Sofía (alias Isabel). Mientras veía a Vermont alejarse, sabía que se había batido en restirada, y aunque me sentía ganadora, tengo que reconocer, que no me gustó la sensación. Desde que había salido del vestidor con la intención de enfrentarme con valor a la madre de He-man, después de pasar por la situación más vergonzosa, humillante, alterante que había tenido en toda mi vida, y no sólo hablo de ser sorprendida, por la madre de mi marido, mientras intentaba arrancarle la ropa, para después dejar que mi mente pervertida, y mi cuerpo, descontrolado, devorase a su único hijo, sino que también por todo lo que nos llevo a esa situación, desde el minuto que me deje abrazar por ese hombre toda la noche, hasta el último gemido, que solté, mientras mi suegra entraba por la puerta, como Atila el rey de los Humos. Pero resultó que la sorpresa me la llevé yo, al encontrarme que yo no era la única que estaba siendo castigada mentalmente por una mujer tan intensa, aguda, y peligrosa, que ha
Vermont. - “Bueno hijo, ya está todo preparado, ¿vamos juntos a las cede, o prefieres ir acompañado de tu esposa?”- me preguntó mi padre esa mañana, mientras desayunábamos los dos solos. Ni mi madre, ni Sofía, digo Isabel, se habían levantado aún, aunque tampoco me había acostado esa noche prácticamente, me había pasado toda la tarde, desde que habíamos llegado del centro comercial, y toda la noche, encerrado en el despacho de mi padre, revisando toda la información que mi padre había pedido a su secretaria, sobre los contratos que hasta ahora había entre Corneld Industries y Wilson Weapons Technology, así como los futuros contratos por negociar. La información era tal que había desistido de descansar esa noche, únicamente había dormido, un par de horas en el sofá que tenía mi padre tenía en su despacho. En varias ocasiones, recuerdo que lo había usado mi padre, cuando mi madre se enfadaba con él, así que Howard J. Wilson se había asegurado, que ese sillón fuera lo suficientemente
Sofía (alias Isabel). Me encontraba sumida en un sueño, donde un estúpido, muy atractivo y medio desnudo He-man, se alejaba de mí, y yo, como una idiota, me dedicaba perseguirlo, como si me fuera la vida en ello, ya estaba hasta agobiada, así que cuando, el sonido de vibración de mi móvil me despertó, agradecida, y a duras penas, tanteé con los ojos cerrados, en busca del bendito aparato. - “¿Sí?”- pregunté descolgando sin tan siquiera mirar el móvil. - “¿Aún estas en la cama?, pensé que a estas horas y con todo lo que ayer estuvo investigando Vermont, estarías a su lado ayudándolo a analizar la información.”- la voz de Samary me despertó. - “Bueno eso depende, lo mismo Vermont, después del gran trabajo que hizo ayer, tuvo aún energías, la suficientes, como para agotarte las tuyas, ¿o no es así pícara mexicana?”- dijo Vale a continuación, de que la inteligente exmodelo me hubiera hablado. - “Buenos días a la dos, ¿se puede saber por qué me llamáis, a las …? ¡¿Son las seis de la
Sofía (alias Isabel). -” ¿Cómo que no hace falta pedir cita para hablar con mi prometido?, ¿quién demonios te crees que eres? Lo que faltaba, todas las zorras son iguales, como los carroñeros, huelen el dinero, y viene corriendo.”- la verdad es que cuando oí a la señorita de sociedad, no quise enfrentarme a ella, pero nadie me llama carroñera, y menos zorra, además tenía demasiada prisa para aguantar las pataletas de la barbie prostituta. Así que opté por la vía rápida, aunque después de lo que ocurrió, la verdad fue que me arrepentí, a lo grande. -” Pues, si no estoy equivocada, soy Isabel Wilson, la esposa de Vermont Wilson.”- puedo jurar que durante unos segundos todo quedó en silencio, como si las personas que me rodeaban, que no eran pocas, por encima un total de siete, incluyendo a la barbie prostituta, se hubieran quedado mudas. Estaban como analizando lo que yo acababa de decir, sin podérselo creer, así que la indignación sobre todo de la rubia de clase alta, no se hizo es
Vermont. Estoy harto de esto, decididamente esto no es lo mío, si ya odiaba los muller o brifim. Que era las reuniones de inicio de turno, y también las reuniones de planificación con los altos mandos en mi trabajo de policía, que no sería esto, sobre todo tras la cuarta reunión con los jefes de departamento, que estaban implicados en el proyecto conjunto con Corneld. Yo ya estaba a punto de saltar por la ventana, si hubiera tenido alguna duda alguna vez, de dejar el departamento, y asumir mi papel de CEO de la empresa de mi familia, se había despejado en menos de cuatro horas. Para colmo, por el bien de la investigación debía estar atentos a todo esto, es justo por eso que había dejado mi móvil en mi despacho, para no tener la tentación de distraerme con otra cosa, que no fuera los planos, la planificación financiera, además de los aburridos argumentos, que los jefes de departamentos me estaban relatando. Menos mal que tenía a German conmigo, que estaba grabándolo todo, y así podrí
Vermont.-“Eres un estúpido, Vermont Wilson. ¡Maldita sea! ¡Qué vergüenza!, ¡y bájame ya! ”- me dijo cuando ya estábamos solos, con la puerta del ascensor cerrada, mientras ascendíamos a mi despacho.-“¡Cállate ya, maldita mujer!, no haces más que meterte en problemas, ¿sabes el trabajo que das? Estamos en una misión, miles de personas pueden morir, y tú, que en tu cuerpo tienes la única arma definitiva para vence
Sofía (alias Isabel). - “Bueno al menos sé que ya me hablas, aunque sea sólo para insultarme, si te soy sincero me tienta más que lo hagas para hablar de otras cosas más interesantes, pero como no se puede…”- me dijo, haciendo que la indignación, y la vergüenza que lleva un rato sintiendo, se multiplicara por dos mil. Una milésima de segundos antes de saltar, tuve la intuición de que el idiota de Vermont lo había dicho a adrede, para desestabilizarme, pero no fue lo suficiente fuerte, como para detener ese tren que estaba descarrilando, sobre todo cuando mi carácter explosivo se adelantó a mi lógica, tomando el control, y esto generó que me descontrolara. En un segundo me vi levantando la pierna en una elaborada patada de Krau Magan, para intentar golpear alguna de sus partes más blandas y dolorosas, pero al contrario de las dos veces anteriores, y siendo él, como era, un experto policía, rápidamente previó mi ataque, y en seguros me vi segura por mis caderas, mientras mi pierna,
Narrador. Mientras los señores Wilson, mantenía este encuentro en el despacho de Vermont, a la empresa había llegado, con intención de tantear al nuevo heredero y sucesor, del grupo Wilson, el CEO de Corneld. Andrew Corneld no se había tomado muy bien, que desde el grupo Wilson, hubieran cambiado a el responsable con el que él había llevado las negociaciones al principio. Todo para incluir a los nuevos microchips de su empresa, a la nueva familia de misiles nucleares y no nucleares que el Pentágono había adquirido, por el contrato que tenía con las empresas de Wilson Weapons Technology, para los próximos diez años, incluyendo sus mejoras. El CEO siempre había negociado, con el ambicioso David Helman, el vicepresidente del grupo Wilson, pero tras la llegada del hijo prodigo, toda esa negoción había pasado a el futuro CEO del grupo Wilson, Vermont Wilson. Si no hubiera sido porque, primero las negociaciones iban muy avanzadas, y que, tras la investigación de su asistente, Cotton Ma