica de Jordano. Tenía claro que algo había sucedido con él y necesitaba verlo.La fábrica era grande y había crecido vertiginosamente; su novio parecía un empleado más con su uniforme celeste dirigiendo los camiones de entrega. Saltaba con una agilidad envidiable y movía cosas pesadas con facilidad.No era el mismo, aunque nadie se diera cuenta, vestido así parecía un empleado más. Se acercó a hablar con él.—Jordano.—Anabel, preciosa.—¡Qué hay, reina! —la besaba en la mejilla.—Te vine a buscar, necesitamos hablar.—Me encantó verte —la rodeó por los hombros y le dijo—. Conocí a una fonda muy mona el otro día y quiero que la veas, tocan blues muy bueno, por cierto.—Jordano, ¿qué te pasó?—Hablas de cuando los hombres de tu novio me perseguían, ¿verdad?—Dime… ¿Es cierto que te convirtieron?Él se apartó molesto y le dijo a la joven.—Yo no lo pedí, pero parece que aquí te dan las cosas sin pedirlas.—Entonces…—El gris me salvó.—Jordano.—No sé si agradecerle o
El doctor Gilberto Zaragoza se paseaba por las inmediaciones de la aldea de niños huérfanos, niños a los que el infortunio o la pobreza los había tocado con el abandono.Aunque era un panorama lleno de dolor en medio de la inocencia, siempre hay perlas en donde otros desechan y él sabía apreciar muy bien esas perlas.Rowena tenía 18 años y era una chica muy desprolija, de cabellos ensortijados, de un naranja muy hiriente y unos ojos verdes intensos.¿Bella? Mucho, su belleza era su descuido en su arreglo, la delgadez que la hacía parecer frágil, pero con curvas bien acentuadas y arregladas, sería una joven interesante y notable.¿Qué se sabía de Rowena Claire? Pocas cosas, su abuela, una mujer que tenía fama de ser una bruja poderosa.La dejó allí cuando tenía tan solo seis años, nadie sabía la razón y de cuando en cuando la visitaba y le dejaba extraños obsequios, hablaba con la niña y parecía muy cariñosa, pero lejos de eso no la llevaba.Rowena creció en ese ambiente de desolación